sábado, 2 de junio de 2012

Mikey y Elena Way - Capítulo 5



CAPÍTULO 5:



El mayor problema de la relación de Mikey y Elena (dejando de lado la diferencia de edad, el hecho de ser hermanos, que no pudiesen mostrarla en público, etc, etc, etc) era un problema que Mikey acarreaba desde hacía ya varios años.

Y el problema tenía nombre y apellido: Alicia Simmons.

Alicia era una chica de 24 años a la que conoció cuando ella tenía 20 y él 24, en la fiesta de un colega que tenían en común. Y desde la primera palabra que cruzaron, la chica se mostró más que interesada en él.

Esa misma noche intentó ligárselo, sin conseguirlo. Y los siguientes 4 años no había cesado en su intento.

De alguna forma había conseguido su número de teléfono, tanto el fijo como el móvil, y después de esa fiesta le llamaba prácticamente todos los días. Le esperaba a la salida del trabajo y “coincidía” con él en los lugares más extraños.

Estaba totalmente obsesionada con él.

Le hacía regalos, iba diciendo por ahí que salían juntos y se presentaba en su casa cuando menos lo esperaba. Incluso en varias ocasiones había amenazado con suicidarse si no le concedía una cita o algo por el estilo.

En un principio, Mikey la había tomado en serio.

Intentaba hablar con ella, la rechazaba sutilmente y se preocupaba por sus amenazas.

Pero después de 4 años había aprendido a ignorarla.

Si se la encontraba en la calle, simplemente pasaba de ella. Tiraba sus regalos según los recibía y, si se presentaba en su casa, la echaba de allí sin muchos miramientos.

Pero es que, en serio, era una pesada y estaba harto de ella.

Y en ese momento no hacía más que complicar las cosas, porque Mikey y Elena tenían que poner especial cuidado al estar juntos, no fuese a ser que Alicia apareciese de repente y les pillase.

Si ya de por si era difícil tener tiempo para ellos solos, era aún peor al tener que vigilar que esa loca de pelo negro no estuviese espiando desde alguna esquina...

...

-¿Irás mañana a recogerme al instituto? -Preguntó Elena contra el cuello de Mikey.

Era de noche y la pareja descansaba abrazada en la cama de él, hablando en susurros, mitad por no querer que sus padres les escuchasen, mitad por no querer romper la magia del momento que vivían ahí acurrucados.

-Pues claro, pequeña. Como cada viernes. -Respondió, dándole después un beso en la frente- Además, luego iremos a casa de Gerard y Frank.

-Me gustaría poder decirle a la gente que quien va a buscarme es mi novio y no mi hermano...

-Por el momento habrá que conformarse con lo que tenemos. -Volvió a besar su frente, bajando después por su nariz, rozando sus mejillas para terminar cubriendo los labios de la menor con los suyos.

La besó despacio, con ternura, sin intención de llegar más allá. Simplemente intentando mostrarle mediante actos lo que sentía por ella.

Pero como todo entre ellos, parecía poco. Así que sin pretenderlo, el beso fue subiendo intensidad, con más lengua, más dientes y más saliva. Y cuando se quisieron dar cuenta, Elena estaba sentada sobre Mikey y se movía contra él de forma sinuosa, volviéndole loco.

-Hazme el amor otra vez, Mikey. -Ronroneó contra sus labios, sensual y cálido.

El chico no dijo nada. Tampoco es que hubiese podido, pues la boca de Elena se había adueñado de la suya de nuevo, sin dejarle apenas respirar.

Aunque, ¿a quién le importa respirar cuando la boca de la persona que amas está enganchada a la tuya?

La hizo girar sin despegarse de ella, dejándola bajo su cuerpo, y dio gracias de que ya no tuviesen ropa de por medio debido a su sesión de sexo anterior.

Besó cada porción de piel que encontraba disponible y paseó sus manos por ese cuerpo que era su perdición, sintiendo a Elena relajarse con sus caricias y empezar a respirar de forma más agitada cuando se acercaba a ciertas partes de su anatomía.

Cuando envolvió sus pezones con los labios, el cuerpo de la chica se arqueó hasta lo imposible, rozándose más aún con la piel caliente de Mikey.

-Vamos, Mikey... Por favor. -Gimió, apretando sus dedos en la fuerte espalda de su novio y clavando ligeramente las uñas, sabiendo cómo ponía eso al chico.

-Dios, Elena. No hagas eso si no quieres que acabemos antes de empezar. -Gruñó, reptando por su cuerpo para llegar a sus labios y morderla suavemente.

Ella sólo rió junto a su oído, sintiendo el escalofrío que recorrió el cuerpo del mayor.

Mikey resguardó su cara en el cuello de Elena, besando y lamiendo con ganas, mientras ella se estiraba para coger un condón de la mesilla y ponérsele al chico en un rápido y eficaz movimiento.

Al sentirlo, Mikey la hizo rodar sobre sí misma, dejándola de espaldas a él, y colocó una almohada bajo su estómago para que estuviese más cómoda y él tuviera mejor ángulo.

Besó sus hombros y su espalda, prestándole atención a cada una de sus vértebras antes de volver a subir y pegar su mejilla a la de ella.

Acariciando su costado con una mano, usó la otra para guiarse hasta el centro de su cuerpo y penetrarla poco a poco, la costumbre haciéndolo más fácil y permitiéndole establecer un ritmo constante en seguida.

Para entonces Elena no era más que gelatina que vibraba bajo el toque de su novio. Ronroneos y gemidos lo único que salía de su boca, más o menos el mismo estado de Mikey.

Al sentirse a punto, Mikey volvió a esa boca que era su cielo personal, dejándose las últimas fuerzas en ese beso pasional y desenfrenado que Elena respondió como pudo, antes de caer los dos en la bruma del orgasmo.

Elena se desplomó sobre el colchón, sintiendo a Mikey caer tras ella y respirar aún agitado contra su piel, erizándose sin poder evitarlo.

Agotado salió de ella y se quitó el condón, echándolo a alguna parte que no le interesaba, y rodeó a su pareja con un brazo, dispuesto a descansar hasta que tuviese que volver a su habitación para no despertar sospechas innecesarias.

...

Tal como acordaron, a la hora de salida Mikey esperaba a Elena aparcado una calle más allá del instituto.

Era más tarde de lo normal, los estudiantes eran cada vez más escasos y Elena seguía sin aparecer. Y Mikey empezaba a ponerse nervioso, porque sí, puede que fuese un poco (demasiado) sobre-protector, pero Elena era lo que más quería en ese mundo y sólo tenía 16 años...

Mientras se angustiaba por todas las cosas malas que podían haberle ocurrido y se planteaba ir llamando a la policía, un golpe en el cristal le sacó de sus pensamientos. allí estaba su Elena, sana y salva.

Mikey suspiró mentalmente cuando ella entraba en el coche. Miró a todos lados, vigilando que no hubiese nadie, y se inclinó para darle un pequeño beso en los labios a su novio, que respondió con una sonrisa.

-¡Hola! -Saludó ella con alegría.

-Buenas, preciosa. ¿Se puede saber dónde estabas? Me estaba empezando a preocupar... -Se quejó con un puchero en los labios.

-Aw mi niño, que se preocupa por nada. -Se burló poniendo morritos y apretujando las mejillas de Mikey.

-Eso vas a tener que pagármelo. -El mayor subió la cabeza fingiendo enfado y Elena sonrió de medio lado.

-Creo que sé cómo hacer que se te pase el mar humor. -Miró de nuevo la calle para comprobar que no había nadie y, sonriendo con picardía, se pasó al asiento de atrás, cogiendo una mano de Mikey y obligándole a seguirla.

Le hizo sentarse en la mitad del asiento y ella se colocó a horcajadas sobre sus muslos. Las manos de Mikey se movieron como guiadas por un imán hasta las caderas de su chica.

Al resguardo de los cristales ahumados del coche, Elena se adueñó de la boca del chico con posesividad y agresividad, enredando sus lenguas y recorriendo todo el interior de su boca, gimiendo suavemente al sentir las manos de Mikey recorriendo sus sensibles costados para terminar enredadas en su pelo largo y negro.

El sonido de un golpeteo contra el cristal les recordó que estaban en mitad de la calle, por lo que Elena se arrojó rápidamente a un lado de Mikey y éste intentó ponerse lo más presentable posible antes de abrir el cristal de su ventanilla.

Casi le da un ataque al encontrarse a Alicia al otro lado, con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su prominente escote.

-¡Alicia! -La saludó con demasiada efusividad, así que intentó relajarse- ¿Querías algo?

-¿Qué hacéis ahí atrás? -Cuestionó, cotilleando el interior del coche, donde Elena disimulada mirando por el cristal contrario, aún con los labios rojos a juego con sus mejillas.

-Oh, nada. Em... Estaba ayudando a Elena con... con unos deberes. Sí, eso.

-¿Aquí, en el coche? -Preguntó desconfiada.

-Sí. Son para las clases extraescolares que tiene ahora, ya sabes. Y se supone que debía llevarlos hecho pero no. Es una cabeza loca. -Negó con la cabeza riendo, como un hermano que se pelea en broma con su hermana.

En cualquier otra ocasión no le daría tantas explicaciones a Alicia, pero el haberle pillado de improviso junto a los nervios le estaban haciendo hablar más de la cuenta, lo cual solo lograba que Alicia desconfiase más y más.

Había visto a los dos hermanos pasarse de repente a la parte trasera del coche y, al acercarse solo vio dos figuras que se movían mucho debido a los cristales tintados, pero daba la sensación de que Elena estaba sobre Mikey, por lo que llamó a la ventanilla para ver qué hacían.

La excusa de Mikey no era demasiado creíble y ya les había visto antes en situaciones algo “raras”, pero decidió dejarlo pasar por el momento.

-Ya... Oye, ¿por qué no salimos tú y yo cuando dejes a tu hermana en clase? Podemos pasarlo muy bien... -Cambió el tono de voz a uno más provocativo, inclinándose para colar la cabeza dentro del coche, pretendiendo besarle, pero Mikey se hizo para atrás evitándolo.

-No, lo siento Ali, tengo que ir a hacer unas cosas, ya sabes, trabajo. -Sonrió con fingida pena antes de volver a hablar- Bueno, tenemos que irnos o llegará tarde. Que tengas un buen día. -Y sin darle tiempo a más, subió la ventanilla, cambiándose rápidamente de sitio para encender el coche y largarse de allí lo antes posible.

Unas calles más allá, Elena se movió al asiento del copiloto, rompiendo el tenso silencio que les acompañaba desde la charla con Alicia.

-Así que... Ali, ¿eh? -Comentó como si nada, pero sin poder evitar el tono de desprecio.

-Cariño, no estarás celosa ¿no?

-Oh, no, ¿es que debería? -Estaba enfadada y Mikey lo sabía, por lo que quitó la mano derecha del volante y cogió una de las de Elena, enlazando sus dedos un momento mientras hablaba.

-Sólo quería quitármela de encima cuanto antes, ya sabes qué pesada es. No deberías ponerte celosa por nadie, yo solo tengo ojos para ti. Mi corazón es tuyo, preciosa. -Susurró.

Y Elena no pudo seguir más tiempo enfadada. No cuando su Mikey le decía esas cosas tan bonitas y sinceras, así que se estiró un poco para besarle en la mejilla y siguieron el camino como si no hubiese pasado nada.

...

-Mikey, no hagas eso aquí. Nos van a ver. -Susurró asustada, intentando separarse del chico, que la tenía abrazada por la cintura y pretendía besarla.

Estaban en la casa de Gerard y éste y Frank habían ido a la cocina a por unas bebidas y algo de picar.

-No te preocupes. Ya lo sabemos.

Gerard entraba en el salón donde ellos estaban con una sonrisa, seguido por Frank, que les miraba divertido.

-¿Vo-Vosotros lo sabéis? -Ambos chicos asintieron a la vez con la cabeza- ¿Y n-no os parece mal? -Esta vez negaron, también a la vez.

-Yo solo quiero que mi hermanito (y mi hermanita) sean felices. Y si para eso tienen que estar juntos... -Se encogió de hombros.

-Y yo no soy muy dado a cumplir las normas, así que no tengo ningún problema.

-Los dos lo saben, nos apoyan y no se lo dirán a nadie. -Susurró Mikey junto al oído de la chica, abrazándola de nuevo, ahora desde la espalda- Aquí somos libres para hacer lo que queramos sin peligro a que me detengan o algo así. -Bromeó.

-Nada de “lo que queramos”. -Se opuso Gerard, moviendo las manos y poniendo cara de asco- No estoy dispuesto a ver a mis hermanos follando en mitad de mi salón o algo así.

-Jo, ¿por qué no? -Preguntó Frank con un puchero en los labios. Gerard le miró feo, por lo que levantó las manos en señal de paz- Vale, no he dicho nada.

Mikey y Elena reían viendo la pelea de la otra pareja, hasta que el chico la besó suave en los labios y ella no pudo evitar sonrojarse.

-Se me hace raro poder estar así delante de otras personas. -Murmuró, cohibida.

-Pues vete acostumbrando, porque en algún momento tú y yo nos vamos a ir bien lejos, donde no nos conozca nadie y podamos mostrar nuestro amor delante de todos.

-Eww, Mikey. Eres lo más cursi y ñoño que existe. -Dijo Frank, copiando la cara de asco de su novio. Mikey le enseñó el dedo del medio en respuesta.

Mientras ellos cuatro pasaban una tarde de maravilla, una chica morena observaba desde la acera de enfrente lo que ocurría a través de las ventanas.

Ahora sí que no había ninguna duda. La relación de Mikey y Elena no tenía nada que ver con una relación fraternal.

Y no estaba dispuesta a compartir al chico.

Mikey era suyo, o no de nadie. Ella se encargaría personalmente de que así fuese.




Continuará...