miércoles, 30 de noviembre de 2011

Cap. 37 "Obsesionados con el sexo"

ADVERTENCIAS: Contenido explícito de tipo hetero.


CAPÍTULO 37: JAMIA




Por la mañana, Frank se despertó con el sonido del teléfono y la voz de Gerard gritando al contestar y, como la curiosidad podía con él, se acercó a la puerta entreabierta del dormitorio para poder escuchar con claridad.

G- ¡Te he dicho que dejes de llamar aquí!... No, no me interesa... ¡Como vuelvas a acercarte a él te las verás conmigo!... Te avisé ayer, no se te ocurra contárselo... ¡Tú lo único que quieres es joderle la vida un poco más!... No te mereces mi respeto... Mira, me da igual lo que tengas que decir, adiós. -Colgó con un fuerte golpe y entonces Frank salió de la habitación.

F- ¿Quién era? ¿Por qué gritas? -Preguntó asustando al pelirrojo.

G- No es nadie. Nadie importante al menos. -Como la noche anterior, Frank no se lo creyó.

F- Gerard. -Le retó- Era Jamia, ¿verdad? -La única respuesta fue un asentimiento poco seguro- Sé que me estás escondiendo algo, pero si no quieres contármelo está bien. Confío en ti, eres la única persona que me cuida de verdad.

Frank se acercó a él y le abrazó con todas sus fuerzas, mientras Gerard se debatía en su interior entre decirle la verdad, ya que se trataba de su hijo, y no decirle nada para evitar que sufriese más todavía.

...

En otra parte de la ciudad, Jamia sostenía el teléfono con una mano temblorosa y los ojos anegados en lágrimas. Nunca se imaginó que todo eso fuese a suceder.

El último mes había sido el peor de su vida, sobre todo cuando se enteró de su embarazo, lo cual, por miedo, no le contó a Frank. Pero no por miedo a la reacción del chico, sino por ella misma.

Estaba aterrada con la idea de traer un bebé al mundo, no se veía capaz de ello y cuanto más lo pensaba, la idea de abortar cobraba más importancia en su cabeza...

Y todo por una maldita noche hacía mes y medio.

*Flash back*

Frank estaba cada vez peor, cada día consumía más y más y últimamente mezclaba la cocaína con litros de alcohol.

Jamia, al contrario de lo que pensaban los demás, no era una piedra sin sentimientos y estaba verdaderamente preocupada por su novio.

Es verdad que su única intención al estar de pareja con él era aprovecharse de su bondad y su dinero. Por muy mal que se portase Jamia con Frank, éste era incapaz de dejarla o tratarla mal (exceptuando las peleas verbales que de vez en cuando compartían). Pero tampoco le gustaba ver cómo Frank se destruía poco a poco.

Tampoco podría decir que siempre le fue fiel al chico.

Ella sabía que Iero le ponía los cuernos con quien más le apeteciese en el momento, y si creía que no se había dado cuenta de la extraña relación que tenía con James antes de la llegada de ese pelirrojo, estaba mal de la cabeza.
Por eso, Jamia tampoco se quedaba atrás. Varias veces se había escapado por ahí con algún que otro tipo al que luego no volvía a ver. Pero eso se acabó cuando vio tan mal a Frank.

Algo en su interior se removió y le dijo que debía ser mejor persona con él después de todo lo que éste le había dado, así que empezó por serle fiel.

Comenzó a pasar más tiempo con Frank, al menos todo el tiempo que la banda y las fiestas le dejaban libre, pero siempre terminaban peleando porque Frank tenía la horrible costumbre de drogarse delante de ella.

Pero ni su relación mejoró ni Frank dejó las drogas.

Una noche, Jamia esperaba en su habitación de hotel a que Frank llegase del concierto que hacía ya casi dos horas que había terminado, dispuesta a hablar con él y hacerle entrar en razón.

Pero Frank no tenía ganas de eso.

Cuando llegó estaba colocado, como casi siempre. Se le veía descentrado y esquivo, con cero ganas de mantener una conversación seria, así que se fue acercando a ella poco a poco, disimuladamente (mientras la chica no dejaba de hablar y de decirle que debía dejar las drogas) dispuesto a callarla.

Llegó a su lado y se puso tras ella, rodeando su cintura con sus brazos y respirando en su cuello, contestando únicamente suaves "mhhm" contra su oído cuando no la besaba cada trozo de piel que tuviese cerca.

Jamia empezaba a desconcentrarse, a respirar más agitadamente cuando las manos de Iero hacían círculos en su vientre y subían hasta sus pechos para apretarlos y una lengua humedecía su cuello.

La chica dejó de hablar en algún momento que no recordó, pero sentir la erección de Frank contra la parte baja de su espalda le hizo volver a la realidad. Se soltó de su abrazo y se giró para mirar a la cara a un Frank con expresión exasperada.

Jamia- Frank te estoy hablando en serio, joder. Olvida las putas drogas, lo único que conseguirás es matarte.

F- Vamos, no exageres. -Respondió por fin, perdiendo la paciencia- No me apetece hablar de esto ahora... -Con lentitud volvió a acercarse a ella y abrazarla desde alante, sujetando su trasero con las manos.

Jamia- No exagero, solo digo que si sigues así terminarás mal. -Se retorció entre sus brazos intentando soltarse pero Frank era más fuerte- Deberías pedir ayuda y...

La boca del chico tapó la contraria, cansado de la maldita charla que le estaba dando, y rozó su polla contra la chica.

Y ella ya no puede negarse más.

Le daba asco pensar que su novio se revolcaba con todo aquel que se le pusiese a tiro, pero Frank estaba caliente y en sus años de vida aún no había visto una cosa más sexy que Frank Iero cachondo.

Así que se deja llevar y cuando Frank se da cuenta, la acorrala contra la pared y profundiza más el beso, colando las manos bajo su camiseta para darse cuenta de que no lleva sujetador, lo que le facilita la tarea de llegar a sus pezones para acariciarlos y endurecerlos.

La chica gime y su mano derecha se agarra de su cuello para acercarle más a la vez que la izquierda coge su paquete haciendo presión, ganándose un gruñido y un mordisco en el labio.

Frank siente que reventará el pantalón negro tan apretado que lleva, pero entonces Jamia lo desabrocha y lo baja con dificultad, dejando que su polla pegue un salto al sentirse libre por no llevar ropa interior.

Con un rápido movimiento es el pelinegro quien está apoyado en la pared y piensa aprovecharse de eso. Le saca la camiseta a la chica, acaricia su espalda, besa su clavícula y apoya las manos en sus hombros para empujarla hacia abajo, logrando que se arrodille frente a su entrepierna. Ella ya sabrá qué hacer.

Coge la base con una mano y acuna sus testículos con la otra para después lamer toda la extensión de la dura polla y apretarla entre sus labios al tragársela casi entera. Mueve la cabeza de arriba a abajo a la vez que su mano y Frank no puede evitar mover la cadera para llegar hasta el fondo de su garganta, follándose su boca sin demasiado cuidado.

Cuando se nota a punto de estallar, aleja esa húmeda y caliente boca de él y jadea. Ella se levanta para besarle pero antes de hacerlo él la está empujando hacia la cama y besando y lamiendo sus tetas hasta hacerla caer en el mullido colchón.

Lo que les quedaba de ropa va desapareciendo hasta quedar piel contra piel, con Frank encima de la chica, sus dedos dentro de ella y sus lenguas entrelazadas, moviendo sus cuerpos al compás de las embestidas de los largos dedos del chico, sudando, jadeando y encorvando ella la espalda, rozando sus pechos con el torso contrario.

De repente, Jamia se sintió vacía sin los dedos de Frank trabajando en su interior, pero no le dio tiempo a quejarse, pues el chico los hizo rodar quedando ella encima y ordenó con voz ronca y entrecortada.

F- Móntame.

Jamia se sentó a horcajadas sobre su estómago, cogió su polla con la mano y se guió para penetrarse con ella, desplazándose hacia atrás hasta estar totalmente llena de Frank. Éste colocó sus manos en la cadera suave de la chica para ayudarla a mantener el ritmo, arriba y abajo o haciendo círculos sobre él.

Tan sumidos estaban en el placer, el goce y las sensaciones del momento que ninguno pensó en el hecho de que estaban follando sin condón, y menos lo hicieron cuando Frank le acarició el clítoris con saña y ella se movía más rápido, dándose y recibiendo cada cual enormes cantidades de placer, hasta correrse casi al mismo tiempo en una última cabalgada.

Cansada Jamia se desplomó a un lado de Frank. Ninguno dijo nada, sólo se quedaron uno junto al otro y durmieron.

A la mañana siguiente, cuando Jamia se despertó, encontró una nota a su lado donde Frank le decía que tuvo que irse pronto para arreglar unos problemas con los chicos del grupo y que la esperaba en el autobús antes de irse a una nueva ciudad.

La dejó donde estaba y se fue a duchar. Mientras se relajaba recordó cómo su plan de hacer entrar en razón a Frank había fracasado y en su lugar habían tenido la mejor sesión de sexo hasta el momento. Pero tan centrada estaba en lo bien que lo habían pasado que siguió sin darse cuenta del problema...

Los días y las semanas pasaron. 6 semanas exactamente, y Jamia empezaba a sentirse mal. Se mareaba en todos los viajes en autobús y más de dos veces tuvo que correr al baño a vomitar.

Bobbie- ¿Qué te pasa? Estás pálida.

Jamia- Creo que he cogido un virus o algo...

Ed- Deberías ir al médico.

Jamia- Sí. Como nos quedamos aquí dos días he pedido cita mañana en el hospital.

Como les dijo a los chicos, a la mañana siguiente se encontraba esperando en la sala de espera a que fuese su turno para entrar.
Cuando escuchó su nombre siguió a la enfermera dentro de la consulta y se sentó donde le indicaba. Un minuto después un doctor entró, la saludó con cortesía y se sentó al otro lado de la mesa para que Jamia le contase qué le ocurría.

Al escuchar los síntomas y el tiempo que llevaba con ellos, el doctor tenía una clara idea de lo que ocurría, pero no quiso decirle nada hasta estar seguro. Le mandó una serie de pruebas, terminando con una ecografía.
Le hicieron los exámenes en el momento y una hora después estaba en la cafetería comiendo algo y esperando su hora para ir a por los resultados, los cuales eran los esperados por el doctor...

Las palabras "Está usted embarazada, enhorabuena" daban vueltas en su cabeza sin parar, sin terminar de entender lo que eso significaba.
Abandonó el hospital y cogió un taxi hasta la estación de tren más próxima, desde donde viajó a Chicago tras una rápida llamada a Frank informando de que se iba, que se encontraría con ellos unos días más tarde.

El camino hasta Chicago fue el más largo que vivió en su vida, más al estar sola y no dejar de pensar siempre en los mismo: "Está usted embarazada".

"¡Maldito médico! Cómo puede decirme eso y darme la enhorabuena... Esto es una pesadilla." pensaba una y otra vez.

Una vez en Chicago fue a casa de su mejor amiga, Stella, quien siempre la había apoyado y conocía TODA su historia con Frank, incluso la parte en la que Jamia y sus amigos le hacían sufrir en el colegio.

Llamó al timbre y su rubia amiga abrió con una típica sonrisa, pero ésta desapareció al ver el estado demacrado de Jamia, llorando y temblando como nunca antes la había visto.
Le ayudó a pasar y a sentarse en el sofá y escuchó las nuevas noticias cuando Jamia pudo hablar entre sollozos estridentes.

Los siguientes 5 días, Jamia se quedó allí, recibiendo ánimos y el apoyo de su querida amiga, casi su hermana.
Cuando la llamaron para decirle que Frank había tenido una sobredosis y estaba en el hospital, su depresión aumentó, pensando que encima se quedaría sin Frank también, pero aún así no se sintió con fuerzas para salir del protector hogar de la rubia.

Y allí pasó esos días hasta que recibió una llamada diciéndole que la gira quedaba cancelada y Frank había vuelto a Chicago.
Fue entonces cuando se armó de valor y decidió ir a esa casa que ambos compartían..

Pero nunca esperó encontrar allí al pelirrojo novio de James, y menos tan cariñoso y tan pegado a su Frank.

Hizo como si no le importase y estaba dispuesta a contarle a Frank lo que ocurría cuando éste soltó de golpe que debían romper, y entonces el mundo de Jamia terminó de derrumbarse.

Si no veía claro tener un hijo aún teniendo pareja, mucho menos estando ella sola.

Pero fue mucho peor darse cuenta de lo que llevaba pensando y negándose a sí misma durante varios meses: que entre Gerard y Frank había algo demasiado fuerte

Y fue por eso, por el miedo que la invadió, que atacó a Frank con sus palabras, llamándole de nuevo maricón, como ya hizo en el colegio, y tantas otras cosas cargadas de veneno.

Pero al ver salir corriendo a Frank en un estado tan pésimo la hizo sentir culpable y enseguida se arrepintió de todo lo dicho.

*Fin del flash back*

Por eso llevaba toda la mañana llamando, para disculparse y contarle todo a Frank. Pero siempre contestaba Gerard, y éste no estaba dispuesto a dejarle hablar con él, mucho menos a que se encontrasen en persona.

Gerard cuidaba de Frank como ella nunca lo había hecho, y en el fondo se alegraba de eso, él lo merecía...

Pero aún estaba el problema del bebé.
...


Frank sabía que Gerard le estaba ocultando algo realmente importante, ya que se mostraba nervioso, se mordía las uñas y no paraba de rascarse la nuca.

Pero no insistió más por el momento, consiguiendo que el pelirrojo se relajase.

Lo cual no fue una buena idea...

G- Frank, tenemos que hablar seriamente. -Dijo de repente en un tono demasiado serio.

F- ¿De-De qué? -Preguntó, aunque sabía a qué se refería.

G- Fallaste a tu promesa. Y encima ya no fue solo cocaína, también alcohol y pastillas. -Dijo con dureza y Frank bajó la cabeza apenado.

F- Lo siento...

G- No puedes correr a drogarte cada vez que algo malo te pase. Debes ser más fuerte. ¿De verdad quieres dejarlo?

Frank le miró extrañado y se apresuró a responder.

F- ¡Sí! ¡Claro que quiero! Por ti. Por mi. Sé que necesito dejarlo porque me hace mal. Y a ti te hace mal que yo esté así. Mañana iremos a Jersey y todo será mejor. No volveré a consumir, lo prometo.

G- Te habrás dado cuenta de que en esta situación no puedes dejarlo...

F- Claro, por eso iremos a Jersey. Nuestra casa.

G. No, Frank, no me refiero a eso. No podrás dejarlo si tienes la posibilidad de salir a la calle a comprar y todo eso.

F- ¿Qué quieres decir?

G- Tienes que ingresar en un centro de rehabilitación.






Continuará...


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Gracias por el apoyo que aún existe por acá.

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domingo, 27 de noviembre de 2011

Cap. 36 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 36: RECAÍDA


Gerard bajó a carreras las escaleras, saltando los escalones de tres en tres, esperando lo peor por parte de Iero.

Al llegar a la puerta del edificio miró hacia ambos lados pero no le vio por ninguna parte.
Tenía dos opciones: ir a la derecha, una zona comercial de bastante nivel con algún que otro parque entre las tiendas, restaurantes y centros estéticos. O izquierda, una zona bastante peligrosa plagada de bares y locales de mala muerte.

Lo echó a suertes y se dirigió a toda prisa hacia la izquierda.

Por un lado deseaba acertar y encontrar a Frank allí para poder llevárselo a casa, pero por otro esperaba equivocarse, porque nada bueno significaría una visita a esa zona de la ciudad.

Caminó a lo largo de un par de calles, cada vez con más ganas de que Frank no estuviese por allí. Las cosas que estaba viendo no eran para nada agradables y estaba seguro que nadie en su sano juicio pasearía por allí pudiendo evitarlo.

Tras caminar unos minutos y no encontrarle en la calle, Gerard empezaba a ponerse nervioso. Hacía casi media hora que Frank había huido y, cuanto más tiempo pasese, tenía claro que su estado sería peor.

Al pasar por la puerta de uno de los bares algo en su interior le gritó que debía entrar y eso hizo.

Un local lúgubre, con la música a todo volumen, borrachos por todas partes y un par de peleas en algunos puntos fue lo que encontró dentro.
El suelo estaba pegajoso y lleno de colillas de cigarros, las paredes, iluminadas por algunas lámparas, se veían sucias, con manchas de bebidas derramadas posiblemente el alguna otra bronca y la barra no tenía mejor aspecto, también sucia, con ceniza y restos de bebida.

Gerard se acercó al camarero, esquivando personas, mesas y taburetes tirados en el suelo, intentando no tocar nada.

G- Perdón, ¿ha estado aquí un chico joven, bajito, pelo negro por los hombros, con vaquero oscuro y camiseta negra de Frankenstein?

El camarero se encogió de hombros sin ganas de contestar y una mueca desagradable ante la visión de Gerard, ya que no era el tipo de persona que entraba en ese lugar y podría llegar a ser considerado un niño rico en comparación con el resto. Y a ese tipo de gente no se le tenía ningún aprecio en la zona.

-He visto a alguien parecido pero aquí entra mucha gente. -Respondió con voz seca y estridente- Si no está aquí, mira en los baños. Y si no está allí, lárgate. -Espetó.

Gerard le miró con mala cara. No estaba en condiciones de que le tocasen los cojones, podía terminar mal. Pero lo importante era Frank, así que con leve movimiento de cabeza se alejó del corpulento hombre (además de sucio, a juego con su bar) y caminó hasta el pequeño letrero que señalaba los aseos.

Si el bar le había dado asco, no tenía comparación con ese sitio. Las paredes, en su comienzo blancas, hacía mucho tiempo que habían dejado de serlo para pasar a un color amarillento, igual que el suelo. Y éste estaba repleto de vasos, unos con restos de bebida, otros volcados y algunos rotos en pedazos.

Cogió aire para darse fuerza y se adentró poco a poco en el lugar, topándose con alguna que otra jeringuilla en los lavabos.

Miró dentro de los primeros cubículos sin encontrar a nadie y llegó al último. Tomó aire de nuevo y se puso delante de la puerta abierta.

Su corazón dio un vuelco al ver a dentro a Frank, tirado en el suelo y recostado contra la pintarrajeada pared.

Gerard gritó su nombre varias veces para que reaccionase, pero estaba como adormilado, con los ojos entreabiertos.
Al acercarse, Gerard pudo distinguir restos de un polvillo blanco en la tapadera del inodoro.

G- No, Frank, no, joder. ¿Qué has hecho? Mírame. -Cogiendo su rostro lo enfrentó al suyo y le vio las pupilas totalmente dilatadas. Palmeó su rostro con la otra mano y consiguió que aquella mirada perdida se fijase en sus ojos.

F- Gerard. -Le llamó con la voz casi apagada- Lo siento. -Y lágrimas salieron de sus ojos al sentir que había fallado al pelirrojo, otra vez.

G- ¿Qué has tomado? -Secó sus lágrimas- Además de eso. -Dijo señalándolo con la cabeza.

F- Unas-Unas copas... Y un par de pastillas. -Respondió con dificultad, cerrando los ojos para no tener que ver esa mirada defraudada sobre él.

G- No cierres los ojos, mírame. -Volvió a palmearle el rostro cuando vio que volvía a adormilarse- Incorpórate, tienes que vomitar toda esa mierda, o al menos todo lo que puedas. No puedes acabar en el hospital otra vez, vamos.

Sujetó al menor pasando un brazo por su cintura para ayudarle a arrodillarse mientras levantaba la tapa con la mano contraria. Le ayudó a echar todo lo que tenía en el estómago y le dejó sentado de nuevo para ir a los lavabos y mojar un poco de papel ("Extraño, el baño era un asco pero tiene papel" pensaba el pelirrojo) para refrescarle ligeramente el rostro.

Unos minutos después Frank estaba más consciente y Gerard pudo tranquilizarse.

G- ¿Estás mejor, pequeño?

F- Algo... Gracias por todo, Gee. Incluso cuando me comporto como un gilipollas y un crío estás ahí para ayudarme.

G- Ojala no te comportases así tan a menudo. -Se permitió bromear a pesar de la dramática situación al verle en mejor estado- Tendremos que hablar seriamente mañana. Ahora vamos a casa y descansas. Quiero irme rápido de este mugroso sitio. -Dijo con cara de asco nada disimulada.

Con ayuda Frank se levantó del suelo y pasó un brazo por los hombros de Gerard cuando este volvió a sujetarle por la cintura para empezar a caminar.

Salieron a trompicones del horrible bar y caminaron despacio y bajo la oscuridad de la calle hacia el apartamento. A paso lento y parando de vez en cuando para que Gerard se asegurase de que Frank estaba bien, llegaron a la casa, pero no estaba vacía, como ambos esperaban.

Jamia seguía allí.

G- Te he dicho que te largues de aquí. -Gruñó situándose delante de Frank de forma protectora.

Jamia- Tengo que hablar con él, tiene que saberlo. Es su... -Antes de que la palabra "hijo" saliese de sus labios, el pelirrojo la hizo callar.

G- ¿Acaso no ves en qué estado está por tu culpa? -Gritó furioso- Vete de aquí o yo mismo te echaré a patadas.

Jamia- Pero tengo que...

G- ¡FUERA!

Jamia- Está bien... -Lágrimas caían de sus ojos- Alguien vendrá a por mis cosas. -Caminó hacia la puerta y antes de salir añadió en voz más baja- Pero debería de saberlo. -Y cerró tras ella.

Una vez solos Gerard respiró profundamente intentando calmarse mientras Frank le observaba, medio ido todavía, intentando entender qué es lo que se había perdido. Pero no preguntó nada por el momento, sino que caminó hasta el sillón y se desplomó en él cansado.

G- Voy a prepararte una infusión para que te relajes, ¿vale? -Y sin esperar respuesta fue a ello.

Minutos después, ambos chicos estaban recostados en el sillón justo como antes de la llegada de Jamia y fue entonces cuando Frank tuvo que preguntar.

F- ¿Qué tengo que saber?

Gerard guardó silencio un momento pensando qué decir y la mano que acariciaba el pelo del menor se quedó quieta.

G- No es nada... Será una más de sus trucos para conseguir lo que quiere. No te preocupes más por ella.

Frank asintió con la cabeza, no muy convencido, pero estaba demasiado cansado para seguir con esa conversación.

F- Tengo sueño. -Murmuró.

G- Vamos a la cama, entonces. ¿Quieres que te lleve?

F- No jodas, no soy una mujer. -Respondió riendo.

G- Já, encima de que me comporto como un caballero con su princesa... -Se inclinó hacia adelante imitando el movimiento de éstos y empezó a reír también, ganándose un leve golpe en el pecho por la comparación- Venga, vamos.

Y fueron al dormitorio, donde se cambiaron y acostaron uno al lado del otro para compartir un tierno beso antes de caer en brazos de Morfeo.

G- Sonno, mia principessa.*

Ya se preocuparían por todo al día siguiente.






Continuará...


*Duerme, mi princesa.
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Estoy subiendo la historia en dos sitios y más de una vez he pensado dejar de subirla por aquí.
Pero no lo haré solo por no dejarla a medias, ya que fue donde empecé con ella, pero es desmotivante el no recibir comentarios cuandoantes comentabais muchs mas.
En fin, ya tengo planeado todo lo que va a pasar (más o menos) y cómo va a terminar, solo falta escribirlo.

Por cierto, gracias otra vez a JULIA LACASITOS DE PLACEBO por ayudarme siempre que tengo aún problema con el fic y por sus geniales ideas y por decirme siempre la verdad de lo que piensa sobre los capítulo :3



Spero che abbiate una buona giornata.
Mer.

martes, 22 de noviembre de 2011

Cap. 35 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 35: Un nuevo problema.



Cuando salieron del hospital tuvieron que juntarse primero con los miembros de la banda para solucionar algunas cosas.
Los conciertos que quedaban finalmente se suspendieron y acordaron tomarse un largo tiempo de descanso.
Pero esa reunión no fue completamente bien, ya que la culpa recayó sobre Frank y éste se cabreó y salió echo una furia del sitio, seguido después de Gerard, quien se entretuvo un momento explicándoles la promesa de desintoxicación.
Le desearon suerte y fue con él.

Ambos chicos recogieron sus cosas del autobús (Gerard ya lo tenía todo preparado del otro día) y fueron a la estación de trenes, donde compraron dos billetes para Chicago, pues allí tenía Iero un apartamento que últimamente había estado compartiendo con su novia.

El viaje lo pasaron prácticamente durmiendo uno junto a otro, compartiendo algunos besos simples cuando estaban despiertos.

A eso de las 8 de la noche por fin llegaron a la ciudad y unos minutos después, tras coger un taxi, estaban subiendo sus cosas al apartamento.

G- ¿No deshaces tus maletas? -Preguntó al ver que las dejaba en el salón sin intención de abrirlas.

F- No. Sólo estaré aquí hasta que vuelva Jamia. Cuando rompa con ella volveré a Jersey. ¿Vendrás?

G- Claro, estoy contigo para ayudarte. No te dejaré. Tendrás que soportarme pegado a ti las 24 horas del día.

F- Mm, ¿también mientras me duche? -Preguntó con tono sensual y acercándose a él peligrosamente.

G- Vale, estaré contigo 22 horas al día. -Se alejó para impedir caer en la tentación y Frank bufó, rodó los ojos y fue a la cocina. Gerard entró detrás de él riendo por su actitud.

F- ¿Puedes coger el azúcar de ese armario? Voy a hacer café.

El pelirrojo fue hasta el armario que le había señalado, lo abrió y rebuscó entre los frascos el de azúcar. Pero al cogerlo, una bolsita de plástico cayó sobre la encimera.
Nada más verla supo lo que era ese polvo que tenía dentro y se regañó internamente por no haber pensado que Frank escondería droga en casa.

Ahora que lo sabía, lo primero que tenía que hacer era deshacerse de ella.

Gerard cogió la bolsa y se giró hacia Frank.

G- ¿Tienes más de estas escondidas por ahí? -Le preguntó, haciendo que se girase para ver de qué le hablaba.

Cuando se dio cuenta de lo que tenía en la mano su cara perdió todo el color que poseía.
De verdad quería dejar las drogas, pero tenía la esperanza de que Gerard no se diese cuenta de que guardaba coca en casa, por si en algún momento se le hacía imposible seguir al menos tendría para un par de rayas.

Ante la pregunta de Gerard, bajó la cabeza sin contestar.

G- Así que, sí tienes más. -Suspiró- ¿Dónde están? -Más silencio por parte de Iero- Frankie, tienes que decírmelo. No puedes pretender dejar las drogas si tienes escondidas en casa. -Se acercó a él y le abrazó, intentando darle fuerza- Si no las dejas no soportaré verte así y me iré. ¿Es eso lo que quieres? -Lo intentó con su última carta.

Y surtió efecto.

F- No quiero que me dejes otra vez. -Murmuró.

G- Entonces dime dónde lo escondes. -Acarició su mejilla con suavidad y Frank asintió con la cabeza.

Recorrieron toda la casa y Gerard cada vez estaba más asombrado al descubrir todos los sitios donde Frank tenía escondida una bolsita de coca: entre los cojines del sillón, entre los discos de la estantería, tras el espejo del baño y en el cajón de su mesilla de noche.

F- Ya está.

G- ¿Seguro? ¿No tienes ningún escondite más? -Frank negó con la cabeza mirando la pared- Dime la verdad...

F- No tengo ningún escondite más. -Afirmó- Pero... -Sin terminar la frase metió la mano derecha en el bolsillo del vaquero que llevaba puesto y rebuscó en el roto que tenía el bolsillo, sacando otro paquetito.

Durante unos segundos se quedó con ella en la mano, apretando el puño, debatiéndose en su interior. Pero finalmente se lo entregó a Gerard, quien la guardó junto con el resto y acto seguido abrazó a Frank.

G- Tranquilo, todo irá bien, ya verás como conseguirás dejarlo. -Susurró en su oído antes de darle un beso con el que intentó mostrarle todo lo que sentía por él- Me desharé de ello. No salgas de aquí, ¿vale?

Gerard salió del apartamento para hacer lo que había dicho y mientras Frank se quedó encerrado en casa gracias a Gerard y su idea de cerrar la puerta con llave.

Por el momento la cosa iba bien, no pensaba demasiado en la cocaína, pero realmente era porque apenas llevaba un día fuera del hospital, así que para seguir así intentaba entretenerse con cualquier cosa. Limpió su cuarto, empezó a recoger las cosas de Jamia, vio la televisión y cocinó algo para cuando volviese el pelirrojo. Y justo cuando terminaba de poner la mesa, éste aparecía por la puerta.

F- Joder, cuánto has tardado, ya no sabía qué hacer. -Refunfuñó.

G- Lo siento, me entretuve. Mm, qué bien huele, ¿has cocinado?

F- Sip. Siéntate.

Frank sirvió la cena y comieron tranquilos, hablando de todo y de nada, de ningún tema importante, alargando la sobremesa un par de horas, hasta que se sintieron cansados y decidieron que había llegado la hora de dormir.

F- ¿Dormirás conmigo?

G- ¿Tienes planeado violarme? -Bromeó.

F- Pues no lo había pensado... -Se echaron ambos a reír- Te prometo que me portaré bien. Lo decía porque eres tú el que no puede desquitarse. Si yo me caliento me hago una paja y listo. Te preguntaba porque quizás no te resistas a mis encantos. -Dijo levantando una ceja y con pose sexy.

G- Eres un cabrón, enano. Pero creo que podré resistirme a ti. -Pasó por su lado y entró en la habitación.

Riendo por lo bajo, Frank entró después y se prepararon para dormir, ambos en boxer y con unas camisetas que Frank usaba para eso.

Cuando ya estaban en la cama, tapados con la fina manta, se quedaron en silencio mirando el techo, cada uno pensando en sus cosas, hasta que Gerard habló.

G- ¿No te preocupa dónde pueda estar Jamia? ¿O si le ha pasado algo? No sabes nada de ella desde antes del accidente.

F- No, siempre hace lo mismo. Desaparece unos días y luego vuelve dando cualquier excusa para su retraso. No creo que tarde mucho en venir por aquí. Estará a punto de quedarse sin dinero.

G- ¿No te molesta que esté contigo por interés? Para que le pagues sus caprichos...

F- No me molestaba porque yo también estaba con ella por interés, ya te lo dije. Pero se acabó. -Ambos chicos sonrieron y se giraron hacia el contrario para compartir un dulce beso y dormir abrazados.

Un par de días pasaron sin demasiados cambios.

Gerard no se separaba de Frank nada más que lo justo y necesario, ya que éste se veía cada vez peor y más desesperado por la ausencia de droga en su organismo.
Alguna vez salieron de casa para pasear y que el menor se despejase un poco, pero la cosa se estaba poniendo complicada.
El carácter de Frank se había vuelto muy cambiante y pagaba su mal humor con Gerard o con los objetos que tuviese delante, y así fue como dos cojines terminaron hechos pedazos, el espejo del recibidor estampado contra el suelo y los discos del salón desparramados por el salón.
Sin embargo, cuando se tranquilizaba, normalmente con ayuda del pelirrojo, volvía a ser el de siempre, bromeando y regalando palabras bonitas y besos al mayor.

No pasó nada digno de mención, hasta el tercer día, cuando recibieron la esperada visita.

Estaban sentados en el sillón, Frank recostado sobre Gerard con una infusión en una mano y recibiendo caricias en el pelo para intentar relajarse, cuando la puerta del apartamento se abrió.

Jamia entró en la casa, saludando al ver que Frank había regresado, sin darse cuenta de que había alguien más.

Jamia- Hola, Frankie. Lo siento cariño, me he retrasado unos días porque mi amiga Ann lo ha dejado con su novio y he tenido que quedarme a consolarla y levantarle el ánimo. Perdona no haber podido irte a ver al -Cortó la frase a medias cuando llegó al salón y vio a Frank con Gerard- Oh, hola Gerard. ¿Qué haces aquí?

F- Está ayudándome. -Se levantó y dejó la taza sobre la mesa de cristal que había en el centro- Tenemos que hablar Jamia.

G- Bueno, yo os dejo...

F- No, quédate. Jamia -Se puso frente a ella- se acabó. No quiero seguir más con este engaño de relación.

Sus palabras pillaron a la chica desprevenida, que se quedó mirándole sin decir nada, analizando lo que había oído, hasta que se dio cuenta de lo que eso significaba.

Jamia- ¿Estás rompiendo conmigo? -El chico asintió- ¡No puedes romper conmigo! -Gritó furiosa. No estaba dolida, ni triste, sino cabreada.

F- Mira si puedo, que lo estoy haciendo.

Jamia- ¡No! Nosotros estamos bien. ¿Qué razón tendrías para... -Mientras hablaba recordaba la situación en la que los chicos estaban cuando entró- ¡Tú! -Se acercó a Gerard y le gritó a la cara- ¡Es por ti, ¿verdad?!

F- ¡Deja a Gerard tranquilo! Es por nosotros, Jamia. ¿De verdad te atreves a decir que estábamos bien? Tú solo estás conmigo por mi dinero y yo contigo porque... No sé ni por qué he acabado saliendo contigo después de todo. Es hora de que te vayas. Esto se acabó. Para siempre.

Jamia echaba fuego por los ojos. Su chollo se estaba acabando. Si no hacía algo, se quedaría sin lujos y sin la oportunidad de comprar nuevas cosas, de viajar, de gastarse el dinero de Frank.

Jamia- No, estoy segura. ¡Es por tu culpa! -Empujó a Gerard, haciéndole retroceder un par de pasos- ¡Dime que es mentira y ahora no estás con él! ¡Atrévete a negarlo! -Volvió a centrarse en Frank.

F- No te lo negaré. Le amo. Desde hace más de 4 años que lo hago y nunca dejaré de hacerlo.

Jamia- Lo sabía, sabía que no eres más que un maricón de mierda. ¿Crees que no sé que te has estado tirando a un montón de tíos mientras salías conmigo? Eres un puto maricón y aunque me diese asco tocarte sabiéndolo, lo hacía para seguir gastando tu dinero. Te mereces todas y cada una de las palizas que te dieron en el colegio. Ojala te hubieses matado cuando te dio esa terrible depresión por la que te encerraste en tu cuarto. El mundo hubiese salido ganando.

Las palabras destrozaron a Frank y terminaron de romperle por dentro. Volvió a recordar todo lo que había sufrido en su adolescencia y, aunque lo que dijese Jamia no debía importarle lo más mínimo, en el estado en el que se encontraba tras 3 días sin una sola raya de coca ni un vaso de alcohol, no pudo aguantarlo más.

Salió del departamento corriendo con lágrimas atestando sus ojos, dejando a Gerard con ganas de asesinar a Jamia. Pero decidió que era más importante salir en busca de chico.

G- Eres una zorra. Frank no se merece todo eso, te ha dado todo lo que has querido y así se lo pagas. Si tanto asco te daba haberte largado. Tú si que deberías de estar muerta y como le pase algo a Frank, te juro por mi amor hacia él que acabaré contigo. -Le amenazó entre dientes señalándola con el dedo- Recoge tus cosas. Cuando volvamos espero no ver nada tuyo aquí o lo pasarás mal.

Jamia- Estoy embarazada. -Susurro apenas al escuchar a Gerard, haciendo que éste se parase a medio camino hasta la puerta- Por eso he estado fuera estos días. Siento lo que he dicho, pero lo estoy pasando fatal y encima ahora viene y me dice eso. -Lágrimas escapaban ya de sus ojos.

G- No me interesa lo que tengas que decir. Lárgate de aquí.

Y salió corriendo en busca de Frank, sabiendo que en su estado sería capaz de cualquier cosa.





Continuará...


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viernes, 18 de noviembre de 2011

Cap. 34 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 34:



F- Entonces, ¿volvemos a estar juntos?

G- No Frank. -El nombrado se soltó de sus brazos, se alejó y le miró con pura tristeza en sus gestos- Hay una condición. Y debes jurarme que la cumplirás.

F- Lo que quieras. ¿Dejar a Jamia? Será lo primero que haga en cuanto la vea.

G- No, no es eso.

F- ¿Pedir perdón a James por todo lo que he hecho? Ya lo he hecho.

G- No, no. -Ante la intención de Frank se volver a hablar, el pelirrojo puso un dedo sobre sus labios- Tienes que dejar las drogas.

Frank puso mala cara ante su petición (la cual podía considerarse una orden). Muchas veces había pensado en dejarlas, incluso lo intentó alguna otra. Pero siempre caía de nuevo en la tentación de esnifarse una de esas líneas de polvo blanco como la nieve.

Es más, si no fuese por el tranquilizante que le suministraron y los demás medicamentos que había tomado en las últimas horas, estaría rogando en ese mismo momento por un poco de droga.

Lo que comenzó siendo un método para evadirse del mundo y sus problemas, consumido muy de vez en cuando y sólo en fiestas, terminó siendo una obsesión para Frank.

Cuando conoció a James vio en él una gran fuente de sustancias ilegales y la oportunidad de consumir con más regularidad y liberarse más a menudo de todo lo que había en su interior.

Pero, como ya le dijo Reggie un día, no podía echarle la culpa de su adicción a él.

Cuando estaban juntos, ambos consumían. Pero Frank fue el único que se dejó atrapar por las garras de tan horrible sustancia, hasta el punto de no salir nunca de casa sin una pequeña cantidad de polvo y de guardar reservas de emergencia en casa, el bus de la banda y cualquier otro lugar en el que pasase más de dos días.

Y ahora debía dejar atrás todo eso si quería reanudar su antigua relación con Gerard.

Cualquiera pensaría que, después de sufrir una sobredosis y tras escuchar la condición que imponía esa persona tan importante para él, aceptaría sin dudarlo. Todo fuese por la causa.

Pero no. Para Frank Iero no era tan fácil decidir, así como así, que iba a dejar las drogas, pues se habían convertido en una parte muy importante de su vida en ese momento sin las cuales no sabía si podría seguir en pie.

Gerard vio la duda y la preocupación en el rostro del menor, así que volvió a acercarse a él para acariciar sus brazos con sus manos, de arriba a abajo, una y otra vez, y conseguir que se relajase.

G- Te hacen mal, Frankie. Y yo no quiero que estés mal. No podré soportar que te pase esto otra vez, o cualquier otra cosa. Por favor.

Frank se mantuvo en silencio otro par de minutos, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba bajo la piel del otro. Cogió aire y por fin respondió.

F- Está bien. Las dejaré, por ti. -Gerard sonrió completamente feliz.

G- Gracias. Yo estaré contigo. Saldrás de ese infierno, pequeño. -Besó su nariz haciendo que el más bajo cerrase los ojos al contacto.

Se abrazaron y se quedaron así un rato, sin moverse apenas. Hasta que Frank buscó los labios contrarios de nuevo. Demandante, necesitado.

EL beso fue subiendo de tono y tanto Frank como Gerard empezaban a endurecerse sin darse cuenta. Pero, en un momento de claridad, Gerard abrió los ojos y separó a Frank de su cuerpo.

G- Frank, hasta que no te desintoxiques no habrá más que besos entre nosotros. No quiero que te tomes a juego tu promesa. Cuando lo hayas cumplido, estaremos juntos de nuevo. De todas las formas posibles.

F- ¿Qué? ¿Lo dices en serio? -El pelirrojo asintió y Frank soltó un bufido, pero en el fondo le parecía justo- De acuerdo. -Aceptó a regañadientes- Me voy a dar una ducha fría entonces.

Se dio la vuelta para caminar hacia el baño mientras Gerard se daba de ostias internamente por hacer semejante estupidez.

Parar a un Frank Iero que te está comiendo la boca y no para de hacerte notar su dura polla contra tu pierna es algo que nunca se le había pasado por la cabeza.

Y peor fue cuando salió de su ensimismamiento y observó a Frank caminar hacia el cuarto de baño con la bata de hospital, la cual estaba abierta casi en su totalidad por detrás teniendo un único cierre en la parte superior, que dejaba al aire su torneada espalda y su redondo y perfecto culo, haciéndole babear.

F- Ah y una cosa. -Se paró justo en la puerta y se giró de nuevo hacia el otro, que inconscientemente tenía una mano sobre su paquete- Ni se te ocurra pajearte. Si yo no me drogo, tu no te pajeas. No voy a sufrir yo solo. Así que diviértete con el calentón. -Y entró al cuarto.

"¡Cabrón!" pensó Gerard "Y lo que más me jode es que en el fondo es un trato justo...". Y, resignado, alejó la mano que tenía sobre su paquete y se dejó caer sobre la cama.

...


Frank se quedó un rato bajo el agua de la ducha, relajando sus músculos y pensando en todo lo que había ocurrido en ese escaso rato que llevaba despierto.

Le daba vueltas una y otra vez al hecho de que debía desintoxicarse, que se acabaron las drogas para el desde ya... Pero si su premio era volver con Gerard, valdría la pena.
Además, el pelirrojo también sufriría como bien le había dicho.

Frank sabía que Gerard sería capaz de cualquier cosa por ayudarle, aunque eso implicase una larga temporada de dolor de polla y abstinencia. Y, aunque sabía que era cruel de su parte, Iero necesitaba saber que alguien lo estaba pasando mal también en esos momentos, pues ya sabía que no resultaría fácil dejar 3 años de consumo en el olvido.

Cuando se decidió por fin a salir de la ducha, cogió una toalla y se la pasó por el cuerpo y el pelo para secarse. Pero entonces escuchó voces al otro lado de la puerta, donde se suponía que estaba Gerard solo.

La curiosidad pudo con él y se acercó a la puerta que había dejado entreabierta, distinguiendo dos voces, la de Gerard y la de una mujer.
Ésta última le resultaba conocida, pero no se dio cuenta de quién era hasta que ella subió un poco más la voz.

-Oh, ¡vamos Gee! ¡Háblame en italiano! Es lo único que te falta para desarmarme y lograr que me tire sobre ti.

"Buscona, zorra, hija de puta..." todo eso y más pasaba por la cabeza del menor al escuchar claramente como Lindsay ligaba descaradamente con su pelirrojo.

Gerard soltó una risita ante el comentario. No sabía muy bien cómo habían llegado a eso cuando se pusieron a hablar después de que la chica le diese la buena noticia.

G- No, en serio, me da vergüenza.

Frank ardía por dentro, furioso de oír esa sesión de coqueteo.

Lindsay suplicó unas cuantas veces más, sin resultado, obteniendo siempre la misma respuesta negativa y Gerard decidió dejar de lado el tema.

G- ¿Puedo...? -Frank no escuchó el resto de la pregunta.

Lindsay- Claro, pero que no se entere nadie. Esto es algo entre tú y yo.

Y, de repente, todo quedó en silencio, salvo por un ruido ocasionado por las ropas.

Y fue en ese momento cuando Frank, echando fuego y odio por cada poro de su cuerpo, totalmente cabreado por lo que suponía que los de fuera estaban haciendo, salio del baño con la toalla atada a la cintura dispuesto a romperle la cara al chico y a sacar a patadas de allí a la chica.

Pero cuando salió, haciendo bastante ruido, se encontró con que la enfermera estaba cambiando las sábanas de las camas mientras Gerard fumaba con medio cuerpo asomando por la ventana.

G- ¿Qué pasa enano? ¿Por qué ese ímpetu?

Frank no supo qué responder así que dio la primera excusa que se le pasó por la cabeza.

F- Es que me he golpeado el pie con el mueble y me he cabreado. -Sus mejillas se tiñeron de rosa ante esa tontería y Gerard rió- ¿Qué haces aquí otra vez? -Le pregunto a la chica.

Lindsay- Yo también estoy encantada de volver a verte, Frank. -Comentó con sarcasmo- Venía a comunicarte que has sido dado de alta, por lo que puedes irte cuando quieras.

F- Genial. -Fue hasta el montón que habían hecho con sus ropas y que habían dejado sobre una mesita y se volteó hacia la enfermera, que había terminado con las camas y se dedicaba a mirar embelesada al pelirrojo, quien no parecía darse cuenta- ¿Podrías marcharte? Quiero vestirme.

Lindsay- Ups, claro. -Volvió en sí cuando Way tiró la colilla del cigarro y se giró hacia ellos- Espero que te vaya bien, Frank. Cuídate, no quiero que vuelvas por aquí por la misma razón. Y Gerard, encantada de conocerte. Ha sido un placer. -Lo último lo dijo con voz sensual, crispando los nervios del menor.

G- Lo mismo digo. -Se acercó a ella, cogió una de sus manos y susurró- Grazie di tutto. Spero di vederti un giorno.* -Y le besó la mano como todo un galante.

Ella sonrió ampliamente y Frank decidió que ya era suficiente.

F- Bueno, bueno, adiós. -La separó de Gerard sin mucho cuidado y ella por fin se fue- La odio.

G- ¿Estás celoso, enano? -El aludido bufó y Gerard volvió a reír- Bueno, ¿y dónde irás cuando salgas? Ya eres libre para salir de este sitio.

F- A dónde IREMOS, querrás decir. Necesito que estés conmigo para poder dejar... Ya sabes. -Way asintió- Vamos a ir a mi casa. Jamia irá para allá tarde o temprano y así podré romper con ella por fin.

Al terminar de hablar, se desató la toalla y quedó completamente desnudo ante Gerard, quien sintió un nuevo tirón dentro de su ropa interior. Trató de ocultar un gemido, pero le fue imposible, logrando sin embargo que una sonrisa burlona apareciese en los labios del menor mientras se vestía.

G- Vas a matarme si no me dejas masturbarme. -Se quejó.

F- Lo siento, es lo que hay. -Terminó de vestirse- ¿Nos vamos?

Y salieron de la habitación, pasando por recepción para dar unos datos y poder irse a casa.




Continuará...



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martes, 15 de noviembre de 2011

Cap. 33 "Obsesionados con el sexo"

ADVERTENCIA: Cuidado los diabéticos. Alto contenido de azúcar.




CAPÍTULO 33: Llegó la hora de sincerarse.




G- Podríamos volver a pasarlo muy bien. Pero no si sigues así.

F- Así ¿cómo? -Preguntó confundido.

G- Drogándote. No soporto verte así. Por eso quería largarme. Por eso lo dejé con James y estaba a punto de irme cuando me enteré de lo que te había pasado. -Una lágrima escapó de su ojo derecho- Tienes que dejarlo, Frank.

F- Es que... Gee, no puedo. No puedo dejarlo. ¡No puedo! -Se levantó de la cama moviendo los brazos sin parar, pero cuando se dio cuenta de que aún tenía enganchado el suero dejó de moverlos- Es mi única vía de escape, entiéndeme, por favor. -Dijo más calmado y voz más floja.

G- ¿Entenderte? No Frank, no te entiendo. -Se acercó a él poniéndose cara a cara de nuevo, ahora ambos de pie- ¿Qué puede ser tan malo para destruirte? -Al ver que pasaban los minutos y no contestaba y simplemente lloraba en silencio con los ojos apretados, comenzó a desesperarse- Responde, ¡maldita sea! -Le zarandeó agarrándole de los hombros y elevó la voz- ¿Qué puede ser tan malo como para matarte así?

F- ¡Estos sentimientos, joder! ¡No puedo soportar lo que siento por ti sabiendo que ya no sientes lo mismo por mi! -Le picó con el dedo en el pecho al pelirrojo con fuerza. Las palabras a tanto volumen le rasgaban la garganta por haber estado casi en silencio más de un día.

Gerard se quedó completamente quieto, abriendo y cerrando la boca sin decir nada.

A él llegaron de golpe sentimientos de todo tipo, uno tras otro con segundos de diferencia, como si de una carrera se tratase.
De nuevo esa esperanza del día de la fiesta. Confusión por la actitud de Frank en los días anteriores. Emoción por volver a escuchar esas dos palabras que tanto le gustaban en boca del menor. Temor por su salud y por lo que podría pasarle si seguía en ese plan. Y una chispa de felicidad al saber que no todo estaba perdido con su pequeño.

G- ¿Qué sientes por mi, Frank? -Preguntó por fin en tono suave, pero no recibió respuesta. El aludido solo miró para otro lado, mordiéndose la lengua por haber hablado de más- Dímelo.

Más que una orden parecía un ruego. Giró despacio a Frank para que volviese a estar de frente y sujetó su barbilla con una mano para levantarle el rostro y hacer que le mirase a los ojos.

F- Ya te lo dije aquel día que estuvimos juntos... Y no me respondiste. -Añadió en un susurro lastimero.

G- Dímelo. -Repitió, acercándose a él un poco más.

F- Te amo, Gerard. Y me duele decírtelo porque sé que tu no...

Frank no pudo seguir hablando pues unos finos y dulces labios se encontraron contra los suyos. Sus ojos se cerraron sin proponérselo, pero es que en esas ocasiones le gustaba tener el resto de sentidos centrados en la acción llevada a cabo.
El tacto de los labios de Gerard y de las caricias que le daba en la mejilla. El sabor de esa piel rosada. El olor natural que desprendía el pelirrojo. Y el sonido de las dos bocas rozándose.
La vista era innecesaria cuando ya estaba sintiendo tantas cosas diferentes.

Fue un beso simple, sin lenguas de por medio, lento, tierno y anhelado.

G- Frankie, estás muy equivocado. Yo te amo. Nunca dejé de hacerlo, ni cuando estuve fuera dejé que amarte. -Habló cuando se separó un poco para coger aire, manteniendo las frentes juntas y las narices rozándose.

F- Entonces, ¿por qué no me lo dijiste aquel día?

G- Al principio pensé que me lo había imaginado, como tantas otras veces. Y cuando me di cuenta de que lo habías dicho de verdad me echaste de tu cama. Pero créeme. Te amo.

F- Repítelo para que me lo crea. -Susurró mirando sus labios para no perderse nada cuando lo dijese.

G- Te amo.

F- Otra vez.

G- Te amo. -Se acercó un poco más a él.

F- Una vez más.

G- Te amo. -Y volvió a unir sus labios.

Cuando cortaron el nuevo beso, Frank se abrazó con todas sus fuerzas a Gerard, con cuidado de no quitarse el gotero en el intento, y Gerard no se hizo de rogar para abrazarle también.

G- Esto me recuerda a cuando nos declaramos por primera vez. Tuve que repetírtelo varias veces también.

Frank sonrió contra el pecho del otro y éste lo notó, acariciando su espalda, que quedaba al aire con la bata de hospital que llevaba puesta.

F- Si me amabas, ¿por qué salías con James?

G- Pensé que me odiabas y que lo nuestro habría acabado para siempre. Sobre todo cuando me presentaste a Jamia. Así que decidí que había llegado el momento de pasar página. Pero no salió bien. Seguía loco por ti y si seguía con eso terminaría por hacer daño a Reggie, por eso le dejé. Por cierto, ¿y Jamia?

F- Ni lo sé ni me importa. Ya va siendo hora de mandarla a paseo. Estoy cansado de sus caprichos y gilipolleces. Sólo estaba con ella por no sentirme solo...

G- No estás solo, Frankie. -Le besó la coronilla.

F- Ahora no. Pero lo pasé muy mal cuando te fuiste.

G- Perdóname. Pero no hablemos de eso ahora...

F- Está bien. Te amo. -Levantó el rostro de donde estaba escondido y besó su mandíbula- No sabes cuánto me alegro de poder decírtelo otra vez. -Ambos sonrieron- Eh, ahora que me acuerdo. ¿Qué pasa con Lyn-z? -Pronunció su nombre con burla.

G- Nada, de verdad. -Comenzó a reírse. El enano podía ser muy posesivo y celoso si se lo proponía- Ya te lo he dicho, es simpática y me ha hecho compañía estas horas que esperaba a que despertases.

F- ¿Seguro?

G- Segurísimo, pequeño.

Pequeño”. Qué bien sentaba escucharle llamarle así otra vez, pensaba Iero.

F- Está bien. Entonces, ¿volvemos a estar juntos?

G- No. -El nombrado se soltó de sus brazos, se alejó y le miró con pura tristeza en sus gestos- Hay una condición. Y debes jurarme que la cumplirás.






Continuará...

jueves, 10 de noviembre de 2011

Cap. 32 "Obsesionados con el sexo"

Muchas gracias por los comentarios del capítulo anterior.
Aquí teneis por fin :)



CAPÍTULO 32:




Pocos minutos después de que la ambulancia abandonase el lugar, James condujo a un cabizbajo y preocupado Gerard que luchaba por ocultar las lágrimas hasta el coche, para dirigirse al hospital donde ya debían de estar atendiendo a Iero.

Durante el camino fue imposible para el pelirrojo no recordar aquellos horribles días en Italia, nada más llegar, cuando Mikey le llamó para decirle que Frank estaba en el hospital tras su intento de suicidio. La presión que entonces sintió en su pecho volvía a estar presente, haciéndole difícil incluso respirar, cosa que no pasó inadvertida para James, que le vigilaba de reojo y le daba ánimos cada poco rato.
Al menos esta vez Gerard estaría junto a Frank.

Una vez en el hospital, preguntaron por él en recepción y les dijeron que estaban todavía con él y que se sentasen en la sala de espera hasta que preguntasen por los familiares de Frank y entonces les darían todas las explicaciones necesarias.
Mientras James abrazaba a Gerard y esperaban a que alguien les dijese algo, los otros miembros del grupo, el manager y algunos más que viajaban con ellos fueron llegando.
Menos Jamia. Su novia y no aparecía por ninguna parte.

Ed- ¿Alguien ha avisado a Jamia?

Bobbie- Yo he hablado con ella y le he dicho qué ha pasado. Dice que INTENTARÁ venir, pero que está muy ocupada. -Respondió de forma que daba a entender lo poco que le gustaba esa mujer.

Todos los del grupo soportaban a Jamia por Frank, porque eran pareja y no podían hacer nada por evitarlo. Pero a nadie le agradaba realmente, todos sabían qué quería y por qué estaba con él. Lo que no entendían era que Frank no se dase cuenta o que, aún sabiéndolo, siguiese con ella.

-¿Familiares de Frank Iero? -Un doctor con bata blanca salió con noticias al fin, casi una hora más tarde de haber llegado.

James y Gerard fueron los primeros en acercarse. Los demás se quedaron en sus sitios esperando al ver cómo Dewees les indicaba que no fuesen con un movimiento de la mano.

G- ¿Qué tal está? ¿Está bien ya? -Preguntón atropelladamente.

- Tranquilos. Se encuentra bien. Consiguieron estabilizarle en la ambulancia y al llegar aquí le hicimos un lavado de estómago. Ahora duerme, le hemos dado unos cuántos medicamentos para que descanse. Tal ves duerma durante un par de días. -Gerard puso cara de tremenda preocupación al recordar la otra vez que Frank estuvo en el hospital, donde existía la opción de que no despertase nunca- No se preocupen, de verdad. Aunque esté dormido está totalmente consciente y no hay riesgo alguno. Sólo necesita descansar.

James- Gracias doctor. -Se estrecharon las manos.

-Pueden entrar a verle si quieren, aunque mejor que no sean muchos a la vez, ya les digo que debe descansar. -Añadió al ver al resto de personas allí congregadas- Y hay una cama libre en la habitación, por si alguien desea hacerle compañía esta noche, aunque puedo asegurarles que estará bien atendido. -Con una sonrisa cordial se despidió de ellos después de indicarles el número de la habitación.

James- Ya te dije que todo estaría bien. -Intentó tranquilizarle al ver lo tenso que estaba poniendo una mano en su hombro y dando un ligero apretón- Espérame aquí. Les informaré a los demás y ahora vamos a verle, ¿vale? -Ante el asentimiento del pelirrojo se fue hacia los otro, volviendo casi al momento.

Caminaron los dos por los pasillos fijándose en el número de las puertas hasta que llegaron al indicado por el doctor.

James fue el primero en entrar. Era un cuarto espacioso, con dos camas. En una estaba Frank, dormido como les habían dicho, y la otra estaba vacía, con las típicas sábanas blancas de hospital.

Frank se veía tranquilo, probablemente por los medicamentos que le suministrasen tras el lavado de estómago, y sólo estaba conectado a una bolsa de suero. Levaba puesto una bata de hospital y estaba tapado con las sábanas hasta la cintura, dejando los brazos sobre ella al aire.

James se acercó a la cama por el lado izquierdo, quedando a una ligera distancia de esta, sólo observando. Y Gerard fue por el otro lado, mirando a Frank de arriba a abajo una y otra vez, comprobando con sus propios ojos que todo estaba bien.

Sin darse cuenta, terminó acariciando con las yemas de sus dedos el delgado y pálido brazo con tatuajes que más cerca tenía, totalmente ajeno a todo lo que no fuese esa persona que descansaba en la cama.

James- ¿Te quedarás aquí? -Rompió el silencio después de largo rato sin que nadie dijese nada.

G- Sí. Se lo prometí. No puedo irme a hora, lo entiendes, ¿no?

James- Claro. Yo me voy a ir. Tenemos que arreglar algunas cosas. Suspenderemos los conciertos que quedaban de la gira. -Se acercó a Gerard y le abrazó como despedida- Llámame si pasa algo o necesitas cualquier cosa.

G- Vale. Gracias, Reggie. -Le dio un beso en la mejilla y el moreno salió de la habitación.

Gerard dio una vuelta por la habitación, deteniéndose en el ventanal para mirar el exterior, recordando buenos momentos vividos con Frankie, no solo cuando estuvieron juntos como pareja, sino desde que se conocieron, una situación bastante extraña y vergonzosa si no fuese porque los dos hacían lo mismo.

Al pensar en eso, una risilla escapó de la boca del pelirrojo, junto con una lágrima cargada de nostalgia.

F- ¿De qué te ríes? -Preguntó casi sin voz y los ojos entrecerrados. No sabía si estaba despierto o estaba soñando aún.

G- Frankie, duerme. Ya te lo contaré luego. -Se acercó a él de nuevo casi corriendo. cogió su mano entre las suyas y la acarició durante un rato.

F- Está bien. Pero no te vayas. -Volvió a cerrar los ojos medio dormido y añadió en un susurro- No me sueltes.

...


Las horas pasaron y el día también. Cuando Frank despertó completamente ya llevaba un día y algunas horas allí.

Lo primero que hizo al abrir los ojos fue recorrer el cuarto buscando a Gerard. Pero no le encontró en ninguna parte. “Fue solo un sueño entonces” pensó.

F- Me mintió. -Su voz era apenas audible pero James, que entraba en ese momento, le escuchó.

James- ¿Quién te ha mentido?

Frank se asustó al escucharle y giró su cuerpo para verle entrar. Y al verle, toda la culpa que había sentido en distintos momentos de su convivencia con Dewees apareció de repente.

F- Reggie, lo siento. -Dijo cuando el nombrado se acercó a él.

James- ¿Por qué, enano?

F- Lo siento por todo. Por cómo te he tratado estos últimos años, por hacer peligrar tu relación, por echarte la culpa de que ahora esté enganchado, por -James le hizo callar poniendo la mano sobre su boca.

James- Está bien, no te preocupes. -Le regaló una sonrisa sincera que terminó de convencerle de que estaba perdonado- Entonces, ¿quién te ha engañado?

F- Gerard.

James- Se ha ido a -Esta vez fue Frank quien le interrumpió.

F- Lo sé. Se ha ido a casa porque está cansado de mi, porque soy un gilipollas. No era verdad lo que me dijo ayer. Me dijo que se quedaría conmigo. Pero no. Y no volverá y no volveré a verle y -

James- Cállate. No me has dejado acabar. -Le miró con el entrecejo fruncido- Gerard de ha ido a comer algo. Lleva aquí desde ayer, sin salir de la habitación, así que le he obligado a ir a la cafetería.

F- Oh... -Suspiró contento y aliviado y justo en ese momento entraba Gerard con un vaso de café en la mano.

G- Frankie, despertaste. ¿Qué tal estás? ¿Bien? ¿Te duele algo? ¿Necesitas algo?

F- Gerard.

G- ¿Te duele algo?

F- Gerard.

G- ¿Necesitas algo?

F- ¡Gerard! -Terminó por gritarle para que se callase y lo consiguió- Estoy bien.

Gerard suspiró- Me alegro entonces.

Un silencio bastante incómodo inundó la habitación.

James- Ejem. Bueno chicos, yo me voy. Creo que tenéis cosas de que hablar. Luego nos vemos. Cuídate, enano.

Ambos chicos se despidieron de él pero no dijeron nada al quedarse solos, hasta que Frank rompió el silencio.

F- Gerard. -Llamó su atención y éste dejó de mirar hacia un lado para mirarle a él a los ojos- Gracias.

G- ¿Por qué? -Se acercó a la cama y se sentó en la silla que la tarde anterior hacía puesto allí para no soltar la mano de Frank cuando éste así se lo pidió.

F- Por quedarte conmigo después de todo lo que te he hecho.

G- No tienes que agradecer nada. -Puso una mano en su mejilla y Iero cerró los ojos disfrutando del contacto. Pero arrugó la frente y abrió los ojos molesto cuando sintió que se alejaba.

-¡Hola, Gerard! O vaya, has despertado. ¿Cómo estás? Soy Lindsay.

Una chica morena con dos coletas, los labios rojos y una falda muy corta acababa de entrar en la habitación. Por su uniforme, era una enfermera.
Frank se quedó viendo como Gerard se acercaba a ella y hablaban de algo muy bajo y demasiado cerca para el gusto del menor.

Estaba celoso, otra vez. Y los celos le terminaron de quemar por dentro cuando una gran sonrisa apareció en el rostro del pelirrojo por un comentario realizado por la chica que no pudo escuchar.

Frank hizo ruido con su garganta para que los otros dos recordasen que estaba allí, ya que parecía que se habían olvidado.

F- Bueno, ¿quieres algo o puedes largarte ya? -Le habló con rabia a la morena logrando que Gerard se diese cuenta de lo que pasaba y riese por lo bajo.

Lindsay- Sólo venía a ver qué tal estabas pero ya me ha dicho Gerard que está todo bien. Así que me iré, no te preocupes. Adiós, Gee. -Le sonrió.

G- Ciao, Lyn-z. -Sonrió también y se quedó mirando por donde había salido.

F- Ciao, Lyn-z. -Le hizo burla imitando su voz y cruzándose de brazos. Parecía un niño pequeño, resultándole totalmente tierno a Gerard- Ya veo que has hecho amiguitas.

G- Oh, vamos. Ha entrado unas cuantas veces a ver cómo estabas mientras yo estaba aquí y hemos hablado un poco. Es muy simpática y divertida. Pero nada más. -Añadió al ver la mirada de odio que le dedicaba el menor solo para él- Me he quedado aquí para estar contigo, tal como te prometí, no para ganar ligues.

F- Perdona. -Bajó la cabeza ligeramente avergonzado por su comportamiento infantil- Por cierto, ¿de qué te reías cuando me desperté la otra vez?

G- Am, pensé que no te acordarías porque estabas medio dormido. Pensaba en cuando nos conocimos. Fue una situación bastante cómica. -Respondió con una gran sonrisa.

F- Sí. -Sonrió igual, sincero por primera vez en mucho tiempo- Lo pasábamos bien juntos... Comentó con tristeza.

Ambos chicos volvieron a mirarse a los ojos, recordando los mismo momentos felices entre ambos y deseando que volviesen a ocurrir. U otros nuevos. Pero juntos.




Continuará...



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domingo, 6 de noviembre de 2011

Cap. 31 "Obsesionados con el sexo"

Solo 2 fucking comentarios en el capítulo anterior ._.

Alguno más en este, por favor?

Enjoy.


CAPÍTULO 31:



James vio a Gerard salir por la puerta trasera del edificio, se giró sobre sus talones con los ojos empañados y caminó hasta la escalerilla del escenario, donde se prepararía para salir.

Pero cuando solo había dado un par de paso en esa dirección, alguien se cruzó en su camino, entorpeciéndole el paso.

James- Apártela, Iero. -Habló en tono bajo, apretando los dientes y sin mirarle directamente a los ojos.

F- ¿Dónde va?

James- Se vuelve a su casa. -No hizo falta explicar a quién se refería- Hemos terminado. He perdido mi oportunidad. -Hizo una pausa, debatiéndose entre si seguir hablando o seguir con su camino. Decidió hablar- Y tú eres un gilipollas que por orgulloso le vas a dejar marchar. Me ha contado todo. -Añadió al ver la cara de confusión del otro- Ahora que lo pienso... El día de la fiesta después del festival, cuando llegué al autobús escuché a alguien en el dormitorio, pero como no reconocí quién era me quedé en el sofá. Erais vosotros, ¿verdad?. -El silencio y el desvío de la miraba del menor fue la única respuesta- De verdad quería que lo nuestros funcionase, pero él no me quiere de esa forma y nunca lo hará. Sin embargo tú puedes tenerlo y lo único que haces es alejarle de ti y matarte poco a poco. Eres un gilipollas. -Repitió y, aparatándole de su camino, subió al escenario.

Frank se quedó en el mismo sitio unos minutos, analizando todo lo que le había dicho.

No quería que se fuese. Llevaba días ignorándole, odiándole por no haberle dicho que le ama todavía. Pero no podía dejarle. No podría vivir sin él de nuevo.
Pero tampoco correría y lloraría arrodillado a sus pies...

Pensando en olvidar, se acercó a un altavoz cercano cogiendo la cerveza que antes había abandonado sobre él, sacó su amado polvo blanco y terminó con lo poco que le quedaba en la bolsita.

Se incorporó con dificultad, dio un trago de su cerveza y caminó como pudo hasta el borde del escenario, desde donde ya le llamaban sus compañeros. Cogió aire al pie de la escalera, sintiéndose realmente confuso, cansado de repente, viendo cómo se le nublaba la vista por décimas de segundo.
Intentó poner un pie sobre el escalón, pero su cuerpo falló y simplemente se desplomó sobre la escalera, golpeándose la frente con la improvisada barandilla, y quedando inconsciente.

Los siguientes minutos fueron de revuelo total. Los miembros del stuff corrieron a ver qué sucedía con Frank, incluso los demás chicos de la banda bajaron corriendo al escuchar los gritos que pedían asistencia médica.

Tendieron a Frank en el suelo y los médicos que había en el recinto le tomaron el pulso y comprobaron su corazón, llegando a la conclusión que ya todos sabían: sobredosis.

El manager de LeATHERMOUTH salió al escenario para intentar tranquilizar a la gente que se estaba preocupando a sobremanera al ver a su grupo favoritos salir corriendo del escenario. Les explicó que el cantante había tenido un problema de salud y debían cancelar el concierto de esa noche y que se les devolvería el dinero.

Los de seguridad les hicieron salir poco a poco por las diversas salidas, incluyendo la de emergencia, mientras un barullo de comentarios y rumores corría entre todos ellos, desde que Frank Iero había sufrido una caída al subir al escenario hasta los más radicales que decían que el cantante había muerto y no querían decir nada de momento. Lo típico.

Gerard, quien se encontraba en el autobús recogiendo sus cosas para llenar las maletas, escuchó el jaleo que se empezaba a formar alrededor del edificio, a la vez que el sonido de una ambulancia se hacía presente.
Se asomó a la ventanilla y vio toda la gente congregada allí, esperando alguna noticia más sobre lo ocurrido, así que salió y se acercó hasta algunos de ellos.

G- ¿Qué ha pasado? Ya debería de haber empezado el concierto.

- Nos han sacado de allí, tío. Se ha cancelado el concierto porque el cantante ha tenido un accidente. Algunos dicen que ha muerto.

El corazón de Gerard dejó de latir por unos segundos, justo los que tardó en reaccionar y echar a correr a la puerta por la que un rato antes había salido, donde mostró su identificación para seguir corriendo una vez dentro.

Todo era un caos allí. Gente corriendo de un lado a otro, gritos, órdenes. Con un rápido vistazo encontró a James y fue hasta él.

G- ¿Qué ha pasado? -Preguntó de nuevo, desesperado.

James- Frank ha sufrido una sobredosis. Están intentando reanimarle. -Le informó señalando un grupo de gente que rodeaba el cuerpo de alguien, quien, supuso, era Frank.

G- Sobredosis... -Abrazó sus propios brazos y empezó a derramar lágrimas de impotencia.

Lo que tanto tiempo llevaba temiendo, había sucedido al fin.

James- Ey, ey, tranquilo. -Le abrazó, resguardando la cabeza del pelirrojo en su pecho, notando como éste se mojaba con la lágrimas que escapaban de sus ojos.

-¡Ha despertado! ¡Apártense todos del medio, hay que llevarle al hospital!

-¡La ambulancia está esperando fuera!

Gritaban. Colocaron a Frank sobre una camilla, quien temblaba, pero al menos tenía los ojos abiertos, paseándolos frenéticamente por todo su alrededor.

Los chicos de la ambulancia empujaban con rapidez la camilla, pasando junto a Gerard y James, que ya se habían separado y miraban cómo se lo llevaban.

Y justo entonces los ojos de Frank encontraron los de Gerard.

F- Gee... -Susurró, apenas sin voz, pero Gerard pudo entenderlo a pesar del ruido que había y se acercó corriendo al lado de la camilla.

G- Frank. Frankie. ¿Estás bien?

F- Gee.. No te- No te vayas. -Tembló más fuerte- Por favor. -Suplicó.

G- No me iré, Frank. Estaré contigo.

Llegaron a la ambulancia justo cuando Frank volvía a caer en la inconsciencia. Le metieron en ella gritando cosas incomprensibles para Gerard y cerraron las puertas del vehículo en las narices de éste.

El pelirrojo se quedó paralizado viendo cómo la ambulancia se alejaba a toda velocidad camino del hospital más cercano y no se movió ni dijo nada hasta que James se acercó a él, pasando un brazo por sus hombros dándole fuerza.

James- No te preocupes. Él estará bien... -Limpió sus mejillas llenas de agua salada.

Acababa de comprobar lo fuerte que era lo que Gerard sentía por Frank.

Y lo que sentía Frank por Gerard, ya que las únicas palabras que habían salido de su boca en ese terrible momento fueron para pedirle al pelirrojo que no le abandonase.






Continuará...



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Corto pero intenso, no creéis?


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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cap. 30 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 30:




Amaneció un nuevo día con el traqueteo del autobús desplazándose a otra ciudad más.

Los chicos del grupo habían ido llegando a lo largo de la noche al bus y ahora no estaban en condiciones de levantarse.
Jamia había dejado la gira por unos días para ir a visitar a su familia así que fue la única que no regresó después de la fiesta.

Todos ocupaban sus literas excepto dos personas.

James se encontraba tirado en el sillón de mala manera, totalmente dormido. Cuando llegó al autobús escuchó unos ruidos extraños salir del cuarto donde dormían, sonidos de dos personas teniendo sexo, y al no reconocer las voces, no quiso asomarse e interrumpirlos, por lo que decidió dormir en la sala.

Y la otra persona que estaba ya despierta era Frank.

Su estado era pésimo, tanto físico como mental. La resaca le taladraba la cabeza, tenía el estómago revuelto y le dolían hasta las pestañas.
Pero lo peor era la sensación de haber perdido el control esa noche y haber tirado por la borda la barrera que había creado con los años.

Había dejado al descubierto sus verdaderos sentimientos, se había dejado llevar por el momento y le había dicho esas dos palabras que se juró a sí mismo no repetir.

Pero el mayor dolor provenía del hecho de no haber escuchado esas mismas palabras de la boca del pelirrojo.

Iero no había podido dormir más de media hora esa noche. Desde que echó a Gerard de su cama le dio una y mil vueltas a todo lo que había pasado. Lo que sufrió cuando le dejó por los malditos estudios, el rencor y resentimiento que le invadieron al verle de nuevo y esas ganas de que todo volviese a ser como al principio que había intentado esconder con peleas e insultos hacia él. Y por último, ¿cómo se le ocurrió decirle que le amaba? NUNCA debería haber soltado esa declaración.

Se negaba a ser el que diese el primer paso para arreglar la más que rota relación que hubo entre ellos. Además, cada uno tenía su propia pareja.
Nunca aceptaría los celos que le carcomían cuando veía a Way con su novio, ni las ganas de que le mandase a la mierda para volver con él.

No. Frank Iero no se arrastraría. Y menos después de la decepción de la esa última noche con Gerard en la que, se repetía a si mismo una y otro vez, no había escuchado lo que tanto deseaba.

Lo que Frank no sabía es que Gerard se moría de ganas de sincerarse y decirle que nunca había dejado de amarle. Pero no fue capaz de hacerlo en ese momento.

Para el petizo sólo había una solución.

...


Cuando Gerard despertó tenía la boca pastosa debido a todo lo que había bebido hacía unas horas.
Se levantó de la cama, escuchando los ronquidos de sus compañeros, y tuvo que sujetarse de la litera de arriba al sentir un mareo, descubriendo que Frank no estaba allí.
Se colocó una camiseta y el jean que había dejado tirado en el suelo y salió rumbo a la nevera para beber todo el agua que hubiese dentro.

Al pasar por la sala se encontró a James en el sillón, con la boca abierta y haciendo un gracioso ruidito al respirar, lo que le produjo tanta ternura que no pudo evitar sonreír sin quitar su mirada de él.

Era un buen tipo y le daba pena estar con él sabiendo que nunca llegarían a enamorarse. Con el paso del tiempo lo único que conseguirían sería hacerse daño.

Cogió una manta que había sobre una silla y se la echó a Reggie por encima, siguiendo después su camino hasta la nevera.

Esa sonrisa y esas atenciones no pasaron desapercibidas para Frank, que estaba en la parte delantera junto al conductor con el entrecejo fruncido, fumando sin parar y sin prestar verdadera atención a lo que el hombre le contaba.

Gerard se bebió una botella de agua del tirón y decidió preparar un café. Y en ello estaba cuando sintió unos brazos rodear su cintura y un aliento rozar su nuca.

-¿Qué tal lo pasaste anoche, precioso? -Susurró en su oído.

G- Genial, me divertí mucho. - “Pero lo mejor fue el final de la noche”, pensó y una sonrisa inesperada asomó en su boca.

-Me alegro mucho entonces. -Le dejó un beso tierno sobre los labios, girándole el rostro con una mano, y sonrió también- ¿Haces café? -El pelirrojo asintió- Yo quiero uno. -Hizo un puchero realmente encantador.

G- Ahora te preparo uno para ti. -Le besó la mejilla, el otro le dio las gracias y se alejó a esperar- Ya está listo. -Le dijo al rato.

El chico se acercó para tomar la taza pero, en vez de eso, volvió a rodearle con los brazos la cintura, quedando la taza entre los dos, y le besó fogosamente hasta que sintieron un líquido caliente caer sobre ambos.

El café se había derramado cuando Frank, harto de lo que estaba viendo, pasó por su lado con velocidad hacia el baño y empujó a James, haciendo que el café se volcase sobre ellos.

James- Maldito enano. -Refunfuñó.

G- Déjale. No te preocupes por él. ¿Por dónde íbamos? -Preguntó con picardía.

James sonrió igual y volvió a besarle.

Gerard no estaba realmente contento con su propio comportamiento, pero comprobar los celos que Frank sufría por culpa de Dewees le hacía sentir bien, a pesar de saber que se comportaba como un verdadero cabrón, tanto con Iero como con el pobre James, que sin quererlo se encontraba dentro de “algo” que nadie sabría cómo nombrar.

...


Después de ese día, los demás corrieron uno tras otro sin demasiada diferencia entre ellos.

Salvo por una cosa.

El comportamiento de Frank era lo único distinto. Ya no discutía con Gerard, no le hacía la vida imposible. Ni una mirada le regalaba.

La decisión que había tomado consistían en ignorar a Gerard completamente. No le miraba, no le hablaba e intentaba no estar con él en el mismo cuarto ni dos segundos, aunque hubiese más gente con ellos. Dedicaba su tiempo libre a esquivarle de todas las formas posibles.

A eso, y a destruirse, tanto por dentro, sufriendo por sus sentimientos, como por fuera, con alcohol, drogas y peleas con cualquiera todas las noches.

En varias ocasiones a lo largo de esas últimas dos semanas, Gerard había intentado hablar con Frank, hacerle entrar en razón para que dejase de hacerse daño, al menos ese daño físico.
Pero no le escuchaba y verle en tan deplorables condiciones le estaba matando por dentro. Además, su relación con James se estaba resintiendo.
Ya no tenía sentido darle celos con él, pues era ignorado completamente, por lo que se mostraba distante, cosa que tenía preocupado a Dewees, quien veía sin entender lo que pasaba entre Gerard y Frank.

Gerard había visto esperanzas donde no había nada y la actitud de Frank se lo demostraba. También había intentado hablar con él sobre eso, pero la respuesta fue la misma: Ninguna.

El problema, o mejor dicho, otro problema que el comportamiento de Iero ocasionaba era la decaída del grupo.
Los conciertos ya no eran iguales, pues Frank subía totalmente ido al escenario. Se caía, perdía el ritmo e, incluso, olvidaba las letras. Y la relación entre los miembros de la banda estaba peor que nunca.

Hasta que una noche explotó todo.

...


Quedaban 3 conciertos para terminar la gira.

Los chicos estaban en el backstage ultimando detalles para salir al escenario. Todos, menos Frank, que estaba encerrado en el baño con dos líneas de coca delante de sus narices.

Dirigió una mirada al espejo que tenía delante y deseó terminar con la imagen que éste le regresaba.
Estaba pálido, ojeroso, más delgado de lo habitual y sus labios estaba blanquecinos y resecos. Eso, junto al pelo negro, medianamente largo y sucio, le hacía parecer un cadáver.

Con una mueca de asco quitó su mirada de sí mismo y esnifó las dos rayas sobre el lavamanos.
Respiró profundamente unos minutos mientras todo en su cabeza daba vueltas, obligándole a apoyarse en la pared para evitar caer al suelo.

Salió del pequeño cuarto y caminó sin detenerse hasta la escalera del escenario, cruzándose con James y Gerard, que hablaban con un semblante totalmente serio.

G- Lo siento, James. Tengo que hacerlo.

James- Pero, ¿qué pasa con lo nuestro? -Preguntó por quinta vez con una mirada triste.

G- Se acabó. Los dos sabemos que esto no llegará a nada. -Bajó la cabeza y centró su mirada en el suelo.

James- Gerard, mírame. -Le levantó el rostro- Esto tiene algo que ver con Frank, ¿verdad? -El aludido se quedó desconcertado.

G- ¿Por qué dices eso? -Preguntó con una risita nerviosa.

James- Oh, vamos. Desde la pelea aquel día en el concierto de New Jersey me imaginé que ya os conocíais. Es decir, de antes, no de esa misma noche. ¿Me equivoco? -Gerard meneó la cabeza- ¿Desde cuándo os conocéis?

G- Cuatro años.

James- ¿Salisteis juntos? -Gerard le miró preguntándole con la mirada por qué pensaba eso- Cuando conocí a Frank me contó que había intentado suicidarse por alguien que le abandonó al irse a estudiar a Europa 3 años. Sería mucha coincidencia que dos personas os fueseis el mismo tiempo, al mismo sitio y a estudiar lo mismo. -Explicó con evidencia.

G- Sí, salimos juntos. Cuando nos conocimos nos hicimos buenos amigos enseguida. Los dos éramos unos putos salidos y conectamos enseguida. Jugamos demasiado y al final nos dimos cuenta de que realmente estábamos enamorados. Pero me ofrecieron una beca para terminar la carrera en Italia y tuve que aceptarla, cosa que no le pareció nada bien a Frank, a pesar de que le dije que no quería que cambiase nada, que si me esperaba al volver todo sería igual. Puede sonar egoísta, pero no quería acabar con él... Pero todo terminó. No me ha perdonado porque me fuese. Y no soporte verle tan mal. -Las lágrimas empezaban a escaparse de sus ojos y James sólo pudo acercarse a él y abrazarle.

James- ¿Aún sientes algo por él?

G- Nunca dejé de sentirlo. -Susurró con la voz rota por el incipiente llanto.

James- Ha tenido que ser muy difícil para ti vivir con él entonces. He visto cómo te ha tratado siempre. Tú no te mereces eso. -Dijo bajando la voz y recordando lo que él le había hecho también- Gerard, debo contarte algo.

G- No hace falta, Reggie. Sé lo que pasó aquel día con Frank, pero no quise decirte nada porque te escuché pedirme perdón realmente arrepentido. Solo quería que lo nuestro funcionase, pero no ha podido ser. Y lo siento de verdad.

James se separó un poco de él para poder mirarle a los ojos, pero sin soltarle aún.

James- Te quiero mucho, Gee. Ojala hubiese funcionado, pero como tú dices, no ha podido ser. No quiero perderte igualmente, eres un gran amigo. -Le limpió las mejillas mojadas mientras permitía que las suyas propias se mojasen con sus lágrimas.

G- Yo tampoco quiero perderte. Prometo llamarte a menudo y espero que me visites cuando termine la gira. -Sonrió como pudo y sujetó el rostro del otro con las dos manos, acariciando sus mejillas con los pulgares- Yo también te quiero mucho.

Y le besó en los labios por última vez, despacio, con cariño y toda la ternura que le fue posible, como todos los besos sinceros deberían ser.

G- Suerte. -Susurró.

James- Lo mismo digo.

Se separaron y Gerard caminó despacio hasta la salida, listo para hacer sus maletas y volver a casa.









Continuará...


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