sábado, 28 de enero de 2012

Cap. 50 "Obsesionados con el sexo"

Advertencias: Lo de siempre y más.

CAPÍTULO 50:



-¡¡BIENVENIDO!!

Era de noche y acababa de poner un pie dentro de su nuevo departamento, después de pasar la tarde con sus padres, cuando un montón de gente apareció de detrás de las puertas y los pocos muebles que había, gritando.

Gerard se había quedado detrás riendo al ver que se había asustado. Llevaban varios días planeando darle una fiesta sorpresa para celebrar el éxito de su rehabilitación y allí estaban todos. No había faltado nadie.

Se acercó por detrás a su novio y le abrazó por la cintura, dándole un suave beso sobre el escorpión del cuello. Pero cuando sus amigos comenzaron a acercarse para saludar y abrazar a Frank, le soltó y se adentró en la casa a por algo de beber para los dos. Algo sin alcohol, por supuesto.

Mikey, Ray, Bill y Shannon fueron los primeros en apretujarle en abrazos.

Mikey- Cuñado, cuánto me alegro de verte por fin.

Ray- ¡Enano! ¿Qué pasa, tan famoso te has vuelto que te has olvidado de tus viejos amigos?

F- Por supuesto que no. Mira que lo he intentado, pero olvidarme de vosotros es imposible. -Bromeó en tono resignado.

Bill- ¿Qué sería de ti sin nosotros?

Pete- Sí, alguien tiene que bajarte de las nubes para que no te creas especial.

Hasta ese momento Pete no había dado señales de estar en el apartamento y Frank deseaba verlo. Era al que más echaba de menos después de tanto tiempo. Él fue quien más ayudó a Frank cuando Gerard se fue y el que le apoyó mientras la banda intentaba hacerse un hueco en el panorama musical. Le había ayudado en todo, siempre, sin excepción.

Por todo eso, en cuando le vio corrió a abrazarle con todas sus fuerzas. Pete hizo lo mismo, sonriendo y jugando con la corta melena de Frank.

F- Pete. No sabes cuánto te he extrañado. Te he necesitado mucho.

Pete- Aquí me tienes otra vez para lo que quieras. Yo también te he echado de menos.

Los dos chicos se alejaron con grandes sonrisas y la promesa muda de tener una larga charla otro día.

F- Oye, Shannon. ¿Y tu hermano?

Shannon- Bueno, él no ha querido venir... Con todo lo que pasó entre vosotros y eso. Se siente muy culpable todavía.

G- No es para menos. -Gruñó cuando volvió junto a su novio con la bebida. Le tendió su lata de refresco y bebió de la propia.

F- Gerard, no seas así. Él no tiene la culpa de nada. Yo soy quien tomó pésimas decisiones. Hablaré con él. -Le dijo a Shannon. Y Gerard gruñó de nuevo pero sonrió al ver a alguien.

G- Creo que te reclaman. -Le susurró a Frank, señalando con el dedo.

En un rincón más apartado estaban nada más y nada menos que James y Jamia sonriéndole.

Frank fue hacia allí, saludó a la chica con un beso en la mejilla y una caricia en el vientre y se volvió hacia el otro, sin saber qué hacer ni cómo saludarle. Hasta que James rompió la tensión y le abrazó.

James- Frank. ¿Cómo estás?

F- Muy bien ahora. -Respondió cuando se soltaron- Oye, James, siento todo lo que-

James- Chssst. Ya te disculpaste, ¿recuerdas? Todo está olvidado. -Le cortó con una sonrisa sincera- Además, ¡estamos aquí para celebrar y divertirnos! Ey, Gee. ¿Qué tal, hermoso? -El carraspeo de Frank le causó gracia- Perdón, es verdad. Ahora es todo tuyo.

F- Exacto. Es sólo mío, y que no se te olvide, Dewees.

G- No le hagas caso, Reggie. ¿Cómo te va todo?

Frank rodó los ojos y volvió con Jamia para preguntarle qué tal iba todo el asunto del embarazo.

Jamia- Bueno, yo me voy ya. No creo que este ambiente sea bueno para el bebé. Sólo he venido a verte.

F- Muy bien. Gracias por venir. -La acompañó a la puerta- Recuerda llamarme cuando tengas la próxima ecografía, que quiero ir contigo.

Jamia- Claro. Nos vemos.

F- Cuídate. -Otro beso en la mejilla y la chica se perdía por el pasillo camino al ascensor.

-Vaya barrigón que tiene ¿eh? -Una voz habló a su espalda mientras miraba a Jamia subir al ascensor. Al reconocerla se giró sobre sus talones con una ceja levantada.

F- ¿Qué haces tú aquí?

-Oh. -Hizo aspavientos con los brazos con tono dolido- Esta mañana todo eran palabras bonitas y ahora me tratas así.

F- Estúpido. Sabes que me alegro de que estés aquí.

-Lo sé. Nadie puede vivir sin mí.

F- Ag, Bert. Eres tan egocéntrico a veces. -Le dio un golpe en el estómago y el mayor se rió- ¿Vienes solo?

Bert- No, ahí está Quinn. -Señaló al rubio en la distancia, que estaba hablando con Mikey.

F- Dile que ni lo intente. Mikey es totalmente hetero. -Bromeó- Oye, ¿qué estás bebiendo? -Le cuestionó al ver que tenía un vaso de plástico en la mano.

Bert- Tranquilo, enano. Sólo es un Red Bull. ¿Crees que he pasado 6 meses en esa cárcel para echarlo a perder en unas horas? Además, tu novio lo tiene todo controlado. Ha prohibido la entrada de alcohol y otras sustancias ilegales. Menos mal que al menos nos deja fumar.

F- Es que mi novio es el mejor y cuida de mi.

G- Claro, debo cuidar a mi princesa. -Le sorprendió por detrás, abrazándole por la cintura de nuevo y mordiendo su oreja.

Bert- Creo que se está calentando el ambiente. -Comentó cuando los dos chicos se enredaron en un beso tan desesperado que parecía que querían comerse el uno al otro- Me voy a buscar a Quinn, a ver si me presenta alguna presa.

Cuando dijo eso, Gerard le miró y le guiñó un ojo. Bert entendió el mensaje enseguida.

Y la noche continuó.

La música ambientaba la casa. La gente bailaba y se divertía. Era más como una fiesta privada, sólo los amigos más cercanos y sólo un par de chicas, la novia de Ray y la de Shannon. Pero aún así se lo estaban pasando como unos niños en una piscina de bolas.

De repente Frank se encontró aprisionado entre una pared y el cuerpo de Gerard, quien le besaba y lamía el cuello con ganas.

F- Mm, Gee, ¿qué haces? -Suspiró.

G- No aguanto más. Llevas toda la noche volviéndome loco con tus artes de seducción. -Le susurró al oído.

F- Yo no estaba seduciendo a nadie. -Rectificó riendo.

G- Lo que pasa es que no te das cuenta, pero todo lo que haces es jodidamente sensual. Cómo caminas, tu forma de bailar, esa costumbre de pasarte una mano por el cuello y de morderte el labio cuando algo te avergüenza pero también te hace gracia... Dios, eres tan sexy. -Mientras decía todo eso había empezado a frotarse contra su cadera, dejando que el menor notase su polla más que dura.

F- Vamos a la habitación.

No le hizo falta repetirlo. Gerard sonrió de lado y, cogiéndole de la muñeca, le arrastró hasta el único cuarto amueblado: Su habitación.

Nada más entrar Frank cerró la puerta. Miró a Gerard como si fuese un león acechando a su presa y caminó hacia él, con un brillo salvaje en sus ojos. Le tiró sobre la cama y se sentó a horcajadas sobre él para besarle.

Las manos del pelirrojo se pasearon por ese cuerpo que era su perdición, terminando sobre su culo para manosearlo a su antojo.

Frank estaba fuera de sí. Necesitaba sentir a Gerard y toda esa ropa no hacía más que estorbar, así que le sacó la camiseta y el pantalón para después quitarse también los suyos.

El primer roce de las pieles de sus pechos les hizo jadear. Todo lo que no fuese esa habitación había dejado de existir. Incluso la música que antes parecía demasiado alta ahora no era más que un murmullo.

Pero sí se dieron cuenta del momento en el que la puerta se abría y la luz inundaba unos segundos el cuarto.

Frank giró la cabeza para ver quién osaba distraerles y se quedó a cuadros cuando le vio. Bert jodido McCracken estaba parado frente a la cama con una estúpida sonrisa.

F- Lárgate. Estamos ocupados.

G- Tranquilo, mi amor. Le he invitado yo.

F- ¿Qué?

Bert- ¿Aún no has conseguido convencerle? Pensé que tenías más poder de persuasión con él, pelirrojo.

F- Pero qué... Oh, no. ¿Aún seguís con lo del trío?

G- Cielo, tú mismo dijiste que sería excitante. -Le dijo mientras tocaba su polla sobre el boxer, haciéndole entrecerrar los ojos.

F- Joder, siempre me pedís cosas cuando no puedo pensar. -Se quejó, dejando que las caricias de Gerard le terminasen de convencer- Vale, pero con una condición. -Añadió mirando a Bert directamente- Nosotros mandamos. Harás todo lo que digamos.

Bert- Acepto. -Dijo rápidamente, arrancándose la ropa hasta quedar igual que ellos.

F- Ven aquí, anda. Hasta que no te has salido con la tuya no has parado.

Bert se encogió se hombros y fue con ellos, poniéndose a su lado de rodillas sobre la cama.

G- Vamos, Bert. Bésale. Sé que te mueres de ganas.

Y así lo hizo.

Poniendo una mano sobre su nuca tiró de Frank hacia él y juntó sus bocas, besándole primero despacio, rozando sus labios con la lengua, para profundizarlo después y gemir dentro del beso.

Aún no podía creerse del todo lo que estaba pasando pero tenía claro que lo iba a disfrutar.

Mientras besaba a Frank sintió como una mano se paseaba por su pecho, rodeando su obligo con un dedo de forma incitante para después moverse hasta sus pezones y pellizcarlos levemente, haciéndole morder el labio del menor.

Gerard, aún bajo Frank, siguió acariciando a Bert. Se incorporó un poco y llevó su mano hasta la cinturilla del boxer del de pelo largo. Rozó bajo ella con las yemas de sus dedos y fue bajándolos poco a poco, primero de un lado y luego del otro, hasta dejar libre su erección.

Mientras tanto, Bert se había puesto manos a la obra también y acariciaba el paquete de Frank por encima del boxer, abandonando su boca para lamer su cuello. Y allí volvió a morderle cuando Gerard apretó su polla con una mano.

La música de fuera quedó tapada por respiraciones agitadas y gemidos.

Frank se levantó de sobre Gerard y se sacó la última prenda que le quedaba bajo la atenta mirada de los otros dos. Con un gesto de cabeza le indicó a Bert que hiciese lo mismo para luego quitárselos él mismo a su novio.

Cuando por fin estaban los tres sin ropa estorbando por el medio, Frank se inclinó sobre el pelirrojo y le besó el cuello y después el pecho, lamiendo sus pezones. A la vez extendió una mano hacia Bert y, sin decir nada, le indicó que hiciese lo mismo.

Uno por cada lado besaban cada porción de piel que podían, bajando poco a poco, hasta llegar a su polla, a la que dedicaron todas sus atenciones, chupando, succionando y acariciando hasta dejar al pelirrojo al borde del orgasmo, momento en el que se detuvieron. Y entonces fue el turno de que Bert besase a Gerard tal como había hecho con Frank momentos antes y éste paseaba sus manos libremente por sus cuerpos.

Cuando cortaron el beso, el pelirrojo se arrodilló junto a su novio.

G- Túmbate, Bert. Boca arriba. - Le ordenó y, por supuesto, obedeció.

Una vez colocado, Gerard se sentó a horcajadas sobre su pierna derecha y Frank sobre la izquierda para frotarse contra él, gimiendo con voz ronca.

Bert sentía contra sus muslos dos erecciones tan duras como el hierro y no podía evitar jadear. Y los jadeos se convirtieron en un grito cuando notó dos dedos presionando sobre su entrada. Un dedo de Frank y otro de Gerard, que le penetraron a la vez y no le dieron tiempo ni de acostumbrarse cuando ya estaban moviéndose para dilatarlo.

A la vez se inclinaron sobre él para llegar a su boca.

Tres bocas uniéndose, tres lenguas luchando y muchos dientes chochando. Todo era jodidamente caliente y el estado de todos ellos lo demostraba.

G- Bien, Berti. Yo voy a ser el primero. -Le dijo cuando el aire empezó a escasear para ellos.

Entonces Frank se quitó de en medio, situándose tras la cabeza de Bert, observando cómo el pelirrojo doblaba las piernas de éste y guiaba su polla con una mano hasta meter la punta, entrecerrando los ojos por la sensación.

G- Mierda, pareces virgen, tío. Estás tan estrecho... -Murmuró hundiéndose más y mordiéndose el labio para no correrse antes de tiempo.

El aludido sonrió y suspiró cuando Gerard llegó hasta el fondo. Y cuando éste empezó a moverse, pareció que se habían olvidado de que había alguien más con ellos, así que Frank se encargó de recordárselo.

Desde su sitió, llevó una mano hasta su polla y se acercó a la cara de Bert, golpeándole la mejilla con ella varias veces y pasándola por sus labios.

F- Vamos, nene. Abre esa boquita que tienes y cómemela.

Fue abrir la boca y sentir la polla de Frank entrar casi hasta su garganta y volver a salir.

F- Mmm joder, sí. -Gimió, repitiendo el movimiento.

Y fue en ese momento, mientras Bert era follado por el culo y por la boca, cuando la puerta se volvió a abrir, solo que esta vez ninguno se dio cuenta hasta que oyeron a alguien hablar.

-Pero que cabrón.

Quinn estaba en la puerta, alucinando con la escena que veía sobre la cama, cuyos protagonistas no había dejado de moverse en ningún momento.

Quinn- Que puta suerte tienes, mamonazo.

F- Qué, ¿tú -ahhh- también quieres? -Quinn no respondió, pero su mirada y su respiración contestaron por él- Pasa y cierra el pestillo. Estoy hasta la polla de interrupciones. -Cuando pronunció esa parte de su anatomía, Bert le dio un leve mordisco y soltó una risita ante su queja.

El rubio, como había hecho Bert, ni se negó, ni perdió el tiempo. Cerró y se acercó casi corriendo hasta la cama.

G- Tu amigo Bert te va a decir nuestra única regla. -Jadeó sin dejar lo que estaba haciendo.

Frank sacó su polla de la boca que ocupaba para dejarle hablar.

Bert- Ellos son los que mandan. Deberás hacer todo lo que dicen. -Y la polla volvió a su boca antes de que volviese a cerrarla.

Quinn- De acuerdo.

G- Pues desnúdate rápido y ven a chupársela a tu amigo. -Otro que obedecía sin rechistar- Bien. Pero colócate encima de él con las piernas a sus lados.

El rubio se puso como le decían, en la típica posición de 69, y empezó con su trabajo.

Frank no podía dejar de mirar ese culo duro que había quedado frente a su cara. Podía ver su entrada totalmente expuesta, la cual parecía que le llamaba.

Tuvo que dejar la mente en blanco para no terminar aún. Sin embargo no pudo evitar llevar sus manos hasta él y amasarlo y manosearlo todo lo que quiso.

Dejó una mano sobre sus nalgas, golpeándolas de vez en cuando, y la otra la llevó hasta su polla para terminar de endurecerla. Cuando la sintió dura e hinchada, sacó su propia polla de la servicial boca de Bert y en su lugar metió la de Quinn, que se estremeció y murmuró algo inteligible.

Gerard, adivinando lo que pretendía su novio, disminuyó la velocidad de sus estocadas hasta quedarse casi parado, observando cómo Frank se lamía un par de dedos, le guiñaba un ojo y los introducía en Quinn, quien se quejó un poco por la inesperada invasión.

Al sentirle listo para recibirle, se lubricó un poco con saliva y me metió en él con un golpe seco. Se quedó quieto un momento, acoplándose, y empezó a moverse.

Gerard y Frank se movían al compás, sin dejar de mirarse fijamente, con una sonrisa lasciva en la cara, mientras Bert y Quinn se comían uno al otro, perdiendo la concentración cuando llegaban a sus próstatas y temblando de arriba a abajo.

Bert- Oh, sí. Vamos, pelirrojo, ahí. Más fuerta. Ahhh.

F- Puto Bert. No he vista a n-nadie más vicioso que tú.

G- Rubito, baja un poco tu boca y lame sus huevos. Sí, así. Y ahora baja un poco más y lame donde mi polla desaparece en su culo. Joderjoderjoder.

Y eso fue suficiente para Bert. Sentir a Gerard llenándole por un lado y a Quinn por otro y encima que éste último le chupase ahí, le hizo correrse más fuerte que nunca, manchando su vientre y el pecho del rubio.

Al terminar, un gemido gutural escapó de su garganta, enviando vibraciones a la polla de Quinn, que no pudo evitar correrse también, mandando varios chorros de su leche hasta el fondo de la garganta del moreno.

F- Dios, no puedo m-más.

G- Solo un momento. -Jadeó.

Los cuerpos bajo ellos se habían convertido en una masa de carne y huesos que apenas podían moverse de lo cansados que estaban.

De repente, Frank salió de esa estrecha calidez que le estaba volviendo loco y Gerard le imitó.

F- Los dos. Boca arriba. YA.

Sintiendo sus cuerpos como si fuesen plomo, consiguieron ponerse como les decía y entonces los otros dos se situaron sobre el contrario al que se habían follado, masturbándose frente a ellos, que esperaban su premio con la boca abierta.

Por fin se corrieron también, Gerard sobre Quinn y Frank sobre Bert, echando más semen en sus caras que en sus bocas. Se inclinaron un poco para limpiarles con la lengua y besarles, pasándoles los restos.

Agotados, se dejaron caer sobre la cama también, quedando entre los dos invitados.

F- Espero que estés contento. -Murmuró, dirigiéndose a Bert.

Bert- No sabes cuanto. Sois alucinantes... Deberíamos repetir.

Quinn- Sí, por favor.

G- No os paséis. Esto ha sido una excepción. No pienso compartir a Frank nunca más.

Bert- Oh, que aguafiestas eres. -Su voz se iba apagando según el sueño se hacía más fuerte.

Frank se acurrucó en los brazos de Gerard y le dio un suave beso antes de que los dos quedasen dormidos. Quinn se acomodó a la espalda del pelirrojo, pasando un brazo por su cintura, y Bert detrás de Frank, enredando sus piernas.

Y así permanecieron hasta la mañana siguiente, aprovechando al máximo el momento.




Continuará...

jueves, 26 de enero de 2012

Cap. 49 "Obsesionados con el sexo"

F- No me puedo creer que ya no vaya a verte todos los días, Berti.

Bert- No pienses en eso, enano. Piensa que en unas horas seremos libres por fin. Nos vamos de este sitio.

Los dos chicos estaban recostados en la cama del mayor, éste apoyado en la pared, abrazando a Frank por la cintura, que estaba delante y pegaba su espalda al pecho de Bert.

Tanto tiempo juntos los convirtió en muy buenos amigos.

F- Es que llevo 6 meses viviendo contigo. Te voy a echar tanto de menos... Aunque seas un jodido acosador. -Bromeó.

Bert- ¡Oye, yo no te acoso! -Reclamó con fingida indignación.

F- ¡Claro que sí! Al principio no parabas de decirme guarrerías y de tenderme emboscadas para que me acostase contigo.

Bert- Tampoco era para tanto... Tonterías.

F- Te metiste en mi cama.

Bert- Me equivoqué, pensé que era la mía.

F- ¡Estabas desnudo y empalmado! Te restregaste contra mí y tuve que tirarte al suelo.

Bert- Ups. Pero fue solo una vez.

F- Te colaste en la ducha cuando yo la estaba usando. -Contraatacó con el ceño fruncido.

Bert- No pude resistirme. Imaginarte dentro, desnudo, con todos esos tatuajes cubriendo tu piel y el agua acariciándote... -Explicó, apretando el abrazo.

F- Maldito seas, ¡te estás poniendo duro! -Saltó y se puso de pie, deshaciéndose del abrazo- La primera vez que compartimos un momento tan bonito tienes que estropearlo, Robert.

Su reclamo estaba teñido de cierto tono de diversión. Su amigo nunca cambiaría y eso, aunque no lo admitiría delante del susodicho, le gustaba.

Bert- Oh, venga. Ya que no aceptáis mi propuesta del trío por lo menos hazme una mamadita o algo. -Pidió como si fuese lo más normal del mundo.

F- Eres un cerdo. -Fue su respuesta, cruzándose de brazos y meneando la cabeza con incredulidad.

Bert- ¿Una paja?

F- No.

Bert- ¡Pues déjame restregarme contra ti al menos! Contra tu pierna.

F- ¿Qué eres, un perro? He dicho no y es no. Lárgate al baño y soluciona eso antes de volver aquí.

Bert- Uf, que aguafiestas. Pues si no quieres ayudarme al menos permíteme masturbarme cómodamente en mi cama, no me hagas ir al baño. -Rogó con ojos de perro abandonado. Frank lo pensó un momento. Él también prefería hacerse las pajas en la cama.

F- Está bien. Pero solo porque es el último día.

Bert- Claro. Por eso y porque tú también estás duro, cabrón.

Frank soltó esa risita de niño tan propia de él y se metió bajo las sábanas de su cama mientras Bert se acomodaba en la suya.

Una vez cubierto se quitó el pantalón del pijama y se bajó el boxer lo justo para poder acariciarse a gusto. Bert en su sitio ya había empezado su trabajo.

La frase "A tu salud, Frankie" fue lo último coherente que se escuchó en un buen rato en la habitación. Después todo fueron gemidos, jadeos y palabrotas.

Bert- Mm, sí. Qué bueno, joder. -Bert estaba a punto de correrse pero necesitaba algo que le ayudase a terminar- Ey, Frank.

F- Hmh. ¿Qué q-quieres ahora?

Bert- Estoy a punto de -ahh- correrme, pero no llego. ¿Podrías hacerme un favor?

F- ¡No te voy a hacer nada!

Bert- No tienes que hacer nada, solo... Déjame verte. -Frank paró sus movimientos; una mano en la base de su polla y la otra acunando sus huevos.

F- ¿Qué?

Bert- Déjame ver como te tocas. -Repitió- Venga, es por una buena causa.

Frank gruñó- Dios, te odio. Está bien. Te aprovechas de que en este estado casi no puedo pensar.

Bert sonrió triunfal y se sentó de frente a la cama del menor con las piernas abiertas. Frank simplemente se destapó dejándose ver por los viciosos ojos de su amigo. En cualquier otro momento le habría dado vergüenza, pero estando tan excitado le daba todo igual.

Sin que nadie dijese más, Frank siguió con el trabajo que tenía entre manos. Se lamió la mano derecha y la pasó por el glande antes de apretar el puño en la base y moverla de arriba a abajo y la otra la volvió a llevar a sus huevos para acariciarlos.

Bert también siguió con lo suyo, pero sin despegar la vista de las manos de Frank y de vez en cuando de su cara, observando sus muecas de placer.

Y finalmente logró correrse, justo cuando vio que Frank se derramaba en su mano.

Bert- Dios, eso ha sido bestial.

F- YO soy bestial.

Bert- Tampoco te creas tanto, enano. -Con desgana se levantó para coger unas toallitas húmedas de la mesilla de noche. Se limpió y se las pasó a Frank para que hiciese lo mismo.

Bert se tumbó de nuevo en su cama, sobre las ropas de la cama, y se quedó mirando el techo con los brazos bajo la cabeza mientras Frank se arreglaba.

Bert- Aún no me hago a la idea de que sea nuestra última noche aquí.

F- Yo tampoco. Me muero de ganas por salir de aquí y poder irme a vivir con Gerard pero... Enserio, te echaré de menos.

Bert- Yo también a ti. Oye Frank. -Le llamó cuando éste de iba a meter bajo sus sábanas dispuesto a dormir las últimas horas que le quedaban allí- ¿Puedes dormir conmigo?

F- No empieces otra vez. ¿No has tenido suficiente o qué? -Bert se rió ante ese tono cansado.

Bert- Solo quiero dormir. Estoy cansado y quiero pasar contigo mis últimas horas aquí.

F- Oh, qué tierno eres cuando quieres. -Aceptó levantándose- Pero como intentes cualquier cosa, te patearé el culo. -Le amenazó cuando se metía junto a él en la cama.

Bert- No te preocupes. -Se acomodó junto a él y le pasó un brazo por el estómago- Buenas noches, Frankie. -Susurró medio adormilado.

F- Buenas noches, Bert. -Le apartó un mechón de la cara y se fue quedando dormido.

...

Pocas horas después, los dos chicos salían de su última reunión de grupo en el centro mientras Gerard y Quinn les esperaban en el aparcamiento para irse de allí.

Antes de salir, pasaron por el despacho de Phoebe para despedirse de ella.

Phoebe- Chicos, me alegro mucho de que os haya ido bien aquí. Y sabéis que os he cogido mucho cariño estos 6 meses, pero, de verdad, no quiero tener que volver a veros aquí. -Les dijo con cariño.

F- Muchas gracias por todo, Phoebe. La próxima vez que nos veamos será fuera de aquí, cuando te invite a comer. -Y la abrazó para que después Bert hiciese lo mismo.

Bert- Gracias. Yo también querré verte fuera de aquí.

Tras unos abrazos más, por fin salieron del edificio para encontrarse con los otros dos fuera.

Frank no pudo evitarlo y al ver a Gerard echó a correr hacia él y le saltó encima, ignorando las risas de Bert que había saludado a Quinn con un roce de labios.

G- ¿Estás feliz?

F- No sabes cuanto. Por fin me largo de aquí y voy a vivir contigo. ¿Cómo no iba a estarlo? -Gerard solo le besó, dejándole en el suelo. Frank fue hacia Bert y le abrazó por detrás.

F- Adiós, Berti.

Bert- Adiós, enano. Y no te preocupes tanto, que nos veremos pronto.

F- Más te vale. -Dijo mientras recibía un beso en la mejilla por parte de Bert- Adiós, Quinn.

Frank volvió con Gerard, que estaba metiendo sus cosas en el coche y se sentó en el lugar del copiloto.

G- Ahora mismo vuelvo.

Frank asintió con la cabeza sin saber dónde iba. Le vio que se acercaba al coche de Bert y éste, desde dentro, abría la ventanilla para escuchar lo que le decía el pelirrojo. Sonrieron y Gerard regresó a su coche, sentándose al volante.

F- ¿A qué has ido? -Gerard se encogió de hombros.

G- A despedirme. -Aunque no le creyó, se olvidó de lo que pensaba cuando Gerard volvió a hablar- Bueno, ¿estás listo para ir a casa?

Frank inhaló aire con fuerza y sonrió- Totalmente. Vamos.

...


Mientras, en el otro coche....

Quinn- ¿Qué te ha dicho el pelirrojo?

Bert- Que ya tenemos plan para esta noche, rubito. Y que probablemente mi deseo también se cumplirá hoy.





Continuará...

Cap. 48 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 48:


F- En serio, ¿por qué estás aquí hoy? -Preguntó de nuevo cuando se separaron, pero dándole pequeños beses entre las palabras.

G- Pedí permiso para venir hoy. Y, además de eso, Phoebe me ha dicho que vas tan bien que puedes salir hoy de aquí, siempre que te cuide y te traiga de vuelta. -Frank dio un saltito en la cama, emocionado por salir del centro aunque fuesen unas horas, y quedó sentado sobre Gerard, apoyado en sus brazos y pegando su cuerpo a él. Gerard sonrió grande- Veo que te hace ilusión. Nos duchamos y nos vamos.

F- ¿Dónde iremos?

G- Eso es sorpresa.

Una hora después, la pareja ya iba en el coche rumbo a un destino desconocido para Frank.

Antes de irse habían pasado a ver a Phoebe otra vez para que le diese su último vistazo a Frank y algunas indicaciones y sin perder más tiempo, se fueron.

El camino estuvo lleno de charlas y risas, disfrutando al fin de un tiempo solo para ellos, sin las prisas de los días de visita.

F- Venga, Gee, dime dónde vamos. -Pidió por enésima vez esas mañana, haciendo un puchero con sus labios intentando darle pena.

G- No seas pesado, enano, que no te lo voy a decir. Ya lo verás. -Sonrió cuando le escuchó gruñir y se giró hacia la ventana con los brazos sobre el pecho- Vamos, precioso, no te enfades. Seguro que te gusta. -Le dijo poniendo su mano derecha sobre su muslo.

Frank solo le miró, le sacó la lengua y rió, sacando un nuevo tema de conversación.

...


Casi una hora pasó y Frank lo único que veía por la ventanilla del coche eran árboles y más árboles. Nada en el paisaje había cambiado desde que salieron del centro de rehabilitación.

En algún momento del camino, Gerard cogió un desvío por un camino de tierra que se internaba en el bosque.

Frank tuvo el impulso de preguntar de nuevo dónde iban pero, sabiendo que no le iba a decir nada, decidió mantenerse callado.

Finalmente los árboles fueron disminuyendo y llegaron a un gran claro donde daba el sol de lleno.

Tan ensimismado estaba el moreno mirando a su alrededor que ni cuenta se dio de que el coche estaba parado.

G- ¿Te gusta? -Preguntó, haciéndole recordar que no estaba solo.

F- Es hermoso.

G- Pues aún no has visto nada. -Y sonriendo bajó del coche y lo rodeó hasta llegar a la puerta de Frank y abrírsela, tendiéndole una mano- Baja, princesa.

Ya acostumbrado al nombre no dijo nada al respecto, solo bajó del coche y dejó que sus sentidos se llenasen del olor de los árboles y la hierba, sintiendo el viento en su rostro.

Gerard le guió por el lugar, llevándole de la mano. Estaba feliz de que le gustase tanto ese lugar.

Era una reserva poco conocida a la que su padre solía llevarle a él y a su hermano cuando eran unos enanos, antes del divorcio de sus padres. Allí corrían y jugaban, pescaban y veían el atardecer antes de volver a casa y cenar algo especial, obra de su madre. Pensó que a Frank podría gustarle el sitio tanto como a él y acertó.

Bordeando el bosque desde donde estaba estacionado el coche se llegaba a un pequeño lago que reflejaba el sol y se movía gracias al viento. Y, más alante del lago se encontraba un acantilado bastante escarpado, vallado con una barandilla de madera.

Allí se quedaron un rato mirando el horizonte, donde parecía distinguirse la ciudad llena de ruidos y delincuencia, al contrario que ese bello paraje donde estaban.

F- Gerard, es precioso. Gracias por traerme aquí, me encanta. -Se giró y se quedó mirando al otro, con los ojos brillantes.

G- Molto bello, ma nulla al mondo è più bello di te. -Susurró junto a su oído, justo antes de besarlo con todo su amor flor de piel.

Abrazados siguieron observando todo hasta que, después de mirar el reloj y ver que eran cerca de las 2 de la tarde, Gerard rompió el agradable silencio.

G- Creo que es hora de comer. Espérame un segundo.

Gerard se alejó dejándole solo y poco después regresaba con una cesta en la mano y una manta colgada del brazo.

F- ¿Has preparado un picnic? -Preguntó divertido- Tío, eres taaan gay.

G- ¡Oye!

F- Es broma, no te enfades. Venga, te ayudo. -Y le cogió la manta para tenderla en el suelo frente al acantilado.

Se acomodaron encima de ella y Gerard fue sacando la comida que la buena de Donna había preparado para ellos.

Sin prisas comieron hasta quedar saciados, intercalando bocados y muchos besos.

Cuando ya no podían más, recogieron los restos y los guardaron en la cesta para poder tumbarse bien abrazados y mirar el cielo, jugando a encontrar forma a las nubes como dos niños.

F- Gerard... Gracias.

G- ¿Por qué? -Le preguntó colocándose de lado para verle.

F- Por este día. Hace mucho que no tenía un día así, es increíble. Gracias por todo en realidad.

G- Ohh, Frankie. No tienes que agradecerme nada. -Negó, dejándole un pequeño beso en la frente- Te lo mereces todo.

F- Pero es tu cumpleaños y no te he regalado nada. Y tú a mí sí. Me has traído aquí y...

G- Mi regalo es pasar el día contigo, mi amor. -Volvió a colocarse cara al cielo, con un brazo bajo su cabeza y el otro bajo la de Frank, cogiendo su mano al otro lado- ¿Estás cansado?

F- No, estoy perfecto.

G- Genial, porque el día no acaba aún. -Informó, viendo el tono rojizo que empezaba a cubrir el cielo- Arriba. -Le ayudó a levantarse y recogió la manta y la cesta.

F- Jo, ¿ya nos vamos? Yo quiero quedarme en este sitio para siempre. -Rogó haciendo un puchero tan adorable que Gerard no pudo ni quiso evitar besarlo.

G- Se hace tarde y tengo que llevarte a otro sitio antes de regresarte al centro. Además, empieza a hacer frío.

F- Yo puedo calentarte. -Caminó sensualmente hasta él, colocando las manos en sus caderas. Gerard rió y negó con la cabeza.

G- Vaaaamos. -Y tirando de su mano le llevó al coche de nuevo, sin hacer caso a sus quejas.

F- Adiós, sitio perfecto. -Suspiró mirando por la ventana cuando emprendieron el camino que les sacaría de allí para volver a la carretera.

G- Ya volveremos, te lo prometo. -Y ante eso solo pudo sonreír.

De nuevo volvieron a estar encerrados en el coche por un rato mientras iban al otro sitio del que Frank tampoco sabía nada, pero poco les importaba. La sola presencia del otro les bastaba para estar cómodos, aunque fuese metidos en un coche.

Esta vez terminaron metiéndose en la ciudad y Frank no pudo evitar mirar a cada persona que caminaba por la calle como si esperase ver a alguien. Gerard, que se dio cuenta, le habló.

G- Iba a llevarte con tu familia para que los vieses. Hace mucho desde la última vez que fueron a visitarte. Pero luego pensé que tampoco te queda mucho tiempo ahí dentro y que pronto los verás. ¡Y qué cojones! -Añadió con una sonrisilla y un ligero rubor en las mejillas- Te quería solo para mí hoy.

F- Aw, eres tan mono. Te comería a besos ahora mismo si no estuvieses conduciendo.

G- Ya habrá tiempo para eso. Oh, llegamos. -Cuando dijo eso, se echó a un lado de la calle y estacionó en el primer sitio libre que encontró.

Esta vez Frank salió antes de que Gerard le tratase como a una chica de nuevo. Cuando el pelirrojo cerró el coche y llegó hasta él, le abrazó por la espalda, le besó el cuello y, antes de que se diese cuenta, algo había tapado sus ojos, una tela suave.

F- ¿Qué haces?

G- Ya te he dicho que es una sorpresa. Si lo ves no tiene gracia. Vamos. -Y, cogiéndole de la cintura, le guió hasta dentro de un edificio, al otro lado de la calle.

Subieron en el ascensor y un rato después salieron a un pasillo. Frank no sabía dónde estaban, pero sí se dio cuenta de que habían subido muchos pisos. Caminaron por el corredor hasta detenerse frente a una puerta.

G- Aquí es. -El susurro junto a su oído le provocó un escalofrío.

Escuchó el sonido de un cerrojo al ser abierto y de nuevo fue conducido hacia adelante. Gerard cerró la puerta tras ellos y al llegar junto a Frank le quitó la venda de los ojos.

G- Sorpresa.

Frank parpadeó un par de veces para acostumbrarse de nuevo a la luz y cuando lo consiguió se quedó con la boca abierta mirando donde estaba.

Era un apartamento que, según se veía, parecía muy grande.

Ellos habían entrado directamente al salón, acomodado con muebles de color negro y unos sillones blancos. No había nada más. Se notaba que aún no había nadie viviendo ahí, que faltaba la mudanza aún.

Pero era precioso y por el día debía ser muy luminoso, ya que tenían unos grandes ventanales que dejaban ver las luces ya encendidas de la ciudad.

Frank caminó como un zombi por el apartamento, conociéndolo. 3 habitaciones, dos cuartos de baño, una gran cocina y una enorme terraza en el piso superior. Estaban en la azotea del edificio.

Cuando la visita le llevó allí, se apoyó contra la barandilla mirando el exterior, sonriendo todo lo que su boca le permitía.

G- ¿Te gusta? -Habló tras él y se giró para mirarle.

F- No.

La cara de Gerard se deformó, sumida en la tristeza, y bajó la cabeza.

G- Lo siento, yo... Pensé que, cuando salgas... El bebé... Nosotros... Compré esta casa y... Creí que -Unos tibios labios interrumpieron su tartamudeo sin sentido y unas cálidas manos sujetaron su cuello, enredándose en su pelo.

F- Nunca me dejas terminar. -Le regañó con voz tenue- No me gusta... Porque me encanta. -Gerard por fin levantó la mirada y le observó. Sus ojos acuosos y la mayor sonrisa que le había visto nunca- Es increíble y me muero de ganas por vivir aquí contigo y con nuestro bebé.

Y sin decir más, se estaban besando con todo lo que tenían, dejándose ver el alma y sentir todo lo que sentían. Tan concentrados que ni cuenta se dieron de que empezaba a llover.

Cuando se separaron y vieron el agua que caía de sus cabellos, se dirigieron dentro y se sentaron en el sofá en una maraña de brazos y piernas.

F- No sé cómo agradecerte todo lo que haces por mi. Eres demasiado bueno.

G- Ya te he dicho que no tienes que agradecerme nada. Con estar contigo me vale. No volveré a dejarte escapar.

F- Ni loco escaparía. ¿Cuándo compraste el apartamento?

G- Estuve mirando casas con Mikey desde que Jamia aceptó el trato. No íbamos a volver cada uno con nuestros padres. -Bromeó- Encontré ésta pero no podía permitírmela. Pero cuando me contrataron en la agencia de cómics mi dinero aumentó y llamé al antiguo propietario sin pensarlo.

F- ¡Creo que hoy es el mejor día de mi vida! -Dijo eufórico.

G- No exageres, enano. Joder, tengo que llevarte de vuelta.

F- Mm, ¿en serio? -Ronroneó acurrucándose mejor contra él.

G- Sí, lo siento. Ya quisiera que no tuvieses que volver y estrenásemos la casa.

F- Está bien. Pero cuando sea libre follaremos en cada rincón de la casa.

G- Trato hecho. Vámonos.

Reticentes se levantaron para ir hacia el centro de rehabilitación de nuevo. Casi una hora tenían de camino y durante éste Frank no hacía más que pensar que no le había regalado nada a Gerard.

Rebuscó ideas en su cabeza hasta que...

F- ¡Lo tengo! -Gritó, sobresaltando a Gerard, que iba conduciendo.

G- ¡Frank! Casi me da un infarto. ¿Acaso quieres morir?

F- Perdón. -Dijo riendo bajito.

G- ¿Qué tienes?

F- Tu regalo. Ya sé cuál será tu regalo.

G- Cariño, te he dicho que no necesito ningún reg-

F- Seré tu esclavo. -Le interrumpió. Gerard se giró para mirarle un momento antes de centrarse en la carretera de nuevo, pensando que había escuchado mal.

G- ¿Qué has dicho?

F- Seré.Tu.Esclavo. Un día, eso sí. Pero haré todo lo que quieras durante 24 horas. Y cuando digo todo es TODO. Pero, no te pases. -Bromeó.

G- Mi esclavo... ¿sexual?

F- Sí.

G- Mmm no me parece mala idea... Al fin y al cabo, me lo merezco, ¿no? Porque soy perfecto. -Frank le dio un golpe en el hombro- Auch. Está bien. Yo elegiré el día. Cualquier día a cualquier hora te avisaré y a partir de ahí empezarán las 24 horas, ¿vale?

F- De acuerdo.

En eso llegaron al aparcamiento del centro y con ello el momento de despedirse. El pelirrojo acompañó a su novio hasta la puerta del edificio.

G- Tienes que avisar de que has vuelto antes de ir a tu cuarto. -El menor asintió con la cabeza y le besó sin más, acariciando los labios del más alto con su lengua antes de adentrarse en su boca y meterse casi hasta su garganta. Lenguas enroscándose, dientes chocando y manos que buscaban cualquier sitio para agarrarse. -Me voy ya. Tienes que avisar de que estás aquí antes de las doce.

Frank miró su reloj- Entonces tengo un minuto para ir hasta allí y... 2 para besarte una vez más. -Y volvió a unir sus labios. Cuando Gerard quiso profundizar, se separó- Ya han pasado dos minutos y medio. Tendré que ir corriendo.

G- Eres como la Cenicienta, ¿te has dado cuenta? -Bromeó- Si con razón digo que eres una princesa.

F- Ash, cállate. Vete ya. -Le dio un piquito- Te amo.

G- Yo también te amo.

Frank entró, mirándole una última vez, y Gerard volvió al coche recordando el día. Tendría que pensar muy bien cuándo utilizaría el regalo de Frank.

"Mierda, estoy duro solo de pensar en lo que le voy a mandar".

Por su parte, Frank entraba ya a su habitación con una sonrisa bobalicona en la cara.

Bert- Wow, ha tenido que ser un buen polvo. Vaya cara que llevas. -Se burló.

F- Jódete, Robert. -Pero no quitó la sonrisa. Se desvistió y se metió en boxer a la cama. Bert ya estaba en la suya. Tenía la luz encendida y un libro en el regazo.

Bert- No, en serio. ¿Qué tal el día?

F- Inolvidable.






Continuará...

miércoles, 18 de enero de 2012

Cap. 47 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 47:



Los días mejoraron para todos a partir del momento en el que Jamia les dio la gran noticia.

Ella empezó a cuidarse, recibiendo alguna que otra visita de Gerard a lo largo de las semanas, dejando ambos de lado todo el rencor y odio que habían sentido mutuamente por una relación cordial.

La verdad es que, aunque nunca lo admitiese en alto, estaba agradecida de ello y por fin entendía por qué Frank estaba tan loco por él. Era increíblemente atento, amable, divertido y malditamente atractivo. Era cautivante.

Gerard por su parte empezaba a ver un lado de Jamia que nunca creyó posible que tuviese. No era tan mala persona en el fondo... Y se alegraba de que le permitiese visitarla para comprobar su salud y la del bebé.

Y Frank... Frank estaba feliz. Se tomaba totalmente en serio su rehabilitación y no veía el momento de salir de ahí y de poder tener al bebé entre sus brazos. Jamia ya sabía el sexo de éste, pero Frank y Gerard habían decidido no saberlo hasta que naciese, así que ella no se lo había dicho.

Llevaba dos meses encerrado en la clínica y Jamia tenía tres de embarazo, mostrando ya una gran barriga.

F- No sabes cuantas ganas tengo de verte ya. Te comparé muchas cositas y te enseñaré a tocar la guitarra. -Hablaba con el bebé dentro de la chica un sábado que Gerard la había llevado para que la viese.

G- ¿Frank, qué haces? -Preguntó mirándole con las cejas alzadas y a punto de estallar en risas. Jamia solo sonreía divertida con la oreja de Frank casi pegada a su tripa.

F- Hablo con mi hijo o hija, ¿no lo ves?

G- ¡Pero si no te oye!

F- Claro que sí. Los bebés nos escuchan desde dentro y luego reconocen nuestras voces. -Respondió incorporándose y cruzando los brazos lo más digno posible- Ya verás como cuando me vea por primera vez me reconoce y a ti no. -Le sacó la lengua como un niño pequeño y puso su mano en el vientre de la chica justo cuando el bebé daba una patada- ¿Qué ha sido eso? -Preguntó asustado.

Jamia- Se ha movido. -Respondió enternecida por la emoción de Frank.

F- ¡Oh! ¡Otra vez! Creo que si es chico será futbolista y si es chica tendrá el carácter de su madre. -Comentó mirando a la chica. Su relación había mejorado, siendo casi amistosa incluso, y se permitían ciertas bromas- ¡Mira Gee!

Gerard miró a Jamia pidiendo permiso sin decir nada para tocarla también y ella solo asintió con la cabeza. El pelirrojo se sentó al lado que tenía libre y acarició su vientre un momento hasta que sintió un golpe. Levantó la mirada y se encontró con los brillantes ojos de Frank mirándole fijamente.

F- Le agradas.

...


Otros dos meses volaron sin problemas de por medio, algo increíble teniendo en cuenta la vida de los chicos.

Era miércoles y Frank estaba aún dormido en su cama, desparramado boca abajo, de cara al colchón y con las sábanas caídas por los lados. Dormía tranquilamente cuando sintió suaves masajes en sus hombros.

Pensando que era un sueño, no hizo ni el más mínimo movimiento, disfrutando de las atenciones.

Poco después sintió un peso sobre el colchón y cómo alguien se sentaba a horcajadas en la parte baja de su espalda, continuando con el masaje en los hombros y suaves caricias en los brazos.

Entonces sintió que un cálido aliento golpeaba un lado de su cuello y despertó sobresaltado.

-Tienes suerte de que sea yo. Espero que no le permitas este tipo de cosas a cualquiera. -Susurró una voz en su oído. Una voz que conocía a la perfección.

Sonrió al sentir un mordisquito en el lóbulo de su oreja y giró un poco el rostro para encararle.

F- ¿Qué haces aquí hoy? -Le preguntó al chico pelirrojo que seguía sobre él. Hablaban en susurros porque Bert estaba dormido en la cama de al lado. Roncando, para ser exactos.

G- ¿Has olvidado qué día es hoy acaso?

F- Mmm... ¿miércoles?

G- ¿Qué más?

F- 9 de abril.

G- ¿Y...?

F- Oh, ya... Hoy es el cumpleaños del chico más sexy que conozco.

G- ¡Bingo!

F- Pues déjame levantarme. Iré a buscarle... -Se retorció debajo del cuerpo que le aprisionaba contra el colchón y logró quedar boca arriba, cara a cara, mirándole con esa sonrisa torcida que tanto encendía a Gerard.

G- Eres un cabrón. -Y sin más preámbulos le besó como si le fuese la vida en ello, metiendo su lengua directamente en esa boca que era su perdición, mordiendo sus labios, acariciando a su gemela y gruñendo cuando las manos de Frank se aferraron de su trasero.

Se besaban con desesperación, intentando hacer el menor ruido posible, y sin darse cuenta estaban moviéndose uno contra el otro, aprovechando la erección matutina de Frank y la que se formaba en los pantalones de Gerard.

Tan sumidos estaban en sus cosas que no se dieron cuenta de que la persona junto a ellos había dejado de roncar y ya no dormía.

Siguieron con sus contoneos y ansiosos besos, subiendo el volumen de los gemidos y suspiros que escapaban de sus gargantas sin permiso, incentivados con la presencia de Bert, hasta que se dejaron llevar por la fuerza del orgasmo.

Gerard se desplomó a un lado de su novio, cansado. Todo se quedó un rato en silencio mientras se reponían hasta que Frank habló.

F- Oh, oh... -Dijo en tono de alarma.

G- ¿Qué ocurre? -Preguntó adormilado y con la voz un poco ronca.

F-. Bert no está roncando.

G- ¿Y?

F- Nunca deja de roncar cuando está dormido. -Gerard seguía mirándole sin entender y Frank rodó los ojos- ¿Bert? -Le llamó.

Bert- Vaya, creí que os habíais olvidado de que estaba aquí.

G- ¡Joder! ¿Cuánto tiempo llevas despierto? -Preguntó, por mera curiosidad más que por vergüenza.

Bert- Mmm bastante rato. Dios, sois tan calientes.

Gerard se rió entre dientes y Frank se sonrojó un poco.

Claro, Gerard se reía porque no había tenido nunca a Bert siguiéndole por todas partes diciéndole cuánto le gustaría montarse un trío con ellos dos, intentando convencerle.

Bert- No te rías. Mirad como estoy por vuestra puta culpa. -Habló de nuevo, señalando la sábana que le cubría de cintura para abajo, formando una montañita en cierta zona- Y como Frank no acepta mi idea... Tendré que quitarme el problema yo solo. -Se sentó y se cruzó de brazos, como si estuviese enfurruñado.

G- ¿Idea? ¿Qué idea? -Preguntó mirándoles por turnos.

Cuando Bert vio que Frank no tenía intenciones de responder, habló él.

Bert- Le he propuesto que hagamos un trío, pero se niega.

G- ¿Cómo que un trío? -Cuestionó con el ceño fruncido, pensando en Bert, Quinn y SU Frank.

Bert- Frank, tú y yo, claro. No sabes la de veces que sueño con follar con vosotros dos a la vez.

Gerard abrió los ojos sorprendido pero un momento después volvía a reírse.

G- ¿Y Frank te ha dicho que no? ¿Frank soy-un-jodido-adicto-al-sexo Iero ha rechazado un trío?

F- ¡Oye!

Bert- Sí. Qué pasa, ¿tú aceptas? -dijo levantando las cejas sugerentemente.

G- Emm, Por qué no... -Frank le miró levantando las cejas y Gerard le mordió el labio.

Bert- ¡Wow! Genial. Pero sin Frank no podemos.

G- Yo me encargo de convencerle, tranquilo. -Dijo apretando el abrazo sobre Frank.

F- ¡¿Podéis dejar de hablar como si no estuviese aquí?!

Los dos mayores no pudieron evitar reír hasta que sus estómagos dolieron y Frank terminó uniéndose. Estaba siendo una mañana totalmente fuera de lo común.

Bert- Bueno, chicos. Tengo algo entre las piernas que me está molestando, así que voy a hacerme un trabajo manual en la ducha. -Se levantó y fue caminando hacia el baño vestido solo con unos boxer ajustados que no dejaban nada a la imaginación y no podían esconder tremendo bulto- No... Mejor voy a hacer una visita a Marcus. -Habló consigo mismo, sonriendo de forma bastante perversa. -Nos vemos luego.

Y salió de la habitación, sin siquiera ponerse más ropa encima.

G- Este tío es increíble. No puede ser más descarado. -Rió.

Ya solos, Frank se giró hacia él para corresponder el abrazo y mirarle.

F- No veas que pesado está con eso del trío, no deja de repetírmelo. Y tú no deberías seguirle el juego. Ahora se lo ha creído y será más pesado aún.

G- ¿Quién dice que solo le seguía el juego? -Preguntó rozando su nariz sobre el escorpión de su cuello.

F- ¿Qué? ¿Acaso lo dices en serio? -Se incorporó un poco, apoyándose en el codo para verle mejor.

G- Claro. Pronto tendremos una responsabilidad muy grande y no podremos hacer esas cosas. Además, ¿no te parece excitante?

F- Todo contigo es excitante, nene. -Respondió juguetón- Bueno, tal vez pueda cambiar de opinión. Y ahora, olvidando eso... Creo que todavía no te he felicitado. -Gerard ronroneó junto a su oreja- Feliz cumpleaños, cariño.

Buscó su boca y se besaron despacio y con ternura. Tenían todo el tiempo del mundo.

F- En serio, ¿por qué estás aquí hoy? -Preguntó de nuevo cuando se separaron, pero dándole pequeños beses entre las palabras.

G- Pedí permiso para venir hoy. Y, además de eso, Phoebe me ha dicho que vas tan bien que puedes salir hoy de aquí, siempre que te cuide y te traiga de vuelta. -Frank dio un saltito en la cama, emocionado por salir del centro aunque fuesen unas horas, y quedó sentado sobre Gerard, apoyado en sus brazos y pegando su cuerpo a él. Gerard sonrió grande- Veo que te hace ilusión. Nos duchamos y nos vamos.

F- ¿Dónde iremos?

G- Eso es sorpresa.




Continuará...

sábado, 14 de enero de 2012

Cap. 46 "Obsesionados con el sexo"

G- ¡Ha dicho que sí! -Gerard llegó corriendo hasta él y le apretujó entre sus brazos, haciéndole tirar el cigarrillo- Jamia ha aceptado. ¡Te va a dar al bebé! Vas a tener un hijo, mi amor.

Le informó todo de golpe, con una enorme sonrisa que en seguida se le contagió al menor.

F- ¿Ha dicho que sí? -Asintió- ¡¿Ha.dicho.que.sí?! -Asintió más fuerte aún- Joder, ¡ha dicho que sí! -Y saltó sobre él, obligándole a cogerle en el aire. Ató las piernas a su cintura y le besó con toda la emoción que sentía. Gerard le correspondió al instante, sujetándole por el trasero, hasta que alguien les llamó la atención.

Bert- ¡Eh! ¡Iros a la habitación, cochinos!

Frank se separó de Gerard sonriendo aún y bajó de sus brazos para ir corriendo hasta Bert y saltar encima de él como había hecho con su novio.

F- Voy a ser papá, Bert. ¡Voy a ser papá! -Le informó casi gritando.

Bert, que estaba enterado de toda la historia, se alegró enormemente por él y le apretujó entre sus brazos, sujetándole como podía.

Bert- Aw, Frankie, ¡no sabes cuánto me alegro! -Y para demostrárselo dio una vuelta con él encima, haciéndole reír como un niño pequeño- Me alegro mucho por ti, petizo. Te lo mereces. -Dijo dándole un pequeño beso sobre los labios, rápido y casto, una simple muestra de cariño.

Gerard pasó eso por alto, “cosa del momento” se dijo. Pero cuando Bert cambió su sonrisa por una más pícara y sujetó a Frank por el culo, se acercó a ellos.

G- Sí, sí, sí. Estamos muy felices todos. Ahora... ¡deja de tocarle el culo a mi chico!

Bert dejó escapar una carcajada y soltó a Frank, levantando las manos en son de paz sin dejar de reír.

Bert- Con lo bien que lo estábamos pasando tiene que venir tu noviecito con sus celos. -Bromeó con Frank haciendo un puchero. Éste se rió al ver el entrecejo fruncido del pelirrojo y se acercó a él, abrazándole por la cintura.

F- Gee, no te enfades. Te pones sexy cuando estás celoso. -Ronroneó en su oído.

G- Frank, eres solo mío, lo tienes claro, ¿verdad?

F- Por supuesto, capitán. -Aceptó simulando ser un soldado.

Bert miraba la escena divertido. Movió la cabeza riendo de esos dos y se fue sin decir nada. Ya le contaría luego su compañero.

Frank llevó a Gerard hasta un banco en uno de los laterales del edificio, más resguardado de la vista que los demás.

F- Entonces, ¿cuándo has hablado con ella?

G- Me llamó hace un rato. Me dijo que aceptaba y que vendría hoy con su abogado a hablar contigo para que dejéis todo claro desde ya. Así será mejor y ella no podrá cambiar de opinión.

F- No me lo puedo creer... Voy a ser padre, Gee. -Abrumado de repente, resbaló por el banco hasta quedar recostado, mirando al frente- ¿Y si soy mal padre?

G- Frankie, mírame. Vas a ser un papá genial. Vas a rehabilitarte, saldrás de aquí y tendrás un bebé precioso al que malcriar y enseñar a tocar la guitarra.

F- Y no te olvides de lo más importante. -Gerard arqueó una ceja- Tú estarás conmigo.

...


Unas dos horas después llegó Jamia con su abogado para acordar los términos del trato.

Las cosas quedaron así: Frank le pagaría cierta cantidad de dinero al mes durante el embarazo y, cuando tuviese el bebé, éste se iría con Frank y Jamia perdería todos sus derechos, no pudiendo reclamar nada después. Todo a cambio de otra cuantiosa suma de dinero para ella sola.

Frank y Jamia firmaron, igual que Gerard y el abogado, en calidad de testigos.

F- ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? -Le preguntó a la chica cuando su abogado se despidió y se fue.

Estaban los tres sentados en una salita que el centro les había dejado para la pequeña reunión, Frank junto a Gerard, cogiendo su mano, y Jamia en frente.

Jamia- Pensé que te debía algo... No te he tratado muy bien estos años. Y aún me atormenta la culpa de lo que te hice en el instituto. “Pues has sabido disimularlo muy bien” pensó Frank. Y, como si ella le hubiese escuchado, continuó- Me convencí a mí misma de que yo fui quien debía sentirse humillada porque a mi novio le gustasen los tíos y por eso me prometí que me vengaría algún día. Y vi el momento perfecto cuando nos reencontramos en Chicago. Mi única intención al comenzar una relación contigo era sacarte todo lo que pudiese, dinero, joyas, ropa... Me daba igual, quería hacerte pagar que todos en el instituto se riesen de mi por salir con un maricón. -Frank se tensó perceptiblemente y Gerard apretó su mano- Pero los últimos meses, cuando estabas tan mal con las drogas, olvidé todo eso. Vale, tal vez no lo olvidé. -Rectificó ante la mirada y la ceja alzada de Gerard- Pero lo dejé de lado. Me preocupé de verdad por ti Frank, no quería que terminases mal con esa adicción... Y entonces pasó lo del embarazo. Me enfadé de nuevo y volví a echarte la culpa de mis problemas. No quería tener un hijo tuyo. Bueno, de nadie en realidad. Pero al ser tuyo, siempre que lo viese me acordaría de ese hombre que prefirió estar con un pelirrojo antes que conmigo, por eso decidí abortar.

Los dos chicos la escuchaban atentos, deseosos de saber qué había pasado por la cabeza de esa mujer todo ese tiempo para que se comportase como una verdadera hija de puta con el pobre Frank.

Después de una pausa, continuó hablando.

Jamia- Y entonces te presentaste en mi casa y lo escuchaste todo y me hiciste darme cuanta de que todo lo que he hecho ha sido pensando en mí, que nunca pensé en Frank. Me sentí como una mierda cuando me di cuenta, y más cuando vine a verte al día siguiente y me di cuenta de lo emocionado que estabas por tener un hijo. Así que quise hacer algo por ti. Más vale tarde que nunca, ¿no? -Comentó con una sonrisa de tristeza, mirando sus manos unidas y sintiendo cierta envidia de que ellos nunca estuvieron así de bien.

Al terminar de escucharla, Frank se puso en pie de repente y rodeó la mesa sin detenerse hasta llegar al lado de la chica. Y sin dudar la abrazó, apoyando su cabeza sobre la de ella y pasando los brazos alrededor de sus hombros, quedando un poco encorvado.

F- Muchas gracias, Jam. -Dijo simplemente, con lágrimas amenazando en el borde de sus ojos- Muchas gracias.






Continuará...

martes, 10 de enero de 2012

Cap. 45 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 45:



El sábado por la mañana temprano, Gerard volvía a aparcar en la puerta de la casa de Jamia para después apretar la bocina y que la chica se enterase de que había llegado.

Unos minutos después, ella salía por la puerta, con un aspecto bastante mejor que la noche anterior. Su pelo estaba peinado de nuevo y las ojeras habían disminuido un poco, pero aún se la notaba cansada y decaída.

Cerró tras ella y caminó hasta el coche, abriendo la puerta del copiloto.

Jamia- Hola. -Saludó secamente, con la cabeza gacha y sin mirarle a los ojos directamente.

G- Buenos días. ¿Cómo estás? -Jamia bufó ante la pregunta. No entendía por qué Gerard se comportaba siempre de forma tan educada con ella cuando era obvio que no la soportaba y que, de poder evitarlo, no pasaría con ella ni un segundo.

Es tan perfecto que resulta jodidamente irritante” pensó.

Jamia- Nadie ha muerto desde que te fuiste, así que supongo que bien. -Respondió haciendo alusión al bebé. Gerard frunció el ceño al escucharla hablar tan a la ligera de algo tan importante.

G- Genial. -Murmuró. Y sin decir más, arrancó e inició el camino hasta el centro de rehabilitación.

Había más de media hora por delante y ambos tenían asumido que no sería un viaje demasiado cómodo.

Cuando llegaron aún no había comenzado el horario de visitas y la puerta de entrada a los terrenos del centro estaba cerrada, por lo que les tocaría esperar aún un rato más estando los dos solos. La tensión se podía palpar en el incómodo silencio que les rodeaba dentro del coche, donde Jamia miraba por la ventana intentando ignorar con quién estaba y Gerard golpeaba el volante al ritmo de una melodía inventada.

G- Y... ¿Has cambiado de idea? -Cuestionó, rompiendo el silencio al fin y Jamia sabía perfectamente a qué se refería.

Jamia- No. -Respondió ella cortante.

G- Bueno, mejor esperemos a que esté Frank para hablar de eso. Dime, ¿qué has hecho estas semanas?

Jamia gruñó, mirándole por primera vez en toda la mañana- Oye, no es necesario que hablemos. Tan solo esperemos.

G- Vale, solo intentaba ser simpático. -Se encogió de hombros y volvió a golpear el volante.

Jamia- ¿Por qué? -Gerard la miró, parando todo movimiento, extrañado por el tono tan serio que había utilizado y sin saber a qué se refería- ¿Por qué intentas ser simpático conmigo? ¿Por qué eres tan educado conmigo? Me odias y deberías de tratarme como basura por todo lo que le he hecho a Frank. Es tu novio, ¿no? ¡Defiéndele! -Gritó finalmente mirando al frente y apretando los puños con fuerza.

De verdad que no le entendía y le desesperaba su forma de ser.

G- Porque eres quien lleva en su interior al hijo de la persona que amo. Él quiere a ese bebé a pesar de todo lo que ha pasado. No le había visto tan ilusionado desde hace muchísimo tiempo...

Jamia- Estás completamente enamorado de él, ¿verdad? -Susurró, no muy segura de si quería escuchar la respuesta.

G- Siempre lo he estado. Ni con la distancia ni el tiempo pude dejar de estarlo. -Dijo en tono también bajo, y una sonrisilla apareció en su boca junto con un leve rubor en las mejillas.

Jamia agachó la mirada, entristecida de repente. Algo parecido al arrepentimiento arremolinándose en el fondo de su estómago. Boqueó un par de veces pero no logró decir nada.

G- Oh, ya abren.

Entraron a los terrenos y llegaron hasta el aparcamiento. Dejaron el coche y caminaron uno tras otro hasta el interior del edificio, donde explicaron a una trabajadora a quién iban a visitar. Ella fue a avisar a Frank y les indicó que fuesen al salón, el cual estaba vacío todavía.

Quince minutos después, más o menos, Frank entraba también al salón, encontrándose a Gerard de pie, apoyado contra un sillón y a Jamia sentada en éste, de espaldas al pelirrojo, con estado ausente.

Iero fue directo a Gerard, que le vio nada más poner un pie en la sala y sonrió todo lo que pudo. Se abrazaron y se besaron levemente, no queriendo que la chica saliese de allí cabreada de nuevo ante sus muestras de cariño.

F- Hola, Jamia. -La saludó, soltando a Gerard y poniéndose frente al sillón- ¿Cómo estás?

Jamia- Embarazada. Espera, creo que eso ya te lo conté... Ah, sí. Me llamaste hija de puta y me dijiste que me buscase la vida, que no querías tener nada que ver con el bebé. -Le echó en cara, mirándole con rencor.

F- Jamia, yo... Lo siento. Era mi primera semana aquí y estaba mal y la noticia me pilló desprevenido... Lo pagué contigo y de verdad que lo siento muchísimo.

Jamia- Es una justificación muy pobre. Es muy fácil echarle la culpa de todo a la rehabilitación.

F- No es una justificación. Y, aunque lo fuera, lo siento. -Insistió, poniendo sus manos en las rodillas de la chica e hincándose frente a ella.

Jamia- No.Me.Toques. -Y, ante eso, Iero levantó las manos en gesto de calma- ¿Para qué querías que viniese?

Mientras hablaban, Gerard escuchaban atento desde su posición al otro lado del sillón. Frank se levantó y se sentó en el sillón frente a la chica.

F- Quiero que encontremos una solución con respecto al bebé.

Jamia- Oh, no tienes que preocuparte por eso. Pronto no habrá bebé y se acabará el problema. -Dijo como si hablase del tiempo.

F- ¿Qué...? Espera, ¿hablas de abortar?

Jamia- ¡Premio para el enano! -Chilló desdeñosa.

F- ¡No puedes hablar en serio! ¡Es nuestro hijo!

Jamia- Tú mismo me dijiste que no querías tener nada que ver con él. -Repitió.

F- ¡Pero estaba mal! No pensé en serio lo que dije. Yo quiero a ese bebé. Estoy feliz por tener un hijo...

Jamia- ¡Pues búscate a otra porque yo NO voy a tenerlo! Yo no quiero un hijo.

F- Podemos arreglarlo. Algo podremos hacer. Acordaremos una custodia compartida, así no tendrás que hacerte cargo tú sola, y lo cuidaremos y criaremos entre los dos.

Jamia- ¡Pero es que yo no quiero tener un hijo tuyo! Ya se lo fije a Gerard ayer. No podría estar con él sin pensar que su padre me dejó por otro hombre. Soy incapaz de querer a esta cosa. ¡¡Lo odio!!

Y, como se estaba haciendo común en ella, estalló en llanto, enterrando el rostro en las manos.

F- Jam, lo siento por todo. No hemos tenido una relación perfecta exactamente, aunque eso ha sido culpa de ambos. Ni tú me has amado ni yo a ti. Pero esa no es razón para que me dejes sin mi hijo.

Jamia- Yo... Yo... No lo quiero, no, no, ¡NO!

F- Podemos arreglarlo. -Dijo de nuevo- Tú no quieres tener nada que ver con el bebé, ¿cierto? -Jamia negó entre lágrimas y sin levantar el rostro- Bueno, dame su custodia. En cuando el bebé nazca arreglamos los papeles y tú te libras de él. Sólo tienes que tenerlo dentro de ti y luego se acabó. Recuperarás tu vida como estaba.

Jamia- ¡¿Y qué mierda gano yo con eso?! Nueve meses soportando un embarazo para tener al bebé y dártelo. No...

F- Te pasaré una pensión durante el embarazo, no tendrás que pagar nada, me haré cargo de todos los gatos. Y cuando por fin tengas al bebé te daré más dinero para que hagas con él lo que quieras. Y yo me quedo con la custodia. No tendrás ninguna responsabilidad.

Jamia- N-No, no me convence. -Titubeó- No quiero tener que pasar por el embarazo.

F- Jam, por favor. -Cogió sus manos y las acarició con los pulgares- Nunca te he pedido que hagas nada por mi. Mira mi vida. Es un asco ahora mismo. Estoy aquí encerrado, probablemente me echen de la banda... Lo único bueno que tengo es a Gerard pero me siento incompleto. Deseo con toda mi alma poder tener a ese bebé, cuidarle, enseñarle cosas, jugar con él... Por favor.

Jamia le miró a los ojos, unos ojos humedecidos y totalmente sinceros y que le gritaban en silencio un súplica desde lo más hondo de su ser. Y de nuevo el arrepentimiento bullendo dentro de la chica le hizo alejar la mirada.

Jamia- Tengo que pensarlo... Pero no te prometo nada. No quiero pasar por esto. -Murmuró antes de levantarse con intención de irse.

Se giró hacia Gerard, que se había mantenido callado toda la charla.

G- Te llevo de vuelta. -Dijo al entender su mirada. Se acercó a Frank mientras ella salía camino al coche- ¿Estás bien? -Le preguntó al ver sus ojos a punto de llorar y le pasó los brazos por su cintura.

F- No puedo creer que piense en abortar. Tú y ese bebé es lo único que me animan a seguir con la rehabilitación para salir de aquí. Ella no puede... -Se quedó callado sin poder terminar la frase y Gerard le abrazó con todas sus fuerzas.

G- Chss, tranquilo, mi amor. Vamos a darle tiempo. Seguro que decide lo correcto. -Trató de animarle, besando su cabeza después de hablar- Tengo que llevarla a casa. ¿Estarás bien? -Susurró sujetándole el rostro con las manos.

F- Sí, no te preocupes. -Respondió ya más repuesto- Bert está en el cuarto y siempre es una buena distracción.

G- ¡Eh! ¿Y de qué forma te distrae, si puede saberse?

F- Mmm con sexo rudo y salvaje. -Bromeó- Gerard le miró con el ceño fruncido.

G- Por tu propio bien, espero que sea broma.

F- Tonto. -Elevó su rostro para llegar al del pelirrojo y le besó, un beso de verdad, no como el anterior- Te veo el sábado que viene. Anda, vete ya antes de que te secuestre y te encierre en mi armario.

El pelirrojo rió y le mordió el labio antes de despedirse y salir tras Jamia, que ya le esperaba junto al coche.

El camino de vuelta fue todavía más tenso, en completo silencio, hasta que llegaron a casa de la chica.

Ésta fue a salir del coche sin decir nada, pero Gerard la sujetó del brazo.

G- Por favor, recapacita. Hazlo por él.

Y tras eso sí, salió y se metió en casa sin mirarle si quiera. Gerard solo suspiró fuerte y se fue de allí.

...


Y sin más, pasó otra semana sin pena ni gloria, la quinta semana de Frank en el centro, y volvía a ser sábado.

Frank estaba sentado fuera del edificio como acostumbraba, fumando, cuando le escuchó gritar.

G- ¡Ha dicho que sí! -Gerard llegó corriendo hasta él y le apretujó entre sus brazos, haciéndole tirar el cigarrillo- Jamia ha aceptado. ¡Te va a dar al bebé! Vas a tener un hijo, mi amor.








Continuará..

lunes, 2 de enero de 2012

Cap. 44 "Obsesionados con el sexo"

Drama para todos...



CAPÍTULO 44:


G- ¿Qué has pensado sobre el embarazo? ¿Te harás cargo del bebé?

F- Estos días he estado dándole vueltas al asunto. No había pensado tener un hijo siendo tan joven, pero la verdad es que tampoco me importaría. -Gerard agachó la cabeza con tristeza y Frank le hizo mirarle cogiéndole el mentón- Pero me gustaría tenerlo contigo.

Gerard se le quedó mirando con una ceja levantada como si estuviese mal de la cabeza y no pensase lo que decía.

G- ¿Y quién pretendes que lo tenga, tú o yo? No quiero embarazarme ahora, gracias. -Bromeó haciendo que la risilla de niño de Frank llenase sus oídos.

F- Tonto. Lo que quiero decir, es que me gustaría que fuese nuestro, cuidarle entre los dos, educarle juntos... Si tú quisieses, claro.

G- Me encantaría. -Dijo con una sonrisa soñadora- Pero hablamos de Jamia, es imposible que pase eso. Ella solo quiere hacernos la vida imposible.

F- Ya lo sé, pero puedo acordar con ella una custodia compartida, a cambio de una manutención o algo así. Así ella le cuidaría por su lado y nosotros por el nuestro, juntos. Será difícil, pero habiendo dinero de por medio seguro que acepta. Aceptaría cualquier cosa a cambio de dinero. -Explicó, rodando los ojos.

G- Podemos intentarlo. Sería perfecto montar una familia contigo. -Entrelazó unas manos con otras y las acarició, sonriente.

F- ¿Podrías buscarla para convencerla de que venga y hablemos los tres?

G- Lo intentaré. -Se acercó a él y le dio un beso tierno y lento. Dulce- Tengo que irme ya, quedan 10 minutos para el fin del horario de visitas. -Informó desganado mirando el reloj de pared.

F- ¿No puedo encerrarte en mi armario para que me hagas compañía hasta que me dejen salir de esta cárcel? -Suplicó haciendo un lindo puchero.

G- Qué más quisiera yo que hacerte compañía todos los días... -Le dio un piquito y se levantó para buscar su ropa, mientras Frank le miraba recostado en la cama, admirando su cuerpo desnudo y relamiéndose los labios- ¿Donde cojones está mi... -Pero su pregunta quedó a medias cuando vio a Frank vestido con su boxer- Eso es mío, enano.

F- Lo siento, no pienso devolvértelo. Quiero quedármelo y tener algo tuyo con lo que poder masturbarme. -Dijo cruzándose de brazos y sonriendo de lado.

G- Tú sí que eres un pervertido y no Bert y el otro. -Rió poniéndose el boxer de Frank y el resto de su ropa.

Frank se encogió de hombros y se puso su pantalón y camiseta para acompañar al pelirrojo hasta el coche.

Ya en el aparcamiento, Frank se abrazó a Gerard, como si así pudiese lograr que no se fuese.

G- Cariño, la semana que viene estaré aquí, te lo prometo. -Susurró contra sus labios- Y traeré a Jamia.

F- Está bien. Te amo, precioso.

G- Yo también te amo. -Y con un último beso se despidieron hasta la semana siguiente.

...


Esa semana, Gerard utilizó su tiempo libre en buscar alguna pista sobre Jamia y sobre dónde estaba viviendo ahora que Frank la había echado de la casa que compartían.

El maldito enano le había dicho que la buscase pero no le había dado un solo dato sobre ella... Aunque la verdad es que habían estado ocupados en cosas más interesantes (cof.follar.cof).

Llamó a James a ver si los chicos de la banda sabían algo sobre ella y descubrió que tenía una casa propia en Chicago. Incluso le dieron su número de teléfono, pero nadie contestó a pesar de que Gerard llamó varias veces a lo largo de 3 días, lo que daba a entender que no estaba quedándose allí.

La perra (como el pelirrojo la llamaba en la intimidad de su mente) podía estar al otro lado del mundo y nunca lo sabría. Era como buscar una aguja en un pajar.

Y ya estaba por rendirse cuando se le ocurrió hablar con Linda. Ya era viernes y estaba que se tiraba de los pelos por fallar la promesa que le había hecho a Frank.

Linda le contó que hacía años los padres de Jamia habían tenido una casa ahí en Jersey, pero que, según le contó la chica, la habían vendido cuando se fueron a vivir a otro lado. Aún así, le pidió la dirección de esa casa y, siguiendo su instinto, se presentó allí.

Cuando aparcó al otro lado de la calle pudo ver que las luces estaban encendidas, por lo que alguien debían de estar viviendo en ella.

Aunque había muchas probabilidades de que no fuese quien buscaba, salió decidido del coche y caminó hasta la puerta. Pero al ir a golpear, unos gritos en el interior le detuvieron y la curiosidad pudo con él.

-¡No me puedo creer que de verdad estés pensando hacer eso!

-¡Es mi puta vida, no tienes derecho a meterte! Yo nunca quise que esto pasase. ¡Ni en mis peores pesadillas!

-¡Pero eso es un asesinato! -Los ojos se Gerard se abrieron como platos. Tal vez terminaría metiéndose en problemas por escuchar eso...

-¡Qué asesinato ni que nada! El bebé tienes poco más de un mes, ¡es nada todavía!

-Es una personita que se está formando en tu interior, ¿cómo puedes hablar así de él, Jam? -Estaba claro que Gerard había acertado al pensar que tal vez seguía viviendo ahí. Y esa conversación, ahora que sabía de qué trataba exactamente, le interesaba, así que agudizó más el oído.

-Yo nunca quise tener un hijo. Y menos siendo tan joven. Lo único que hará será arruinarme la vida.

-Pero, ¿y el padre? ¿As hablado de esto con él?

-Ese maricón no tiene nada que decir. Es mi decisión y punto. ¡Ni él ni tú me haréis cambiar de opinión!

-Es que, de verdad no me puedo creer en lo que te has convertido. ¡Es tu hijo, por el amor de Dios! Antes ni te hubieses planteado matarle. No te reconozco...

-¡Deje de darme el coñazo otra vez con eso!

-¡Es sangre de tu sangre!

-¡Sólo es un jodido problema más añadido a mi vida! Y no pienso hacerme cargo de ello. Me lo quitaré de en medio.

-¡Hay otras formas! ¡Dalo en adopción! Pero olvida eso del aborto, por favor.

-Mira, no quiero seguir discutiendo esto. Llevamos todo el día así. La decisión está tomada.

-Pero...

-Pero nada. -Las dos chicas se quedaron en silencio por un momento.

-Me largo, no puedo verte a la cara sabiendo lo que quieres hacer con una vida inocente que no tiene culpa de nada. ¡No vuelas a dirigirme ni una palabra si llevas a cabo esa atrocidad!

Y, antes de que Gerard pudiese reaccionar, la puerta se abrió dejándole ver a una rubia furiosa con lágrimas corriendo por sus mejillas que pasó por su lado casi corriendo sin dirigirle más que una mirada.

La miró mientras se iba y subía a su coche, absorto en sus pensamientos sobre lo que había escuchado, hasta que una odiada voz hizo acto de presencia.

Jamia- ¿Qué mierda haces tú aquí? ¿Qué quieres?

Gerard se giró asustado hacia ella y se la quedó mirando.

La chica estaba demacrada, con ojeras y el pelo sucio y enredado y le miraba con el más puro odio.

G- ¿Es verdad eso? ¿Vas a abortar?

Jamia- Qué te importa. -Se dio la vuelta y caminó hasta el comedor, sin cerrar la puerta, por lo que Gerard la siguió.

G- Me importa porque el es hijo de Frank también.

Jamia- Oh, sí. Tu noviecito. -Dijo con burla, a la vez que cogía un botellín de cerveza que había sobre la mesa y bebía de él.

G- No debería tomar alcohol. Es malo para el feto.

Jamia- ¿No has oído que no pienso tener esta cosa? Da igual lo que beba o tome.

G- No es una cosa, es tu bebé. Tu hijo. Y el hijo de Frank.

Jamia- No quiero tener nada que ver con ese. Por mi como si se muere junto con esto. -Añadió, señalándose el vientre.

G- Sabía que eras una zorra, pero no te creí capaz de algo así. No puedes hacerlo, Frank quiere ese bebé. Está muy emocionado.

Jamia- Claro, seguro que quiere cuidarlo contigo y que seáis una pareja feliz y forméis una familia. Y que le follen a la zorra de Jamia. Ella sólo ha tenido que tener nueve meses en su cuerpo al bebé, no es importante. ¡A nadie le importa ella!

Y entonces pasó lo impensable para Gerard. Jamia se había derrumbado y lloraba a mares arrodillada en el suelo junto a los restos de vidrio en los que se había convertido el botellín de cerveza.

Gerard vaciló sin saber qué hacer, pero finalmente se decidió a ir junto a ella. Se paró a su lado y se colocó de cuclillas, poniendo una mano en su hombro.

G- ¿Es por eso por lo que quieres abortar? ¿Porque Frank ya no está contigo?

Jamia- Frank y yo fuimos felices, aunque no puedas creerlo. Pero al final todo se estropeó. Me he portado mal con él, pero le necesito. Frank es importante para mí. Y si me deja por ti, yo mato a su hijo. No quiero tener nada de él.

G- Sólo lo haces para joderle la vida. ¿Sabes lo que está sufriendo y lo mal que lo está pasando con la rehabilitación? No, no te haces una idea. Pero tú sólo piensas en ti... -Quitó la mano de su hombro con cierto asco y entonces ella le miró entre las pestañas llenas de lágrimas.

Jamia- Yo... Yo no quiero que Frank sufra más por eso...

G- No, pero sí quieres que sufra cuando se entere de que has matado a su hijo.

Jamia- ¿¡Y qué quieres que haga entonces!? ¿Que tenga al bebé y cada vez que lo vea piense en el cabrón de su padre que me dejó por otro hombre? -Gerard suspiró pesadamente cuando Jamia empezó a sollozar más fuerte aún y colocó esta vez las dos manos sobre sus hombros.

G- Podremos hallar una solución que os convenga a los dos. Solo... No hagas ninguna tontería. Olvídate del aborto y habla con Frank. Por favor, si recae otra vez será su fin.

Durante unos minutos ninguno volvió a hablar, hasta que finalmente Jamia asintió casi imperceptiblemente con la cabeza, aceptando la idea.

G- Está bien. Venga, levántate del suelo. -Con cuidado la ayudó a ponerse de pie y al ver que tambaleaba decidió que lo mejor era que se acostase- ¿Podrás ir hasta la cama? -La chica asintió- Está bien. Date una ducha y te sentirás mejor. Mañana por la mañana pasaré a buscarte y visitaremos a Frank, ¿de acuerdo? -Y tras el nuevo asentimiento se giró para irse. - Ah, y... No tomes nada que se malo para el bebé, por favor.

Y se fue, echándole una última mirada de preocupación antes de cerrar la puerta.

Estaba jodidamente preocupado, pero no por ella en realidad, sino por ese bebé. No quería ni pensar en lo que pasaría con Frank si realmente Jamia abortase. Además, por lo poco que había visto, Jamia no se estaba tomando muy en serio el embarazo y estaba poniendo en peligro a ambos, a ella misma y al feto.

Esperaba con toda su alma que la charla con Frank solucionase un poco las cosas y que ella entrase en razón.





Continuará...