martes, 31 de diciembre de 2013

Hit me baby (OnHo) - Capítulo 3


Las horas se hicieron interminables para Onew. No pudo concentrarse en lo que sus profesores explicaban, solo tenía en la cabeza la sorpresa de su novio. Minho no era la persona más detallista del mundo pero de vez en cuando tenían detalles que hacían que Onew se enamorase más y más. Y esta vez no se imaginaba lo que podía haber preparado.

Minho también estaba algo nervioso. Aunque había conseguido que Onew olvidase momentáneamente lo del día anterior sabía que aún le dolía, y más por no ser la primera vez, así que todo tenía que ser perfecto para que su chico le perdonase de verdad.

No era muy partidario de hacer este tipo de cosas porque era malo para los regalos y los planes y el mayor lo sabía, pero eran un buen método para contentar a su novio. Onew lo que más agradecía era el esfuerzo que ponía.

Cuando finalmente el timbre anunció el final de la jornada Onew recogió todas sus cosas con prisa para encontrarse con Minho cuanto antes, pero en el camino hasta la puerta fue acorralado por Key.

-¿Estás seguro de que lo mejor es ponérselo tan fácil? –Había dejado a Onew contra la pared y tenía una mano apoyada al lado de su cabeza, hablando serio y pegado a su rostro.

-No se lo pongo fácil. –Hizo una mueca como un niño al que regañan, mirando por encima del hombro de Key buscando a su novio- Esperaré a ver la sorpresa y luego decido.

Vio a Minho a lo lejos, mirándoles con el ceño fruncido y echando humo por las orejas por la cercanía entre ellos. Key le sujetó del rostro haciendo que le mirase.

-Ten cuidado Onew, te mereces lo mejor. No te dejes engañar por sus trucos si luego va a seguir siendo un idiota delante de la gente. –Onew sonrió enternecido por cómo le trataba siempre su amigo.

Sin pensarlo le beso la mejilla y se escapó de su cuerpo.

-¡Te llamaré cuando esté libre! –Le gritó caminando ya hacia Minho. Key acarició el lugar donde los labios de Onew se habían posado.

El menor le esperaba con los brazos cruzados y cara de mala leche, y cuando Onew llegó a él no pudo evitar sus palabras.

-Esta mañana te abraza y ahora le besas. ¿A qué juegas Jinki? –Parecía realmente enfadado, por lo que la sonrisa de Onew se borró.

-Yo… Ha sido solo… -El ruido que hacían algunos chicos que salían de la clase de Minho no le dejó continuar. Varios chicos llegaron a su lado y el menor cambió su rostro como si no pasase nada.

-Ey Minho, vamos a salir todos a dar una vuelta. ¿Te vienes? –El aludido sonrió y dio la espalda a Onew para hablar con ellos. El mayor pensó que se había enfadado tanto con la escena de Key que volvería a dejarle de lado y no habría sorpresa. Por eso le sorprendió tanto escuchar la negativa de su novio.

-Lo siento, voy con Onew. Tenemos que hacer unas cosas.

-¿No puedes hacerlo en otro momento? Vamos todos. Incluso viene esa chica de la otra clase que te mira tanto. –El chico le guiñó un ojo y Minho río. Onew apretó los puños. Como se enterase de quien era ella la mataría por ir detrás de su chico.

-Vaya, es una pena que me lo pierda, pero no, en serio es importante. –Encogió los hombros como disculpa y los otros se dieron por vencidos. Se despidieron y se perdieron de su vista- Bueno, vámonos Jinki.

Onew no dijo nada e ignoró su adorable sonrisa, simplemente echó a caminar al exterior. Minho no pudo evitar sonreír por sus celos aunque disimuló para no enfadarle más.

Iniciaron el camino en silencio y como Onew no sabía dónde iban, simplemente se dejaba guiar por Minho. Sus instrucciones eran lo único que rompía el silencio hasta que al coger el segundo tren el mayor se aburrió de estar enfurruñado.

-¿Se puede saber dónde vamos? –Miraba embobado por la ventana del tren intentando descubrir hacia dónde iban, pero en esa zona de la ciudad no había estado nunca.

-Te he dicho que es sorpresa. Ya lo verás. –Le miró fijamente y pasó se relamió los labios lenta y disimuladamente. Onew contuvo un suspiro, se moría por besarle.

El resto del camino fue un poco más animado y charlaron como siempre hacían, de todo y de nada, esquivando temas peliagudos por el momento. Si era una sorpresa era momento de disfrutar, no de discutir otra vez.

Cuando por fin bajaron del tren, después de casi una hora de viaje, Minho hizo algo que sorprendió tanto a Onew que se quedó parado en mitad de la calle. Le cogió de la mano. Minho sintió el tirón al quedarse su novio atrás y le miró, ladeando la cabeza sin comprender qué le pasaba.

-Lo siento, no estoy acostumbrado a que estemos así cuando estamos en la calle. –Se sonrojó un poco el mayor. Minho rió bajito.

-No hay nadie por aquí y si lo hay no nos conoce. Venga.

Caminaron unos minutos, ciertamente aquella zona estaba casi vacía, solo un par de casas se veían y el resto era campo. A lo lejos se veía una casa mucho mayor en tamaño y fue allí hasta donde fueron. Era un balneario y Onew estaba boquiabierto.

-Bueno Jinki, esta es tu sorpresa. Reservé hasta mañana. –Se mordió el labio esperando que el mayor dijese algo, pero éste solo pudo sonreír y apretar su mano con emoción.

Minho suspiró aliviado.

Entraron e hicieron los trámites necesarios, aunque Minho lo tenía casi todo listo ya. Incluso les habían preparado ya las ropas que llevarían y estaban en la habitación donde pasarían la noche. Además, en una pequeña mesita tenían preparado un té y algo de comer.

Onew dejó sus cosas de clase en una esquina y paseó por el sitio admirándolo. Era hermoso, su novio tenía muy buen gusto y sabía cómo sorprenderle. Se iba a girar para darle las gracias cuando sintió unos brazos rodeando su cintura y un cuerpo pegado a su espalda. La sonrisa de Onew ya era imborrable. ¿Problemas? ¿Qué era eso?

Minho se agachó un poco para besar su nuca suavemente y el mayor se dio la vuelta entre sus brazos, pasando los propios por el cuello del más alto.

-Gracias Minho, me encanta la sorpresa. –Susurró, llevando la mirada de sus ojos a su boca. El menor sonrió enseñando los dientes. Lo había conseguido, ya tenía el perdón de su novio. Se inclinó sobre él y unió sus labios, moviéndolos despacio y acariciando sus costados con los dedos.

-Vamos a dar un paseo por el jardín. –Le dio un beso más y, cogiéndole de nuevo de la mano le sacó de allí.

En el jardín había un pequeño estanque con peces, a los cuales estuvieron echando de comer mientras reían y jugaban con el agua. Después metieron los pies en agua y se relajaron mientras veían el atardecer.

Cuando ya estaba oscuro volvieron a la habitación y Minho abrió una puerta que Onew no había visto antes. 

Daba a una terracita cerrada, donde había un pequeño jacuzzi. Se miraron y sin tener que decir nada empezaron a quitarse la ropa hasta quedar desnudos. El mayor fue el primero en acabar así que corrió hasta el jacuzzi, permitiendo que Minho le observase desde atrás y disfrutase de las vistas de esa piel pálida y ese trasero tan apetecible. Onew le llamó desde el agua sacándole de sus pensamientos por lo que terminó de quitarse la ropa y se unió a él.

El agua estaba caliente mientras el aire de la calle era un poco frío, un contraste que les erizaba el bello pero les encantaba pues era la excusa perfecta para abrazarse bajo el agua. Minho pasó un brazo sobre los hombros del mayor y éste giró el rostro para besarle. Empezó siendo un beso lento, una simple caricia entre sus labios, pero no era suficiente después de todo el día sin nada de contacto entre ellos. Coló la lengua entre los labios del más alto y buscó la contraria, enredándose con ella en cuanto la encontró. Minho le sujetó de la nuca impidiendo que se separase y Onew coló una pierna entre las del otro.

Las cosas se estaban calentando, sus pieles ardían por el contacto y no querían separarse. La mano de Minho bajó por su espalda y se detuvo casi sobre su trasero, la otra la llevó a su cabello. Mientras, Onew se centró en pasar las manos por el pecho de su novio, acariciando sus músculos y jugando con sus pezones, consiguiendo que sensuales jadeos escapasen de su boca. Cuando sintió que no podría detenerse, Onew rompió el beso y apoyó la frente el hombro de Minho.

El menor jugó con el cabello del otro e hizo que Onew se moviese, dejándole sentado entre sus piernas y con la espalda apoyada en su pecho aprovechando que era el más alto. Le abrazó por la cintura y apoyó la barbilla en su cabeza. Cuando alzaron la mirada, ambos se encontraron con la imagen de la luna, blanca y brillante.

-Es preciosa. Me encanta mirar el cielo de noche. –Acariciaba las manos de Minho que descansaban sobre su estómago.

-Es hermosa sí, pero tengo algo más hermoso entre los brazos. –Los ojos de Onew brillaban bajo la luna blanca- No soy el mejor novio del mundo, pero te quiero Jinki. –Susurró aún mirando el cielo.

Onew alzó la cabeza y alcanzó sus labios una vez más. Un beso romántico a la luz de la luna y las estrellas.

Cuando se cansaron y su piel se veía demasiado arrugada, salieron del jacuzzi con cuidado y entraron rápidamente en la habitación para no enfriarse. Se pusieron las ropas que aún estaban sobre la cama y pidieron algo para cenar.

Una vez llenos, Onew se metió en el baño y al salir Minho estaba tumbado en la cama con los ojos cerrados. Se acercó a él lentamente y se sentó a su lado, inclinándose para besarle.

Nuevamente era un beso lento. Unieron sus manos mientras sus bocas jugaban, pero esta vez no terminaría como el jacuzzi. Sus lenguas se buscaban con desesperación y se encontraban fuera de sus bocas. Onew se recostó sobre Minho y bajó los besos por su mandíbula y cuello hasta la abertura de su traje. Bajó un poco la tela apartándola de sus hombros y descendió rozando su piel con la lengua hasta llegar a uno de sus pezones. Lo lamió y presionó endureciéndolo mientras Minho se aferraba a su espalda suspirando. Hizo lo mismo con el otro pezón y cuando mejor se ponía la cosa para el menor, se apartó. Se arrodilló entre sus piernas y abrió la parte inferior del traje, dejando a la vista los calzoncillos de Minho.

El menor se apoyó en sus hombros para ver mejor, le encantaba tener a su Jinki entre sus piernas sabiendo lo que iba a hacer. Las ágiles manos de Onew acariciaron sus piernas y se detuvieron sobre su miembro, el cual empezaba a despertar. Lo masajeó sobre la tela, desesperándole, y cuando la respiración de Minho se empezó a acelerar, le quitó la prenda inferior, pero no llevó sus manos a ese miembro endurecido y sonrosados sino que lo cogió entre sus labios. Eso pilló por sorpresa al menor, que arqueó la espalda por la sensación de calor y humedad y se dejó caer de nuevo hacia atrás.

La boca de Onew era increíble, siempre lo demostraba. Sabía dónde succionar y cuando apretar los labios, dónde lamer y a qué velocidad masturbarle. Incluso sabía cómo usar los dientes para llevar a Minho a la locura, como en ese momento. Onew sentía creer a Minho en su boca y cuando sabía que estaría a punto volvió a dejarle.

Minho se quejó y le miró con los ojos entrecerrados para ver qué hacía ahora. Onew reptó sobre su cuerpo y se abrazó a su novio, quien rodeó su cintura con las piernas, para besarle, compartiendo el sabor de Minho.

El menor se abrazaba a él como la vida le fuese en ello pero la ropa le estorbaba. Tiró de la prenda bajándola como podía pues la lengua de Onew en su boca no le dejaba pensar con claridad. La quitó de sus hombros y Onew sacó los brazos dejándola únicamente ataca a su cintura por el lazo. Los finos dedos de Minho recorrían su piel causándole escalofríos y empezó a mover la cadera contra él, rozando sus entrepiernas.

Onew se levantó tirando un poco del labio de su novio entre sus dientes. Sin apartar la vista de él se quitó el calzoncillo y gateó hasta quedar a la altura de su cabeza. Tenía fuego y pasión en la mirada, igual que su compañero, quien no necesitaba que le dijesen qué debía hacer. Levantó la cabeza de la almohada y lamió toda la extensión de la erección del mayor. Trazó dibujos con su lengua en la punta y finalmente se metió todo lo que pudo en la boca, dejando que fuese Onew quien llevase el ritmo. Le masturbó hasta dejarle completamente duro y entonces llegó el momento.

Onew volvió a moverse, colocándose de nuevo entre las piernas de su pareja. Le hizo doblar las rodillas y alzar las piernas y coló una mano entre sus cuerpos. Pero no fueron a la erección el menor sino un poco más abajo. Rozó su entrada levemente notando como la respiración del chico se entrecortaba. Lamió sus dedos y volvió a lo que hacía, esta vez colando un dedo en su interior. Minho se tensó un poco pero en seguida se acostumbró a la intromisión, ya estaba más que acostumbrado a ello.

Cualquiera que los viese como pareja diría que el activo era Minho, pues siempre era el que daba órdenes y manejabas las situaciones, pero en la cama era distinto. Minho se convertía en alguien tímido y vergonzoso mientras Onew tomaba las riendas y el control. A ambos les gustaba.

Cuando ya eran tres dedos los que abrían a Minho, Onew los sacó y se colocó bien, guiando su miembro hasta la entrada con una mano y entrelazando los dedos de la otra con los de su novio, quien los apretaba con fuerza. Entró despacio pero sin detenerse hasta estar completamente hundido.

-Ah, Jinki… -Los gemidos de Minho comenzaron al sentir la dureza de su novio- Te quiero. -Se mordió el labio con fuerza cuando comenzó a moverse lentamente pero Onew volvió a pegarse a él para besarle cuando las embestidas empezaron.

Más que beso eran lametazos y mordiscos que dejaban escapar gemidos y jadeos sin control. Onew no se centró solo en su boca, estaba en todas partes. Se doblaba para alcanzar sus pezones entre los dientes, le masturbaba despacio o dejaba marquitas en su cuello.

Minho era una masa gelatinosa que no sabía ni lo que hacía, eso era lo que conseguía su novio siempre, que se olvidase de todo y entonces era el hombre más feliz de la tierra, porque eran solo ellos dos. Subía y bajaba las manos por la espalda de Onew, enroscaba las piernas a su cintura para sentirle mejor y pegarle completamente a su cuerpo… Todo era lento, cariñoso y especial. No era una de esas veces que lo hacían con prisa y fuerza. Esto era mucho más romántico.

Con Minho enroscado a él pasó los brazos bajo su cabeza para estar aún más unidos y dejó sus rostros tan cerca que se besaban de vez en cuando sin tener a penas que moverse, mientras las embestidas suaves continuaban.

Aún llevaban los trajes aunque parecía que ni eso les importaba, sin embargo Onew se separó un momento sin dejar de moverse para desatar su lado y quitarse la prenda y hacer lo mismo con la de Minho, aunque a él solo se la abrió y de la dejó puesta pues debía moverle demasiado.

Sus caderas se movían al compás, sincronizadas, y según subía la temperatura y necesidad se movían más rápido y desesperados, ansiando llegar a ese momento en que se dejasen ir de se derrumbasen uno sobre otro.

-Te quiero… -La dulce voz de Onew, cansado agitado, llenó los oídos de Minho, que abrió los ojos para no apartar su mirada de los hermosos ojos de su novio.

Onew le sujetó por la espalda y le incorporó despacio, quedando ambos sentados con Minho encima de su cadera. Ahora era Minho quien se movía para buscar las penetraciones. Se agarró de los hombros del mayor para impulsarse mejor, jadeando sobre su boca. Todo movimiento era ya descontrolado y frenético. Onew llevó su manó al miembro de Minho para masturbarle y conseguir llegar juntos y así fue, a los pocos segundos Minho se corría en la mano del mayor y Onew en el interior de su novio.

Se quedaron quietos y abrazados uno encima del otro, el menor con la boca junto al oído de Onew, donde susurró.

-Te quiero, Jinki. –El nombrado le llevó hacia atrás para dejarle sobre la cama y se tumbó a su lado.

-Yo también te quiero, Minho. –Besó su hombro desnudo y se abrazó a él.

Y así se acomodaron, uno junto al otro, hasta que el sueño les ganó y se quedaron dormidos.


Tal vez hacerle regalos a Onew no era la mejor forma de cuidar la relación, pero de momento funcionaba. Ninguno de los dos se acordaba de lo que había sucedido el día anterior, aunque ese olvido fuese temporal.



Continuará...

lunes, 30 de diciembre de 2013

Hit me baby (OnHo) - Capítulo 2


Gracias a Minho y su afán por disimular delante de la gente, no había nadie que supiese su relación. O bueno, eso creía él pues Onew se lo había contado a una persona a sin decírselo a su novio o le mataría.

-No me puedo creer que te haya dejado plantado otra vez. ¿Cuántas van ya? –La voz enfadada de su amigo le taladraba los oídos mediante el altavoz del móvil.

-Si sigues gritando así no necesitaré el móvil para escucharte, Key. –El otro bufó, instándole a que respondiese. Un suspiro escapó de los labios de Onew antes de susurrar- No sé, ¿cuatro?

-De verdad que no entiendo cómo le permites tratarte así. Eres mayor que él, plántale cara. ¿Qué podrías perder?

-A él…-Key rodó los ojos al otro lado de la línea, Onew le conocía tan bien que casi pudo ver el movimiento en esos orbes felinos.

-Cuándo te entrará en la cabeza que hay chicos mejores que él, que no te tratarían así.

-Tal vez, pero yo solo quiero a Minho. –La voz del mayor sonaba frágil por lo que key intentó calmarse para no herirle más.

-¿Y qué vas a hacer? ¿Le perdonarás sin más como siempre? –Onew lo dudó un momento mientras se mordía el interior de la mejilla.

-No sé qué hacer. Aunque no lo compara entiendo su punto de vista, que no quiera que le dejen de lado si se enteran de que es gay y eso…

-Vale, pero una cosa es no decírselo a la gente –“Lo que es una tontería” pensó para sí- Pero otra cosa es que te haga ir hasta el campo de fútbol casi de noche para después dejarte tirado.

Onew no respondió nada. En realidad no sabía qué hacer ni qué decir porque sabía que su amigo estaba en lo cierto. Se quedaron en silencio un rato hasta que Key se dio por vencido.

-Mañana nos vemos. Piensa en lo que te he dicho, anda.

-Sí, hasta mañana. –Pero se despidió de la nada porque Key ya había colgado.

Bloqueó su teléfono y se lo guardó en un bolsillo mientras seguía su camino a casa cabizbajo. Cuando Minho se fue con sus amigos se quedó unos minutos en shock junto a los vestuarios viéndole marchar. Cuando le perdió de vista decidió que era una idiotez quedarse allí plantado y echó a caminar hacia casa. Por el camino llamó a Key para contarle lo ocurrido.

También conocía a Key desde hacía bastante tiempo, no tanto como a Minho pero cerca de 4 años. Su madre le apuntó a clases de canto en el colegio porque era algo que Onew quiso desde pequeñito y allí estaba Key, quien soñaba con actuar en grandes musicales cuando fuese mayor.

Tal vez fue la forma de ser de Key, con sus movimientos femeninos y su amor por la moda, lo que le hizo acercarse más a él. Algo en su interior le dijo que ese chico le entendería muy bien. Y así fue, poco después descubrió que Key tenía novio (el cual no le duró mucho, por cierto) y por fin pudo hablar con absoluta sinceridad con alguien.

Key era su amigo, su consejero y profesor en determinado temas (para ser Onew mayor, Key estaba bastante más experimentado en algunos ámbitos).

Onew llegó a casa y se fue directo a la cama. No quería hacer más que pensar qué hacer después de lo de esa tarde. Y sin llegar a ninguna conclusión, se durmió aún con la ropa de calle puesta.

Por la mañana Minho esperó a su novio en el sitio de siempre, desde donde caminaban juntos a clase cada día. Pero Onew no aparecía y ya se hacía tarde, por lo que se fue solo hasta allí. Nada más llegar vio a lo lejos a su pareja y estaba a punto de llamarle cuando se dio cuenta de que no estaba solo. Otro chico pasaba su brazo por la cintura de Onew y le acercaba a él. De espaldas no le reconoció pero ambos se giraron riendo supo quien era.

Key, ese chico al que toda la escuela conocía. Unos le admiraban porque siempre tenía a un montón de chicas rodeándole y otros le odiaban por el mismo motivo. Pero no pasaba desapercibido para nadie. Y estaba allí, abrazando a su novio cuando él mismo no podía hacerlo por miedo a que sus amigos sospechasen algo.

Con paso decidido y el ceño fruncido se acercó a ellos, que ni cuenta se dieron hasta que habló.

-Onew, ¿podemos hablar? –El chico le miró aún con la sonrisa que el otro había provocado y asintió.

-Ahora te veo, Key. –Éste tardó un momento en soltarle, dedicándole una mirada nada amigable al menor de los tres, y se fue- Así que sigo siendo “Onew”.

-¿Por qué te abraza así? –Susurró con los dientes apretados e ignorando las palabras del chico. Onew se encogió de hombros.

-Es mi amigo, no tiene nada de malo. A algunas personas no les importa mostrar algo de afecto en público, aunque no lo creas. –Comentó encogiéndose de hombros. Por una parte estaba exasperado porque Minho se pusiese así cuando era su culpa que los abrazos que recibía fuesen de otro, pero también estaba feliz por verle celoso.

-Eres mi novio, solo yo puedo abrazarte. –Respondió como un niño.

-Está bien, se lo iré diciendo a mi madre para que no me abrace más. –Resopló y se iba a dar la vuelta para irse pero Minho le sujetó de la muñeca.

-Vale, sé que estás molesto, lo siento. No volveré a hacerte lo de ayer. De verdad lo siento Jinki.  –Susurró de esa forma que provocaba que la piel del mayor se erizase. Movió la cabeza para concentrarse.

-No es la primera vez que me lo haces, Minho.

-Lo sé, y de verdad que no se repetirá. Si quedo contigo es contigo, no es justo que me vaya con otra gente y te deje tirado. –Hablaba mirando el suelo, avergonzado- Al menos debería haberte invitado a venir.

-No habría sido buena idea, creo que a tus amigos de fútbol no les caigo muy bien. –Arrugó la nariz en un gesto que el menor amaba porque le hacía ver más tierno de lo que ya era de por sí.

-Bueno, yo creo que a tu amigo Key tampoco le caigo muy bien. –Bufó molesto, mirando hacia el final del pasillo, donde el chico esperaba a su amigo.

-Es cierto, no le caes bien. –Minho le miró alucinando porque lo dijese así como si nada- Tranquilo, casi nadie le cae bien.

-Bien, yo a él tampoco lo soporto. –Miró alrededor comprobando que no había nadie cerca y susurró cerca del oído de su novio- Intenta quitarme lo que es mío.

Un escalofrío recorrió la espalda de Onew al escucharle hablar así y tan cerca. Tragó saliva con fuerza porque a veces tenía que hacer uso de todo su autocontrol para no lanzarse sobre Minho en medio de cualquier parte donde estuviesen.

-Él no intenta nada, sólo es mi amigo.

-Sí, ya. –Estaba totalmente convencido de lo contrario y eso le daba ganas de matar al idiota aquel. Justo sonó la campana que anunciaba el inicio de la primera clase, miró su reloj para comprobarlo- Debo irme. Tengo una sorpresa para ti aprovechando que mañana no hay clase. Espérame a la salida.

Minho le guiñó un ojo y salió casi corriendo hacia su clase, sin dejar que su novio preguntase o dijese cualquier cosa. A mitad de camino se giró de nuevo hacia él y gesticuló un “te quiero” con los labios que hizo que Onew se olvidase completamente del día anterior y sonriese como sólo él sabía.

Key llegaba a su lado justo entonces y al ver su sonrisa frunció las cejas.

-Ya le has perdonado. –Negó con la cabeza sin podérselo creer- Os dejo solos dos minutos y ya te has olvidado de lo que hizo.

-Ha dicho que me tiene preparada una sorpresa. –Sus ojos casi estaban cerrados gracias a la gran sonrisa que adornaba su rostro. Pasó por alto lo dicho por el otro- Me muero de ganas por saber qué será.

Echó a caminar emocionado hacia su clase, sin preocuparse porque llegaba tarde. Key se quedó un momento mirándole, con su interior ardiendo de rabia hacia el novio de su amigo. Cuándo se daría cuenta Onew de cómo eran las cosas en realidad…


Cerró los ojos unos segundos para recomponerse y se fue también a su clase. 


Continuará...

domingo, 29 de diciembre de 2013

Hit me baby (OnHo) - Capítulo 1



Onew descansaba con la cabeza apoyada en el hombro de su novio, con un brazo rodeando su pecho y los ojos cerrados, simplemente disfrutando la tranquilidad post-orgasmo en la que estaban sumergidos. Su novio acariciaba suavemente su pelo y entrelazaba su mano libre con la que se aferraba a su costado.

-Ojalá pudiésemos estar así siempre, Minho… -Suspiró Onew con una sonrisa.

-Sería muy aburrido, ¿no crees? Hay mejores cosas que hacer. –Ladeó la cabeza para mirarle con una sonrisa pícara. El mayor de ellos rodó los ojos sonrojándose levemente.

-Sabes a lo que me refiero, tonto.

Onew y Minho llevaban saliendo unos meses, pero se conocían de mucho antes. Cuando ambos eran pequeños  (Onew dos años mayor), la familia de Minho se mudó y fue cuando se conocieron. Podría decirse que eran casi vecinos pues vivían a un par de calles de distancia. La primera vez que se encontraron fue camino al colegio. Los dos iban acompañados de sus madres y ellas, al darse cuenta de que iban al mismo sitio, enseguida empezaron a hablar y presentaron a los pequeños. Y desde entonces, ir los 4 juntos todas las mañanas se convirtió en rutina hasta que la madre de Onew decidió que su hijo ya era lo suficientemente mayor para ir solo a clase. Entonces los dos niños ya se llevaban bastante bien y el mayor convenció a la madre de Minho de que no hacía falta que siguiese llevándole cada mañana, él se encargaría de cuidar a su pequeño amigo.

Los paseos de ida al colegio y vuelta a casa en soledad dieron lugar a conversaciones más profundas, donde empezaron a conocerse de verdad, y esas conversaciones a alguna que otra salida después de hacer las tareas, a dar una vuelta por el parque o simplemente ir a la casa del otro a jugar o ver películas.

Fueron los años los que hicieron que esos dos chicos se juntasen más y más hasta el punto de causar envidia en el resto de sus amigos, pues parecía que a veces eran ellos dos y nadie más. Hasta que la amistad no fue suficiente para ninguno de los dos y, antes de darse cuenta, estaban besándose en la casa de Minho, cuando pretendían despedirse por unos días ya que el menor se iba de viaje con su familia. Ninguno de los dos fue el primero en dar el paso ni en declararse propiamente dicho, sino que, como si fuese un acuerdo mutuo, se acercaron poco a poco y sus labios se encontraron, y solo fue lo que necesitaron parar saber que eran correspondidos.

Minho rodó haciendo rodar con él a su novio y quedó sobre éste, con los codos a ambos lados de su rostro y sus pieles totalmente pegadas una a la otra. Le miró con ternura y Onew sonrió. Con esa sonrisa que Minho amaba más que nada, esa que le permitía ver sus dientes blancos y que hacía que sus ojos se cerrasen casi completamente.

-Eres hermoso, Jinki.

Sólo sus más allegados le llamaban Jinki. Era su nombre real pero le parecía demasiado privado como para que cualquiera le llamase así, por lo que se hizo llamar Onew.

El mayor volvió a sonrojarse y torció la cabeza para esquivar su mirada. Minho le sujetó por la mandíbula y le hizo volver a encararle para tomar sus labios en un beso dulce y suave. Onew suspiró.

-Ojalá fueses así siempre…

-¿Qué dices? Siempre soy igual. –Minho le quitó importancia encogiéndose de hombros y, dándole un último besito, se levantó de la cama tapándose con la sábana que se había caído al suelo mientras hacían el amor minutos antes- Tengo entrenamiento de fútbol. ¿Vendrás  a verme?

Onew se incorporó apoyando los codos en la cama.

-¿Quieres que tu “amigo” Onew vaya a verte? –Recalcó la palabra frunciendo el ceño, pues nadie más que ellos dos sabían que eran pareja y Minho siempre le presentaba como su mejor amigo Onew. Mejor amigo, pero solo amigo al fin y al cabo. Ni si quiera le llamaba Jinki en público si podía evitarlo.

-No empieces con eso de nuevo, Jinki. –Estaba terminando de vestirse para ir a su casa y coger el equipo de fútbol antes de ir al entrenamiento- Ya hemos hablado de eso, aún no es tiempo de contarlo.

-Ya, ¿y cuándo lo será? –Murmuró por lo bajo, estirando las sábanas que estaban sobre él de mala forma. La mirada seria de Minho le hizo callar y dejar el tema. Otra vez.

-¿Vas a venir o no? –Cuestionó el menor, acercándose a la cama ya vestido. Su novio suspiró de nuevo y agachó la cabeza.

-Claro que iré.

Minho sonrió grande, le alzó el rostro y le robó un beso antes de despedirse y marcharse, quedando en verse más tarde.

De nuevo le tocaría fingir que no pasaba nada entre ellos. No podía acercarse más de lo necesario a Minho porque luego este le regañaba diciendo que al final iban a darse cuenta de que eran pareja. Y, por supuesto, nada de muestras de afecto. De hecho una vez hace unas semanas a Onew se le olvidó que uno de los compañeros de Minho andaba cerca e intentó abrazarle en la puerta de su clase. El menor se enfadó y esa tarde al volver a casa, le echó la bronca de su vida, diciendo que no podía ser tan descuidado y que al final por su culpa todo el mundo se enteraría.

A Onew eso le daba exactamente igual. Por él iría gritando por la calle que estaba saliendo con Choi Minho. Pero su novio creía que aún no debían contarlo, así que tendría que seguir la farsa de los buenos y mejores amigos, aunque le molestase.

Onew se volvió a desplomar en la cama al ver como Minho se perdía tras la puerta y se frotó la frente, intentando abandonar todos esos pensamientos que no le provocaban más que dudas y dolor de cabeza.

Cuando llegó al campo de fútbol donde Minho y su equipo entrenaban ya estaba oscureciendo y el entrenamiento estaba por acabar.  Le encantaba ver a su novio jugando al futbol porque ahí era uno de los pocos sitios donde podía ver al verdadero Minho, el competitivo, el pasional y luchador. El que pone todas sus fuerzas en conseguir su objetivo y nunca se rinde. Pero incluso eso podía enfadar al menor porque cuando le veía entrenar Onew era incapaz de apartar sus ojos de su novio y podía ser sospechoso.

Estaba empezando a cansarse realmente de todo eso, parecía que no podía hacer nada sin levantar sospechas así que prefería llegar tarde, verle dar su última carrera, con suerte marcaba algún gol y fin, se iban a los vestuarios y Onew esperaba a que su novio saliese y se fuesen dando un paseo a algún lugar, solos, para que Minho volviese a ser ese ser dulce que le daba mimos en la intimidad.  

Pero a veces no era tan fácil.

Cuando Minho salió de los vestuarios, con ropa limpia y el pelo húmedo, lo hizo junto a un par de miembros más de su equipo. Salían riendo y bromeando y al ver a Onew le saludaron pero nada más, se volvieron hacia Minho como si el mayor no estuviese allí.

-¿Dónde vamos a ir? ¿Tomamos algo antes de volver a casa? –Preguntó uno de ellos.

Minho miró de reojo a su novio, quien esperaba para irse con él ya que para eso había ido hasta allí a esas horas. Los otros dos siguieron insistiendo y preguntándole qué hacer.

Onew pensaba que su novio rechazaría las propuestas pues ellos dos ya tenían sus propios planes de pareja. Por eso le sorprendió que Minho aceptase sonriente y se fuese de allí, dirigiéndole un simple:

-Nos vemos mañana, Onew.


Le había dejado plantado. Otra vez. 



Continuará...