domingo, 15 de julio de 2012

Mikey y Elena Way - Capítulo 6

CAPÍTULO 6:


-¿Vamos a ir ahí? -Susurró Elena para no romper la atmósfera tan acogedora que se había formado en la habitación.

La chica estaba recostaba sobre el brazo izquierdo de Mikey, ambos desnudos después de haber hecho el amor, sobre la cama, viendo unas fotos que el mayor había ido recolectando. Eran fotos de un pequeño pueblecito en la costa de España donde vivirían los dos juntos cuando la chica terminase el instituto, sin nadie que les conociese y, por tanto, que les mirase mal por la relación que tenían.

-Exacto, pequeña. Compraremos una casita para los dos y nos iremos. Seremos una pareja más y no tendremos que escondernos. -Respondió también en susurros, acariciando el brazo de la chica.

-Ojala pudiésemos irnos ahora mismo.

-Sólo tenemos que aguantar unos meses para que termines el instituto y nos iremos.

-Mh-hm. -Fue su única respuesta, ya que empezaba a adormilarse. Se acurrucó más contra el chico y cerró los ojos, relajándose con el subir y bajar de su pecho. Mikey recogió las fotos y las dejó en el suelo junto a la cama antes de acomodarse junto a ella, dejándose llevar por el sueño.

Por eso, por estar dormidos y sumidos el uno en el otro, no escucharon el follón que se armó en el piso de abajo.

El único sonido que rompía el silencio de la casa era el del televisor del salón, donde Donna y Donald dormitaban tumbados en el sillón uno junto al otro. Pasaron por alto el sonido de la sirena de policía, pensando que algo había ocurrido en algún lugar de la ciudad, como siempre, por lo que se asustaron cuando la sirena empezó a sonar cada vez más fuerte hasta llegar a su calle. Lo siguiente, fue el sonido de golpes en la puerta de entrada.

Donna se levantó de un salto, muerta de miedo. Donald hizo lo mismo, intentando tranquilizarla sin resultado. Cuando los llamados se hicieron más insistentes, Donald por fin fue hasta la puerta y la abrió, encontrándose al otro lado con varios policías y las luces del coche patrulla iluminando la calle.

-Buenas noche. ¿Qué ocurre, agentes?

-Venimos en busca de Michael James Way.

-¿Michael? ¿Qué ha ocurrido? -Medio gritó Donna desde detrás de su marido.

-Tenemos una orden judicial y nos han encargado encontrarle y llevarle a comisaría. -Sin explicar más, hizo un gesto de cabeza a sus compañeros y entró en la casa, quitando a Donna y Donald del camino sin mucho cuidado seguido por los otros. Revisaron la planta baja sin encontrar a nadie y subieron las escaleras hacia las habitaciones. La primera puerta era un baño y al lado estaba el cuarto de Donna y Donald. La siguiente era el antiguo cuarto de Gerard, actualmente de Elena, el cual estaba vacío.

Los señores Way se preocuparon al ver que la menor de sus hijos no estaba en su habitación como debería, pero lo dejó pasar un momento cuando vio al oficial encaminarse a la última habitación. No permitiría que le hiciesen nada a su pequeño sin darle una muy buena razón, menos aún llevársele a comisaría porque sí. Por ello, se interpuso entre el policía y la puerta impidiéndole el paso.

-Apártese, señora. No lo haga más difícil.

-No pienso dejarle entrar hasta que no me diga qué ocurre.

-Donna... -Intentó hablar su marido, pero la mujer se negó.

-No pueden venir a las 11 de la noche y entrar en mi casa como si nada, diciendo que van a llevarse a mi pequeño a la cárcel y pretender que yo me quede tan tranquila mirando.

-Su hijo está acusado de abusar de una menor de edad. Más específicamente, de su hermana pequeña.

-¿Que mi hijo qué? No, está usted equivocado. ¡Eso es imposible!

-Nuestro hijo nunca haría una cosa así. Él es un buen chico. -Intervino Donald de nuevo. Sin embargo el policía no había ido allí a escuchar excusas de la familia.

-Señora, apártese o la llevaré a usted también a comisaría. -Con otro gesto de cabeza, dos de sus compañeros se acercaron a Donna y, cogiéndola cada uno de un brazo, la quitaron del medio.

El policía que parecía estar al mando se acercó a la puerta de nuevo y, sin más, abrió.

-¿Lo ve señora? Tiene a un puto pervertido abusador de menores como hijo. ¡Michael Way! -Gritó. Ese fue el momento en el que tanto el nombrado como Elena se despertaron sobresaltados, descubriendo con pánico que la habitación estaba llena de gente y ellos estaban desnudos, en la cama, y son marcas que delataban lo que habían hecho un rato antes- Queda usted detenido por abuso de menores. Se viene con nosotros a comisaría.

-P-pero , ¿qué... -Mikey estaba totalmente en blanco. No sabía que hacer o qué decir, sólo escuchaba una y otra vez en su cabeza "por abuso de menores".

-¡No, no! ¡Mikey! -Elena gritaba aterrada de que se llevasen a su pareja a prisión o cualquier otro sitio. El chico estaba en estado de shock y ni se movía. Los gritos de sus padres retumbaban en sus oídos junto a las acusaciones del policía.

Viendo que el joven no se movía, los dos policías de antes fueron hacia él y le sacaron de la cama. En un momento de razón, Mikey recordó que estaba desnudo y cogió la ropa que antes había tirado al suelo para ponérsela a toda prisa.

En cuestión de segundos, los policías habían puesto las esposas alrededor de sus muñecas y le sacaban de la casa mientras le leían sus derechos. Elena corrían tras ellos gritando y los dos mayores no sabían que hacer. Donna lloraba y Donald discutía con el agente.

Pero nada sirvió para cambiar las cosas. Mikey terminó en el interior del coche de policía, con la mirada fija en el infinito del asiento delantero, rumbo a la comisaría y, probablemente, a la cárcel.

Las siguientes horas fueron de desesperación total.

Donald y Donna acribillaron a preguntas a una derrumbada Elena que apenas podía hilar dos palabras debido al llanto. Llamaron a Gerard y Frank para informarles y que ayudasen en lo posible y contactaron con el mejor abogado que conocían y podían permitirse.

El abogado en seguida fue a la comisaría donde Mikey estaba retenido a informarse de todo lo que pudiese. Descubrió que Mikey había sido denunciado por Alicia y que sería el padre de ésta el juez encargado de llevar a cabo el juicio, lo cual complicaría las cosas, pues todos sabían la extraña obsesión de la joven con el menor de los Way.

Fue gracias a Alicia y su padre, que el juicio contra Mikey se hizo enseguida, cosa que nunca ocurría. Esa misma mañana, cuando el joven llevaba unas pocas horas en el calabozo de la comisaría, un policía le sacó entre insultos y algún que otro golpe, le puso las esposas y le metió en un coche patrulla donde iba otro policía más para llevarle al juicio.

-Michael James Way. Se le acusa de pedofilia por obligar a una joven de 16 años a mantener una relación con usted. -Inició el juez. El abogado defensor se levantó de su asiento.

-¡Protesto! La relación era de mutuo acuerdo. Tanto el señor Way como la joven Elena eran plenamente consciente de lo que estaban pasando.

-Rechazada. Aguarde su turno. -Rechazó el juez- En primer lugar hablará la acusación. -El abogado de la acusación se puso en pie.

-Gracias, señoría. Vengo en representación de El Defensor del Menor para asegurarme de que metan en prisión a Michael James Way por abusar física y mentalmente de la joven llamada Elena Way, que, además de ser menor de edad, es también su hermana. Hemos obtenido las pruebas que confirmas que hubo relaciones sexuales entre el acusado y la chica. -Se acercó al jurado y les entregó unos papeles.

Y es que, a lo largo de esas horas, la policía había regresado a la casa de los Way con una orden judicial para llevar a Elena al hospital y que le realizasen una serie de pruebas que confirmasen o negasen la existencia de relaciones sexuales entre los dos.

-Como verán, las pruebas son concluyentes. -El juez asintió con la cabeza, al igual que la mayor parte del jurado- No tengo nada más que añadir por el momento. -Le dirigió una mirada de asco a Mikey, que miraba fijamente la mesa frente a él, ausente. De fondo se escuchaban los sollozos de su madre y los susurros de su hermano y Frank.

-Es su turno, defensa.

-Bien. Como he dicho antes, ambos jóvenes iniciaron una relación amorosa de mutuo acuerdo, ninguno de los dos estaba obligado como bien ha declarado Elena Way. Es cierto que podían haber hecho las cosas de otra forma, pero de ahí a acusar a mi cliente de abuso a una menor hay un gran paso. En las pruebas médicas realizadas a la joven no se aprecian marcas ni signos que nos lleven a pensar que ha sido obligada a realizar determinadas acciones. -Añadió señalando los documentos que aún ojeaban algunas personas del jurado.

-Protesto, señoría. Una chica de 16 años no sabe los peligros de una relación con alguien tan mayor. Ese chico de ahí le habrá hecho ver cosas que no son y la habrá mantenido engañada por quien sabe cuánto tiempo, aprovechándose sexualmente de ella cuando necesitaba satisfacerse. Si Michael Way hubiese conocido a una mujer de su edad, habría dejado tirada a esta joven con daños psíquicos irreversibles, los cuales probablemente ya tenga. Por eso, por pedofilia y abusos reiterados a lo largo del tiempo y con el agravante de ser parte de la misma familia, pedimos para el acusado Cadena Perpetua.





Continuará...