jueves, 6 de septiembre de 2012

Frankie Clown

Queríais que volviese al Frerard; aquí tenéis. 




DINNNG - DONNNG 



El timbre de la casa sonó y los más de 15 niños que había dentro se volvieron como locos, corriendo hasta la entrada sin hacer caso a los adultos que les vigilaban y les pedían un poco de cuidado. 

-¡Hola, holaaaa! -Gritó la persona al otro lado de la puerta con una voz divertida. Se trataba de un joven payaso con una peluca azul rizada, la cara blanca, la boca repintada de rojo y una nariz redonda roja también. Además, llevaba un traje de rayas y círculos con colores llamativos y unos zapatos 3 veces más grandes de lo normal. 

Los niños gritaron emocionados al verle. 

-Me han dicho que hoy es el cumpleaños de alguien, ¿sabeis vosotros de quien es? 

Todos los chavales gritaron a coro "¡De Mikey! ¡De Mikey!" 

-¡Aquí! ¡Yo soy Mikey! Mikey Way. -Gritó uno de los niños, un chico de gafas y pelo castaño, muy delgado y más alto que el resto. 

-Ohhh, ¡Felicidades, MikeyWay! Tengo un regalo para ti. 

Se sacó un pañuelo del bolsillo de la chaqueta y lo extendió frente a los chicos, mostrándoles que no escondía nada en él. Puso el pañuelo alrededor de su puño izquierdo y sopló sobre él. A continuación levantó la tela y apareció un perrito de peluche del tamaño de la palma de la mano del payaso. 

Tanto niños como adultos aplaudieron sorprendidos. 

-¡Ah! ¿Es para mi? -Preguntó Mikey con los ojos brillantes. El payaso asintió con una gran sonrisa- Me encantas los perros, ¡gracias! 

-Muy bien niños, todos para dentro. Ahora el payaso Frankie os hará algunos trucos más. 

Todos volvieron a correr, esta vez hacia el salón, donde la mamá de Mikey había preparado una larga mesa llena de comida, refrescos y zumos. 

Se sentaron en el suelo, dejando un espacio frente a ellos para que el payaso hiciese su número. 

-¡Muy bien niños!-Llamó su atención con esa voz gangosa y graciosa- Para el siguiente número, necesitaré vuestra ayuda. 

Los mas jóvenes veían con entusiasmo todo lo que el payaso mágico hacía, la mayoría de ellos con la boca abierta y deseando ser payasos de mayores, mientras los mayores observaban desde lejos y reían ante las caras de asombro de los chavales. Todos, excepto un moreno con cara de fastidio que estaba en la esquina más alejada, compartiendo su enfado con sus colegas mediante el móvil. 

-Gee, cariño, ¿por qué no te acercas y ves la actuación? Este chico es muy bueno, se ha ganado a todos. Además es muy divertido. 

-Oh, si. Se ha sacado un pañuelo de la manga. WOW. -Le respondió con sarcasmo a su madre. 

-Al menos podías disimular por tu hermano y fingir que te lo pasas bien. -Gerard levantó la mirada por primera vez de su movil. 

-Es por su culpa que estoy aqui cuando podría estar tirándome a algún tipo en el baño de algún bar donde habría ido con mis colegas. 

-¡Gerard! Te recuerdo que no estás hablando con uno de tus amigotes y esa no es forma de hablarle a tu madre. -La vena hinchada en la frente de Donna hizo saber a Gerard que se callaba o nada bueno pasaría. Y no quería que Donna le cortase las pelotas por malhablado, gracias- Ahora mismo vas a darme el movil, vas a sentarte junto a los niños y vas a sonreir como si de verdad te lo estuvieses pasando bien. 

-Pero...

-Sin peros, Gerard. Si no quieres quedarte sin coche, más te vale que hagas lo que te he dicho. Ah, y si Frank quiere o necesita algo, serás el encargado de ayudarle. 

Gerard se guardó para él la respuesta poco educada que tenía en la punta de la lengua, le dio el móvil a Donna, que ya tenía la mano extendida, y se fue a sentar donde los niños se divertían con el payaso, que en ese momento regalaba globos con formas de animales. 

-Ey, moreno ¿tú también quieres un globito? -Le preguntó el payaso a Gerard con voz sensual cuando los niños se alejaron para jugar con sus "mascotas". 

-Yo no uso ese tipo de globitos precisamente. -Respondió secamente. 

Frank rió por lo bajo y Gerard no pudo evitar mirarle de reojo, pero en seguida volvió a ignorarle. 

-Vaya, vaya, moreno. No eres muy simpático, ¿no? -Se fue acercando poco a poco hasta quedar frente a él- Mira, si hueles esta flor, tu carácter mejorará. Está comprobado. 

-¿Qué mierda dices? Yo no quiero cambiar mi... -Justo entonces se giró hacia el payaso, que estaba de pie a unos centrímetros de él acercándole a la cara una flor de plástico que llevaba a modo de anillo gigante y no pudo terminar la frase, pues un chorro de agua impactó en su cara, mojándole hasta el flequillo. 

Frank se desternilló de risa al igual que un par de niños que lo habían visto. Gerard pasó de la sorpresa a la furia en menos de un segundo. Se puso en pie enfrentando al payaso. Era por lo menos una cabeza más alto que él. 

-¡¿Qué cojones haces, imbécil?!- Le gritó, echando chispas por los ojos. Le agarró de la camisa y le hizo ponerse de puntillas, pero ni por esas dejó de sonreír. 

-Vaya, creo que contigo no hace efecto. Ese mal humor es permanente. 

-¡Te mato, cabrón! -Dijo, zarandeándole con violencia. 

-¡GERARD!

Donna había entrado en el salón justo a tiempo de ver a su hijo mayor a punto de golpear al payaso. Varios niños chillaban a punto de llorar por los gritos y la escena que veían. 

-Suéltale ahora mismo y lárgate de mi vista. Te has quedado sin coche. -No elevó la voz en ningún momento, y eso era peor que cuando gritaba. 

Gerard apoyó al payaso de nuevo en el suelo pero no le soltó. 

-Espero no volver a verte, enano de mierda, porque te estamparé con la pared. -Susurró con veneno en la voz. 

-La próxima vez que me veas, lo único que querrás hacer será follar conmigo. -Respondió el más bajo con seguridad y chulería. 

-¿Pero qué te has creido? Solo eres un puto payaso de mierda. Nunca me fijaría en ti. 

-¡Gerard! -Volvio a llamarle Donna. Soltó a Frank y se dio media vuelta para largarse. Antes de irse le escuchó. 

-No apuestes sobre lo que no puedes ganar. 

*

"Maldito payaso y la madre que lo parió" pensaba Gerard. Donna le había echado de la fiesta de cumpleaños y no solo de la fiesta, sino de la casa. Eso sí, no sin antes hacerle disculparse con su hermano Mikey por 'estropearle su cumpleaños'. 

Y ahora estaba sentado en la acera frente a su casa, de espaldas a ésta, donde llevaba ya hora y media fumando por hacer algo y esperando a que la maldita fiesta terminase y los críos (payaso incluido) se largasen a su casa para que él pudiese irse a su habitación. 

En cualquier otra ocasión hubiese estado feliz porque su madre le echase de casa, pues así podría largarse con sus colegas. Pero sin coche y viviendo en el culo del mundo, era imposible. 

Así que allí estaba, fumando su sexto cigarrillo y maldiciendo al payaso una y otra vez. Se le acababan los insultos y volvía a empezar. 

De repente, padres fueron llegando en busca de sus hijos y los niños empezaron a irse, pero ni rastro del payaso. Cuando creyó que todos se habían ido, apagó el último cigarro (tendría que comprar una cajetilla nueva al día siguiente), se palmeó el pantalón para limpiarse y se giró para encaminarse a casa por fin. Pero al hacerlo casi choca contra un chico. 

Gerard fue a recriminarle por ponerse en su camino, pero solo fue capaz de boquear, pues las palabras se quedaron en su garganta. Se quedó embobado, mirando al chico como un tonto. 

Pero es que frente a él estaba el tío de sus sueños (Sí, a veces era todo un cursi, pero no hacía falta que nadie lo supiese). 

Era un chico más bajo que él, de pelo castaño oscuro, corto y con el flequillo cayéndole hacia un lado. Llevaba unos pantalones negros super ajustados un poco caídos, dejando ver parte de sus calzoncillos verdes En la parte superior llevaba una camiseta blanca y encima una camisa de cuadros negros y azules, arremangada hasta los codos. Por eso Gerard pudo ver la gran cantidad de tatuajes que adornaban sus brazos. También en su cuello tenía alguno, ademas de un piercing en el labio. 

El chico le miraba divertido, esperando que Gerard dejase de babear y dijese algo, pero como parecía que no reaccionaba, habló él. 

-¿Te gusta lo que ves? 

-¿Qué? Oh, lo siento. Es que... Joder, ya ves que si me gusta. -Jadeó, haciéndole reír- Soy Gerard. 

-Encantado, Gee. -Le dijo con confianza, como si se conociesen de toda la vida. Una parte específica del cuerpo de Gerard se mostró muy interesada cuando esa voz ronca pronunció su nombre- Yo soy... Anthony. 

-Oye, me puedes mandar a la mierda porque nos acabamos de conocer y tal, pero, si no estás ocupado, podríamos, no sé, ¿tomar algo?. 

-Bueno, ahora mismo tengo planes...

-Oh...

-Pero podrías venirte, si quieres. Tengo ensayo con mi banda asi que podrías venir a vernos y luego tomamos algo.

-Eso suena bien. -Aceptó sonriente. Anthony cogio una pesada mochila que había junto a él y le guió hasta su coche- ¿Y qué tocas? 

-Lo que quieras que te toque. -Gerard rió nervioso. Se sentía como un puto adolescente en su primera cita. 

-Me refería a qué tocas en la banda. De instrumento y eso. 

-Ah, pues la guitarra. Y también canto, aunque eso no se me da del todo bien. -Rió. 

-Joder, me muero por escucharte cantar. Si tu voz cantando es la mitad de sexy que al hablar, harás que me corra. -Los dos se echaron a reír, consiguiendo que el camino se hiciese más corto entre broma y broma, flirteo y flirteo. 

*

-Ahh, joder. Me encantas, Anthony. 

Una vez terminado el ensayo, los chicos de la banda invitaron a Gerard a unas cervezas y unos 'cigarrillos mágicos', como ellos los llamaron. Después de eso, cada uno se fue a su casa y, ante la indecisión de Gerard sobre si entrarle a Anthony o no, éste se ofreció para llevarle de regreso. 

Pero cuando ya estaban frente a la casa y Gerard se disponía a salir del coche abochornado por no haber sido capaz de lanzarse (cosa que nunca había sido problema para él, pero Anthony era diferente, era la encarnación de todos sus deseos), el más bajo le sujetó del brazo, le hizo sentarse de nuevo, y reptó como una serpiente hasta sentarse en su regazo y comerle la boca con ansias. Todo en décimas de segundos. 

Gerard no pudo creer su suerte y, sujetándose de su culo como si la vida le fuera en ello, respondió al beso. 

-¿Te gusto, Gee? 

-No sabes cuánto. -Murmuró contra su cuello entre beso y lametón. 

-¿Crees que soy atractivo? -Siguió preguntando con voz entrecortada. 

-Eres sexy. -Mordisco- Nunca he conocido a nadie más sexy que tú. -Metió las manos bajo su camiseta y Anthony enredó los dedos en su pelo, tirando de él hacia atrás para inclinarse y chupar su garganta con gula. 

-¿Te gustaría follar conmigo? -Gerard se apartó antes de responder para poder mirarle a los ojos, dejándole ver el deseo en estos. Además, quitó una de las manos que el chico tenía en su pelo y la llevó a su entrepierna para que notase lo duro que estaba.

-Anthony, estoy más cachondo que en toda mi puta vida y sólo me has besado. Por supuesto que quiero follar. 

-Dímelo. -Susurró con la voz tomada- Dime que me deseas, que estás loco por mi y que quieres follarme aqui y ahora. 

-Te deseo. -Beso- Estoy loco por ti. -Beso- Y quiero follarte aqui y ahora. 

Gerard se acercó de nuevo a su boca buscando el beso que iniciase todo lo demás. Sin embargo, Anthony le puso una mano en el pecho y le alejó. 

-¿Pero qué... 

-Ya he demostrado lo que quería, así que puedes irte. 

-¿Perdona? -Gerard no entendía nada de lo que estaba pasando, solo sabía que tenía el calentón de su vida y Anthony se estaba moviendo hacia su asiento dispuesto a dejarle con una barra de hierro entre las piernas. 

-Te dije que la próxima vez que me vieses querrías follar. Tú dijiste que no y ahora acabo de demostrarte que yo tenía razón. 

-Espera, espera, espera... ¿QUÉ? No entiendo nada. -La situación cada vez era más rara- ¿Eres Frank, el estúpido payaso por cuya culpa me han echado de mi casa? 

-¡Tachán! -El chico se puso la nariz roja del disfraz de payaso sonriendo con prepotencia, confirmando su pregunta. 

-¡Eres un cabronazo hijo de puta! -Frank amplió su sonrisa todo lo que pudo, de forma graciosa- Vete a la mierda. 

Abrió la puerta del coche echando humo por las orejas debido al cabreo que llevaba. 

-Ey, Gee. -Remarcó el nombre con falsa ternura- Cuando te aceptes a ti mismo lo que sientes por este payaso y mejores tu humor, llámame. -Alargó el brazo y le metió una tarjeta en el bolsillo trasero del pantalón mientras salía. 

-Que te den. -Fue la despedida del moreno. Frank movió la cabeza y rió cuando Gerard cerró la puerta de un portazo. 


Habían pasado 4 días desde esa horrible tarde en la que conoció al payaso y aún seguía cabreado con él. No, cabreado era poco comparado con lo que sentía realmente. Como se le encontrase en algún lugar se le cargaba. 

¿Quien se creía ese gilipollas para tomarle el pelo a él? ¿Quién se había pensado que era para dejarle con ese calentón por una simple apuesta en la que ni siquiera había aceptado participar? 

Porque lo cierto era que Gerard no sabía la razón real por la cual estaba tan enfadado con Frank, si por reírse de él o por dejarle a medias con las ganas que le tenía. 

De acuerdo, sí lo sabía, era por lo segundo. La verdad es que no se había portado muy bien con Frank cuando estuvo trabajando en la fiesta de su hermano. Vale, se había portado como un jodido borde aún a pesar de que Frank siempre fue de buenas. Pero es que estaba harto de tanto crío y lo tenía que pagar con alguien. 

Pero que se lo aceptase a sí mismo no quería decir que se lo fuese a admitir a Frank. Nunca. Já. 

Su discurso mental se fue por el deshague cuando se descubrió cogiendo el móvil y marcando ese número que ya se sabía de memoria de tantas veces que había meditado sobre si llamar o no. 

-¿Diga? -La voz de Frank al otro lado del teléfono le pilló de improviso. Se había dejado llevar por un impulso y no sabía ni lo que iba a decirle- ¿Quién llama?-Gerard seguía en silencio pero Frank le escuchaba respirar- Gerard, ¿eres tú? Te escucho respirar. Habla. 

-Soy yo. -Fue todo lo que pudo decir. 

-¿A qué debo tu llamada? ¿Acaso has reflexionado? 

-Sí. -Frank esperó que añadiese algo, pero no dijo más. 

-¿Y...? Gerard, no puedo ni me apetece sacarte las palabras con sacacorchos así que si no tienes nada que decirme, voy a colgar. 

-No, no. Espera. Sí tengo algo que decirte. -Se quedó en silencio unos segundos, respirando profundamemte. Frank mentiría si dijese que no se estaba mordiendo los labios con nerviosismo- Eres un capullo integral y todo eso. Bueno, ya te llamé de todo el otro día, así que no lo repetiré. Pero a pesar de todo me gustas, como nunca me había gustado nadie y lo siento porque el otro día me porté como un idiota contigo y...

-Gee. Gee, vale. -Le interrumpió al escucharle hablar cada vez más y más rápido- Está bien, Gee, no tienes que disculparte. Tu también me gustas. -Pudo escuchar un suspiro de alivio al otro lado del telefono por lo que rió por lo bajo- ¿No estás enfadado por lo de la otra noche? 

-¿Te refieres a dejarme con el calentón del siglo? Claro que estoy enfadado. Tendrás que hacer algo para que te perdone. 

-Mm.. se me ocurre algo con lo que seguro que me gano tu perdón. ¿Te apetece venir a mi casa? 

-Solo si me recibes con tu nariz de payaso. 




FIN