domingo, 29 de mayo de 2011

"Desconocido" Cap. 1


NOTA: "Frerard" entre comillas porque Gerard y Frank son los protagonistas de la historia pero no son pareja. Ya sabreis al final el por qué de todo ;)


CAPITULO 1


Gerard y Frank son amigos desde que se conocieron en el instituto, hace ya 7 años.
Los dos eran muy parecidos con respecto a sus gustos y por eso se llevaron bien desde la primera vez que hablaron, llegando a mantener su amistad incluso por encima de todos los problemas que habían tenido.
A los dos les gustaba la misma música y compartían su pasión por los mismos grupos. Veían las mismas películas, leían los mismos libros, incluso tenían los mismos gustos sexuales: los dos eran bisexuales reconocidos.
Gerard no había tenido nunca ninguna pareja seria, al menos no una que le durase más de una semana. Y Frank sí que había tenido una. Estuvo 3 años saliendo con una chica, pero hacía casi un año que lo habían dejado, así que él decidió que se dedicaría a vivir la vida, no iba a buscar nada serio por un tiempo. Y no le costaría, porque era muy atractivo a los ojos de todos, lo mismo que le pasaba a Gerard. Nunca les costó conseguir conquistas, siempre que salían terminaban teniendo sexo con alguien.
Pero Gerard se sentía vacío, esas aventuras no le llenaban. Siempre pensaba en la misma persona cuando se cogía a alguien... Incluso cuando se calentaba y solo tenía a su mano para desfogarse. Pero nunca le había dicho nada a esa persona, no se atrevía porque no sabía cómo se lo iba a tomar.
Gerard se encontraba en el sofá de su casa liberando la reciente presión del pequeño Gee cuando sonó el teléfono.
G- ¿Di-diga?
X- Gerard, ¿qué estas haciendo? - Frank pegó una risotada al otro lado del teléfono.
G- Cállate enano... ¿qué qu-quieres?
F- ¡Oye, deja de hacer eso mientras hablas conmigo! - Se quejó, aún riendo.
G- Un momento, n-no cuelgues.
Gerard dejó el teléfono a un lado, siguió con lo que estaba haciendo y terminó con un gemido que escuchó Frank desde el teléfono. Volvió a coger el aparato, ya calmado.
G- Ya está.
F- ¡Sexo por teléfono! Gee, no veas como me has puesto... -Volvió a reír, pero la verdad es que lo decía en serio. Luego tendría que solucionar su problemita.
G- ¿Qué quieres Frank?
F- Espero que te hayas lavado las manos.- Ignoró la pregunta del otro.
G- ¡Frank! Si no me dices que quieres, colgaré el teléfono. Y deja de reírte de una maldita vez.
F- Ay Gerard, que mal carácter. -Más risas- Llamaba para invitarte a una fiesta en casa de Jared.
G- Jared...- Gruñó.
F- ¿Qué te pasa con él? Oh... Te da celos que intente ligar conmigo. -Bromeó- Sabes que soy solo tuyo, Gee. - Dijo con voz sensual.
G- Sí Frank... -Rodó los ojos- No sé qué te pasa hoy, creo que necesitas echar un polvo.
F- ¡Por eso quiero ir a la fiesta! ¿Vendrás, Gerard?
G- Sí, por qué no... Hace mucho que no salgo.
F- ¡Genial! Ya sabes donde es. A las 10 nos vemos en la puerta.
G- Okay Frank, luego nos vemos.
Colgaron. Frank fue a bajar el bulto de su pantalón al baño y aprovechó para ducharse y comenzar a prepararse, y Gerard lavó sus manos y se tumbó en el sofá a ver la televisión. Aún era pronto.

*En la fiesta*

X- ¡Ey Frankie! ¡Me alegro de que hayas venido! -Jared corrió hasta él, pasando por el lado de Gerard sin mirarle y besó a Frank en los labios de forma superficial. Siempre le saludaba así- Ah, hola Gerard. -Sonrió y volvió a girarse hacia Frank.
Frank de verdad quería follar esa noche, así que no se anduvo con tonterías. Sabía que Jared estaría dispuesto a todo con él, como tantas otras veces, por lo que le besó, sujetándole el trasero para acercarlo más. Jared captó el mensaje y lo llevó hasta su habitación.
Gerard rodó los ojos, cogió una cerveza de un cubo con hielo que había por allí y se adentró en la fiesta en busca de una nueva "víctima". Si Frank follaba esa noche, él no se iba a quedar esperándole sin hacer nada.
Se cruzó con varias personas con las que ya había estado, saludó a un par de amigos, Ray y Matt, y vio a una chica a la que no conocía. Pronto iba a tener que repetir con alguien, se le estaba acabando dónde elegir.
Se acercó a la desconocida y empezó a hablar con ella. De un momento a otro estaban en el baño, ella sentada en el lavamanos con el vestido casi por el cuello y sin ropa interior y el con los pantalones y el boxer por los tobillos, entrando y saliendo de ella.
Cuando terminaron se acomodaron la ropa y salieron al pasillo.
F- ¡Ehhh! ¿Quién es esa hermosura?
G- ¿Qué pasa Frank, has terminado de joder con Jared? ¿Quién ha partido a quién esta vez? - Preguntó sarcástico. Gerard siempre era así con todo el mundo.
F- ¿Estás celoso otra vez, Gee? -Dijo mirando a los ojos a Gerard- No seas así, tú también te has divertido por lo que veo. -Le regaló una sonrisa llena de picardía a Gerard y señaló a la chica que había estado con él, que ya se había ido.
G- Enano, ¿por qué iba a estar celoso de tí? Ja, ja, ja. Ya hice todo lo que venía a hacer, así que me voy a casa.
F- Okay Gerard, yo me quedaré un rato más.
Se despidieron y Gerard volvió a su casa, pensando en su última aventura en el baño.
Otra vez le había vuelto a pasar. Mientras disfrutaba con ella, él pensaba en la otra persona.
G- ¡Agg! Esto es desesperante, tengo que hacer algo... -Dijo para sí mismo cuando entró en su casa y cerró de un portazo.
Y de repente se le ocurrió una idea.

*En la fiesta*

Frank estaba bebiendo y charlando con unos amigos, los mismos a los que había saludado antes Gerard.
Siempre se llevó muy bien también con Ray y con Matt, aunque no tanto como con Gerard, pero eran grandes amigos. Pasaban mucho tiempo juntos y se contaban todo lo que les ocurría.
Mientras hablaba con ellos, Frank notó unas manos sobre su cintura. Se giró y quedó frente a frente con Jared, quien intentó besarle, pero Frank se soltó y le separó bruscamente de él.
F- ¿Qué crees que haces?
J- Venga Frankie, tú sabes que entre tú y yo hay algo especial...
F- Jared, ¡no me vengas con esas otra vez! ¡Entre nosotros solo hay sexo! Yo no quiero nada más contigo. Creí que la última vez te había quedado claro...

*Flash back*

Frank se encontraba en la calle hablando con un chico con el que pretendía ligar cuando Jared apareció, le besó y le dijo al otro que era su novio, jodiéndole el plan, ya que le ahuyentó. Frank empujó a Jared y le dijo que nunca serían pareja, para terminar dándole un puñetazo y largándose de allí, dejando a Jared sangrando por la nariz.
*Fin del flash back*

J- Frank, pero nosotros...Yo... -Jared intentaba explicarse pero no decía nada coherente.
F- No Jared, nosotros nada. NUNCA habrá nada entre nosotros. Sólo te utilizo cuando estoy caliente, hazte a la idea. -Frank sonreía, viendo como los ojos del otro se llenaban de lágrimas. Era un cabrón y él mismo lo sabía.
Jared estaba dolido. Deseaba que Frank saliese con él como novios, pero él solo le hacía daño y encima se reía.
Sin pensarlo dos veces levantó su puño y lo incrustó en el ojo de Frank, que cayó al suelo, y se fue.
Frank maldijo a Jared a gritos, se levantó con ayuda de sus dos amigos, que lo habían visto todo y estaban alucinando, y se fue de aquella fiesta.
Fue caminando hasta su casa, tomándose su tiempo. Quería despejarse. Cuando llegó no tenía sueño, así que encendió el ordenador y miró su correo. Tenía varios mensajes, incluido uno de Jared en el que le pedía perdón, pero lo borró sin leerlo entero. Borró otros cuantos que eran basura y llegó a uno que llamó su atención. No reconocía la dirección pero era alguien que decía conocerle, y que si quería saber quién era le contestase.
Pensó que podía ser una treta de Jared pero lo descartó, pues no le creía tan listo como para hacer algo así.
Así que solo por curiosidad le respondió.
Comenzaron a hablar mediante mensajes. Por alguna razón, Frank confiaba en que la otra persona era de fiar, así que le contaba cualquier cosa, se sinceraba con él. Y era verdad que el chico misterioso le conocía, pues sabía cómo era Frank, tanto física como personalmente, y sabía que había decidido no tener nada serio con nadie por un largo tiempo.

martes, 24 de mayo de 2011

Haz el amor... Y jode a tus vecinos.

De nuevo, los vecinos aporreaban la puerta de Michael y Alicia, pero ellos estaban muy ocupados como para abrirla.
Sus gemidos y gritos de placer se escuchaban desde cualquier apartamento de cualquier piso del edificio en el que vivían... Otra vez.
Tras un último movimiento y dos gritos con voz ronca, todo quedó en silencio, excepto por los golpes de las personas que estaban en el pasillo.
De repente, la puerta del apartamento se abrió, dejando ver a Michael en el interior de la casa, únicamente con una toalla atada a la cintura.
Era un chico alto, de pelo castaño, aunque con un mechón rubio más largo que le caía sobre los ojos, unos ojos de color miel. Su cuerpo era delgado aunque con músculos donde debía tenerlos.
Los que momentos antes habían golpeado la puerta se quedaron en silencio, y es que en verdad el joven Mikey imponía, tanto a mujeres como a hombres. Él lo sabía y se aprovechaba de ello.
-¿Qué? - Preguntó Michael.
-Esto.. sí. Queremos informarles de que estamos artos del jaleo que usted y su pareja montan todos los días. En este edificio viven niños y no tiene por qué escucharlos... - Comenzó a explicar un vecino.
-Miren, esta es mi casa y podemos hacer lo que nos de la maldita gana. Chillar y gemir como perros si queremos. - Le interrumpió Michael, mirándolos con superioridad.
-En su casa tal vez puedan hacerlo, pero les hemos descubierto en varias ocasiones en zonas públicas del edificio. - Comentó otro vecino.
-Mm, sí, lo recuerdo. - Dijo Michael, sonriendo y mordiéndose el labio.
*Flash back*
Michael aparcó el coche en la puerta del edificio y se giró para besar a Alicia. Comenzó siendo un beso tierno y dulce, pero de un momento a otro se tornó profundo y desesperado.
Era algo que les pasaba siempre. Los dos se calentaban solo con mirar al otro.
-No creo que pueda aguantar hasta que lleguemos a casa cariño. - Dijo Michael sobre el cuello de Alicia.
-¿Y si hacemos algo? - Sonrió ella con picardía - Hay un cuartito cerca de la entrada donde los vecinos hacen las juntas. Tiene un sillón que parece bastante cómodo... - Le mordió el labio a Michael.
Él sonrió, la besó una vez más y salieron del coche. Se adentraron en el edificio y fueron hasta la sala que decía Alicia, vigilando que no les viese ningún vecino. Forzaron la entrada y pasaron, besándose como locos.
Caminaron por la habitación hasta que chocaron con una mesa. Michael cogió a Alicia por las caderas y la sentó en la mesa. Comenzó a pasar su lengua por su cuello, llegando hasta el lóbulo de su oreja y dándole un pequeño mordisco, haciendo que ella suspirase en el oído de él.
Alicia metió las manos bajo la camiseta de Michael y le acarició el pecho y el vientre. La subió y se la quitó, dejando al aire nueva piel que besar.
Él la imitó y le sacó a su novia la camiseta y después el sujetador. Volvieron a besarse, mientras sus pechos se rozaban.
Alicia paseó sus manos por la espalda de él, para terminar poniéndolas en su culo y juntarlo más a ella, notando el roce de la entrepierna de él, los que les obligó a gritar a ambos.
Alicia movió sus manos hasta llevarlas al cierre del pantalón de Michael y lo abrió, bajándole el pantalón mientras hacía caricias alrededor de su ombligo. Bajó su mano y acarició el duro miembro de su novio por encima de la tela, que estaba mojada por el liquido preseminal. Siguió acariciándolo robando altos gemidos roncos de la garganta de Michael.
Éste ya no aguantaba más, la levantó de la mesa y le sacó la ropa que le quedaba, sacando un condón de uno de sus bolsillos.
Cuando ya estaba todo listo, recostó a Alicia sobre la mesa y se subió encima, abriendo las piernas de ella y acomodándose en medio.
Le dio un beso corto en los labios y se adentró en ella, haciéndola jadear como una loca. Entraba y salía, cada vez más rápido y más fuerte.
Después de un rato, cuando los dos estaban con la cara deformada por el placer y estaban a punto de llegar al orgasmo, oyeron que la puerta se abría.
-Ustedes, ¡váyanse de aquí! - Gritó un enfurecido vecino.
-Joderr - Jadeaba Michael - ¡Déjennos en paz! Ahhh..
Michael seguía moviéndose desesperadamente dentro de Alicia.
-¡Les hemos dicho que paren! ¡Esto es una zona pública!
-Oh ¡maldita sea! Ahora mismo no vamos a nin-ningún sitio. O se unen o se van de aquí. Mmmm...
Los gritos y gemidos cada vez se hacían más fuertes, quizás por el hecho de estar siendo observados, que lo hacía más excitante para los amantes. Michael giró su cara hacia ellos y les regaló una sonrisa perversa, lo cual fue el último incentivo para que se fuesen de allí. Le hizo gracia ver que dos de los hombres que les habían interrumpido se iban tocando la entrepierna.
Por fin sintieron llegar el éxtasis y se desplomaron sobre la mesa agotados.
-Eso ha sido increíble cielo. - Susurró Michael con la poca voz que le quedaba.
-No sabía que hacerlo en sitios públicos iba a ser tan excitante. Deberíamos repetir - Sonrió con un brillo de lujuria en su mirada.
Después se vistieron y subieron a su apartamento, con la suerte de que no se encontraron con nadie por el camino.
*Fin del flash back*
-¿Nunca les ha ardido tanto la polla que no les ha dado tiempo a llegar a casa? - Siguió diciendo Michael después de volver a la realidad, sonriendo con lascivia. - Además, yo se que a alguno de ustedes le gustó lo que vio en la sala de reuniones - Miró a unos de los hombres que los había descubierto, y este miró hacia otro lado, sintiendo vergüenza.
Los vecinos miraban atónitos a Michael, sin ser capaces de decir nada, así que éste decidió terminar con la discusión.
-Creo que el problema aquí es que ustedes son unos amargados que no follan lo suficiente. Y ahora, si me disculpan, estoy cansado de tanta actividad física.
Dicho esto, se giró, cerró la puerta y se echó a reír mientras iba hasta la habitación, donde le esperaba Alicia, aún desnuda sobre la cama.
Ella era un poco más baja que su novio y tenía el pelo largo y de color negro azabache. Su piel era pálida, haciendo un gran contraste con su pelo. Y sus ojos eran negros también, tanto que en muchas ocasiones intimidaba solo con mirarte.
Michael le contó lo que había pasado.
-Qué simpáticos los vecinos... - Dijo con sarcasmo. - Se me ocurre algo que podíamos hacer para agradecerles la visita - Comentó con su voz más sugerente mientras cogía a Michael de la mano y lo echaba sobre la cama, dejándolo tumbado boca arriba.
Alicia se sentó sobre sus caderas. Los ojos de él brillaron y levantó una ceja, sabiendo a lo que se refería la chica.
Sin dejar de mirarle a los ojos, ella comenzó a balancearse sobre el miembro de él, notando cómo empezaba a crecer.
Y los gemidos de nuevo no se hicieron esperar. La verdad es que eran muy escandalosos, pero sólo porque les daba morbo saber que todos podrían escucharles.
Alicia dobló las piernas de Michael y las separó, acercando su boca a su pene para ayudarlo a despertar. Lo acarició suavemente un par de veces y dejó la mano sobre su base, mientras daba pequeños besos y pasaba su lengua por toda su extensión. Se paró en el glande, lo lamió y succionó, haciendo que el chico se desesperase, por lo que enredó su mano en el pelo de ella y empujó su cara para que se lo tragase entero. Ella gimió y sonrió, dándole una pequeña mordida, haciendo que Michael soltase un grito y pusiese sus ojos en blanco.
Michael sintió que estaba cerca de correrse, pero no quería acabar todavía, así que la tomó del rostro la acercó al suyo para besarla de la forma más apasionada que pudo, pero a la vez tierna.
Con un rápido movimiento ella quedó debajo de Michael y éste comenzó a acariciar cada milímetro del cuerpo de su novia, deteniéndose sobre sus pechos. Hizo círculos en sus pezones con su dedo índice, haciendo que se pusiesen duros, sin dejar de besar su cuello.
Ella estaba loca de placer y le rogó que la penetrara, con la voz entrecortada.
-Hazlo ya, jo-joder ¡hazlo ya!
Michael sonrió por la desesperación de su compañera, estiró su mano hasta el cajón, se preparó y sin hacerla esperar se hundió en ella hasta el fondo, haciendo que sus ojos se cerrasen, sintiendo corrientes de electricidad desde sus cabellos hasta los dedos de sus pies, algo que no cambiaba por muchas veces que lo hiciesen. Ella se mordió el labio con fuerza.
-Gime nena, sabes que me.. aah, me gusta oírte gemir fuerte. Y a los vecinos también les g-gusta. - Bromeó a su oído, echándole el aliento y haciendo que ella perdiese la razón, así que se dejó llevar e hizo lo que le pedía.
-Ahh Mike... ¡Oh sí, cariño! ¡Menéate más rápido!
Y así estuvieron largo rato. Michael entraba fuerte, gemían, salía y volvía a empujar, Alicia mordía el cuello de él, gritaban, Michael volvía a salir y Alicia doblaba su espalda para acercarse más a su novio, volvían a gemir...
Otro movimiento y Alicia se encontraba sentada sobre Michael, quien le sujetaba las caderas y le ayudaba a moverse mientras ella cabalgaba, arriba y abajo, en círculos, con sus manos sobre el pecho de él.
Un último espasmo y los dos tienen uno de los mejores orgasmos de su vida, dejándolos exhaustos.
Cuando terminaron volvieron a escuchar los golpes de los vecinos furiosos en la puerta. Rieron como niños, Mikey pasó un brazo por encima de Alicia y le dijo:
-Cariño, creo que tienes un don... - Y le dio un beso en la punta de la nariz para después quedarse dormidos.

jueves, 19 de mayo de 2011

Cómo pasa el tiempo cuando te diviertes.


-Otro whiskey doble, por favor.
Y ahí estaba yo, sentada en la barra de aquel bar del cual no recuerdo el nombre, pidiendo mi quinta copa de la noche.
Había sido un día de esos en los que todo lo malo te pasa a tí. Todo habían sido problemas: con la familia, en la universidad, en el trabajo, incluso con los amigos, porque se habían cansado del humor de perros que tuve durante todo el día y de las contestaciones que les había dado cada vez que me hablaban lo más mínimo.
Así que, lo único que quería hacer era beber, beber y beber más para caer inconsciente un rato y olvidarme de todo. Y por el momento iba camino de conseguirlo.
Mientras esperaba mi bebida, comencé a fijarme en todo lo que encontraba a mi alrededor, aunque mi visión ya estaba comenzando a nublarse.
La música que sonaba no estaba mal. Recuerdo que en algún momento escuché algo de Muse y de Kiss.
El bar era un sitio oscuro, no muy grande y estaba medio vacío. Había luces que salían del techo en colores rojos y verdes. El resto estaba en tinieblas, alumbrado sólo por unas cuantas lamparitas colgadas en las paredes de color negro. Justo detrás de mí había un par de apartados vacíos, con sillones y mesas, de esos que tienes que pagar si quieres entrar.
Mientras continuaba inspeccionando el lugar llegó el camarero con mi bebida. Me la dio y sonrió, para después decirme algo así como "¿qué haces aquí sola? salgo en media hora, si quieres te hago compañía", pero le ignoré completamente, así que se fue. Comencé a jugar con el líquido del vaso, moviéndolo mientras miraba a través de él en dirección a la puerta del bar. Y fue entonces cuando los vi...
Se abrió la puerta del local y entraron dos chicos. Creo que nadie más se dio cuenta, porque las personas que estaban allí siguieron a lo suyo.
Bajé el vaso para poder ver con claridad (o al menos ver un poco mejor) y me giré rápidamente cuando me di cuenta de que se acercaban a la barra en la que yo estaba.
Se pararon cerca de mi y pidieron algo de beber, mientras hablaban y reían estrepitosamente. Me llamó la atención la risa de uno de ellos, pues era como la risa de un niño pequeño, pero no puede distinguir de cuál de los dos era.
Uno de ellos era más o menos de mi estatura, unos centímetros mayor, una altura bastante pequeña para un chico. Tenía el pelo corto y negro, con un mechón más largo en forma de flequillo hacia el lado derecho de su rostro y llevaba un jean casi negro, muy ajustado y con algunos rotos, una camiseta roja y una sudadera negra con capucha.
El otro chico, el más alto, tenía el pelo de color rojo intenso, tan rojo que incluso que veía en esa oscuridad, y le cubría las orejas. Llevaba un pantalón negro, una camiseta gris oscuro y una chaqueta de cuero también negra.
Los dos parecían miembros de un grupo de rock.
Cuando por fin conseguí quitar la vista de ellos dos, decidí que había llegado el momento de volver a casa, porque en verdad estaba muy mareada después de beber tanto y tan rápido. Pero no había pensado en que en algún momento tendría que coger el coche para irme, y no estaba en condiciones de hacerlo.
Pensé en salir a la calle a despejarme y fumar un cigarro y decidir qué hacer, pero cuando fui a moverme mi vista se nubló por unos segundos y caí de rodillas (menos mal que no suelo salir con faldas ni vestidos, porque si no habría sido un espectáculo).
Fui a intentar levantarme cuando noté que dos pares de manos me agarraban, unas de los brazos y otras de la cintura, para ayudarme y al subir la cabeza vi a esos dos chicos con los que me había distraído minutos antes mirándome con ojos de preocupación.
-¿Te encuentras bien? - Preguntó el de menos estatura.
-¿Qué te ha pasado? - Me dijo el pelirrojo.
-Fui a moverme pero de repente perdí el equilibrio - Expliqué - Gracias por ayudarme. No debí haber bebido tan rápido - Sonreí mirando cada vez a uno, mientras sentía que mis mejillas se ponían rojas al recibir sus miradas de vuelta.
No pude distinguir el color de sus ojos hasta que un rayo de luz los iluminó de repente. El menor tenía unos ojos de color avellana y el mayor de color esmeralda, y ambos me hacían perder la razón cuando los miraba fijamente.
-¿Quieres que te ayudemos? ¿Ibas a alguna parte?
-Me iba a casa, pero no se cómo volver porque no puedo conducir estando así.
-Deberías quedarte un rato a ver si se te pasa. Nosotros te haremos compañía, si quieres -Dijo el menor, y en su rostro apareció una sonrisa tan amable y sincera que solo pude asentir.
Hablaron algo entre ellos y, mientras el menor iba a hablar con el camarero, el mayor me sujetó y me ayudó a ir hasta uno de los reservados.
Una vez allí me senté en uno de los sillones mientras a mi lado se sentaba el pelirrojo. En ese momento llegó el moreno con una taza en las manos y se sentó a mi otro lado, entregándome la taza.
-Toma, es un café muy cargado, te sentará bien. -Y volvió a sonreir - Por cierto, yo me llamo Frank, y él es Gerard - Señaló al pelirrojo y le sonrió con cariño.
-Yo soy Taylor, encantada. Muchas gracias por todo, ya me encuentro mejor.
Era la primera vez en todo el día que me sentía bien, ya no estaba enfadada y el deseo de caer inconsciente se desvaneció.
Comenzamos a hablar de todo un poco. Me contaron que tenían un grupo de rock, Gerard cantaba y Frank tocaba la guitarra, junto con otros chicos que no recuerdo, pero aún no eran famosos, solo se juntaban para tocar y pasar el rato. Vivían los dos juntos, pues eran amigos desde pequeños, y tenían un apartamento cerca del bar donde nos encontrábamos. Y también me contaron que los dos eran bisexuales (igual que yo, por cierto).
Tras una hora o así, casi se me habían pasado los efectos del alcohol por completo, y fue entonces cuando por fin me di cuenta de lo atractivos (además de simpáticos, divertidos, atentos...) que eran mis acompañantes. Así que decidí ir a por todas e intentar ligar con ellos.
Mi plan era comenzar con el menor, y si no conseguía lo que buscaba, iría a por el de ojos esmeralda. Aunque en realidad, cuando se dieron cuenta de que mi borrachera casi había desaparecido y de lo que yo intentaba, sentí cómo los dos comenzaban a hablar de forma diferente, a sonreír más coquetamente. Los dos intentaban ligar conmigo, aunque eso sí, nunca a la vez. Mientras uno bebía de su sopa, el otro me acariciaba la mano, y cuando este se encendía un cigarro, el otro me comentaba algo sobre mis ojos, mi pelo o cualquier cosa que se le ocurriese.
Creo que su idea era que yo eligiese a uno de los dos. Pero según seguía pasando el tiempo, yo estaba cada vez más y más cansada, mis párpados pesaban y apenas podía tener los ojos abiertos. Moría de sueño y ellos se dieron cuenta.
-¿Vives muy lejos de aquí? - Preguntó Gerard.
-A media hora en coche, más o menos. - Le dije, medio dormida.
-Antes no podías conducir por estar bebida, pero ahora no puedes porque te dormirás por el camino - Bromeó Frank y comenzó a reír.
-Me encanta tu risa. La escuché antes en la barra y pensé que era como la de un niño. Es muy dulce. - El tono de mi voz iba bajando según me iba quedando dormida.
-¿Tienes algún amigo o familiar que viva por aquí? - Negué con la cabeza - Mm, creo que lo mejor sería llevarte a nuestro apartamento a que duermas un rato y luego ya podrás conducir.
-¿Me haréis cosas malas? - Puse cara de estar asustada, pero se me escapó la risa.
-Sólo las que tú quieras nena. - Contestó Gerard, con una sonrisa pícara que se reflejaba en sus ojos - ¿Verdad Frank?
-Sólo te haremos lo que tú quieras que te hagamos... -Respondió el aludido, también sonriendo.
Y los tres soltamos una carcajada.
Salimos de bar. El sol ya comenzaba a asomarse entre los edificios. Frank y Gerard me sujetaban cada uno por un lado, porque yo estaba casi dormida entre sus brazos. Frank me dijo que tardaríamos 10 minutos en llegar al apartamento, y así fue.
Cuando llegamos vi un sillón que parecía muy cómodo y me eché sin pensarlo en él.
-Ey nena, no te duermas ahí, que te vas a levantar con dolor de espalda - Se preocupó Frank.
-Hmm... - Fue todo lo que le contesté.
-Venga, levanta, te llevaremos a mi habitación y yo dormiré con Frank - Casi me levantaron del suelo entre los dos y me llevaron a la habitación. - Te daré algo de ropa para que no duermas con eso, que seguro que es incómodo.
Gerard sacó un pantalón elástico y una sudadera del armario y lo dejó sobre la cama.
-No me apetece cambiarme ahora, solo quiero dormir. - Me quejé.
-Venga, que no tardarás y dormirás mejor.
-Bueno, me cambiaré... - Miré a Gerard y este sonrió - Pero solo si me ayudáis vosotros - Puse cara de niña buena mientras parpadeaba todo lo rápido que mi cansancio me lo permitía.
Frank y Gerard se miraron y en principio dijeron que no, que yo sola podría, pero cuando vieron que no estaba dispuesta a moverme, se acercaron y me ayudaron a quitarme mi ropa y ponerme la que me había prestado Gerard.
Yo seguía medio dormida, pero sentí corrientes eléctricas en mi cuerpo cada vez que alguno de los dos me tocaba, y pude apreciar un leve sonrojo en sus caras cuando me quedé sólo en ropa interior, además de un creciente bulto en sus pantalones, por lo que me vistieron rápidamente.
Como seguía tan cansada, me quedé dormida al momento.
Cuando desperté no sabía donde estaba. Ese no era mi cuarto ni tampoco el de ninguno de mis amigos. Y entonces recordé.
Vi mi ropa colocada sobre una mesita cerca de la cama y cogí el móvil. Eran las 5 de la tarde y tenía varias llamadas de mis padres y de alguno de mis amigos, así que les mandé un mensaje para que supiesen que estaba bien.
Me levanté de la cama, me arreglé un poco frente al espejo que estaba junto al armario y salí sin hacer ruido para ver donde estaban los dueños de la casa.
Escuché voces en la cocina y fui hasta allí. Frank y Gerard ya estaban vestidos con ropa normal y fui a entrar, pero al oír mi nombre me quedé en la puerta.
-¿No crees que habría que despertar a Taylor? Son más de las 5 ya. - Comentó Frank.
-Sí Frankie, tú lo que quieres es despertarla para seguir ligando con ella a ver si consigues llevarla de nuevo a la cama, pero no a dormir ¿eh? - Bromeó Gerard, dándole golpecitos a Frank en el hombro.
Frank se echó a reír y le contestó.
-Venga Gee, no me digas que tu no quieres lo mismo - Levantó una ceja - Habrá que dejar que ella elija a uno de los dos.
Y entonces entré y me paré al otro lado de la puerta, con los brazos cruzados.
-¿Y si no quiero elegir? - Dije en tono serio.
Los dos se sobresaltaron y me miraron, mientras un tono rojizo cubría sus mejillas. Creían que estaba enojada por lo que había oído.
-Esto.. Lo siento, estábamos bromeando, no vayas a pensar... - Comenzó Gerard.
Pero no le dejé acabar, pues me acerqué a él y le di una beso en la boca, pasando mi lengua por su labio inferior. Él abrió la boca y dejó que mi lengua jugase con la suya. Se retorcían y se acariciaban, llegando hasta la garganta del otro. Entonces me separé lentamente y miré a Frank.
-Ven cariño, no te quedes ahí mirando. Únete. - Sonreí con lascivia en mis ojos.
Los dos chicos se miraron y sonrieron. Frank se acercó y me besó con furia y deseo, mientras Gee me besaba el cuello y me abrazaba por detrás.
Comenzaron las caricias. Las manos de Gerard bajaban y subían por mis costados y las de Frank acariciaban mi cintura. Metí mi mano derecha por debajo de la camiseta de Frank y comencé a tocar su pecho y su vientre y con mi mano izquierda acercaba más a Gerard a mi espalda. Notaba las crecientes erecciones de mis acompañantes. Me giré y besé a Gerard, mientras le empujaba hasta la mesa que había en la cocina. Cogí a Frank de la camiseta y le empujé al lado de Gerard.
Los acaricié a la vez, una mano sobre cada uno, besando y mordiendo sus cuellos. Tiré de sus camisetas y ellos mismos se las quitaron. Bajé mis manos desde sus cuellos a través de sus pectorales hasta llegar a la cintura de su pantalón.
Acaricié sus entrepiernas, duras y palpitantes, por encima del pantalón, y varios gemidos se escaparon de sus bocas.
Desabroché el pantalón de Frank mientras besaba a Gerard y luego al revés. Tiré de ellos hacia abajo y se los sacaron, quedando solo en boxers.
Entonces fue su turno de desvestirme. Gee cogió mi sudadera y fue subiéndola, mientras Frank besaba y lamía cada parte de mi piel que quedaba al descubierto. Cuando quedé sin sudadera, Frank llevó sus manos a mi espalda y me desabrochó el sujetador para después quitármelo.
Los dos comenzaron a masajearme el pecho y llevaron sus bocas hasta allí, pasando su lengua por mis pezones, cada vez más duros, haciendo círculos los dos a la vez y mordiendo de vez en cuando. Cerré los ojos y dejé escapar varios gemidos que parecía que les animaba a seguir con lo que hacían.
Cuando recuperé el sentido, volví a acariciar sus miembros, a la vez que ellos seguían con mis pechos, por lo que al sentir el contacto gimieron fuerte y me mordieron.
Poco a poco les bajé los boxer y los separé de mí.
-Besaos - Dije con la voz tomada por el placer.
Ellos no se hicieron de rogar y comenzaron a besarse. Podía ver sus lenguas chocando una con la otra. Y mientras se besaban, los masturbé, a los dos a la vez. Primero despacio y cada vez más rápido, acariciando toda su extensión y haciendo presión en la punta.
Me arrodillé en el suelo sin que ellos se diesen cuenta y, sin parar de masturbar a Gerard, pasé mi lengua por el pene de Frank, quien se quedó quieto por unos momentos hasta que su cabeza volvió a funcionar. Entonces, cogí la mano de Frank y la llevé hasta el miembro erecto de Gerard, y siguió con el trabajo que yo había empezado.
Yo continué llevando mi lengua desde la base del pene de Frank hasta la punta, dando varios lametazos en esa zona, hasta que me metí el miembro entero en la boca, succionando, sacándolo casi entero y volviendo a engullirlo.
Cuando sentí que ya estaba cerca de terminar me levanté. Ellos dejaron de besarse y me miraron, con sudor en sus frentes y la boca abierta por el placer.
Frank se lanzó a mi boca y Gerard besaba y mordía mi cuello. Llevó un par de dedos a mi boca y junto con Frank los lamí. Entonces bajó por mi vientre y metió la mano dentro de mi pantalón y de mi ropa interior. Acarició mi intimidad, haciéndome morder en varias ocasiones los labios de Frank, y entonces metió sus dos dedos en mi, haciéndome apretar los ojos fuerte y que un grito de placer se escapase entre mis labios, que seguían unidos a los de Frank.
-Oh, Dios, estás tan húmeda... - Gimió Gerard, casi sin voz. Y movió sus dedos dentro de mi, empujando hacia dentro y sacándolos casi por completo, para volver a introducirlos al momento.
Sentía que me iba a correr sólo por el roce y los gemidos que llenaban la habitación.
Cogí la mano de Frank y la metí donde estaba la de Gerard. No hizo falta decir nada y metió dos de sus dedos también dentro de mí, junto con los de Gerard.
Comenzaron a moverse a la vez, metiendo y sacando los cuatro dedos de mi sexo, a la vez que acariciaban todo lo que podían.
Y yo ya no podía más y me corrí, haciendo que el líquido que salía de mi llenase las manos de mis dos amantes.
Gerard lamió sus dedos, tragándose mi sustancia, y Frank llevó sus dedos hasta mi boca, para que me probase a mí misma.
En ese momento Gerard me sacó el pantalón y mi ropa interior de un solo tirón, quedando los tres en igualdad de condiciones.
Creo que los tres pensamos que la mesa de la cocina no era el mejor sitio para el siguiente paso, porque de un momento a otro estábamos andando hacia una de las habitaciones, chocando en varias ocasiones con la pared y tirando algunas cosas al suelo.
Por fin llegamos y me empujaron despacio sobre el colchón. Mientras Gerard buscaba algo en un cajón, Frank se echó encima de mi y comenzó a besarme todo lo que veía, desde mi cuello hasta mis muslos. Gerard llegó rápido con un par de condones y se los pusieron en décimas de segundo.
-Nena, ahora Frank te va a devolver el favor que le hiciste en la cocina. - Dijo, son una sonrisa de medio lado y un destello de perversión en sus ojos esmeralda.
Frank entendió de inmediato, abrió mis piernas y bajó su cara desde mi vientre hasta mi entrepierna dejando un pequeño recorrido de saliva. Jugó con su lengua en mi clítoris o lo mordió levemente en un par de ocasiones, hasta que introdujo su lengua en mi sexo, provocando un grito desde el fondo de mi garganta y que pusiese los ojos en blanco. Y después de unos lametazos y unas caricias más, me corrí en su boca.
Gerard se acercó a Frank, que seguía en el mismo sitio, y lo besó, dejando que mi sustancia empapase también sus labios.
Frank comenzó a acariciar su propia erección, pues ya no podía aguantar más. Acerqué su rostro al mío.
-Fóllame ya... - Sonó como una súplica más que como una orden. Y no tuve que repetírselo.
Me penetró con un solo movimiento y comenzó a moverse. Primero lento (desesperadamente lento) y después más rápido y profundo.
Vi a Gerard, con los ojos fuera de las órbitas mirando lo que hacíamos mientras se acariciaba su erección. Entonces se colocó detrás de Frank y susurró:
-Nene no puedo más, te voy a partir en dos. - Se notaba la desesperación en su voz.
-Ha-hazlo... Dame duro Ge-Gerard. - Le contestó Frank entrecortadamente por lo que estaba haciendo, pero no pudo evitar sonreír.
Y entonces Gerard se colocó entre las piernas de Frank y le embistió como si le fuera la vida en ello.
Los tres nos convertimos en uno solo. Yo estaba unida a Frank y Frank a Gerard, y los tres nos movíamos como si estuviésemos coordinados. El cabecero de la cama chocaba contra la pared y hacía ruido, pero no tanto como el que hacíamos nosotros tres gritando de placer.
-¡Joder! ¡Aww Frankie! ¡Más rápido!
-¡Ahh, si nena, ahh! Vamos Gee, ¡más fuerte!
-Dios, estás tan estrecho Fr-Frankie...
Y los tres llegamos al éxtasis casi en el mismo momento. Grité una última vez el nombre de Frank mientras echaba mi cabeza hacia atrás. Justo entonces Frank se corrió en una última sacudida y todo su cuerpo se contrajo, haciendo que Gerard también terminase en ese instante.
Nos quedamos unos minutos en la misma postura, recobrando el aliento, y cuando por fin pudimos movernos, nos recostamos sobre la cama y nos echamos las sábanas por encima, quedando yo entre los dos, abrazados y con las piernas entrelazadas, dispuestos a descansar de tanta actividad física.
-Deberíamos repetir esto alguna vez - Comentó Frank, y los tres empezamos a reír. Eso fue lo último que se escuchó en la habitación antes de quedarnos dormidos.
Cuando abrí los ojos la luz que entraba horas antes por la ventana se había esfumado, por lo que debía de ser muy tarde. Estiré mis brazos y mis piernas y en ese momento se despertaron mis dos compañeros de cama.
-Buenas noches chicos - Les dije casi en un susurro.
-¿Qué hora es? Hemos debido de dormir un montón. Me dejasteis agotado. - Bromeó Frank, haciendo un pequeño puchero.
-Si, hazte la víctima Frankie. Sabemos que lo gozaste como nadie. - Gerard le guiñó un ojo con picardía.
-Es cierto, no trates de engañarnos. -Añadí y empezamos a reír. Le di un beso suave en los labios.
-Eh, no es justo, ¿y yo qué? - Puso cara de tristeza.
-No seas envidioso Gee - Se burló Frank con voz cantarina.
Yo sonreí y le di un beso más profundo que el que le había dado a Frank. Éste se dio cuenta y de un momento a otro estaba sobre nosotros uniéndose al beso. Siempre pensé que era imposible, pero resulta que los besos no tienen que ser sólo entre dos.
Mordía el labio de Frank mientras Gerard pasaba su lengua sobre los míos y Frank rozaba los de ambos. Después Frank y Gerard metían sus lenguas en mi boca, las dos a la vez, y yo las recibía gustosa.
El beso se fue tornando cada vez más pasional y lo íbamos acompañando de caricias por cada centímetro de nuestros cuerpos.
Pronto sus erecciones estaban otra vez al máximo y yo estaba tan mojada como horas antes.
-Estoy tan duro que me duele. - Susurró Frank, cerrando con fuerza los ojos.
-¿Cómo lo haremos esta vez? - Preguntó Gerard con ese deje de perversión que parecía tan común en él.
-Quiero que me penetréis los dos a la vez. - Les dije mientras besaba a uno y tocaba el miembro del otro. - Vosotros elegís cómo. Pero antes... - Sonreí de medio lado y me mordí el labio inferior, mientras miraba sus erecciones. - Al pobre Gee nadie le ha echo un oral hoy, y no sabéis cómo me pondría si se lo hicieses tú, Frank. - Le miré y vi en sus ojos que no sería un problema.
Gerard se sentó con la espalda apoyada en el cabecero de la cama, Frank se puso de rodillas entre las piernas de Gee y yo me senté al lado, observando todo lo que hacían.
Frank sumergió su cara entre las piernas de su amigo y le lamió el glande, como si fuese un helado, haciendo círculos, mientras acariciaba sus testículos, apretándolos de vez en cuando. Cuando se metió el pene entero en su boca y comenzó con las succiones, la cara de Gerard ya estaba totalmente deformada por el placer. Apretaba los ojos y tenía la boca abierta, soltando suspiros y gemidos.
-Vamos nene, trágatelo. ¡Ah, si! Joder sí... Dios Frankie. - Enredó su mano en el pelo del menor, ayudándolo a moverse.
Y yo ya no aguanté más. Lo que estaba viendo hacía que mi cuerpo reclamase atención, así que metí dos de mis propios dedos dentro de mi y comencé a moverlos al mismo ritmo que Frank movía su boca sobre Gerard. Solté un jadeo y los dos me miraron, y sus erecciones pegaron un fuerte tirón por lo que veían.
Decidieron que era momento del siguiente paso, cogieron otro par de condones y se los pusieron. Frank además cogió un botecito con lubricante y se lo extendió por el pene. Después se sentó sobre la cama, me cogió y me llevó sobre él, besándome desesperadamente, a la vez que sacaba mis dedos de mi interior.
Con un rápido movimiento me giró, quedándome de espaldas a él. Se echó un poco más de lubricante, esta vez en los dedos y los acercó a mi trasero. Poco a poco los introdujo en mi y yo solté un grito de dolor. Pero según los movía el dolor desapareció, dejando solo placer. Mientras, Gerard me besaba y me mordía, intentando que no hiciese caso al dolor.
-Ya-ya Frank... ¡Métemela ya!
Y de un solo movimiento sacó sus dedos y me sentó sobre su pene, introduciéndolo lentamente, haciendo que gritase como nunca.
-¿Estás bien cariño? - Preguntó un Frank preocupado y Gerard se alejó un poco de mi cara para mirarme a los ojos.
-¡Más rápido Frank, no pares joder! - Grité, y comencé a moverme yo sola sobre él, arriba y abajo, en círculos...
-Dios Taylor... Ahhh, ¡si! ¡Muévete más! - Gritaba Frank.
-Abre las piernas nena - Susurró el pelirrojo sobre mis labios.
Abrí las piernas y las coloqué a los lados de su cadera. Se acercó más aún a mí y me penetró, lento, suave, gimiendo en mi oído.
Frank sujetaba mis caderas con una mano, ayudándome a moverme, mientras con la otra me acariciaba y pellizcaba los pezones. Y Gerard me sujetaba con otra mano las caderas, dejando su mano libre enredada en mi pelo.
Las embestidas eran cada vez más rápidas y fuertes. Sentía que mis dos acompañantes se tocaban dentro de mi.
De nuevo, lo único que se escuchaba en la habitación era la cama golpeando la pared, nuestros gemidos y nuestros nombres.
Y como la vez anterior, los tres llegamos al orgasmo casi al mismo tiempo.
Gerard salió de mi, me dio un tierno beso y se dejó caer sobre el colchón, empapado de sudor. Frank volvió a girarme, aún sin salir de mi y me besó, más fuerte que su compañero pero muy dulce, para alejarse con una gran sonrisa. Me levantó de él y me tumbó entre los dos otra vez.
-Joder, sois increíbles. - Les dije mirando al techo y pensando en todo lo que había pasado. - Casi no puedo moverme...
Los tres reímos.
-Os dije que teníamos que repetir, pero no me refería a hoy mismo. -Y soltó una carcajada, con esa risa suya tan contagiosa, por lo que Gee y yo empezamos a reir también.
-Debería irme a casa. Son las... - Cogí mi móvil de encima de la mesita de noche - ¡Son las 3 de la mañana!
-Qué rápido pasa el tiempo cuando te diviertes - Comentó Gerard, haciendo que nos riésemos otra vez.
-¿En serio tienes que irte Taylor? - Frank hizo un puchero.
-Sí Frankie, lo siento. Pero llevo dos días fuera de casa ya... -Le acaricié la mejilla.
-¿Pero volveremos a vernos no? - Preguntó Gerard - Aunque sea en otra situación - Dijo divertido.
-Claro nene, cuando queráis. - Sonreí.
*
Y así fue. A partir de ese día volvimos a quedar en numerosas ocasiones. Unas veces repetíamos nuestras sesiones de sexo, probando nuevas posturas y distintos métodos, siempre los tres (menos en una ocasión en la que se unió una rubia de piernas largas que conocimos en un bar, pero esa es otra historia) y otras veces simplemente tomábamos algo, hablábamos y reíamos.
Después de compartir tanto el primer día que estuvimos juntos, fue imposible no crear una gran amistad.