miércoles, 28 de diciembre de 2011

Cap. 43 "Obsesionados con el sexo"

ADVERTENCIA: Capítulo HOT, HOT, HOT.



CAPÍTULO 43:


-Hola.

Una voz más que conocida le saludó desde su espalda.

Era sábado, tercera semana que Frank pasaba encerrado en aquel centro, y estaba sentado en un banco de madera cercano a la puerta del edificio de las habitaciones, leyendo un libro.

Al escucharle dejó el libro a un lado y saltó del banco, dándose la vuelta para comprobar que no se equivocaba.

F- Hola. -Respondió entre emocionado y temeroso.

Y cuando habló se dio cuenta de que parecía tonto. Tantas cosas que debía decirle y solo salía de su boca un simple "hola". No pudo evitar bajar la mirada avergonzado y sonreír tímidamente.

El silencio hizo acto de presencia. Ninguno de los dos se atrevía a hablar primero y al final fue Frank quien dio el paso.

F- Pensé que no volverías a visitarme después de todo lo que te dije.

-Fuiste tú quien me dijo que no quería volver a verme...

F- Lo siento Gerard, fui un estúpido. Estaba mal por la rehabilitación y cabreado con la noticia del embarazo y lo pagué contigo. Lo siento, en serio. -Dio un paso temeroso hacia el otro.

G- No te preocupes, me hago a la idea de todo lo que tienes que estar pasando. Y yo no debería haberte ocultado algo tan importante. -Dio también un paso adelante.

F- ¿Por qué no viniste el sábado pasado? Te he extrañado demasiado estas dos semanas... -Añadió en un tono más bajo.

G- Quería darte tiempo para pensar en todo. Así cuando hoy viniese habrías decidido si de verdad quieres irte con ella y el bebé o seguir conmigo.

F- No puedes haberte creído que tal vez volviese con ella... -Gerard bajó la cabeza y Frank se acercó un poco más a él- Gerard, mírame. Nunca, óyeme bien, NUNCA volveré con ella. Solo quiero estar contigo.

Gerard sonrió grande y abrió sus brazos en una muda propuesta que Frank no rechazó.

Sin pensarlo dos veces se refugió en sus brazos y le apretó contra él para que no pudiese escapar, pero esos planes no pasaban si quiera en la cabeza del pelirrojo.

Frank levantó su cabeza, que hasta el momento había estado escondida en el pecho de Gerard, y observó esas esmeraldas que le miraban con infinito amor y ternura. Acercó sus labios y cerró los ojos para unirlos en un beso que los dos ansiaban y necesitaban a partes iguales después de tantos días.

Unos silbidos y risas que se acercaban interrumpieron su momento, haciendo que se alejasen para ver quién montaba tanto barullo.

Y no eran nada más y nada menos que Bert y Quinn (Frank empezaba a sospechar que entre esos dos había algo más que sexo loco y desenfrenado).

Bert- ¿Ya han arreglado sus problemas la parejita? -Preguntó burlón.

Quinn- Qué linda estampa. -Añadió igual.

F- Ya, ya. LARGAOS.

Bert- Oh, qué cruel eres con nosotros. Con todo lo que he hecho por ti estos días. -Dijo con falso tono dolido y la mano en el pecho.

G- Ey tío, gracias por todo. Por la charla y cuidar a mi princesa. -Se acercó hasta él y le tendió una mano que Bert estrechó con la suya.

Bert- No hay de qué. Aunque "tu princesa" -se burlo de nuevo- da mucho trabajo. Tendrás que devolverme el favor.

G- Eso está hecho. -Bert y Quinn se miraron cómplices y sonrieron.

F- ¡EH! ¡Que yo no soy ninguna princesa que necesite una niñera! -Se acercó a ellos enfadado.

G- Claro que sí. Eres frágil y delicado como una linda princesita.

F- ¡No.soy,una.princesa! ¿Quieres ver como de rudo y macho puedo ser? -Preguntó con un brillo travieso en sus ojos. Gerard sonrió ante eso.

Quinn- Uuuuh esto se pone interesante. -Comentó frotando las manos- ¿Puedo verlo yo también?

Bert- ¡Y yo, y yo! -Pero fueron ignorados.

G- Que le peten a mi condición. -Masculló entre dientes- Dios, sí, demuéstramelo. -Pidió acercando el cuerpo de Frank al suyo, sujetándole por la cintura y dejándole notar una incipiente dureza en su pantalón.

Una sonrisa enorme y perversa apareció en el rostro del menor. Le cogió de la muñeca y echó a andar hacia el interior del edificio.

F- Berti, cúbreme. -Le dijo al moreno, guiñándole un ojo y arrastrando a Gerard hacia su habitación.

Cuando llegaron allí, escondiéndose de los vigilantes, ya que estaba prohibido meter a los visitantes en las habitaciones, Gerard cerró la puerta tras él y, sin darle tiempo a moverse, Frank le estrujó contra la puerta, apoderándose de sus labios sin darle descanso.

F- Espera, Gee. Aún tenemos que aclarar unas cosas. -Dijo con la respiración agitada cuando se separaban para coger aire, momento que Gerard aprovechó para besarle, lamerle y morderle el cuello.

G- Ni se te ocurra ponerte a hablar de cosas serias ahora. -Respondió sobre su piel- ¿Te has hecho alguna paja en este tiempo?

F- ¿Qu-Qué?

G- Que si te has hecho alguna paja. ¿Te la has cascado?

F- S-sí.

G- ¿Cuántas veces?

F- Yo qué sé. -Un jadeo le interrumpió cuando Gerard apretó su polla sobre la ropa- Ah... Unas 10, 10 veces.

G- Pues yo llevo más de 3 semanas sin hacerme una sola paja, sin descargarme, y duelen los huevos y estoy que reviento. Me paso empalmado casi todo el jodido día y es por tu culpa. Porque recuerdo tus ojos, tus besos, tus manos, tu apretado culo y tu polla partiéndome en dos. Mierda, me voy a correr sólo de pensarlo. -Añadió mordiéndose el labio hasta casi hacerlo sangrar- ¿En qué pensabas cuando te tocabas? -Frank pareció dudar unos segundos, intentando averiguar que tramaba el pelirrojo, pero contestó.

F- Imaginaba que me besabas hasta casi asfixiarme mientras me ibas quitando la ropa.- Y Gerard le besó y casi arrancó la ropa de ambos.

G- Sigue. -Jadeó.

F- D-después te arrodillabas y rozabas tu nariz contra mi polla, que ya estaría goteando por ti. -Gerard lo hizo y aspiró el aroma a sexo del otro- Entonces me la chuparías poco a poco (mm, sí, así). Te la meterías entera a la boca (joder...) y me la mamarías sin (ahhh) parar, llegando hasta tu garganta. Mientras, llevarías una mano hasta tu polla y empezarías a masturbarte muy despacio. -Un gemido de Gerard le hizo vibrar de arriba a abajo- Me sentiría al borde, me follaría tu boca rápido y f-fuerte hasta correrme y te beberías toda mi leche... -Y con un último grito, eso fue lo que hizo.

G- ¿Ahí terminaba todo? -Preguntó relamiendo los restos de semen de sus labios y mirando el rostro sonrojado de Frank.

F- No. -Respondió con voz ahogada por los estragos del orgasmo- Ahora sería cuando me pones contra la pared y me follas de pie.

Un gemido gutural escapó de la garganta del pelirrojo solo de imaginarlo. Se puso de pie, le besó como si intentase comérselo y le puso de frente contra la puerta de la habitación.

G- ¿Te follabas tus dedos cuando lo imaginabas? -Cuestionó con voz ronca y lamiendo su nuca y frotándose contra su culo.

F- Sí. -Gimió ahogado.

G- Pues hazlo. -Susurró en su oído, mandándole un tirón a su entrepierna, que ya despertaba de nuevo.

Gerard se alejó un paso de él para poder verle. Frank se llevó dos dedos a la boca y los chupó empapándolos, antes de llevarlos a su culo y meterlos uno por uno ante la atenta mirada de Gerard, que se jalaba la polla ante las vistas.

Cuando no pudo aguantar más, quitó la mano de Frank, se arrodilló y le mordió una nalga. Pasó la lengua por la parte baja de su espalda y terminó en su dilatada entrada, donde dio un par de lametones y unas cuantas embestidas con la lengua.

Y al fin se puso de pie, uniendo todo su cuerpo a la espalda del menor, y empezó a introducirse en él. Ambos jadeaban, gemían y suspiraban. Después de tantos años estaban así de nuevo y Gerard se sentía como en casa.

Minutos después, Gerard se corría dentro de Frank, apoyando su frente sobre su nuca, intentando respirar normal. Fue Frank quien rompió el silencio minutos después.

F- Gee, yo aún no termino...

G- Lo sé.

Y sin decir más, se dio la vuelta y se subió al borde de la cama a 4 patas, con el culo en el borde, invitándole.

G- Quiero sentirte dentro, hace mucho desde la última vez y no aguanto más. -Dijo moviendo sus caderas sinuosamente.

Frank se acercó y, cuando Gerard vio que pretendía prepararle poco a poco, le paró.

G- Hazlo ya, estoy listo.

Frank dudó un momento pero aceptó. Se lamió la mano y la pasó por su polla para lubricarla un poco, la cual después colocó en la entrada de Gerard. Le sujetó de las caderas y fue penetrándolo poco a poco.

Una vez dentro se quedó quieto esperando a que el pelirrojo se acostumbrase y dejase de sentir dolor. Y la clara muestra de esto fue cuando Gerard movió sus caderas para sacarse la polla casi entera de entro y volver a hundirla hasta el fondo.

Y ahí comenzó un baile frenético y salvaje que terminó con la corrida de Frank dentro de las estrechas paredes de Gerard y la de éste sobre la colcha de la cama.

Se dejaron caer agotados sobre el colchón boca abajo, Frank abrazando a Gerard por la cintura y la nariz de éste en el cuello contrario.

Cuando la paz inundó la habitación escucharon murmullos y jadeos ahogados en el pasillo.

Frank se colocó el primer boxer que encontró y fue a la puerta. Abrió y allí estaban Bert y Quinn, con la oreja pegada a la madera, por lo que se asustaron cuando ésta desapareció y en su lugar apareció la cara de recién follado de Frank.

Quinn- ¡Ahhh!

Bert- ¡Joder, sí!

Entonces Frank se fijó en que ambos tenían una mano dentro de sus pantalones, la boca abierta y los ojos entrecerrados. Sacaron sus manos y se las chuparon el uno al otro mientras Frank alucinaba con la poca vergüenza que se gastaban esos dos.

F- ¿¡No deberías estar vigilando!? -Medio gritó cuando recolocaron sus ropas.

Bert- Hemos vigilado que nadie os viese venir y ahora estábamos vigilando que nadie se acercase.

F- Si, claro, porque hacerse una paja es lo que se hace en esos caso. ¿Habéis escuchado todo?

Quinn- Todo, todito, todo. -Respondió con voz cantarina.

Bert- No sabes lo cachondo que nos pone escucharos follar. Ojala algún día podamos veros. -Ambos chicos se rieron, aunque lo decía totalmente en serio.

F- Ag, que os den, no tenéis remedio. Y no vuelvas por aquí hasta la hora de fin de visitas. -Le advirtió a Bert y cerró la puerta en sus caras.

G- ¿Han estado escuchando? -Preguntó cuando Frank se desplomó a su lado de nuevo, suspirando.

F- Sí. Son unos putos salidos. -Pero no pudieron evitar reír. Siendo como eran ellos mismos no podían negar que, de haber sabido que estaban en la puerta, habrían puesto más empeño aún en lo que hacían para satisfacer a sus oyentes.

No sería la primera vez que hiciesen algo así. Ya follaron delante de un tío en una fiesta mientras éste se masturbaba mirando. Fue durante el tiempo que estuvieron juntos la primera vez y al saber que alguien los miraba, se ponían más calientes aún.

Pero esa es otra historia.

F- ¿Podemos hablar ahora? -Se sentó y acarició el pelo de Gerard, haciéndole ronronear.

G- Deberíamos, aunque se está tan a gusto así... -Pero, tras un pequeño golpe de Frank en la cabeza y una risilla, se sentó frente a él- Está bien, pongámonos serios. ¿Qué has pensado sobre el embarazo? ¿Te harás cargo del bebé?




Continuará...

martes, 27 de diciembre de 2011

Cap. 42 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 42:



Gerard caminaba destrozado hacia su coche. Las lagrimas habían escapado de sus ojos justo cuando Frank le cerró la puerta en las narices sin una sola palabra.

"Tal vez lo haga" había dicho cuando le confesó que tenia miedo a que le dejase para volver con ella y hacerse cargo del bebé.

Y juraría que en ese momento escuchó cómo su corazón se partía en miles y miles de pedazos que le perforaban por dentro.

No podía creer que el mayor miedo que tenia en ese momento estuviese a punto de hacerse realidad y todo por haber cometido el maldito error de no contarle a Frank lo que ocurría, sabiendo cuánto odiaba el menor que le ocultasen cosas importantes.

La última vez que lo hizo todo acabó horriblemente mal: con Frank en el hospital tras intentar suicidarse y Gerard al otro lado del mundo desesperado por no poder hacer nada y echándose toda la culpa.

Y el muy maldito no aprendía, por eso ahora lo pagaban los dos otra vez.

Tan distraído iba caminando, con la cabeza gacha y la mirada borrosa, que no se dio cuenta de por donde iba hasta que se encontró perdido aún dentro del edificio.

Siguió por el pasillo que tenía más cerca, terminando en el salón comunitario.

Sin ganas de hacer nada se desplomó en el sillón que se cruzó en su camino, tapando su rostro con las manos, temblando y sollozando.

Una mano se podó en su hombro a la vez que un peso junto a él hundía un poco más el sillón.

Bert estaba allí desde que había visto el lío que había montado Frank con la visita de Jamia y estaba realmente reocupado por él, pues desde que se lo habían llevado a rastras no había sabido más de él.

Bert- Ey, tranquilo. ¿Le ha pasado algo a Frank? -Gerard le miró por el rabillo del ojo, entre las manos.

G- ¿Quién eres tú?

Bert- Oh, disculpa. Soy Bert, compañero de cuarto de Frank. Me ha dejado preocupado cuando se lo han llevado.

G- Ah... Pues él está bien. -Respondió con simpleza.

Bert- Pero tú no. ¿Eres Gerard, verdad? -Éste sólo asintió con la cabeza- Frank no para de hablar de ti. Le tienes loco, tío. -Comentó para intentar aligerar el ambiente.

Pero, en vez eso, lo único que logró fue que Gerard sollozase más pronto.

Bert- Ey, ey. ¿Qué pasa? -Cuestionó preocupado, pasando un brazo por sus hombros.

Gerard, en cualquier otro momento, ni se plantearía contarle sus problemas a un desconocido, pero necesitaba desahogarse y no creía que fuese capaz de aguantar hasta estar con su hermano.

G- Le engañé. ¡Y ahora me odia! No quiere volver a verme.

Bert- ¿Le has puesto los cuernos?

G- No. Nunca le haría eso.

Bert- ¿Entonces? Vamos, cuéntamelo, tal vez pueda ayudarte. Aunque él crea otra cosa. -Añadió con una sonrisilla- le tengo mucho aprecio.

G- No tiene solución. Le engañé, le dije que no pasaba nada, pero mentí. Jamia está embarazada de él. ¡Yo lo sabía y me callé como un cabrón! Y todo por mis celos y mi miedo a perderle. -Su voz sonaba rota y cada vez lloraba más fuerte. Bert apretó su hombro dándole ánimos- Soy un egoísta y ahora él lo sabe y, como es lógico, me odia por ocultárselo. -No pudo aguantar más y se giró para abrazarle y Bert le apretó contra él.

Bert- Él no te odia. Entiéndele, lo está pasando bastante mal con su limpieza, de vez en cuando le dan ataques nerviosos y se vuelve loco por no poder consumir un poco. Y enterarse de que va a ser padre en las condiciones en las que está le habrá dejado más hecho polvo aún. No le tengas en cuenta lo que te haya dicho.

G- Da igual todo. Va a volver con ella para hacerse cargo del bebé.

Bert- nada está perdido aún. Lo que tienes que hacer es darle tiempo para pensar. Vuelve la semana que viene y hablas con él tranquilamente.

G- No quiere verme. -Murmuró cabizbajo.

Bert- Tú hazlo. Ven el sábado que viene a verle. Encontraréis una solución. -Le sonrió de forma reconfortante. -Ánimo.

G- Gracias. -Le dio un último abrazo y se levantó para irse.

No estaba muy convencido de lo que le había dicho ni de volver la semana siguiente, pero sí le había levantado un poco el ánimo. Y así volvió a su casa.

Quinn- ¿Quién era ese? -Le preguntó acercándose cuando Bert se quedó solo.

Bert- Algo así como el novio de Frank.

Quinn- Pensé que quería tirarte a Iero, no ayudarle con su noviecito.

Bert- No soy tan puto. Me gustaría follarme a Frank otra vez. Incluso no me importaría que el pelirrojo se uniese. Pero por cómo oigo a Frank hablar de él sé que le quiere más que a nada. Y si puedo ayudarles, lo haré. Ya después les pediré un trío como recompensa. -Añadió al final, dejando de lado ese tono tan serio y tan poco común en él.

Quinn- Eres demasiado bueno. -Le dijo con carió, acariciándole el muslo que más cerca tenía- Y crees que... ¿podría unirme si consigues un polvo con esos dos? Están jodidamente buenos. -Preguntó con picardía.

Bert- Por mí estaría bien. Habrá que preguntarles a ellos. -Respondió encogiéndose de hombros- Mientras tanto, podemos ir a hacer cositas ricas con Marcus. -Su voz se volvió sensual y una sonrisa picante apareció- Siempre está dispuesto.

...


Según pasaban los días, Frank estaba peor que nunca. No dejaba de darle vueltas al asunto del embarazo y lo que debía hacer al respecto. Eso y la rehabilitación, le habían dejado en un estado de nerviosismo y ansiedad increíbles.

Todo agraviado con el síndrome de abstinencia.

Frank estaba cansado, tenía temblores que más de una vez habían asustado a Bert, pasaba casi todo el día con dolor de cabeza y sentía escalofrías recorrerle de arriba a abajo. Pero el peor efecto de la abstinencia era la depresión en la que se vio sumido, más fuerte tras la nueva noticia.

Bert estaba todo el día con él, incluso desminuyó las sesiones de sexo salvaje con el italiano por estar con el chico y ayudarle como podía. Él ya había pasado por esa etapa de la rehabilitación y sabía que terminaría, pero no la había sufrido tan fuerte.

Deseaba de verdad que Gerard fuese a hablar con Frank y le ayudase a salir de ese pozo. Frank lo necesitaba, necesitaba a Gerard pero no quería asumirlo y se negaba. Pero Bert lo sabía.

Sin embargo el sábado llegó y el pelirrojo no apareció por ninguna parte.

Bert pensó que Frank terminaría de destruirse por ello, pero no. Se tranquilizó por fin, reflexionó sobre todo lo que había pasado y lo que había dicho y se dio cuenta de que no debía tratar a Gerard de esa forma.

Lo único que hacía era preocuparse por él y entendía que tuviese miedo a que le dejase por Jamia y el futuro bebé. Pero no haría eso. Nunca podría volver con Jamia después de todo lo que había pasado entre ellos. Lo del bebé era un problema, aún así.

Nunca pensó en tener un hijo, y menos tan joven. Apenas tenía 23 años y no se veía del todo capaz, aunque tampoco le disgustaba del todo tenerlo. Si no fuese de Jamia, si fuese de ellos dos, de Gerard y suyo, todo sería perfecto y no tendría ninguna duda.

Tal vez esa era la solución, hacer como si fuese de ellos. Cosa que no sería fácil tratándose de Jamia.

De todas formas, lo primero que tenía que hacer era arreglar las cosas con su pelirrojo, pero eso era difícil teniendo en cuenta que no había ido a visitarle y que no sabía si iría después de todo lo que le había dicho la última vez.

Solo quedaba esperar, desintoxicarse (nunca había estado más decidido a hacerlo) y encontrar una solución para cuando naciese el bebé.





Continuará...

martes, 20 de diciembre de 2011

Cap. 41 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 41: DÍA DE VISITAS



Sábado. Por fin.

Frank se levantó con renovadas energías esa mañana.

Los 4 días que llevaba allí encerrado no habían sido fáciles, y no solo por Bert, sino porque cuanto más tiempo pasaba, más necesitaba esas sustancias adictivas que habían formado parte de su vida los últimos años.

Las reuniones grupales le parecían estúpidas. Lo único que hacía era contar cómo se sentía ese día y escuchar las quejas de los demás. Sólo le ayudaban un poco las visitas diarias al psicólogo.
Eso y Bert, que estaba resultando una gran distracción ya que, al tener que estar pendiente todo el día de que Bert no intentase nada raro con él, esquivándole y "discutiendo", lograba olvidarse del malestar que invadía su cuerpo debido a la ausencia de alcohol y coca.

Ese día estaba tumbado en su cama, mirando el techo y cado dos minutos el reloj, esperando que en cualquier comento le avisasen de que tenía una visita. Entonces saldría corriendo y estrujaría el cuerpo de su pelirrojo para después besarle hasta dejarle sin respiración.

Y, tras lo que parecieron horas, alguien llamó a la puerta de su habitación. Como Bert había salido un rato antes (probablemente para encontrarse con cierto italiano que no estaba cumpliendo su tratamiento, aunque Frank no quiso preguntar), al escuchar el golpeteo contra la madera de la puerta, saltó como un resorte hacia ella y abrió encontrándose con una se las "cuidadoras" de la clínica.

-Hola, Frank. -Saludó con una sonrisa.

F- Hola Jen. -Respondió igual- ¿Me buscas a mí o a Bert?

Jen- A ti. Tienes una visita. Está esperando en el salón común.

F- ¡Genial! Gracias.

Y antes de darle tiempo a decir nada más, ya estaba corriendo por el pasillo para ir donde le esperaban.

Al llegar allí vio a Bert en una esquina acompañado nada más y nada menos que por Quinn. Ambos le sonrieron con picardía, haciendo que Frank se sonrojara ligeramente recordando la noches que habían compartido los tres. Se dio la vuelta hacia el lado contrario y pasó la mirada de un lado a otro buscando a Gerard.

Y encontró a su visita, sí. Pero NO era Gerard.

F- ¿Qué haces tú aquí? Pensé que había terminado contigo. -Dijo con pesadez.

Jamia- Hola a ti también. -Como Frank se limitó a rodar los ojos, continuó- Tengo algo muy importante que decirte.

F- Ya. Lo siento, no me interesa. Puedes irte por donde viniste. -Dijo señalando la puerta.

Jamia- No hasta que hable contigo. -Frank resopló cansado y se tiró en un sillón frente a ella pero ligeramente alejado.

F- ¿Cómo has sabido que estaba aquí?

Jamia- Llamé a los chicos de la banda y me lo dijeron.

"Mierda" pensó Iero "se me había olvidado decírselo a los chicos".

Jamia- ¿Qué tal estás? -Preguntó con falsa preocupación.

F- No hagas como que te interesa. Ya que no parece que vayas a irte sin decirme lo que sea que hayas venido a decir... ¿Por qué no me lo dices ya y acabamos con esta "bonita" visita de una buena vez?

Todas las buenas intenciones que Jamia pudiese tener cuando llegó allí se esfumaron. Pensaba darle la noticia de buena manera, pero él se lo había buscado con su desprecio.

Jamia- Es una buena noticia, mi amor. -Dijo en un tono meloso cargado de maldad- ¿Tu amiguito pelirrojo no te lo ha contado?

Frank entonces recordó que Gerard había estado raro los días anteriores. Sabía que le había escondido algo, pero cuando llegó a la clínica pensó que se trataba de que ya tenía todo planeado sin haber contado con él.

Pero algo más se había callado el pelirrojo. Y si tenía la mínima relación con Jamia, no podía ser nada bueno.

F- Habla.

Jamia se mantuvo un momento en silencio, observándole. Se le notaba realmente nervioso y tenso.

Jamia- Estoy embarazada, cariño. Vamos a tener un bebé.

Frank no supo reaccionar y se quedó mirándola largo rato sin hacer el mínimo movimiento ni sonido, hasta que se echó a reír.

F- Vale, Jamia. Tienes un sentido del humor pésimo, ¿sabías? Venga, deja de decir tonterías y vete, estoy esperando a alguien.

Jamia- No estoy bromeando. -Su tono se volvió serio, más de lo que nunca le había escuchado Frank- Estoy embarazada. -Se puso de pie para pararse frente a él, se puso de perfil y se levantó un poco la camisa que llevaba, mostrando una mínima pero incipiente barriga.

La cara de Frank perdió todo su color en ese momento. Carraspeó intentando deshacerse del nudo de su garganta hasta que consiguió hablar.

F- Mira, en caso de que sea verdad que estás embarazada, eso no significa que sea mío. Te has tirado a tanta gente como yo. -Se levantó para ponerse a su altura y la acusó con el dedo- Te has tirado a tantos tíos como yo.

Jamia le miró con rencor y el más puro odio, pero prefirió pasarlo por alto ese comentario.

Jamia- Frank, el bebé es tuyo. Y si no te haces responsable de él te haré la vida imposible. Demostraré que eres el padre y te arruinaré la vida. No creo que exista un juez en ningún sitio que no se ponga de mi lado sabiendo que no eres más que un jodido drogadicto y maricón.

Jamia no había decidido realmente tener al bebé. Aún se negaba a tener que pasar por un embarazo y que después su liberal viva se arruinase por culpa de un criajo producto de un error.
Pero sí estaba totalmente dispuesta a joder la vida de Iero por haberla dejado por ese maldito pelirrojo. Así que, aunque finalmente abortase, nada le impedía mentirle.

F- ¿Quién te crees para hablarme así? -Gruñó entre dientes acercándose amenazadoramente hacia la chica y obligándola a caminar para atrás asustada, intentando alejarse.

Ver a Frank Iero tan cabreado no era normal y de verdad que daba miedo. Sus ojos se habían oscurecido y parecían echar fuego. Aún por eso, la chica no se amedrentó y recobró la compostura.

Jamia- ¿Es lo que eres no? Que estés aquí ingresado y saliendo con ese hijo de puta lo demuestra.

F- ¡¡No te atrevas a hablar así de Gerard!! -Sin darse cuenta le había dado un empujón a la chica haciendo que esta se golpease con una mesa de cristal que había detrás- ¡Tú eres la hija de puta! ¡La peor persona que he conocido en mi vida! Haz con ese bebé lo que te dé la gana pero no cuentes conmigo, y como te vuelvas a acercar a mí o a Gerard, juro por mi vida que acabo contigo. -Terminó con un susurro lo suficiente alto para que ella lo escuchase, terminando de asustarla de verdad.

Jamia- Frankie...

F- No.Me llames.Así. -Siseó cuando ella intentaba solucionar un poco las cosas, que se le había salido de las manos- Lárgate de aquí.

Jamia- Frank, perdona. Este bebé solucionará las cosas entre nosotros. Yo te quiero. -Puso las manos en las mejillas del otro. Frank apartó las manos como si quemasen y golpeó la mesa con el puño, rompiendo el vidrio.

Ante el ruido y los gritos que Frank le dedicaba a Jamia, diciéndole las peores cosas que se puedan imaginar, Bert corrió y sujetó a Iero antes de que hiciese algo de lo que pudiese arrepentirse.

-Señorita, será mejor que se vaya. -Jen había aparecido e intentaba llevársela.

F- ¡¡Eso, lárgate de una vez!! ¡¡No quiero volver a verte, zorra!!

-Por favor, cálmese.

Otros dos "cuidadores", mucho más grandes que Frank, llegaron al salón. Le sujetaron uno de cada lado, apartando a Bert, y le arrastraron hasta un pequeña enfermería.

Allí un doctor, viendo lo agitado que estaba el chico, le hizo tomar un tranquilizante, logrando unos minutos después que dejase de moverse y retorcerse intentando escapar. Cuando se quedó adormilado le curó la mano y se la vendó.
Después, los dos hombres de antes le cargaron hasta dejarle tendido en su cama, en su habitación.

...


No fue hasta algunas horas después cuando un sonriente pelirrojo con gafas de sol aparcaba su coche a las puertas de edificio.

Cuando entró y pidió ver a Frank le dijeron que no debían molestarlo en ese momento, que había tenido una fuerte crisis. Tras intentarlo unas cuantas veces, Jen, que era con quien había hablado, seguía negándose, así que habló con Phoebe, con quien se llevaba bastante bien, consiguiendo su aprobación.

Como acto puntual e irrepetible le permitió ir a la habitación del cantante.

Una vez en la puerta de esta, golpeó suavemente. Su sonrisa había desaparecido, cambiada con una mueca de preocupación por saber qué le había pasado esa mañana.

Al no recibir respuesta golpeó otra vez y esta vez escuchó un "adelante" acolchada por la madera.

Entró despacio y encontró a Frank sentado con las piernas cruzadas sobre su cama, mirando la nada con expresión ausente.

Gerard caminó hasta quedar a un lado de la cama, revisándole de arriba a abajo, viendo su mano vendada.

G- Frankie, ¿qué te ha pasado? -Preguntó en voz baja.

Al escucharle, el aludido le reconoció enseguida, pero no cambió de postura ni le miró.

F- No deberías estar aquí.

G- Me han dado permiso, no hay de qué preocuparse.

F- No lo digo por eso. NO QUIERO que estés aquí. -Por fin le miró, con una mirada fría que provocó un escalofrío recorriese la espalda del mayor.

G- ¿Por-por qué no?

F- No soporto a los mentirosos.

G- Yo no te he mentido en nada, Frankie.

F- Ah ¿no? ¿No me dijiste que no pasaba nada importante, que no tenía por qué preocuparme? Me parece que enterarme de que voy a tener un hijo es suficientemente importante como para preocuparme.

G- Yo...

F- No intentes darme excusas. Vete.

G- No, Frank. -Se sentó a su lado e intentó coger sus manos, pero las apartó- Lo siento, de verdad, pero creí que sería malo para ti enterarte de algo así cuando ya tenías suficiente con el problema de desintoxicarte.

F- ¡No eres quién para decidir por mi! -Se puso de pie enojado, a punto de empezar a gritar- ¿Pretendías que no me enterase nunca de que iba a ser padre? Es de Jamia también, ¡¡pero es mi hijo, joder!! Tengo derecho a saberlo.

G- Tenía miedo de que me dejases para volver con Jamia y hacerte cargo del bebé. -Murmuró agachando la cabeza.

F- Pues tal vez lo haga. -Gerard le miró con los ojos humedecidos- Ahora, vete de aquí.

Gerard permaneció en el sitio esperando que Iero cambiase de opinión, pero se mostraba firme y decidido, así que se levantó lentamente y caminó hacia la puerta, de nuevo con la cabeza agachada.

Cuando traspasó la puerta se detuvo y giró la cabeza para ver al otro.

G- Te amo, Frank, no lo olvides.

Éste no dijo nada, sólo fue hasta la puerta y la cerró, dejando a un derrumbado Gerard al otro lado. Se apoyó contra ella y se dejó caer, escondiendo la cabeza en sus rodillas, oyendo los pasos del pelirrojo que se alejaban.





Continuará...

martes, 13 de diciembre de 2011

Cap. 40 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 40:


- Así que el famoso cantante de LeATHERMOUTH ha terminado en rehabilitación. Será divertido tenerte como compañero, compartiendo habitación. -Caminó hasta Frank como un cazador sobre su presa- Compartiendo ducha...

Llegó a su lado y, cuando le rozó la mejilla con una mano, Frank se alejó.

F- Ni se te ocurra tocarme de nuevo, Bert McCracken.

Bert- Oh, ¿no me digas que ahora vas de estrecho por la vida? -Preguntó asombrado pero sin creerse él mismo su pregunta.

F- No voy de estrecho. Pero no sé qué te hace pensar que te dejaré tocarme otra vez... -Respondió levantando una ceja.

Bert- Venga ya, no puedes negar que gozaste como una perra cuando estuviste conmigo.

F- Cree lo que quieras... De todas formas lo nuestro fue cosa de una noche y nunca repito con mis conquistas. -Dijo haciéndose el importante.

Bert se rió en su cara- Frankito, lo nuestro no fue una noche. ¿No recuerdas que fue durante el festival de Brooklyn? Duró 4 días y follamos 4 días. Alguno de ellos varias veces, he de añadir...

F- Ya, bueno, no me importa. También me tiré a tu amigo Quinn...

Bert- Lo sé, yo estaba allí, ¿recuerdas? -Preguntó cruzándose de brazos y alzando las cejas.

F- Mierda, es verdad... -Murmuró. Y tras unos segundos de silencio y mirarse a la cara, estallaron en carcajadas, sin poder parar hasta quedarse casi sin aire.

El enfado de Frank desapareció como por arte de magia y se sentó sobre su cama calmándose mientras Bert se dejaba caer sobre la propia, tumbándose de costado para verle.

Bert- ¿Cómo es que has decidido desintoxicarte?

F- Alguien me ha convencido...

Bert- ¿Jamia? -Intentó adivinar.

F- No, ya no estoy con ella.

Bert parecía confundido- ¿Entonces a quién le guardas fidelidad?

F- ¿Fidelidad?

Bert- Si. No creas que me voy a tragar que simplemente ha dejado de gustarte el sexo. Hay alguien, ¿cierto?

F- Sí...

Bert- Vaya, tiene que ser realmente importante para que rechaces una buena follada conmigo... -Comentó pensativo- En fin, ya te haré caer. Hay mucho tiempo libre aquí dentro y la única forma de dejar de lado el aburrimiento es el sexo así que... Tú mismo vendrás rogando. -Finalizó con un encogimiento de hombros y Frank bufó.

F- No cambiarás nunca. Que te den, McCracken.

Bert- Eso pretendo. -Frank le miró con odio de nuevo, volvió a bufar y se dejó caer de espaldas en el colchón- Me voy a buscar un buen culo por ahí fuera. A la hora de la cena vengo a buscarte. -Le lanzó un beso al aire y salió caminando desgarbadamente.
...


Los primeros días de estadía en la clínica, Frank los dedicó a acomodarse y ha conocer el lugar.

La mañana siguiente a llegar tuvo cita con el psicólogo como le había informado Phoebe.
Hablaron de cómo Frank empezó a consumir y cuándo se dio cuenta de que debía parar. Y, aunque no parezca posible por haber sido sólo una visita, Frank salió de ahí más motivado aún para dejar atrás su pasado con las drogas.

Después de eso tuvo visita al médico para realizarse una pruebas de salud rutinarias.

El segundo día lo ocupó en una charla de grupo, donde conoció a otras personas que estaban allí por distintas adicciones: Bert era adicto a las drogas y el alcohol como Frank, Lian estaba allí por su adicción al alcohol, Amy era cleptómana, Alison y Bryan eran adictos al juego y Marcus (un italiano de piel morena, rubio y ojos verdes que en seguida se ganó la mirada de Frank) era un adicto al sexo.

Al enterarse, Frank tuvo que hacerse una nota mental para prohibirse a si mismo estar cerca del chico más tiempo del puramente necesario o no respondería de sus actos.

Cosa contraria a lo que decidió Bert, que se pasaba con Marcus todo el tiempo que podía (al menos el tiempo que no destinaba a intentar seducir a Iero).

Ese mismo día de la charla común, nada más terminar, Bert le guiñó un ojo al italiano, después de haber cruzado miradas durante las dos horas que duró la reunión, y salió de la sala. Marcus esperó un momento antes de salir detrás de él y seguirle hasta el cuarto que el moreno compartía con Frank.

Frank por su parte había salido a la calle a fumarse un cigarrillo. Ese era un vicio que no iba a quitarse, aunque sí le habían rebajado el consumo a un par de cigarros al día. Dio un corto paseo para despejarse y cuando se lo terminó se dirigió al edificio de las habitaciones.

Caminaba despacio pensando en las ganas que tenía de ver de nuevo a Gerard a pesar de que sólo habían pasado dos días desde que se marchó dejándole allí. Empezaba a creer que era más adicto al pelirrojo que a las propias drogas.

Sobre eso meditaba cuando abrió la puerta de la habitación sin llamar, como le había dicho Bert que hiciese, ya que era tanto de uno como de otro, y lo que se encontró le dejó como una piedra bajo el marco de la puerta, con la mandíbula casi contra el suelo.

Bert y Marcus estaban retozando totalmente desnudos en SU cama, la cama de Frank.

Éste se mantuvo en su lugar varios minutos, sin hacer ningún ruido ni el mínimo movimiento, solo observando como los chicos se comían las erecciones contrarias en un magnífico 69.

Su mente se debatía entre participar en lo que estaba viendo o salir corriendo y esconderse en cualquier lugar a solas donde poder hacerse una buena paja.
Le había costado demasiado estar de nuevo con Gerard como para perderlo de un momento a otro al dejarse llevar por su más bajos deseos.

Entonces, al vislumbrar los ojos de Gerard en su cabeza, supo lo que debía hacer.

Justo cuando iba a darse la vuelta, Bert levantó la cabeza y le vio, no pudiendo evitar fijarse en el tremendo bulto del pantalón del chico.

Bert- Entras o te vas, pero cierra la puerta. -Increpó antes de seguir con lo que hacía, pero mirándole a él.

Frank se dio la vuelta y salió cerrando la puerta tras él. Bert se encogió de hombros y continuó con su tarea.

Después de espectáculo en su cama, Frank había caminado (casi corrido) hasta el baño público donde se echó agua fría en la cara para despejarse y se quedó pensando en cosas que consiguiesen bajar su excitación sin tocarse, pero no fue posible.
Al menos tuvo la decencia de pensar en Gerard mientras se masturbaba en vez de en los dos tipos que follaban en su cama.

Ya repuesto fue al comedor a por algo de cenar y después al saloncito comunitario, lo suficientemente lejos para no escuchar lo que pasaba en su habitación pero desde donde vería a Marcus cuando saliese.

Y al fin, cuando ya estaba a punto de quedarse dormido de aburrimiento, su puerta se abrió dejando salir a Marcus, que le guiñó un ojo al pasar por su lado y se dirigió a su habitación al final del otro pasillo.

Frank por fin pudo ir a su habitación, golpeó esta vez un par de veces y entró, encontrando todo revuelto: ropa por el suelo que sería de Bert, las sábanas y el edredón de su cama colgando por los lados de ésta y un par de botellitas y cosas que prefería no saber que eran.

Y sobre su cama encontró a Bert tumbado, totalmente desnudo y sin cubrirse con nada, con un brazo sobre sus ojos.

F- Maldito, ¿no podíais haber follado en tu cama? -Gritó.

Bert- Mm... La tuya estaba antes. No pudimos llegar a la mía.

F- Ya puedes cambiar mis sábanas. No pienso dormir ahí... Y vístete, joder.

Bert- Estoy muy cansado. -Murmuró dándose la vuelta para quedar boca abajo. Frank rodó los ojos- Duerme en mi cama hoy. Mañana tendrás la tuya limpia, lo prometo.

Frank gruñó- Está bien. Mañana quiero todo limpio. -Se quitó la ropa para ponerse el pijama, siendo observado de reojo por el de pelo largo.

Bert- No esperaba meterte en mi cama tan pronto, Frankito. -Comentó cuando el aludido se metió en ella, ya cambiado- Disfruta durmiendo donde tantas pajas me he hecho pensando en ti, cariño.

F- Eres un cerdo.

Y se dio la vuelta hacia el lado contrario para no verle mientras Bert se reía bajito.

La convivencia con Bert no iba a ser nada fácil...




Continuará...
 
 
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domingo, 11 de diciembre de 2011

Cap. 39 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 39:


Por la mañana ambos chicos se despertaron con pereza cuando los primeros rayos del sol se colaron entre las cortinas y les pegaron de lleno en el rostro.

Frank se estiró bostezando- Buenos días, Gee.

G- Buenos días, precioso. -Le dio un beso en los labios y se sentó al borde de la cama, dándose cuenta de que estaba desnudo. Una sonrisilla boba apareció en su cara al recordar que había caído en la trampa de Frank.

F- Nos duchamos y nos vamos, ¿no? -Ante el asentimiento del pelirrojo, continuó- Pues podríamos ducharnos los dos juntos...

G- No creas que caeré tan fácilmente otra vez, Iero.

F- Oh, que mal pensado. -Se cruzó de brazos haciéndose el ofendido- Solo era por ahorrar tiempo. -Se encogió de hombros y se puso de pie para caminar lentamente hasta la puerta del baño sin dejar de mirar a Gerard y morderse el labio ante su desnudez.

Iero llevaba solo el boxer rojo que había visto hacía unas horas, mal colocado, lo cual no dejaba nada a la imaginación. Babeaba solo con verle.

G- No quiero pasarme con dolor de polla todo el día, gracias.

Frank volvió a encogerse de hombros, cogió unas cosas y entró a ducharse. Justo entonces Gerard se desplomó boca arriba en el colchón. Sabía que sería difícil resistirse a Frank y sus malditos encantos y no se equivocaba. Parecía que cierta parte de su cuerpo se negaba a ignorarle...

Un rato después Gerard estaba más calmado y Frank salía del baño, totalmente vestido para su suerte, así que entró a ducharse él también.

Cuando al fin estaban listos, recogieron sus cosas y salieron de la habitación para dejar la llave en recepción, donde estaba el mismo chico de por la noche.

Al llegar ahí, el joven los miró de arriba a abajo, relamiéndose los labios.

-¿Qué tal su estadía en el motel? ¿Lo han pasado bien? -Preguntó levantando una ceja.

Gerard y Frank se miraron con complicidad y grandes sonrisas. El menor le guiñó el ojo al pelirrojo.

F- Ha sido alucinante. Pero echamos en falta algo más de compañía... -Se inclinó hacia adelante sobre el mostrador quedando su rostro cerca del jadeante joven.

-Y-yo... emm... yo...

Gerard luchaba por no reírse. Se acercó y abrazó a Frank por la cintura, inclinándose también.

G- Es verdad... Nos sentimos demasiado solos. En esa cama tan grande, donde teníamos que estar muy juntitos para aliviar el frío. Además que fuimos tan tontos de no coger los pijamas de la maleta... -Siguió con la broma con su voz más seductora.

El chico estaba alucinando y su respiración se entrecortaba solo de pensar en él metido entre esos dos imponentes tipos, pieles contra pieles, sonidos sugerentes, sudor...

F- En fin. Nos vamos. Gracias por todo. -Con una última sonrisa dejó la llave en el mostrador y se dio la vuelta.

G- ¿Tienes un cigarrillo? -El joven asintió con la boca abierta y cogió un paquete de tabaco del cajón, ofreciéndole. Gerard cogió un par de cigarros, colocó uno tras su oreja y el otro en los labios, le guiñó un ojo y salió tras Frank, dejando al chico sin poder decir nada aún.

Una vez fuera, el pelirrojo caminó hasta el coche donde ya estaba el otro, riendo por fin y encendiendo el cigarrillo.

G- Eres un cabrón, Iero. -Le dijo al llegar a su lado, echando el humo.

F- Vamos, ha sido divertido. ¿Has visto qué cara ha puesto? -Se puso las gafas de sol oscuras, le robó el cigarrillo que el otro llevaba en la oreja y lo puso entre sus labios para después acercar el que estaba encendido y prenderlo con él.

Dio una larga bocanada aspirando el humo, le dio un beso en la mejilla y soltó el aire.

F-Vámonos.

El resto del viaje pasó igual como las primeras horas, solo que esta vez los silencios fueron menos y se respiraba más felicidad y relajación dentro del coche debido a la ya tomada decisión de Frank.

Tan distraído estaba Gerard con eso, que incluso se olvidó de su dilema sobre informar a Frank.

Y finalmente llegaron a New Jersey.

Lo primero que hicieron fue ir a la casa de los padres de Frank para contarle a sus padres que ingresaría en un centro de rehabilitación.

Cheech no paraba de darle ánimos a su hijo y Linda no dejaba de llorar y abrazar a Frank. Había seguido la carrera musical de su hijo y sabía de su problema con las drogas, ya que no era un secreto para las revistas, lo que la tenía totalmente preocupada. Pero saber que por fin haría algo por solucionarlo la tenía esperanzada.

Cuando iban a dejar la casa de la familia Iero, Linda sujetó a Gerard y le abrazó.

Linda- Muchas gracias por ayudar a Frank. Él te necesita. Siempre te ha necesitado y estoy feliz de que estés a su lado otra vez. Cuídale, por favor.

G- Tranquila, Linda. Haré todo lo que pueda para que Frank salga de esa horrible adicción. -Apretó su brazo y salió tras Frank. Se acercó a él, abrazándole por la espalda y apoyando la cabeza en su hombro antes de hablar. -¿Estás listo?

En algún momento durante el viaje acordaron que cuanto antes ingresase, antes terminaría todo, y qué antes que esa misma noche cuando llegasen.
Además, Gerard parecía tenerlo todo totalmente planeado y acordado ya, es decir, que estaba convencido de que Frank no se negaría.

Por eso habían ido a ver a sus padres.

F- ¿Podemos dar una vuelta primero? -Preguntó mirando al frente, ausente.

G- Claro. ¿Dónde quieres ir?

F- Vamos al parque.

Gerard aceptó y, cogiendo su mano derecha, echaron a caminar en silencio. No hacía falta especificar qué parque. Era "el parque", ese por el que habían paseado largas tardes, en el que se habían sentado a hablar viendo como desaparecía el sol, donde hicieron planes de futuro que no se habían cumplido...

Se sentaron en un pequeño claro rodeado de árboles y arbustos, entre los cuales se filtraban los pocos rayos de sol que aún quedaban.

El silencio se extendió en el tiempo hasta que Frank, que seguía meditabundo, lo rompió de repente.

F- Cuando te fuiste... Creí que todo se había acabado. No podía creer que no fuese a verte por 3 largos años. Fue la primera vez en mi vida que quise acabar con todo.

G- Frank, yo...

F- Lo intenté, ¿sabes? -Le interrumpió- Intenté terminar con mi vida, pero mi madre me encontró a tiempo. Se lo agradezco, la verdad, fui un estúpido. -Gerard no volvió a hablar, tan solo sujetó su mano entre las suyas y aguardó a que continuase- Al salir del hospital volví a encerrarme en mi cuarto como hice cuando lo de Jamia. Pero un día pensé que si tú estabas pasándotelo bien en Italia yo no iba a quedarme lamentándolo toda la vida, así que llamé a Pete y fui con los chicos a una fiesta. Me vino bien salir, verlos de nuevo, reír... Pero también bebí hasta emborracharme y fue entonces cuando me encontré con Jared. -Gerard recordó las imágenes que le habían envidado de Frank con Jared y se tensó- Había estado intentando ligar conmigo toda la noche y cuando me vio me ofreció una raya de coca, ya que se estaba haciendo una para él. Lo único que yo tenía en la cabeza era que quería olvidarte, fuese como fuese, así que acepté. Esa fue la primera vez que consumí y no voy a negarlo, me sentí en las nubes. Mis problemas desaparecieron de repente y por eso cuando Jared me echó contra la pared y empezó a besarme, me dejé llevar...

G- Sé eso... Alguien me mandó unas fotos en las que estabas follando con él. -Dijo secamente y miró entre los árboles. Odiaba recordar esas dos imágenes, sobre todo la que mostraba a SU Frank siendo follado por Jared.

Frank le miró con el entrecejo fruncido, pero no era importante ponerse a discutir sobre quién habría enviado las fotos.

F- El caso es que pensé que con la droga y el sexo la cosa mejoraría.. Pero me equivoqué. Cuando no estaba drogado pensaba en ti. Y cuando me acostaba con cualquiera, pensaba en ti. Y finalmente todo se me fue de las manos. Conocí a James, que tenía buenos contactos y me pasaba coca y me encontré con Jamia. -Hizo una pausa- A partir de ahí ya sabes lo que ha pasado. Cuando te vi entrar en el autobús del grupo con James, quería matarlo, acabar con él para siempre, porque él te tenía y yo no...

G- Pero no hiciste nada por cambiar eso. -Murmuró- Cuando volví y me dijeron que íbamos a vuestro concierto tenía la esperanza de que todo volviera a ser como antes de irme. Pero no. Me presentaste a Jamia como tu "amada pareja" y acabamos a puñetazo limpio.

Ambos chicos se quedaron callados un momento, pensando en todo lo que había ocurrido.

G- Todo esto fue por mi culpa. Nunca debí marcharme. Tenía que haberme quedado contigo y no te habrías enganchado a las drogas y ahora Jamia no estaría... -Antes de acabar la frase se calló. No creía que fuese el mejor momento para decirle sobre el embarazo.

F- Jamia no estaría ¿qué?

G- No estaría, sin más. No habrías vuelto con ella.

F- No fue tu culpa. Tú hiciste lo que tenías que hacer. Te jugabas tu futuro... Fui yo el que tomó malas decisiones. Pero lo importante es que ahora estás aquí. -Se giró hacia el pelirrojo y le miró con ojos brillantes.

G- Gracias por aceptarme de vuelta después de todo esto... No volveré a dejarte. Lo siento por ti, pero nunca más podrás deshacerte de mi. -Añadió en un tono más bromista para eliminar un poco de la tensión que se había creado.

F- Ni loco me desharía de ti.

Frank se puso de rodillas, liberando su mano de las de Gerard, y se arrastró hasta quedar sentado sobre las piernas flexionadas de éste. Acunó su cara en sus manos, mirándolo fijamente a los ojos, y se fue acercando, mezclando sus alientos, hasta sentir la suavidad de los labios del pelirrojo sobre los suyos.

F- Es hora de enfrentar los problemas. -Suspiró. Gerard sonrió, dándole un beso de ánimo, y se levantaron.

Volvieron al coche, montaron en sus respectivos lugares y emprendieron el camino hasta el centro de rehabilitación.

Casi una hora después, en una zona que parecía ser campo, sin casas ni edificios, encontraron un cartel donde ponía: Alina Lodge.

Continuaron por un camino de tierra, mientras Frank se ponía más y más nervioso. Gerard se dio cuenta y puso su mano derecha sobre la pierna de Iero dando un ligero apretón.

Y, finalmente, llegaron a una explanada sin árboles, con un par de edificios bajos y un aparcamiento. Estacionaron y Gerard salió del coche, esperando que Frank hiciese lo mismo. Pero no. Ésta estaba totalmente quieto, mirando a través del cristal delantero, arrepintiéndose de haber tomado esa decisión.

El pelirrojo dio la vuelta al coche y abrió la puerta del menor. Se inclinó tendiéndole una mano y sonrió.

Frank pareció dudar unos minutos y finalmente cerró los ojos para coger aire con fuerza y se sujetó a Gerard con mano temblorosa.

G- Espera aquí. -Le dejó recargado sobre el coche y caminó hasta el maletero para sacar la maleta de Frank. De vuelta a su lado, pasó un brazo por su cintura y le guió al edificio principal.

Gerard sí que tenía todo previsto. La directora del centro (una mujer de unos 50 años, rubia, con el pelo recogido en un moño y de nombre Phoebe) ya sabía que Frank ingresaría, aunque no sabía cuando, y todo estaba listo, papeleo incluido. Pero Frank no tenía la cabeza como para ponerse a pensar en eso.

Phoebe- Bien, señor Iero. -Le llamó la atención, ya que no había dicho nada en todo el rato que llevaban ahí- Nos alegramos de que haya decidido rehabilitarse. Con un poco de ayuda y esfuerzo lo conseguirá. Todos los que trabajamos aquí estamos para ayudarle. Ahora, si no hay nada más que hablar, le mostraré su habitación.

Frank solo pudo asentir con la cabeza, casi imperceptiblemente. Los tres caminaron hasta la calle de nuevo y ahí Phoebe les dejó un poco de intimidad para despedirse.

G- Frankie, todo irá bien, ¿vale? Vendré a verte el fin de semana, en el horario de visitas. Por favor Frank... pórtate bien. -Esa simple plegaria hizo que Frank sonriese, cogiendo fuerzas, al sentirse como un niño pequeño al que su madre le dice que sea bueno.

F- Me portaré bien, mamá. -Se miraron un momento y se abrazaron con fuerza antes de besarse. -Te amo.

G- Yo también te amo.

Y sin más, el pelirrojo se alejó del él, subió al coche y arrancó dándole una última mirada.

Frank suspiró por milésima vez en la tarde y fue con la mujer hasta el otro edificio, de color rojizo. Al entrar había una especie de saloncito, todo de madera, con sillones, una televisión bastante grande en la pared, unas estanterías con libros y algunas mesas y sillas. Siguieron un pasillo amplio y llegaron a otro pasillo perpendicular con dos puertas.

Phoebe- Bien, señor Iero...

F- Frank. -Le corrigió.

Phoebe- Bien, Frank. Tu habitación es la de la derecha. Tu compañero debe de estar dentro. La hora de la cena es a las 9, él te indicará el camino. Mañana a las 10 de la mañana tienes cita con el psicólogo y ya te dirá qué hacer. Su despacho está en el otro edificio. Si tienes alguna pregunta...

F- No, todo está bien por ahora.... Gracias.

La mujer inclinó su cabeza y se despidió del chico.

Frank inhaló todo el oxígeno que pudo y entró en el cuarto. Era una habitación grande, aparentemente vacía. De frente a la puerta había un gran ventanal que daba al bosque. En la pared de la derecha había dos camas con dos armarios. Al otro lado había una zona con sillones, alrededor de una televisión y cerca de éstos, una mesa de comedor con algunas sillas.

La mitad de la habitación estaba bastante desordenada, y suponiendo que esa cama era la de su compañero, dejó la maleta sobre la otra. Se acercó a la ventana y miró el exterior, maldiciéndose a sí mismo por no haber podido solucionar el problema por sí solo y entonces escuchó una voz tras él.

-Vaya, vaya. Frank -sexy- Iero.

El aludido se volteo y encontró a un tipo de pelo largo y barba de tres días apoyado en el marco de la puerta de lo que, imaginó, era el baño.

F- Tú...

-Oh, ¿me recuerdas? Pensé que te tirabas a tantas personas que no me recordarías... -Frank no dijo nada- Así que el famoso cantante de LeATHERMOUTH ha terminado en rehabilitación. Será divertido tenerte como compañero, compartiendo habitación. -Caminó hasta Frank como un cazador sobre su presa- Compartiendo ducha...

Llegó a su lado y, cuando le rozó la mejilla con una mano, Frank se alejó.

F- Ni se te ocurra tocarme de nuevo, Bert McCracken.






Continuará...



____________________



Me alegro de que os gustase el último, pervers >=D

sábado, 3 de diciembre de 2011

Cap. 38 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 38:


G- Tienes que ingresar en un centro de rehabilitación. -Dijo de forma bastante ruda.

Frank se mantuvo en silencio un momento, negándose internamente a procesar esas palabras.

F- No creo que sea necesario ser tan extremistas, Gee...

G- Está visto que tú solo no lo conseguirás y yo no soy de mucha ayuda porque no sé qué debería hacer para ayudarte. Creo que es la mejor solución... -Su tono de voz volvió a ser el de siempre.

F- Pero...

G- Mira, Frank. Yo no te voy a obligar, lo sabes. Pero creo que es lo mejor para ti. Es más, creo que es la única solución. Y te repito que por mucho que te ame, no estaré contigo viéndote sufrir con las drogas. Todo depende de ti.

F- Debo... Debo pensarlo, ¿si?

G- Está bien. Confío en tu decisión. -Sonrió con esperanza y se acercó para envolverlo en un fuerte abrazo.

Esa misma mañana comenzaron a empacar las pocas cosas que habían sacado de sus maletas en ese par de días y algunas otras que había en la casa. Cada uno sumido en sus pensamientos.

Frank le daba vueltas una y otra vez a la idea de ingresar en un centro de rehabilitación.
Lo veía como una idea innecesaria y no quería aceptarla. Él se sentía capaz de superar la adicción por sí solo. Con ayuda de Gerard y listo. Pero al parecer éste no lo creía igual.
Tenía claro que haber recaído la noche anterior había sido una estupidez, sobre todo por que la razón que lo empujó a ello habían sido las dolorosas palabras de Jamia, palabras que debería de haber ignorado, pero no. Le llegaron hasta el fondo de su alma e hicieron estragos allí.
Tal vez, sólo tal vez, Gerard tenía razón y dejar una adicción con la posibilidad de salir de casa y consumir sin problemas no era una opción. Pero, ¿una clínica de rehabilitación? ¡Él no era un jodido drogadicto!

Debía reflexionar sobre ello.

Por su parte, Gerard sufría un debate interior entre contarle a Frank sobre el supuesto embarazo de Jamia o no decirle nada.
Tenía claro que debía saberlo, pero aún no estaba seguro de si el embarazo era de verdad o una simple estratagema de la chica para no quedarse sin los privilegios que suponía tener a Frank Iero como pareja.
Y, en el caso de que fuera verdad, ¡podía ser de cualquiera! Esa tipa seguro que se había acostado con más hombres que el propio Gerard, que, a decir verdad, eran muchos.
¿Debía darle una noticia tan horrible a Frank aún sin saber si Jamia estaba embarazada de él de verdad? Podía empeorar su estado...
Pero, aunque no lo admitiese, en el fondo sabía que no se lo contaba por miedo (terror mejor dicho) a que Frank le dejase de lado para hacerse cargo del bebé y vivir como una "familia feliz" junto a ella.

Aún tenía que pensar en ello.

...


Al medio día ya tenían todo preparado y guardado en el maletero y la parte trasera del coche de Iero.
Habían decidido que viajarían en coche, conduciendo Gerard y parando a dormir, ya que el viaje duraría unas 14 horas. Así ambos tendrían más tiempo para pensar en sus dilemas.

Conversaron, escucharon música, hicieron algunas paradas para comprar comida e ir al servicio y bromearon. Pero los silencios entre ellos se extendían largos momentos sin que ninguno hiciese nada por solucionarlos.

Como salieron por la tarde, cuando ya llevaban unas 7 horas de viaje decidieron que era momento de hacer una parada de verdad y dormir unas horas, así que buscaron un motel de carretera que no pareciese demasiado cutre y entraron allí.

El sitio era realmente modesto pero se veía limpio y en orden, no como los moteles normales. Además, había bastantes coches aparcados fuera, lo que indicaba que no sería de muy mala calidad o la gente iría a cualquier otro de todos los que había en esa carretera.

Pidieron una habitación con cama de matrimonio, haciendo que el joven recepcionista les mirase con complicidad pensando que eran una pareja más que buscaba pasar la noche juntos y lejos de sus familias.

-Si desean algo, LO QUE SEA, llámenme. Estaré disponible. -Les dijo antes de darles la llave de la habitación con una sonrisilla traviesa.

Los dos chicos hicieron un movimiento de cabeza a modo de agradecimiento y caminaron por el largo pasillo lleno de puertas con números hasta llegar a la suya. Entraron y Frank se dejó caer boca abajo en la cama mientras Gerard cerraba la puerta.

G- Voy a cerrar con llave o ese chico es capaz de colarse por la noche y violarnos. -Bromeó- ¿Viste su cara cuando nos ofreció sus servicios?

El pelirrojo estalló en carcajadas y Frank levantó la cabeza de la almohada donde estaba escondido sonriendo.

F- Es que somos irresistiblemente follables, nene.

G- Cierto. Me voy a dar una ducha. No salgas del cuarto.

F- Vale, mamá. -Gerard le miró con enojo fingido y se metió al baño.

Frank dedicó esos minutos de soledad y silencio para llegar por fin a una conclusión.

Cuando Gerard salió del baño la mente de Frank se vació y solo podía pensar en lo que tenía delante, un cuerpo medio desnudo, tapado solamente por una minúscula toalla azul, escurriendo agua y haciéndole mil veces más apetecible, si eso era posible.

Estaba empezando a babear.

G- Eh. ¡EH! ¿Me estás escuchando? -Llamó su atención al ver que estaba en otro mundo.

F- Em, sí, esto, perdona Gee. ¿Qué decías?

G- Que el agua de la ducha está perfecta. Necesitaba un baño para relajarme. Tantos horas conduciendo me tenían tenso. -Repitió haciendo estiramientos con el cuello y los brazos.

F- Ahám... -Fue su simple respuesta, sin poder sacar los ojos de su cuerpo. Sacudió su cabeza y volvió a la realidad por fin- Quería hablar contigo.

G- Dime. -Incitó, secándose el pelo con otra toalla.

F- He estado pensando lo de la clínica de la clínica de rehabilitación y... Bueno... He decidido que... -Cogió aire y habló de golpe o nunca lo diría- Que sí. Que ingresaré en ello. Quiero desintoxicarme bien y no volver a recaer nunca.

Gerard no pudo disimular su felicidad al escuchar eso y soltó la toalla con la que se secaba la cabeza para correr hasta el otro y tirarse encima de él sobre el colchón, llegando su rostro de besos y repitiendo lo contento que estaba y que todo saldría bien.

Hasta que el beso fue en la boca y se fue haciendo más profundo y más necesitado.

Frank giró con Gerard y quedaron al revés, con el pelirrojo debajo del menor. Siguieron besándose, intercalando besos boca a boca con otros en el cuello cuando necesitaban coger aire.

Y eso, junto a la abstinencia que había sufrido Gerard en los últimos días, estaban causando estragos en su cuerpo, los cuales no pasaban desapercibidos al estar tapado únicamente por la fina tela de la toalla.

G- Mmm Frank. Para. -Le empujó hacia arriba con las manos en su pecho- Recuerda el trato. -Dijo con voz ronca.

F- Recuerdo el trato. -Le informó- Pero he estado pensando una cosa... Sé que estás necesitado, aunque solo hayan pasado unos días. Y, puesto que yo fallé ayer en mi parte del trato, pienso que lo más justo es dejarte fallar a ti... O ayudarte a ello.- Rectificó con voz juguetona.

G- Explícate. -Imploró.

F- A ver... No podemos follar, porque eso es otro trato. Pero... Yo te prohibí masturbarte mientras yo no pudiese drogarme. Así que, lo más justo, es dejar que te descargues.

Gerard le miró con los ojos abiertos de par en par. La situación, las ideas que pasaban por su cabeza y las palabras de Iero le estaban poniendo peor de lo que ya estaba.
Mentiría si dijese que en esos días no había necesitado más contacto físico, aunque fuese de su propia mano. Pero había cumplido.

Y la idea que le proponía Frank ahora se le antojaba de lo más llamativa, sobre todo si contaba con su ayuda y más después de haber escuchado su decisión.

G- Oh, joder, está bien.

Frank sonrió con lascivia y volvió a besarle, superficialmente esta vez.

F- Siéntate.

Way hizo lo que le mandaba, muriendo de curiosidad. Frank se quitó el pantalón, quedando solo con un (muy) ceñido boxer rojo. Se sentó delante de él, entre sus piernas, pasando las propias alrededor de su cintura, dejando un hueco entre los dos cuerpos para poder maniobrar cómodamente.

Gerard no perdía detalle, pero se sintió desfallecer cuando las manos del otro recorrieron su pecho, desde el cuello hasta la cintura donde aún tenía atada la toalla. Hizo círculos alrededor de su ombligo y Gerard puso las manos tras su espalda, apoyadas en el colchón para sostenerse e inclinó la cabeza hacia un lado sonriendo cuando Iero por fin llevó sus manos hasta la toalla y la abrió, dejando al aire su tiesa polla.

Frank se relamió los labios mirando fijamente esa parte dura y después le miró a los ojos, justo cuando un dedo se paseaba sutilmente por la punta, recogiendo el líquido que ya empezaba a salir para luego repartirlo por toda la extensión.

Gerard jadeó, entrecerró los ojos y abrió la boca, lo cual fue lo que necesitaba Frank para agarrarle desde la base y mover la mano arriba y abajo, muy despacio. Demasiado despacio para la cordura del pelirrojo.

El pelirrojo gemía sin control y cerraba los ojos sin darse cuenta y Frank se sentía necesitado ante tal visión así que, sin dejar de lado el trabajo que le estaba haciendo al otro, coló una mano dentro de su propio boxer y empezó a tocarse a la misma velocidad que tocaba a Gerard.

De repente Gerard abrió los ojos y lo que vio le hizo endurecerse más, si eso era posible.

Intentó convencerse a sí mismo de que debía mantener su promesa autoimpuesta, pero no lo soportó.

G- Oh, mierda Iero. -Frank volvió a mirarle preocupado al notar cierto tono de enfado, bajando la velocidad de sus movimientos- Te odio. Me haces caer y que incumpla mis promesas.

Y sin decir nada más ni explicarse, estando Frank más confundido aún, acercó más sus cuerpos, bajó el boxer por delante, quedando debajo de los testículos y alejó la mano de Frank para cogerle él con fuerza, quizás más de la necesaria, pero que lejos de provocarle dolor a Iero, le mandó fuertes oleadas de placer directamente a su cerebro.

Éste echó la cabeza hacia atrás dejando acceso libre a su cuello, el cual no fue desperdiciado, y paró de moverse para dejarse enloquecer por la mano ágil de Gerard.

G- Dios, muévete. -Susurró contra su cuello, pasando la lengua por su nuez y mordiendo duro en el lado, cual vampiro.

Frank volvió en sí y continuó con el movimiento de su mano sobre la polla contraria, uniendo sus bocas en un beso hambriento. Y así siguieron, separándose solo para respirar y dejar escapar sugerentes sonidos, hasta que se corrieron en la majo ajena con un último grito que bien podía haber despertado a los de las habitaciones cercanas.

Se quedaron quietos, aún con las manos en el mismo sitio, y unieron sus frentes, intentando recuperar el control de la respiración.

G- No sabes cuanto echaba de menos estas cosas... -Murmuró, rompiendo el silencio.

Frank sonrió de medio lado- Tanto como yo, supongo. Deberíamos soltarnos... A no ser que quieras una segunda ronda. -Añadió con picardía.

G- Con una recaída vale. -Rió y, a regañadientes, le soltó, siendo imitado después por el menor.

Limpiaron sus manos en la sábana y se tumbaron uno junto al otro, nariz con nariz. El cansancio hizo acto de presencia e ignoraron la necesidad de lavarse. Ya lo harían por la mañana.

F- En realidad, te echaba de menos A TI. Estar así, los dos juntos...

G- Siempre me tuviste. Aunque ahora me vuelves a tener físicamente también. -Se regalaron unas sonrisas y un casto beso- Buenas noches.

F- Buenas noches. -Y añadió en un susurro casi inaudible- Te amo.

G- Te amo.






Continuará...


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Gracias por los comentarios.

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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Cap. 37 "Obsesionados con el sexo"

ADVERTENCIAS: Contenido explícito de tipo hetero.


CAPÍTULO 37: JAMIA




Por la mañana, Frank se despertó con el sonido del teléfono y la voz de Gerard gritando al contestar y, como la curiosidad podía con él, se acercó a la puerta entreabierta del dormitorio para poder escuchar con claridad.

G- ¡Te he dicho que dejes de llamar aquí!... No, no me interesa... ¡Como vuelvas a acercarte a él te las verás conmigo!... Te avisé ayer, no se te ocurra contárselo... ¡Tú lo único que quieres es joderle la vida un poco más!... No te mereces mi respeto... Mira, me da igual lo que tengas que decir, adiós. -Colgó con un fuerte golpe y entonces Frank salió de la habitación.

F- ¿Quién era? ¿Por qué gritas? -Preguntó asustando al pelirrojo.

G- No es nadie. Nadie importante al menos. -Como la noche anterior, Frank no se lo creyó.

F- Gerard. -Le retó- Era Jamia, ¿verdad? -La única respuesta fue un asentimiento poco seguro- Sé que me estás escondiendo algo, pero si no quieres contármelo está bien. Confío en ti, eres la única persona que me cuida de verdad.

Frank se acercó a él y le abrazó con todas sus fuerzas, mientras Gerard se debatía en su interior entre decirle la verdad, ya que se trataba de su hijo, y no decirle nada para evitar que sufriese más todavía.

...

En otra parte de la ciudad, Jamia sostenía el teléfono con una mano temblorosa y los ojos anegados en lágrimas. Nunca se imaginó que todo eso fuese a suceder.

El último mes había sido el peor de su vida, sobre todo cuando se enteró de su embarazo, lo cual, por miedo, no le contó a Frank. Pero no por miedo a la reacción del chico, sino por ella misma.

Estaba aterrada con la idea de traer un bebé al mundo, no se veía capaz de ello y cuanto más lo pensaba, la idea de abortar cobraba más importancia en su cabeza...

Y todo por una maldita noche hacía mes y medio.

*Flash back*

Frank estaba cada vez peor, cada día consumía más y más y últimamente mezclaba la cocaína con litros de alcohol.

Jamia, al contrario de lo que pensaban los demás, no era una piedra sin sentimientos y estaba verdaderamente preocupada por su novio.

Es verdad que su única intención al estar de pareja con él era aprovecharse de su bondad y su dinero. Por muy mal que se portase Jamia con Frank, éste era incapaz de dejarla o tratarla mal (exceptuando las peleas verbales que de vez en cuando compartían). Pero tampoco le gustaba ver cómo Frank se destruía poco a poco.

Tampoco podría decir que siempre le fue fiel al chico.

Ella sabía que Iero le ponía los cuernos con quien más le apeteciese en el momento, y si creía que no se había dado cuenta de la extraña relación que tenía con James antes de la llegada de ese pelirrojo, estaba mal de la cabeza.
Por eso, Jamia tampoco se quedaba atrás. Varias veces se había escapado por ahí con algún que otro tipo al que luego no volvía a ver. Pero eso se acabó cuando vio tan mal a Frank.

Algo en su interior se removió y le dijo que debía ser mejor persona con él después de todo lo que éste le había dado, así que empezó por serle fiel.

Comenzó a pasar más tiempo con Frank, al menos todo el tiempo que la banda y las fiestas le dejaban libre, pero siempre terminaban peleando porque Frank tenía la horrible costumbre de drogarse delante de ella.

Pero ni su relación mejoró ni Frank dejó las drogas.

Una noche, Jamia esperaba en su habitación de hotel a que Frank llegase del concierto que hacía ya casi dos horas que había terminado, dispuesta a hablar con él y hacerle entrar en razón.

Pero Frank no tenía ganas de eso.

Cuando llegó estaba colocado, como casi siempre. Se le veía descentrado y esquivo, con cero ganas de mantener una conversación seria, así que se fue acercando a ella poco a poco, disimuladamente (mientras la chica no dejaba de hablar y de decirle que debía dejar las drogas) dispuesto a callarla.

Llegó a su lado y se puso tras ella, rodeando su cintura con sus brazos y respirando en su cuello, contestando únicamente suaves "mhhm" contra su oído cuando no la besaba cada trozo de piel que tuviese cerca.

Jamia empezaba a desconcentrarse, a respirar más agitadamente cuando las manos de Iero hacían círculos en su vientre y subían hasta sus pechos para apretarlos y una lengua humedecía su cuello.

La chica dejó de hablar en algún momento que no recordó, pero sentir la erección de Frank contra la parte baja de su espalda le hizo volver a la realidad. Se soltó de su abrazo y se giró para mirar a la cara a un Frank con expresión exasperada.

Jamia- Frank te estoy hablando en serio, joder. Olvida las putas drogas, lo único que conseguirás es matarte.

F- Vamos, no exageres. -Respondió por fin, perdiendo la paciencia- No me apetece hablar de esto ahora... -Con lentitud volvió a acercarse a ella y abrazarla desde alante, sujetando su trasero con las manos.

Jamia- No exagero, solo digo que si sigues así terminarás mal. -Se retorció entre sus brazos intentando soltarse pero Frank era más fuerte- Deberías pedir ayuda y...

La boca del chico tapó la contraria, cansado de la maldita charla que le estaba dando, y rozó su polla contra la chica.

Y ella ya no puede negarse más.

Le daba asco pensar que su novio se revolcaba con todo aquel que se le pusiese a tiro, pero Frank estaba caliente y en sus años de vida aún no había visto una cosa más sexy que Frank Iero cachondo.

Así que se deja llevar y cuando Frank se da cuenta, la acorrala contra la pared y profundiza más el beso, colando las manos bajo su camiseta para darse cuenta de que no lleva sujetador, lo que le facilita la tarea de llegar a sus pezones para acariciarlos y endurecerlos.

La chica gime y su mano derecha se agarra de su cuello para acercarle más a la vez que la izquierda coge su paquete haciendo presión, ganándose un gruñido y un mordisco en el labio.

Frank siente que reventará el pantalón negro tan apretado que lleva, pero entonces Jamia lo desabrocha y lo baja con dificultad, dejando que su polla pegue un salto al sentirse libre por no llevar ropa interior.

Con un rápido movimiento es el pelinegro quien está apoyado en la pared y piensa aprovecharse de eso. Le saca la camiseta a la chica, acaricia su espalda, besa su clavícula y apoya las manos en sus hombros para empujarla hacia abajo, logrando que se arrodille frente a su entrepierna. Ella ya sabrá qué hacer.

Coge la base con una mano y acuna sus testículos con la otra para después lamer toda la extensión de la dura polla y apretarla entre sus labios al tragársela casi entera. Mueve la cabeza de arriba a abajo a la vez que su mano y Frank no puede evitar mover la cadera para llegar hasta el fondo de su garganta, follándose su boca sin demasiado cuidado.

Cuando se nota a punto de estallar, aleja esa húmeda y caliente boca de él y jadea. Ella se levanta para besarle pero antes de hacerlo él la está empujando hacia la cama y besando y lamiendo sus tetas hasta hacerla caer en el mullido colchón.

Lo que les quedaba de ropa va desapareciendo hasta quedar piel contra piel, con Frank encima de la chica, sus dedos dentro de ella y sus lenguas entrelazadas, moviendo sus cuerpos al compás de las embestidas de los largos dedos del chico, sudando, jadeando y encorvando ella la espalda, rozando sus pechos con el torso contrario.

De repente, Jamia se sintió vacía sin los dedos de Frank trabajando en su interior, pero no le dio tiempo a quejarse, pues el chico los hizo rodar quedando ella encima y ordenó con voz ronca y entrecortada.

F- Móntame.

Jamia se sentó a horcajadas sobre su estómago, cogió su polla con la mano y se guió para penetrarse con ella, desplazándose hacia atrás hasta estar totalmente llena de Frank. Éste colocó sus manos en la cadera suave de la chica para ayudarla a mantener el ritmo, arriba y abajo o haciendo círculos sobre él.

Tan sumidos estaban en el placer, el goce y las sensaciones del momento que ninguno pensó en el hecho de que estaban follando sin condón, y menos lo hicieron cuando Frank le acarició el clítoris con saña y ella se movía más rápido, dándose y recibiendo cada cual enormes cantidades de placer, hasta correrse casi al mismo tiempo en una última cabalgada.

Cansada Jamia se desplomó a un lado de Frank. Ninguno dijo nada, sólo se quedaron uno junto al otro y durmieron.

A la mañana siguiente, cuando Jamia se despertó, encontró una nota a su lado donde Frank le decía que tuvo que irse pronto para arreglar unos problemas con los chicos del grupo y que la esperaba en el autobús antes de irse a una nueva ciudad.

La dejó donde estaba y se fue a duchar. Mientras se relajaba recordó cómo su plan de hacer entrar en razón a Frank había fracasado y en su lugar habían tenido la mejor sesión de sexo hasta el momento. Pero tan centrada estaba en lo bien que lo habían pasado que siguió sin darse cuenta del problema...

Los días y las semanas pasaron. 6 semanas exactamente, y Jamia empezaba a sentirse mal. Se mareaba en todos los viajes en autobús y más de dos veces tuvo que correr al baño a vomitar.

Bobbie- ¿Qué te pasa? Estás pálida.

Jamia- Creo que he cogido un virus o algo...

Ed- Deberías ir al médico.

Jamia- Sí. Como nos quedamos aquí dos días he pedido cita mañana en el hospital.

Como les dijo a los chicos, a la mañana siguiente se encontraba esperando en la sala de espera a que fuese su turno para entrar.
Cuando escuchó su nombre siguió a la enfermera dentro de la consulta y se sentó donde le indicaba. Un minuto después un doctor entró, la saludó con cortesía y se sentó al otro lado de la mesa para que Jamia le contase qué le ocurría.

Al escuchar los síntomas y el tiempo que llevaba con ellos, el doctor tenía una clara idea de lo que ocurría, pero no quiso decirle nada hasta estar seguro. Le mandó una serie de pruebas, terminando con una ecografía.
Le hicieron los exámenes en el momento y una hora después estaba en la cafetería comiendo algo y esperando su hora para ir a por los resultados, los cuales eran los esperados por el doctor...

Las palabras "Está usted embarazada, enhorabuena" daban vueltas en su cabeza sin parar, sin terminar de entender lo que eso significaba.
Abandonó el hospital y cogió un taxi hasta la estación de tren más próxima, desde donde viajó a Chicago tras una rápida llamada a Frank informando de que se iba, que se encontraría con ellos unos días más tarde.

El camino hasta Chicago fue el más largo que vivió en su vida, más al estar sola y no dejar de pensar siempre en los mismo: "Está usted embarazada".

"¡Maldito médico! Cómo puede decirme eso y darme la enhorabuena... Esto es una pesadilla." pensaba una y otra vez.

Una vez en Chicago fue a casa de su mejor amiga, Stella, quien siempre la había apoyado y conocía TODA su historia con Frank, incluso la parte en la que Jamia y sus amigos le hacían sufrir en el colegio.

Llamó al timbre y su rubia amiga abrió con una típica sonrisa, pero ésta desapareció al ver el estado demacrado de Jamia, llorando y temblando como nunca antes la había visto.
Le ayudó a pasar y a sentarse en el sofá y escuchó las nuevas noticias cuando Jamia pudo hablar entre sollozos estridentes.

Los siguientes 5 días, Jamia se quedó allí, recibiendo ánimos y el apoyo de su querida amiga, casi su hermana.
Cuando la llamaron para decirle que Frank había tenido una sobredosis y estaba en el hospital, su depresión aumentó, pensando que encima se quedaría sin Frank también, pero aún así no se sintió con fuerzas para salir del protector hogar de la rubia.

Y allí pasó esos días hasta que recibió una llamada diciéndole que la gira quedaba cancelada y Frank había vuelto a Chicago.
Fue entonces cuando se armó de valor y decidió ir a esa casa que ambos compartían..

Pero nunca esperó encontrar allí al pelirrojo novio de James, y menos tan cariñoso y tan pegado a su Frank.

Hizo como si no le importase y estaba dispuesta a contarle a Frank lo que ocurría cuando éste soltó de golpe que debían romper, y entonces el mundo de Jamia terminó de derrumbarse.

Si no veía claro tener un hijo aún teniendo pareja, mucho menos estando ella sola.

Pero fue mucho peor darse cuenta de lo que llevaba pensando y negándose a sí misma durante varios meses: que entre Gerard y Frank había algo demasiado fuerte

Y fue por eso, por el miedo que la invadió, que atacó a Frank con sus palabras, llamándole de nuevo maricón, como ya hizo en el colegio, y tantas otras cosas cargadas de veneno.

Pero al ver salir corriendo a Frank en un estado tan pésimo la hizo sentir culpable y enseguida se arrepintió de todo lo dicho.

*Fin del flash back*

Por eso llevaba toda la mañana llamando, para disculparse y contarle todo a Frank. Pero siempre contestaba Gerard, y éste no estaba dispuesto a dejarle hablar con él, mucho menos a que se encontrasen en persona.

Gerard cuidaba de Frank como ella nunca lo había hecho, y en el fondo se alegraba de eso, él lo merecía...

Pero aún estaba el problema del bebé.
...


Frank sabía que Gerard le estaba ocultando algo realmente importante, ya que se mostraba nervioso, se mordía las uñas y no paraba de rascarse la nuca.

Pero no insistió más por el momento, consiguiendo que el pelirrojo se relajase.

Lo cual no fue una buena idea...

G- Frank, tenemos que hablar seriamente. -Dijo de repente en un tono demasiado serio.

F- ¿De-De qué? -Preguntó, aunque sabía a qué se refería.

G- Fallaste a tu promesa. Y encima ya no fue solo cocaína, también alcohol y pastillas. -Dijo con dureza y Frank bajó la cabeza apenado.

F- Lo siento...

G- No puedes correr a drogarte cada vez que algo malo te pase. Debes ser más fuerte. ¿De verdad quieres dejarlo?

Frank le miró extrañado y se apresuró a responder.

F- ¡Sí! ¡Claro que quiero! Por ti. Por mi. Sé que necesito dejarlo porque me hace mal. Y a ti te hace mal que yo esté así. Mañana iremos a Jersey y todo será mejor. No volveré a consumir, lo prometo.

G- Te habrás dado cuenta de que en esta situación no puedes dejarlo...

F- Claro, por eso iremos a Jersey. Nuestra casa.

G. No, Frank, no me refiero a eso. No podrás dejarlo si tienes la posibilidad de salir a la calle a comprar y todo eso.

F- ¿Qué quieres decir?

G- Tienes que ingresar en un centro de rehabilitación.






Continuará...


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Gracias por el apoyo que aún existe por acá.

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domingo, 27 de noviembre de 2011

Cap. 36 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 36: RECAÍDA


Gerard bajó a carreras las escaleras, saltando los escalones de tres en tres, esperando lo peor por parte de Iero.

Al llegar a la puerta del edificio miró hacia ambos lados pero no le vio por ninguna parte.
Tenía dos opciones: ir a la derecha, una zona comercial de bastante nivel con algún que otro parque entre las tiendas, restaurantes y centros estéticos. O izquierda, una zona bastante peligrosa plagada de bares y locales de mala muerte.

Lo echó a suertes y se dirigió a toda prisa hacia la izquierda.

Por un lado deseaba acertar y encontrar a Frank allí para poder llevárselo a casa, pero por otro esperaba equivocarse, porque nada bueno significaría una visita a esa zona de la ciudad.

Caminó a lo largo de un par de calles, cada vez con más ganas de que Frank no estuviese por allí. Las cosas que estaba viendo no eran para nada agradables y estaba seguro que nadie en su sano juicio pasearía por allí pudiendo evitarlo.

Tras caminar unos minutos y no encontrarle en la calle, Gerard empezaba a ponerse nervioso. Hacía casi media hora que Frank había huido y, cuanto más tiempo pasese, tenía claro que su estado sería peor.

Al pasar por la puerta de uno de los bares algo en su interior le gritó que debía entrar y eso hizo.

Un local lúgubre, con la música a todo volumen, borrachos por todas partes y un par de peleas en algunos puntos fue lo que encontró dentro.
El suelo estaba pegajoso y lleno de colillas de cigarros, las paredes, iluminadas por algunas lámparas, se veían sucias, con manchas de bebidas derramadas posiblemente el alguna otra bronca y la barra no tenía mejor aspecto, también sucia, con ceniza y restos de bebida.

Gerard se acercó al camarero, esquivando personas, mesas y taburetes tirados en el suelo, intentando no tocar nada.

G- Perdón, ¿ha estado aquí un chico joven, bajito, pelo negro por los hombros, con vaquero oscuro y camiseta negra de Frankenstein?

El camarero se encogió de hombros sin ganas de contestar y una mueca desagradable ante la visión de Gerard, ya que no era el tipo de persona que entraba en ese lugar y podría llegar a ser considerado un niño rico en comparación con el resto. Y a ese tipo de gente no se le tenía ningún aprecio en la zona.

-He visto a alguien parecido pero aquí entra mucha gente. -Respondió con voz seca y estridente- Si no está aquí, mira en los baños. Y si no está allí, lárgate. -Espetó.

Gerard le miró con mala cara. No estaba en condiciones de que le tocasen los cojones, podía terminar mal. Pero lo importante era Frank, así que con leve movimiento de cabeza se alejó del corpulento hombre (además de sucio, a juego con su bar) y caminó hasta el pequeño letrero que señalaba los aseos.

Si el bar le había dado asco, no tenía comparación con ese sitio. Las paredes, en su comienzo blancas, hacía mucho tiempo que habían dejado de serlo para pasar a un color amarillento, igual que el suelo. Y éste estaba repleto de vasos, unos con restos de bebida, otros volcados y algunos rotos en pedazos.

Cogió aire para darse fuerza y se adentró poco a poco en el lugar, topándose con alguna que otra jeringuilla en los lavabos.

Miró dentro de los primeros cubículos sin encontrar a nadie y llegó al último. Tomó aire de nuevo y se puso delante de la puerta abierta.

Su corazón dio un vuelco al ver a dentro a Frank, tirado en el suelo y recostado contra la pintarrajeada pared.

Gerard gritó su nombre varias veces para que reaccionase, pero estaba como adormilado, con los ojos entreabiertos.
Al acercarse, Gerard pudo distinguir restos de un polvillo blanco en la tapadera del inodoro.

G- No, Frank, no, joder. ¿Qué has hecho? Mírame. -Cogiendo su rostro lo enfrentó al suyo y le vio las pupilas totalmente dilatadas. Palmeó su rostro con la otra mano y consiguió que aquella mirada perdida se fijase en sus ojos.

F- Gerard. -Le llamó con la voz casi apagada- Lo siento. -Y lágrimas salieron de sus ojos al sentir que había fallado al pelirrojo, otra vez.

G- ¿Qué has tomado? -Secó sus lágrimas- Además de eso. -Dijo señalándolo con la cabeza.

F- Unas-Unas copas... Y un par de pastillas. -Respondió con dificultad, cerrando los ojos para no tener que ver esa mirada defraudada sobre él.

G- No cierres los ojos, mírame. -Volvió a palmearle el rostro cuando vio que volvía a adormilarse- Incorpórate, tienes que vomitar toda esa mierda, o al menos todo lo que puedas. No puedes acabar en el hospital otra vez, vamos.

Sujetó al menor pasando un brazo por su cintura para ayudarle a arrodillarse mientras levantaba la tapa con la mano contraria. Le ayudó a echar todo lo que tenía en el estómago y le dejó sentado de nuevo para ir a los lavabos y mojar un poco de papel ("Extraño, el baño era un asco pero tiene papel" pensaba el pelirrojo) para refrescarle ligeramente el rostro.

Unos minutos después Frank estaba más consciente y Gerard pudo tranquilizarse.

G- ¿Estás mejor, pequeño?

F- Algo... Gracias por todo, Gee. Incluso cuando me comporto como un gilipollas y un crío estás ahí para ayudarme.

G- Ojala no te comportases así tan a menudo. -Se permitió bromear a pesar de la dramática situación al verle en mejor estado- Tendremos que hablar seriamente mañana. Ahora vamos a casa y descansas. Quiero irme rápido de este mugroso sitio. -Dijo con cara de asco nada disimulada.

Con ayuda Frank se levantó del suelo y pasó un brazo por los hombros de Gerard cuando este volvió a sujetarle por la cintura para empezar a caminar.

Salieron a trompicones del horrible bar y caminaron despacio y bajo la oscuridad de la calle hacia el apartamento. A paso lento y parando de vez en cuando para que Gerard se asegurase de que Frank estaba bien, llegaron a la casa, pero no estaba vacía, como ambos esperaban.

Jamia seguía allí.

G- Te he dicho que te largues de aquí. -Gruñó situándose delante de Frank de forma protectora.

Jamia- Tengo que hablar con él, tiene que saberlo. Es su... -Antes de que la palabra "hijo" saliese de sus labios, el pelirrojo la hizo callar.

G- ¿Acaso no ves en qué estado está por tu culpa? -Gritó furioso- Vete de aquí o yo mismo te echaré a patadas.

Jamia- Pero tengo que...

G- ¡FUERA!

Jamia- Está bien... -Lágrimas caían de sus ojos- Alguien vendrá a por mis cosas. -Caminó hacia la puerta y antes de salir añadió en voz más baja- Pero debería de saberlo. -Y cerró tras ella.

Una vez solos Gerard respiró profundamente intentando calmarse mientras Frank le observaba, medio ido todavía, intentando entender qué es lo que se había perdido. Pero no preguntó nada por el momento, sino que caminó hasta el sillón y se desplomó en él cansado.

G- Voy a prepararte una infusión para que te relajes, ¿vale? -Y sin esperar respuesta fue a ello.

Minutos después, ambos chicos estaban recostados en el sillón justo como antes de la llegada de Jamia y fue entonces cuando Frank tuvo que preguntar.

F- ¿Qué tengo que saber?

Gerard guardó silencio un momento pensando qué decir y la mano que acariciaba el pelo del menor se quedó quieta.

G- No es nada... Será una más de sus trucos para conseguir lo que quiere. No te preocupes más por ella.

Frank asintió con la cabeza, no muy convencido, pero estaba demasiado cansado para seguir con esa conversación.

F- Tengo sueño. -Murmuró.

G- Vamos a la cama, entonces. ¿Quieres que te lleve?

F- No jodas, no soy una mujer. -Respondió riendo.

G- Já, encima de que me comporto como un caballero con su princesa... -Se inclinó hacia adelante imitando el movimiento de éstos y empezó a reír también, ganándose un leve golpe en el pecho por la comparación- Venga, vamos.

Y fueron al dormitorio, donde se cambiaron y acostaron uno al lado del otro para compartir un tierno beso antes de caer en brazos de Morfeo.

G- Sonno, mia principessa.*

Ya se preocuparían por todo al día siguiente.






Continuará...


*Duerme, mi princesa.
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Estoy subiendo la historia en dos sitios y más de una vez he pensado dejar de subirla por aquí.
Pero no lo haré solo por no dejarla a medias, ya que fue donde empecé con ella, pero es desmotivante el no recibir comentarios cuandoantes comentabais muchs mas.
En fin, ya tengo planeado todo lo que va a pasar (más o menos) y cómo va a terminar, solo falta escribirlo.

Por cierto, gracias otra vez a JULIA LACASITOS DE PLACEBO por ayudarme siempre que tengo aún problema con el fic y por sus geniales ideas y por decirme siempre la verdad de lo que piensa sobre los capítulo :3



Spero che abbiate una buona giornata.
Mer.

martes, 22 de noviembre de 2011

Cap. 35 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 35: Un nuevo problema.



Cuando salieron del hospital tuvieron que juntarse primero con los miembros de la banda para solucionar algunas cosas.
Los conciertos que quedaban finalmente se suspendieron y acordaron tomarse un largo tiempo de descanso.
Pero esa reunión no fue completamente bien, ya que la culpa recayó sobre Frank y éste se cabreó y salió echo una furia del sitio, seguido después de Gerard, quien se entretuvo un momento explicándoles la promesa de desintoxicación.
Le desearon suerte y fue con él.

Ambos chicos recogieron sus cosas del autobús (Gerard ya lo tenía todo preparado del otro día) y fueron a la estación de trenes, donde compraron dos billetes para Chicago, pues allí tenía Iero un apartamento que últimamente había estado compartiendo con su novia.

El viaje lo pasaron prácticamente durmiendo uno junto a otro, compartiendo algunos besos simples cuando estaban despiertos.

A eso de las 8 de la noche por fin llegaron a la ciudad y unos minutos después, tras coger un taxi, estaban subiendo sus cosas al apartamento.

G- ¿No deshaces tus maletas? -Preguntó al ver que las dejaba en el salón sin intención de abrirlas.

F- No. Sólo estaré aquí hasta que vuelva Jamia. Cuando rompa con ella volveré a Jersey. ¿Vendrás?

G- Claro, estoy contigo para ayudarte. No te dejaré. Tendrás que soportarme pegado a ti las 24 horas del día.

F- Mm, ¿también mientras me duche? -Preguntó con tono sensual y acercándose a él peligrosamente.

G- Vale, estaré contigo 22 horas al día. -Se alejó para impedir caer en la tentación y Frank bufó, rodó los ojos y fue a la cocina. Gerard entró detrás de él riendo por su actitud.

F- ¿Puedes coger el azúcar de ese armario? Voy a hacer café.

El pelirrojo fue hasta el armario que le había señalado, lo abrió y rebuscó entre los frascos el de azúcar. Pero al cogerlo, una bolsita de plástico cayó sobre la encimera.
Nada más verla supo lo que era ese polvo que tenía dentro y se regañó internamente por no haber pensado que Frank escondería droga en casa.

Ahora que lo sabía, lo primero que tenía que hacer era deshacerse de ella.

Gerard cogió la bolsa y se giró hacia Frank.

G- ¿Tienes más de estas escondidas por ahí? -Le preguntó, haciendo que se girase para ver de qué le hablaba.

Cuando se dio cuenta de lo que tenía en la mano su cara perdió todo el color que poseía.
De verdad quería dejar las drogas, pero tenía la esperanza de que Gerard no se diese cuenta de que guardaba coca en casa, por si en algún momento se le hacía imposible seguir al menos tendría para un par de rayas.

Ante la pregunta de Gerard, bajó la cabeza sin contestar.

G- Así que, sí tienes más. -Suspiró- ¿Dónde están? -Más silencio por parte de Iero- Frankie, tienes que decírmelo. No puedes pretender dejar las drogas si tienes escondidas en casa. -Se acercó a él y le abrazó, intentando darle fuerza- Si no las dejas no soportaré verte así y me iré. ¿Es eso lo que quieres? -Lo intentó con su última carta.

Y surtió efecto.

F- No quiero que me dejes otra vez. -Murmuró.

G- Entonces dime dónde lo escondes. -Acarició su mejilla con suavidad y Frank asintió con la cabeza.

Recorrieron toda la casa y Gerard cada vez estaba más asombrado al descubrir todos los sitios donde Frank tenía escondida una bolsita de coca: entre los cojines del sillón, entre los discos de la estantería, tras el espejo del baño y en el cajón de su mesilla de noche.

F- Ya está.

G- ¿Seguro? ¿No tienes ningún escondite más? -Frank negó con la cabeza mirando la pared- Dime la verdad...

F- No tengo ningún escondite más. -Afirmó- Pero... -Sin terminar la frase metió la mano derecha en el bolsillo del vaquero que llevaba puesto y rebuscó en el roto que tenía el bolsillo, sacando otro paquetito.

Durante unos segundos se quedó con ella en la mano, apretando el puño, debatiéndose en su interior. Pero finalmente se lo entregó a Gerard, quien la guardó junto con el resto y acto seguido abrazó a Frank.

G- Tranquilo, todo irá bien, ya verás como conseguirás dejarlo. -Susurró en su oído antes de darle un beso con el que intentó mostrarle todo lo que sentía por él- Me desharé de ello. No salgas de aquí, ¿vale?

Gerard salió del apartamento para hacer lo que había dicho y mientras Frank se quedó encerrado en casa gracias a Gerard y su idea de cerrar la puerta con llave.

Por el momento la cosa iba bien, no pensaba demasiado en la cocaína, pero realmente era porque apenas llevaba un día fuera del hospital, así que para seguir así intentaba entretenerse con cualquier cosa. Limpió su cuarto, empezó a recoger las cosas de Jamia, vio la televisión y cocinó algo para cuando volviese el pelirrojo. Y justo cuando terminaba de poner la mesa, éste aparecía por la puerta.

F- Joder, cuánto has tardado, ya no sabía qué hacer. -Refunfuñó.

G- Lo siento, me entretuve. Mm, qué bien huele, ¿has cocinado?

F- Sip. Siéntate.

Frank sirvió la cena y comieron tranquilos, hablando de todo y de nada, de ningún tema importante, alargando la sobremesa un par de horas, hasta que se sintieron cansados y decidieron que había llegado la hora de dormir.

F- ¿Dormirás conmigo?

G- ¿Tienes planeado violarme? -Bromeó.

F- Pues no lo había pensado... -Se echaron ambos a reír- Te prometo que me portaré bien. Lo decía porque eres tú el que no puede desquitarse. Si yo me caliento me hago una paja y listo. Te preguntaba porque quizás no te resistas a mis encantos. -Dijo levantando una ceja y con pose sexy.

G- Eres un cabrón, enano. Pero creo que podré resistirme a ti. -Pasó por su lado y entró en la habitación.

Riendo por lo bajo, Frank entró después y se prepararon para dormir, ambos en boxer y con unas camisetas que Frank usaba para eso.

Cuando ya estaban en la cama, tapados con la fina manta, se quedaron en silencio mirando el techo, cada uno pensando en sus cosas, hasta que Gerard habló.

G- ¿No te preocupa dónde pueda estar Jamia? ¿O si le ha pasado algo? No sabes nada de ella desde antes del accidente.

F- No, siempre hace lo mismo. Desaparece unos días y luego vuelve dando cualquier excusa para su retraso. No creo que tarde mucho en venir por aquí. Estará a punto de quedarse sin dinero.

G- ¿No te molesta que esté contigo por interés? Para que le pagues sus caprichos...

F- No me molestaba porque yo también estaba con ella por interés, ya te lo dije. Pero se acabó. -Ambos chicos sonrieron y se giraron hacia el contrario para compartir un dulce beso y dormir abrazados.

Un par de días pasaron sin demasiados cambios.

Gerard no se separaba de Frank nada más que lo justo y necesario, ya que éste se veía cada vez peor y más desesperado por la ausencia de droga en su organismo.
Alguna vez salieron de casa para pasear y que el menor se despejase un poco, pero la cosa se estaba poniendo complicada.
El carácter de Frank se había vuelto muy cambiante y pagaba su mal humor con Gerard o con los objetos que tuviese delante, y así fue como dos cojines terminaron hechos pedazos, el espejo del recibidor estampado contra el suelo y los discos del salón desparramados por el salón.
Sin embargo, cuando se tranquilizaba, normalmente con ayuda del pelirrojo, volvía a ser el de siempre, bromeando y regalando palabras bonitas y besos al mayor.

No pasó nada digno de mención, hasta el tercer día, cuando recibieron la esperada visita.

Estaban sentados en el sillón, Frank recostado sobre Gerard con una infusión en una mano y recibiendo caricias en el pelo para intentar relajarse, cuando la puerta del apartamento se abrió.

Jamia entró en la casa, saludando al ver que Frank había regresado, sin darse cuenta de que había alguien más.

Jamia- Hola, Frankie. Lo siento cariño, me he retrasado unos días porque mi amiga Ann lo ha dejado con su novio y he tenido que quedarme a consolarla y levantarle el ánimo. Perdona no haber podido irte a ver al -Cortó la frase a medias cuando llegó al salón y vio a Frank con Gerard- Oh, hola Gerard. ¿Qué haces aquí?

F- Está ayudándome. -Se levantó y dejó la taza sobre la mesa de cristal que había en el centro- Tenemos que hablar Jamia.

G- Bueno, yo os dejo...

F- No, quédate. Jamia -Se puso frente a ella- se acabó. No quiero seguir más con este engaño de relación.

Sus palabras pillaron a la chica desprevenida, que se quedó mirándole sin decir nada, analizando lo que había oído, hasta que se dio cuenta de lo que eso significaba.

Jamia- ¿Estás rompiendo conmigo? -El chico asintió- ¡No puedes romper conmigo! -Gritó furiosa. No estaba dolida, ni triste, sino cabreada.

F- Mira si puedo, que lo estoy haciendo.

Jamia- ¡No! Nosotros estamos bien. ¿Qué razón tendrías para... -Mientras hablaba recordaba la situación en la que los chicos estaban cuando entró- ¡Tú! -Se acercó a Gerard y le gritó a la cara- ¡Es por ti, ¿verdad?!

F- ¡Deja a Gerard tranquilo! Es por nosotros, Jamia. ¿De verdad te atreves a decir que estábamos bien? Tú solo estás conmigo por mi dinero y yo contigo porque... No sé ni por qué he acabado saliendo contigo después de todo. Es hora de que te vayas. Esto se acabó. Para siempre.

Jamia echaba fuego por los ojos. Su chollo se estaba acabando. Si no hacía algo, se quedaría sin lujos y sin la oportunidad de comprar nuevas cosas, de viajar, de gastarse el dinero de Frank.

Jamia- No, estoy segura. ¡Es por tu culpa! -Empujó a Gerard, haciéndole retroceder un par de pasos- ¡Dime que es mentira y ahora no estás con él! ¡Atrévete a negarlo! -Volvió a centrarse en Frank.

F- No te lo negaré. Le amo. Desde hace más de 4 años que lo hago y nunca dejaré de hacerlo.

Jamia- Lo sabía, sabía que no eres más que un maricón de mierda. ¿Crees que no sé que te has estado tirando a un montón de tíos mientras salías conmigo? Eres un puto maricón y aunque me diese asco tocarte sabiéndolo, lo hacía para seguir gastando tu dinero. Te mereces todas y cada una de las palizas que te dieron en el colegio. Ojala te hubieses matado cuando te dio esa terrible depresión por la que te encerraste en tu cuarto. El mundo hubiese salido ganando.

Las palabras destrozaron a Frank y terminaron de romperle por dentro. Volvió a recordar todo lo que había sufrido en su adolescencia y, aunque lo que dijese Jamia no debía importarle lo más mínimo, en el estado en el que se encontraba tras 3 días sin una sola raya de coca ni un vaso de alcohol, no pudo aguantarlo más.

Salió del departamento corriendo con lágrimas atestando sus ojos, dejando a Gerard con ganas de asesinar a Jamia. Pero decidió que era más importante salir en busca de chico.

G- Eres una zorra. Frank no se merece todo eso, te ha dado todo lo que has querido y así se lo pagas. Si tanto asco te daba haberte largado. Tú si que deberías de estar muerta y como le pase algo a Frank, te juro por mi amor hacia él que acabaré contigo. -Le amenazó entre dientes señalándola con el dedo- Recoge tus cosas. Cuando volvamos espero no ver nada tuyo aquí o lo pasarás mal.

Jamia- Estoy embarazada. -Susurro apenas al escuchar a Gerard, haciendo que éste se parase a medio camino hasta la puerta- Por eso he estado fuera estos días. Siento lo que he dicho, pero lo estoy pasando fatal y encima ahora viene y me dice eso. -Lágrimas escapaban ya de sus ojos.

G- No me interesa lo que tengas que decir. Lárgate de aquí.

Y salió corriendo en busca de Frank, sabiendo que en su estado sería capaz de cualquier cosa.





Continuará...


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