viernes, 10 de junio de 2011

"Desconocido" Cap. 3 (FINAL)

Por fin llegó el día y Frank no había dormido apenas por lo nervioso que estaba.
Se levantó pronto cansado de dar vueltas en la cama sin poder pegar ojo. Hasta la noche no había quedado con su "cita a ciegas", y la espera se le estaba haciendo larguísima. Estaba durando más ese día que toda la semana anterior. Ni si quiera tenía apetito. Había algo en su estómago que no paraba de dar vueltas, y cuanto más cerca estaba la hora de irse, más vueltas daba.
Cuando solo quedaban unas horas para salir, comenzó a arreglarse. Quería estar perfecto para su esperada cita.
Se duchó, se echó crema hidratante a pesar de que nunca le habían interesado esas tonterías como él decía. Se afeitó, se perfumó y se delineó ligeramente la raya de los ojos de negro. Después se dispuso a vestirse y terminó por sacar toda la ropa que tenía en su armario y en los cajones, ya que nada le terminaba de convencer.
F- Oh, vamos Frank, ¡pareces una adolescente! -Se dijo frente al espejo mientras se reía de sí mismo.
Por fin encontró un conjunto que le pareció apropiado. Casi dos horas cambiándose de ropa para terminar poniéndose un pantalón vaquero, una camiseta negra y, encima, una camisa blanca que llevaba bierta para que se viese la de debajo.
Pensó en llamar a Gerard para contarle sus planes para ese día, pero sabía que le pondría muchas pegas, pues incluso la tarde anterior le había dado su típica charla de "No te fíes, no le conoces Frank", y eso que no le había dicho que iban a quedar. Así que no le llamó, aunque sí se lo contó a otro amigo, para que supiese donde iba a estar por si necesitaban contactar con él para algo.

Y por fin llegó la noche.

Frank terminó de prepararse poco antes de encaminarse al bar acordado.
El bar era pequeñito pero acogedor, sin mucha gente y con buena música, aunque no demasiado alta, por lo que era perfecto para hablar.
Se sentó en una pequeña mesa frente a la puerta. Pidió una bebida para la espera y no dejó de mirar hacia la entrada, observando atentamente a cada persona que entraba.
De vez en cuando entraba alguien, pero ninguno era él. En una ocasión, uno iba vestido parecido, por lo que Frank casi saltó del asiento, pero luego se dio cuenta de que no llevaba la rosa negra. Además, ni se acercó a él.
Comenzó a desesperarse. Miraba la puerta, el reloj, volvía a mirar la puerta... Pero nada.
Había pasado ya casi una hora de la acordada y empezaba a pensar que no vendría.
Bajó la vista, cogió su copa y, cerrando los ojos, la vació del líquido que quedaba, sintiendo cómo una lágrima salía de sus ojos avellana.
Estaba realmente ilusionado con la cita y su misteriosa pareja le había dado plantón. Se sentía dolido, frustrado. Cuando después de tanto tiempo había creído que por fín había encontrado a la persona perfecta para volver a tener una relación seria, ésta había pasado de él.  
Bajó la cabeza y la escondió entre sus brazos, apoyando la frente en la mesa.
¿Y sí todo aquello no había sido más que una broma? Debería haberle hecho casi a Gerard, él siempre tenía la razón.
X- ¿Esperas a alguien, Frankie?
El aludido abrió los ojos. Conocía esa voz. Lo miró de arriba a abajo: jean oscuro, camiseta azulada y chaqueta de cuero azul oscuro. Bajó de nuevo la vista y vio que llevaba algo en su mano.
El otro, cuando se dio cuenta de lo que miraba Frank, alzó la mano y se la tendió.
X- Esto es para ti.
Una hermosa y perfecta rosa negra.
Frank estaba alucinando. Cogió la rosa y miró a los ojos al por fin conocido amigo virtual. Era cierto todo aquello de que se conocían. Y también era cierto lo que le dijo de que se sorprendería al verlo. Aunque no estaba sorprendido, sino lo siguiente.
F- No me lo puedo creer... -Su voz era apenas un susurro- ¿Tú...? -Se levantó de la silla sin dejar de mirar al otro.
X- Si, yo... -El chico bajó la vista, sus mejillas estaban rojas.
F- ¿De verdad has hecho esto por mi? -El otro levantó la vista hasta que las dos miradas colisionaron y sonrió, con un leve color rosado en sus mejillas, a modo de respuesta. Y esa sonrisa fue más que suficiente para Frank.
Iba a decir algo, pero Frank se lo impidió juntando sus labios con los suyos de forma casi posesiva, a la vez que le acariciaba la mejilla. El otro chico no podía creer lo que estaba pasando, pero puso sus manos alrededor de la cintura de Frank para evitar que se esfumase si resultaba qye solo era un sueño.
F- No me lo puedo creer -Repitió Frank, sobre los labios del otro, aún con los ojos cerrados- ¡Maldita sea, no me lo puedo creer!
Frank se separó del otro, se tocaba la cara casi con desesperación. Hizo el ademán de darse la vuelta para irse, pero sólo estaba nerviso. Volvió a enfrentarse a su cita, se acercó y juntó su frente con la de él, sujetándole con una mano en su nuca. Durante unos segundos que a ellos les parecían horas ninguno dijo nada, sólo se miraban fijamente a los ojos.
-Te amo Gerard - Susurró Frank en tono serio, aún con las frentes juntas y sin desviar la mirada ni un momento.
Y ahora fue Gerard quien lo besó, despacio, con delicadeza, como si los labios de Frank pusiesen romperse con un toque más rudo, saboreando sus labios y apretándolo aún más contra él. No podía dejar de sonreír y Frank lo notaba mientras se besaban, lo que le hacía sonreir a él de la misma forma.
G- Yo también te amo, Frank. -Le dijo al oído cuando se separaron- Dios, por fin lo he dicho. -Hizo una pausa y volvió a mirarlo a los ojos- Te amo. -Un beso en la mejilla izquierda- Te amo -Un beso en la mejilla derecha - ¡Te amo! -Terminó con un beso más profundo en sus labios, en el que sus lenguas comenzaron a juguetear entre ellas, chocando y rozándose, pero sin dejar de lado la ternura.
-¿Por qué has esperado tanto? -Dijo Frank cuando se separaron un poco para respirar, intentando tranquilizar sus respiraciones.
-Tenía miedo. -Respondió el otro con simpleza, acariciando la mejilla de Frank con el pulgar- Pero todo eso ya pasó. Por fin puedo decirte que te amo, Frankie. 
-Yo también te amo, Gee. Aunque me hayas tenido esperando casi una hora -Bromeó- Pensé que no vendrías y me habrías dejado plantado...
-Lo siento pequeño. La verdad es que llevaba desde la hora fuera del bar, pero no me atrevía a entrar. -Gerard estaba avergonzado, había bajado su mirada mientras Frank lo miraba de una forma que rozaba la adoración por las reacciones del mayor- No había fumado más en tanto tiempo en toda mi vida.
Los dos se echaron a reír y se entaron a la mesa. Tenían muchas cosas de las que hablar.  

En ese momento, no había nadie más feliz que ellos dos en todo el planeta.

Gerard por fin había abierto su corazón y para su sorpresa había sido correspondido. Y Frank por fin había conocido al misterioso chico que le había enamorado cuando lo creía imposible.

1 comentario: