martes, 17 de abril de 2012

Mikey y Elena Way - Capítulo 2



CAPÍTULO 2:


Los chicos mantuvieron su relación a escondidas por petición de Elena. Aunque Mikey no entendió por qué, aceptó. Así que se veían todas las mañanas hasta del trabajo, separándose siempre antes de llegar al instituto, y quedaban alguna que otra tarde para dar un paseo o tomar algo tranquilamente.

Fue una tarde lluviosa en la que Elena llamó a su novio al móvil, diciéndole que debido al frío y a la lluvia no le apetecía salir de casa, pero que si quería podía ir a verla a casa, que estaba sola hasta la noche.

Mikey aceptó, claro. El día anterior no habían podido verse por tener cosas que hacer, así que sería capaz de ir al otro lado del mundo para verla esa tarde.

Puntualmente llegó a su casa y llamó al timbre. Lo primero que sintió al ver abrirse la puerta fueron los brazos de Elena alrededor de sus hombros arrastrándole hasta dentro. Y, antes de poder decir nada, su boca fue poseía por otra ansiosa y húmeda y caliente.

-Vaya, qué bienvenida. -Murmuró casi sin aire cuando Elena le dio un poco de espacio para respirar.

Justo entonces se dio cuenta del rubor en las mejillas de Elena, que se mordía el labio nerviosa. Bajó la vista hasta su cuello blanco, acariciado por algunos mechones de pelo negro. Siguió bajando y jadeó sin darse cuenta, abriendo la boca.

Sus hombros estaban al descubierto por no llevar camiseta y su pecho estaba tapado únicamente por un sujetador verde de puntilla, más transparente que otra cosa.

Más abajo, su estómago liso y terso se mostraba en todo su esplendor sin nada que lo cubriese hasta llegar a sus caderas, donde unas braguitas a juego con el sujetador tapaban su parte más íntima. O medio tapaban, ya que también eran medio transparentes.

Durante su escrutinio, Mikey no había sido capaz de decir nada, sólo la miraba embobado, haciendo que el rostro de la chica se calentase más y más y se sonrojase, mordiendo más fuerte su labio.

-Elena...

-¿Te gusta? -Preguntó con timidez.

-¿Que si me gusta? -La miró como si estuviese loca por tan solo preguntarlo cuando era más que obvio y la recorrió con la mirada de arriba a abajo de nuevo, devorándola con los ojos- Es... Joder, no tengo palabras.

Una de las manos de Mikey se apoyó en el cuello de la chica, acariciando su nuca con la punta de los dedos para después llevarla a la parte delantera y bajarla poco a poco, disfrutando de la textura de toda esa piel a su disposición. Era apenas un roce que estaba provocando estragos en la morena.

Esa mano siguió bajando, sinuosa, pasando entre sus pechos sin apenas tocarlos hasta llegar a su estómago, donde rodeo su ombligo un par de veces.

Para ese momento, Elena había cerrado ya los ojos, dejándose embargar por las sensaciones de esos finos dedos conociendo su cuerpo.

Al llegar a la goma de su ropa interior, Mikey hizo el amago de retirar la mano, pero la mano de ella sujetándole por la muñeca lo impidió.

-No... Sigue. -Susurró, y abrió los ojos para mirarle fijamente y con seguridad- Por favor...

Mikey suspiró y colocó la mano de nuevo sobre su estómago, llevándola hasta su cadera, donde se entretuvo haciendo círculos con los dedos.

Poco a poco volvió a pegarse a ella, sintiendo la cada vez más rápida respiración de la chica contra su rostro, y terminó por unir sus labios, besándola con posesividad justo cuando las yemas de sus dedos traspasaban la barrera inferior de ropa.

Acarició superficialmente el fino y escaso bello que ahí tenía, suave y que le incitaba a ir más allá. Avanzó un poco más y tuvo que sujetar a Elena por la cintura con el otro brazo para evitar que se cayese por el temblar de sus piernas. La morena jadeó, buscando aire desesperadamente.

Todo lo que sentía era increíble y no quería que parase nunca, pero no estaban en el mejor sitio para hacer eso, así que sacando fuerzas de donde no tenía se separó un poco de Mikey y empezó a caminar hacia atrás, sin dejar que Mikey sacase sus dedos de donde los tenía.

Con un poco de trabajo llegaron hasta la habitación de Elena, amplia, con un gran ventanal cubierto por una cortina y una cama de matrimonio en el centro.

Al ver la cama, Mikey se hizo dueño de la situación otra vez y la llevó hasta ella. Apartó el edredón y la tumbó sobre las sábanas azules y frías, que al contacto con su espalda la hicieron arquearse.

Mikey besaba su cuello con dulzura mientras sus manos vagaban por su cintura, subiendo por los brazos hasta sus hombros para volver a bajar, esta vez abarcando con las manos abiertas sus pechos, los cuales masajeó, deshaciéndose rápidamente del sujetador.

Al dejarlos al aire, su boca fue bajando poco a poco por su cuello hasta llegar hasta ellos para besarlos y lamerlos, endureciendo sus pezones y arrancándole suaves gemidos a la chica, que se hicieron más fuertes y desesperados cuando dos dedos se introdujeron en ella.

Sin saber cómo, estaba totalmente desnuda, sintiendo las manos y la boca y la lengua de Mikey en todas partes, volviéndola loca. Pero él seguía con toda su ropa y eso no era justo, así que, apartando a Mikey con desgana, se arrodilló sobre la cama y le sacó la chaqueta y la camiseta sin rodeos.

Mikey se quitó los zapatos con los pies y besó a Elena, sintiendo las manos de esta por su pecho y su espalda antes de bajar al broche de su pantalón vaquero, que fue abierto en un abrir y cerrar de ojos.

Se puso de pie bajo la atenta mirada de Elena, con los ojos más oscuros que de costumbre si es que eso era posible, y se quitó el pantalón y los boxer de una sola vez, quedando ya por fin los dos en igualdad de condiciones.

Se arrodilló en la cama frente a su novia, la envolvió entre sus brazos y la recostó de nuevo, siguiendo donde lo había dejado.

Elena parecía un poco indecisa sobre lo que debía hacer, pero al final dejó su timidez aparte y recorrió con sus dedos la espalda del chico sobre ella, raspando suavemente son las uñas, algo que descubrió enseguida que encendía a Mikey más todavía. Acarició sus nalgas, apretándole más contra ella, y volvió a la parte delantera, cogiendo en su mano su duro y necesitado pene, mandándole descargas de placer a todas las células de su cerebro.

Cuando Mikey sintió que ya no podría aguantar mucho más, se separó de la boca de Elena lo justo para poder hablar, o más bien, jadearle.

-¿Cariño, tienes un condón?

-Si... Ahí en el cajón de la-la mesita.

El chico se incorporó para estirarse y alcanzar el cajón y de repente sintieron frío por separarse de la piel contraria, pero el disgusto no duró mucho, pues a los escasos segundos Mikey estaba de nuevo sobre ella, colocado entre sus piernas.

Le dio un pequeño beso para transmitirle confianza al ver cierto brillo de duda en sus ojos y empezó a penetrarla lentamente.

Elena se tensó en un primer momento, algo muy propio de las chicas vírgenes, pero Mikey rechazó esa idea. Elena no podía serlo todavía, seguro.

Aún así, siguió entrando en ella pero con todo su cuidado y su paciencia y al sentirse dentro del todo se inclinó para besarle con ternura aún sin moverse. Aunque su cuerpo gritaba por una liberación, lo último que haría sería dañarla.

Al sentirla relajarse bajo sus caricias y besos empezó a moverse despacio, sin dejar de mirarla nunca a los ojos. Miradas cargadas de pasión y cariño a partes iguales.

Según pasaba el tiempo, las embestidas eran más rápidas y Elena pedía más y más, y Mikey se lo daba encantado.

Con un último mordisco en la oreja y una penetración más que profunda, Elena se dejó ir, cayendo desmadejada sobre las almohadas.

Mikey le dio tiempo de reponerse pero volvió con lo que hacía, aunque no tardó mucho más en terminar también y caer desplomado a su lado, desde donde besó su hombro desnudo antes de pasar un brazo por su cintura y así descansaron unos minutos.

-Cuánto me alegro de que esté lloviendo. -Murmuró juguetón junto a su oído tras quitarse en condón y hacerle un nudo.

-Sí, se hacen mejores planes así, ¿verdad?

-Verdad. Elena... -Su voz se puso seria de repente.

-¿Qué ocurre?

-Sé que hace poco que nos conocemos y que estamos juntos pero creo que... Creo que te quiero más que a nada. -Los ojos de la chica brillaron al escucharle y antes de responder no pudo evitar besarle con dulzura.

-Yo también te quiero más que a nada.

Siguieron metidos bajo las sábanas durante una hora más, hablando, riendo y bromeando de todo un poco y hablando de cosas más serias también. Pasando el tiempo con la persona con la que querían estar.

-¿Y vives sola?

-No. Vivo con mis tíos. -Mikey se extrañó pero pensó en que conseguir una casa estaba complicado en los tiempos que corrían.

-¿Y tus padres?

-Ellos murieron... -Se sentó con la cabeza gacha y las rodillas dobladas y una sábana alrededor de su cuerpo desnudo. Mikey se sentó también y la abrazó.

-Lo siento. No sabía nada...

-No te preocupes. -Le sonrió con tristeza- De todas formas, ellos no eran mis padres de verdad. No quiero decir con eso que no les quiera. Les amaba con mi vida, ellos me criaron. Pero no eran mis padres.

-¿Cómo es eso?

-Verás, con catorce años mis padres murieron en un accidente de tráfico y, arreglando unos papeles de herencias y todo eso, mi tía, la hermana de mi madre, encontró los papeles de mi adopción y creyó conveniente decírmelo. Entonces decidí que quería encontrar a mis padres biológicos, aunque fuese solo por conocerlos. No les guardaba rencor por darme en adopción. -Mikey escuchaba atento cada palabra que salía de la boca de su novia- Mi tío tiene una agencia de detectives así que quien mejor que él para ayudarnos. Y lo que encontró no nos lo esperábamos para nada.

>>Resulta que cuando nací, a mis padres biológicos les dijeron que había muerto. Los médicos me llevaron a un centro de adopciones, donde me dejaron a cambio de una buena suma de dinero. Y allí me encontraron mis padres adoptivos, que no sabían nada de todo lo que había pasado.
Y lo peor es que no soy la única a la que le pasó, sino que hay un delito de tráfico de bebés bastante gordo detrás de todo esto, y ahora mis tíos están intentando destapar el asunto y meter a los culpables a la cárcel. Pero yo me conformo con conocer a mis padres.

-Dios, mi amor, no me imaginaba nada de eso. Lo siento.

-No tienes por qué sentirlo. -Se encogió de hombros- Si eso no hubiese pasado, las pistas de mis padres no me hubiesen llevado hasta aquí y no te habría conocido, así que en el fondo he salido ganando. -Sonrió, esta vez de verdad, y besó su mejilla.

-¿Eso quiere decir que sabes algo de tus padres?

-Sí, encontraron los documentos donde falsificaron mi muerte y están firmados por ellos. Se llaman Donal y Donna Way. Ahora solo tengo que encontrar dónde viven.

Pero Mikey ya no la escuchaba. Se había desconectado después de escuchar los nombres de sus supuestos padres biológicos. Sus padres. Los padres de él...




Continuará...

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