domingo, 15 de abril de 2012

Mikey y Elena Way - Capítulo 1


Esta historia está hecha como relago para @SweetReveenge_, según ella, mi Fan Numbre 1.
Para tí guapa :) Gracias por tu apoyo y tus bonitas palabras :3 



CAPÍTULO 1:


-Ui, lo siento.

-Perdóname.

Una chico y una chica caminaban con prisa por la acera, tan centrados en sus cosas que no se dieron cuenta de que iban por el mismo camino hasta que chocaron y las cosas de ella cayeron al suelo. El chico la ayudó a recoger sin levantar la mirada y, cuando al fin la miró y sus ojos se encontraron con los de ella, ambos se quedaron paralizados unos segundos. Finalmente, él pareció volver en sí. Recogió un último libro y se incorporó, tendiéndoselo.

-Disculpa, iba distraído. -La chica cogió el libro y sonrió con timidez- Me llamo Mikey.

-Yo soy Elena.

-Encantado. -Sonrió también y volvieron a perderse en la mirada contraria un rato, hasta que ella abrió grande los ojos, asustada.

-¡Mierda! ¡Es tarde, tengo que irme! -Y echó a correr sin decir más mientras Mikey se giraba, viéndola irse.

-¡Dime por lo menos donde podré verte de nuevo! -Gritó desesperado.

-¡Paso por aquí todas las mañanas! -Y desapareció tras una esquina.

Al día siguiente, unos minutos antes que el día anterior, Mikey estaba en la misma calle en la que se había chocado con Elena, apoyado en una pared, fumando un cigarrillo para intentar sacarse los nervios de encima.

Dos miradas le habían bastado para saber que esa chica no era como las demás, que tenía algo por lo que merecía la pena luchar y estaba dispuesto a hacerlo.

Varios minutos y dos cigarrillos después, la chica morena, de piel pálida y ojos negros como el carbón que había conocido el día anterior, caminaba distraída por la calle, acercándose a él poco a poco pero sin prestarle atención.

Mikey aprovechó ese momento para estudiarla de arriba a abajo.

Era alta y esbelta, con el pelo por los hombros, tan oscuro que, junto con esa piel tan clara, le recordaba vagamente a su hermano Gerard. Los pantalones ajustados marcaban su cadera y piernas y el escote de su camiseta mostraban parte de una más que decente delantera.

Caminaba sin fijarse en nada ni nadie de su alrededor, dando la sensación de ser muy despistada. Como el día anterior, llevaba varios libros en los brazos que Mikey no reconoció.

Al llegar a su lado, Elena iba a seguir de largo sin siquiera haberle visto.

-Hola.

Al escuchar una voz ronca junto a ella, que pensaba que estaba sola, se asustó y se giró de golpe, dejando caer los libros.

-Perdona, no quería asustarte. -Se disculpó el chico, agachándose a recoger los libros.

-No pasa nada, iba distraída. Gracias. -Cogió los libros que le daba el chico- ¿Qué tal?

-Esperándote. Y ahora que te veo, mucho mejor. -Elena bajó la mirada avergonzada a la vez que sus mejillas se teñían de rosado.

-¿Para qué me esperabas? -Decidió pasar por alto el resto de lo dicho por el chico, quien se encogió de hombros.

-Solo quería volver a verte.

-Pues aquí me tienes. -Sonrió, un poco más roja que antes- Pero debo irme o voy a llegar tarde.

Como el día anterior, Elena se dispuso a seguir su camino, pero esta vez Mikey echó a andar tras ella al ver que se alejaba. Apresuró un poco el paso hasta llegar a su altura. Elena no le miró, pero esta vez supo que estaba junto a ella, así que sonrió de nuevo mirando hacia el lado contrario.

-¿Dónde vas siempre con tanta prisa? -Preguntó él, divertido.

-¿Tú no trabajas? -No respondió, pero con eso Mikey entendió que la chica se dirigía a trabajar.

-Sí. ¿Me permites acompañarte?

-Claro, por qué no. -Caminaron un rato en silencio hasta que Elena le de reojo y se encontró los ojos del chico clavados en los suyos durante unos eternos segundos que se rompieron cuando Mikey gritó una advertencia y la agarró, tirando de ella hacia él para evitar que se chocase contra una farola.

Tras el susto, se encontraron abrazados uno al otro, Elena refugiada entre los brazos del chico. Volvieron a mirarse. Parecía que desde que se conocieron, apenas un día antes, era lo único que sabían hacer: mirarse fijamente a los ojos.

Inconscientemente, Mikey se estaba inclinando hacia la chica, sus ojos vagando desde los ojos negros hacia sus labios. Ella iba cerrando los ojos cuando de repente los abrió completamente de nuevo.

-Mierda, mierda, mierda. ¡Llegaré tarde de nuevo!

Se soltó con una disculpa y sin mirarle por vergüenza y se fue corriendo con un último movimiento de mano a modo de saludo.

Mikey volvió a quedarse mirándola desaparecer hasta entrar en el recinto de lo que parecía un instituto. "Debe ser profesora... Lo que daría yo por haber tenido una profesora como ella". Suspiró y volvió sobre sus pasos.

Mañana tras mañana, Mikey esperaba a Elena en el sitio de siempre, quien ahora no pasaba de largo sino que le buscaba con la mirada y se sonreían mutuamente al verse. Como todos los días desde hacía ya 9 días, la acompañaba hasta la puerta del instituto, hablando de cualquier cosa y conociendo así cosas de sus respectivas vidas, y se despedían hasta el día siguiente.

Hasta que una mañana Mikey no aguantó más y, nada más verla, se acercó a ella con paso decidido, interponiéndose en el camino de una asombrada Elena y, sin más, se inclinó sobre ella, poniendo las manos en su cintura, y la besó.

Al principio la pilló desprevenida, pero tras ese momento de confusión, la chica le respondió al beso y éste subió de intensidad.

Lo que empezó como una simple y tenue caricia de labios se profundizó cuando los labios se entreabrieron, chocando sus alientos y rozando sus lenguas.

Cuando se dificultaron sus respiraciones, se alejaron poco a poco, dejando que sus narices se rozasen aún y mirándose a los ojos como habían hecho todos los días.

Sus labios, al igual que sus ojos, brillaban bajo la luz del sol naciente.

-No sabes cuánto deseaba hacer esto. -Susurró Mikey contra sus labios, erizando la piel de Elena al sentir su cálido aliento contra su boca.

-Seguro que tanto como yo. -Respondió igual. Sonriendo, volvieron a juntar sus bocas, pero esta vez la chica rodeó su cuello con sus brazos y él su cintura, apretándola contra su cuerpo.

-¿No puedes faltar hoy?

-No debería pero... Puedo inventar alguna excusa. -Sonrió traviesa, rozaron sus labios una vez más y caminaron en dirección contraria a la que seguían siempre.

Según caminaban sin destino fijo, Mikey se atrevió a enredar sus dedos con los de Elena, quien le miró con cariño y apretó el agarre dándole seguridad.

Sus pasos les llevaron a un parque, totalmente vacío a esas horas de la mañana. Se sentaron bajo un árbol, la chica entre las piernas de él, apoyando la espalda en su pecho. Mientras hablaban, Mikey enredaba sus dedos en el cabello moreno y dejaba fugaces besos de ves en cuando en sus mejillas, en su cabeza y en su cuello, haciéndola estremecer.


Continuará...

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