¡PUM!
El
sonido de la puerta golpeando con fuerza la pared le hizo dar un brinco en el
suelo que provocó que sus dientes rechinasen de dolor. El mínimo movimiento
hacía que viese las estrellas, por eso no se había movido desde que le dejaron
ahí.
No
sabía cuánto tiempo había estado tendido en el suelo, sin poder levantarse ni
si quiera esconderse por si alguien entraba no le viese de esa forma. Intentó
levantarse un par de veces y arrastrarse por el suelo otras pocas pero tuvo que
rendirse, tal vez hasta le había roto algo pero no tenía forma de comprobarlo.
Así que se rindió y simplemente se quedó allí, con ardientes lágrimas
recorriendo su rostro por la impotencia. Solo quería que entrase alguien que le
ayudase a levantarse y listo, se iría a casa aunque fuese a rastras. No iba a
delatar a esos dos chicos, bastante tenía con que se hubiesen enterado que era
gay. Si encima decía algo ya no solo le pegarían por maricón sino por chivato
también y con una vez había sido suficiente. Notaba la sangre recorriendo su
cuello, cayendo de su nariz y labio partido, y estaba seguro que debía tener el
cuerpo completamente morado.
La
persona que había dado tal portazo al entrar al baño iba refunfuñando algo y
pasó directamente hacia los cubículos, al lado contrario a donde el otro estaba
por lo que no le vio. Key esperó con los dientes apretados a que el chico
saliese y le viese, aunque tenía miedo de que quien fuese se riese de él y le
dejase allí como estaba. Esos últimos minutos se le hicieron eternos hasta que
cerró los ojos y el dolor poco a poco le fue sumergiendo en la dulce
inconsciencia, allí donde no sentía nada, donde no había dolor ni tristeza,
allí donde querría vivir por siempre.
De
repente su cuerpo se movió como si alguien le estuviese zarandeando, el dolor
volvió y un grito desgarrador abandonó su garganta justo antes de dejarse
envolver por la negrura absoluta. Si hubiese podido, habría sonreído por ello.
Minho
miraba sus folios en blanco sobre la mesa y apretaba el bolígrafo con fuerza.
La voz de su profesor retumbaba en su cerebro pero no sabía lo que estaba
diciendo, era como si le hubiesen desconectado del mundo. En su mente solo
había una cosa, a pesar de que no quería no podía dejar de pensar en ello. Onew
y Key…
¿En
serio se habrían acostado? Su Jinki no era de esos, no rompía con su novio y al
día siguiente corría a los brazos de otro. No, no podía ser… Aunque leería su
rostro en cualquier momento y su mirada y gestos le habían dejado bien claro
que sí, lo habían hecho.
Apretó
el boli más fuerte entre sus dedos, sintiendo que podría partirlo por la mitad
en cualquier momento, hasta que un codazo le regresó al mundo real. Alzó la
cabeza confuso y vio frente a él el rostro de su profesor, a unos palmos de
distancia y mirándole fijamente con el ceño fruncido.
-¿Se
puede saber en qué está usted pensando? ¿Viene a mi clase a perder el tiempo?
–Minho tragó saliva con fuerza y boqueó sin atreverse a responder nada. Ese no
era un profesor al que llevarle la contraria- Pues si tanto se aburre en mis
clases… ¡salga de aquí ahora mismo!
Minho
se pegó al respaldo de su silla y parpadeó con los ojos totalmente abiertos. No
era la primera vez que ese hombre hacía algo así o echaba a alguien de clase
pero nunca le había pasado a él, él siempre había sido un buen estudiante al
que nunca regañaban. Hasta ahora, todo por culpa de Onew.
Bajó
la cabeza avergonzado y se levantó, saliendo del aula sin levantar la cabeza y
escuchando los murmullos y risitas de sus compañeros. Lo último que escuchó
antes de cerrar la puerta tras él fue al profesor pidiendo silencio de nuevo.
Caminó
con los puños apretados por el pasillo, yendo de un lado a otro como un león
enjaulado. Miró su reloj y comprobó que aún quedaba más de la mitad de la
clase. Bufó y se encaminó hacia el baño, a esta hora ni si quiera la cafetería
estaba abierta por lo que tendría que hacer tiempo como fuese.
Unos
días atrás en esa situación le podría haber enviado un mensaje a Onew para que
saliese con alguna excusa y se diesen el lote en alguna clase vacía. Ahora eso
era impensable.
Con
solamente ese pensamiento había vuelto a cabrearse. Antes Onew le hacía
suspirar, ahora solo le provocaba el deseo de romper cosas. Entró en el baño
abriendo la puerta con una patada, haciendo que golpease la pared con el
impulso y retumbase. Se metió en un cubículo, mordió su puño y gritó,
amortiguando el sonido contra su piel. Una vez satisfecho se sentó en la taza,
apoyó la cabeza en la pared y cerró los ojos, respirando profundamente. Si se
encontrase en ese momento con Key le reventaba la boca de un golpe…
Y
parece que algo le escuchó y le permitió cumplir su deseo porque al salir allí
estaba Key. Pero en la situación en la que le encontró no le animó a golpearle
sino que le revolvió el estómago. Alguien se había adelantado.
En
un par de zancadas estaba junto al cuerpo del maltratado chico, arrodillado y
palmeando su rostro repitiendo su nombre una y otra vez, pero no parecía estar
consciente. Le sujetó de los hombros poniéndose nervioso y le agitó. Entonces
Key sí que reaccionó, soltó un grito de dolor que le recorrió la espalda
dejando una sensación helada en ella. Parecía estar sufriendo de verdad aunque
tras ese grito se desmayó en sus brazos y no volvió a reaccionar. Al menos
sabía que estaba vivo, lo cual le alivió un poco.
Sabiendo
que no sentiría dolor por estar desmayado le alzó entre sus brazos, pasó uno de
los brazos de Key sobre sus hombros y le sujetó rodeando su cintura. Le
arrastró hasta el lavamanos más cercano y con la mano libre abrió el grifo.
Quería mojar y limpiar el rostro de Key pero no tenía como y el papel más
cercano estaba a varios metros dentro de un cubículo. Miró sus reflejos en el
espejo y bufó. No se podía creer lo que iba a hacer por el chico que le había
robado a su novio.
Dejó
el cuerpo de Key recostado en el lavabo continuo, con la cabeza bajo el grifo
cerrado, y se quitó la chaqueta del uniforme. Volvió a coger al mayor en la
postura de antes, metió la chaqueta bajo el agua y la empapó, pasándola después
por el rostro y cuello de Key, limpiando toda la sangre. El lavabo blanco se
tenía de rojo cada vez que aclaraba la chaqueta para volver a pasársela por
encima hasta que finalmente toda la sangre fue eliminada de la piel de chico.
El
rostro de Key no tenía buen aspecto, a pesar de ya no tener sangre tenía una
profunda herida en el labio, el pómulo amoratado y el ojo hinchado. No pudo
evitar sentir lástima a pesar de la relación de odio que había entre ellos, por
un momento hasta podía perdonarle todo lo que hubiese hecho con Onew. Por un
momento, en cuento estuviese bien volvería a odiarle.
No
sabía qué hacer ahora, dónde debía llevarle. No sabía dónde vivía, Onew estaba
en clase y sería mejor no preocuparle de momento y la enfermería quedaba
descartada porque a pesar de no conocer muy bien a Key imaginaba que no querría
contarles a los profesores o el director lo que había ocurrido. Así que solo
quedaba un lugar…
-No
me puedo creer lo que voy a hacer. –Cerró los ojos suspirando, dejó la chaqueta
empapada sobre el lavabo y afirmó su agarre sobre Key. Dio gracias de que aún
no terminase la clase cuando salió al pasillo arrastrando al más bajo porque
sería una escena difícil de explicar.
El
chico no parecía pesar mucho de lejos pero siendo un peso muerto sobre su
hombro la cosa cambiaba. Aún no habían salido del instituto y Minho ya empezaba
a notar en cansancio. Si no fuese porque estaba acostumbrado a hacer mucho
ejercicio, ya se habría rendido y habría dejado a Key tirado en mitad del
pasillo.
Un
viento frío le heló los huesos nada más poner un pie en la calle.
-Maldita
sea mi suerte. –Murmuró entre dientes. Como había ido al baño en mitad de clase
sus cosas estaban todas dentro de la taquilla, así que le tocaba darse un paseo
sin abrigo y sin nada, bajo el frío aire propio de esa época. Y menos mal que
Key sí llevaba la chaqueta de su uniforme porque no tenía buen color, entre la
paliza y la temperatura empezaba a ponerse más blanco de los normal, los labios
morados destacando sobre su palidez.
Minho
trató de darse más prisa pero era difícil cuando cargaba con un chico que ni
siquiera apoyaba los pies en el suelo, literalmente le llevaba a rastras, hasta
creía poder desgastarle las zapatillas si seguían mucho tiempo así. Y nunca se
alegró tanto como en ese momento de ver su casa al voltear la última esquina,
no creía poder aguantar ni una calle más.
En
la puerta de su casa dejó a Key en el suelo apoyando su espalda en la pared
para que no se cayese, y comenzó a rebuscar entre las macetas que su madre se
había empeñado en poner ahí. En alguna tenía que haber una llave de emergencia
pero por precaución la cambiaban cada X días, así que no sabía en cuál tocaba
esta vez.
Alzó
la llave triunfal apretándola entre sus dedos con una sonrisa. Escuchó un
gimoteo que le trajo de vuelta a la realidad, Key estaba moviendo su cabeza sin
fuerza ninguna antes de volver a caer inconsciente. Corrió a abrir la puerta y
en seguida recogió al chico del suelo. Le alzó poniendo un brazo bajo su cuello
y otro bajo sus piernas y entró al calor de su hogar. La escena le recordó la
típica de las películas en la que los recién casados entran por primera vez en
su casa y ese pensamiento le causó risa y repulsión a la vez. Todo lo que
estaba ocurriendo era bastante increíble.
Le
llevó directamente a su habitación y le dejó sobre la cama. Le quitó las
zapatillas y la corbata y le desabrochó la corbata, dejándosela suelta para que
no le molestase si despertaba. Echó el edredón hacia atrás sin mover al chico y
le metió bajo él con cuidado. Al menos empezaba a recobrar algo de color aunque
en algún momento comprobó que se empezaba a poner demasiado rojo, tocó su
frente y vio que tenía fiebre.
Minho
se movía como si estuviese programado, no sabía por qué estaba haciendo todo
eso, él odiaba a ese chico que de vez en cuando se retorcía levemente en la
cama y gimoteaba. Le odia con su alma, le había robado a su novio y debería
haberle dejado en el suelo del baño pero… Tras curarle las heridas del rostro
con los potingues que sus padres guardaban en el baño y mirándole así, mientras
colocaba un paño húmedo sobre su frente para bajarle la fiebre Key se veía
demasiado débil, la típica persona que la ves y te entra la necesidad de
cuidarla.
Agitó
la cabeza sacándose ese pensamiento de la cabeza. Le había ayudado porque era
lo que cualquier persona haría, porque seguro que le habían pegado por alguna
injusticia y no se lo merecía, solo eso.
En
algún momento Key salió de la inconsciencia y simplemente hizo una mueca con el
rostro y se quedó dormido. Minho miró su reloj, era casi la hora del final de
las clases y seguro que Onew estaba preocupado porque por lo que sabía esos dos
siempre se reunían en la cafetería en el descanso.
Se
sentó en la silla de su escritorio y, con el móvil en sus manos, se quedó un
momento mirando la pantalla indeciso. Podía no avisar a Onew y que se pensase
que Key simplemente había pasado de él.
No,
eso no era creíble, tenían una relación demasiado cercana. DEMASIADO. Por eso
odiaba a Key, se recordó. Tenía que avisarle pese a todo. Desbloqueó el móvil,
escribió un mensaje rápido y se lo guardó en el bolsillo mientras salía de la
habitación, dejando a Key descansar tranquilo.
Onew
llegó pocos minutos después, angustiado y con la lengua fuera por la carrera
que se había dado. Minho le abrió la puerta y sintió una punzada de celos en el
pecho porque su chico se preocupase tanto por alguien que no era él.
-¿Qué
ha pasado? ¿Por qué está aquí? ¿Dónde está? –preguntó todo del tirón y Minho
hizo una mueca indicándole que entrase, lo cual Onew hizo.
-Lo
encontré tirado en el baño, golpeado y sangrando. Perdió el sentido al momento
así que le limpié un poco y le traje, no sabía qué más hacer. Le he curado las
heridas y está durmiendo. –Onew le miraba mordiéndose el labio. Inclinó el
rostro con el ceño fruncido.
-¿Seguro
que tú no le has hecho nada? –Minho abrió la boca dolido.
-¿Pero
qué te crees que soy? Deberías conocerme mejor, Jinki… -Agachó la cabeza triste
de que pensase algo así. Onew pareció arrepentido.
-Es
verdad, sé que no eres así, lo siento. –Suspiró- Gracias por ayudarle a pesar
de… ya sabes. Voy a ir a verle. –Minho
se encogió de hombros y se dejó caer en uno de los sillones sin mirarle- Oh, te
he traído esto. Cuando he leído tu mensaje supuse que no te había dado tiempo a
coger nada y como aún recuerdo la clave de tu taquilla…
Le
tendió a Minho su mochila y su abrigo y éste le miró sorprendido. Extendió la
mano para cogerlo y sus dedos rozaron los de Onew, quedándose así unos segundos
en los que compartieron una mirada llena de recuerdos. Finalmente el mayor
agachó la cabeza y murmuró algo antes de irse a la habitación donde reposaba
Key. Minho se dio de golpes mentalmente, se tiró el abrigo por encima
cubriéndose la cabeza y se quedó ahí debajo intentando evadir sus pensamientos.
Probablemente
se quedó dormido porque cuando abrió los ojos en el reloj de pared frente a él
marcaba casi las 4 de la tarde y si podía ver el reloj significaba que tampoco
tenía el abrigo por encima. Exacto, alguien lo había colocado de forma que le
arropase pero no le molestase y su cabeza se ilusionó con que hubiese sido
Onew, pero no quería darse falsas esperanzas, tal vez solo se le había caído.
El
sonido del timbre siendo presionado sin descanso le hizo levantarse y caminar
hasta la puerta para ver quién era el pesado que llamaba de esa forma. Taemin
sonrió dulcemente desde fuera al abrir.
-¡Hola!
–Dio un paso adentro y se colgó del cuello de Minho sin borrar la sonrisa. El
más alto se quedó paralizado por la efusión.
-Tae,
¿qué haces aquí? –El aludido se soltó y entró al salón mirando a Minho
resentido.
-Encima
que tu novia viene a verte, te quejas. –Hizo comillas con los dedos en la
palabra novia y el mayor sonrió.
-No
es eso idiota, es que no creo que sea un buen momento. -Le siguió al salón y se
sentó en el reposabrazos del sillón donde se había tirado Taemin de forma
bastante poco femenina. Se inclinó sobre él para susurrar- Onew está aquí.
El
menor abrió la boca con sorpresa y se sentó más formal en el sillón.
-¿Está
aquí? ¿Habéis vuelto? –Hizo un pucherito fingiendo pena- Qué rápido me cambias,
oppa. –Minho rodó los ojos y le alborotó el pelo haciendo que el menor refunfuñase
y se peinase con los dedos.
-Ojalá
fuese eso. –Suspiró- Me encontré a su nuevo novio o lo que sea tirado en el
baño después de que le diesen una paliza así que como no sabía qué hacer con él
le traja aquí para curarle.
Taemin
sonrió grande mirando a su amigo y le puso una mano sobre la rodilla.
-Eres
alucinante Minho. Odias a ese chico pero eres tan bueno que no pudiste dejarle
a su suerte. Para que luego vayas de chico malo por la vida como si todo te
diese igual. –Se estiroó para besar la mejilla del mayor justo cuando un sonido
proveniente de la entrada del salón llamaba su atención.
-Minho,
Key despertó. ¿Dónde tienes… -Entró justo cuando Taemin besaba la mejilla del
más alto y se quedó de piedra con los labios entre abiertos y la frase a
medias- Oh, perdón, no quise molestar.
El
dolor era visible en los ojos del mayor y Taemin sintió remordimientos por
ayudar a Minho con esa falsa pero ya no había vuelta atrás.
-Tranquilo,
no interrumpes nada. –Se apartó de Minho y quitó la mano de su pierna con
lentitud- ¿Nos presentas, Minho?
El
nombrado no se había movido desde la interrupción y miraba a Onew con mezcla de
miedo por su reacción y regocijo al ver que no le gustaba que estuviese con “otra”
así. Miró a Taemin sin comprender cuando le preguntó y entonces sonrió y se
levantó de un salto.
-Claro,
sí. Em… Él es Onew, compañero de mi instituto. –No sabía de qué otra forma
llamarle y al mayor le dolió que ni siquiera le dijese “amigo”, solo compañero,
pero aún así disimuló y, con una pequeña sonrisa llena de falsedad bien
escondida inclinó la cabeza- Y ella es Taeyeon, mi… eh… Taeyeon. –Onew se dio
cuenta de la duda sobre cómo llamarla y no dijo más, seguro que no quería
llamarla novia delante de él todavía.
-Encantada.
–El menor inclinó la cabeza igual con su brillante sonrisa.
-Bueno…
-Minho quiso romper el incómodo silencio que se había adueñado del salón- ¿Y
qué venías diciendo ,Onew?
-Ah,
sí. –Centró en él su atención, por ahora era más importante Key- Kibum ha despertado,
te preguntaba si tienes algún calmante que pueda darle para que se le pase un
poco el dolor y entonces le llevaré a su casa para no molestarte más. –Minho asintió
lentamente.
-No
es molestia. –Fue a la cocina con Onew a unos pasos de distancia, dejando a
Taemin de nuevo sentado en el sillón. Rebuscó en los cajones y por fin encontró
los medicamentos de su madre. Cogió un par de pastillas y se las tendió al
mayor- Aquí tienes. –Onew las cogió esquivando el roce de su piel con la del
más alto.
-Muchas
gracias, por todo. No pensé que hicieses algo así sabiendo que Key y tú, bueno,
no es lleváis bien, ya sabes. –Agachó la cabeza ligeramente avergonzado al
pensar en por qué no se llevaban bien, pero entonces le miró a los ojos, los de
Onew brillando por las lágrimas retenidas- Siempre consigues sorprenderme. Gracias otra vez. –Suspiró y se dio la vuelta
para volver donde Key pero antes añadió, sin mirar a Minho- Tu novia es muy
linda y amable, por cierto. –Y se fue.
Minho
regresó al salón con Taemin y dejó a Key y Onew a solas en su habitación,
buscando la distracción en la conversación con su amigo porque le mataba dejar
a esos dos a solas en su cuarto pero sería raro si irrumpía allí sin razón.
Apenas una hora después Onew salió sujetando a Key, que ya tenía mejor aspecto,
listos para marcharse. El mayor volvió a agradecerle y Key hizo lo mismo con la
cabeza gacha, no le gustaba tener que darle las gracias a Minho después de todo
lo malo que había dicho y pensado sobre él, pero si no le hubiese ayudado qué
habría sido de él. Minho aceptó los agradecimientos con un simple gesto de
cabeza, les acompañó a la puerta y se desplomó contra ella cuando al fin se
marcharon a paso lento. Quedó sentado en el suelo con la espalda en la puerta y
la cabeza entre las rodillas.
-Muy
bien Minho, le has perdido para siempre, realmente te ha reemplazado.
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario