El
camino de Key hasta su casa pasó en un abrir y cerrar de ojos, ni si quiera se
dio cuenta de cuándo llegó a la puerta de su casa, ni de cuándo abrió y mucho
menos entendió ni una palabra de lo que dijo su padre al verle cruzar el salón
sin saludar siquiera. Algo como que no tenía educación, tampoco le importaba,
era suficiente con pensar en lo que había pasado poco más de una hora antes.
Llevaba
cuánto, ¿meses? deseando tener esa clase de intimidad con Onew. Compartir
besos, caricias, lo que fuese. Y por fin lo había tenido todo, es más, fue el
propio Onew quien comenzó. Entonces, ¿por qué se sentía tan mal? Si tanto lo
deseaba, ¿por qué sentía que se había equivocado, que se había dejado llevar
por lo que no debía?
Si
pudiese volver el tiempo atrás…
Es
verdad que siempre iba por el mundo como si nada le importase, haciéndose el
duro e independiente, liberal, probando todo, siempre una noche y se acabó.
Pero esta vez eso se sentía mal. Lo primero es que no quería eso con Onew, con
él quería más, lo quería todo. O eso era lo que pensaba porque ahora que había
probado no parecía más que un antojo.
Cuando
los días pasados pensaba en Onew, en lo que podrían hacer juntos, creía que si
alguna vez lo conseguía sentiría esas mariposas de las que habla la gente, las
que revolotean en tu estómago cuando estás con la persona que quieres. Mentira.
No había sentido eso, no había sentido nada. Placer, por supuesto, pero más
allá de eso no había nada. No sentía que hubiesen conectado, que compartiesen
emociones. Más bien Onew parecía estar en su propio mundo, dejándose llevar por
su necesidad, y él simplemente trataba de encontrar ese sentimiento de amor, de
algo hacia Jinki, sin éxito.
Tal
vez esa sensación de las mariposas fuese un invento más de las historias de
amor empalagoso de las películas. Seguro que no existía. Aunque…
Key
se sentó en la mesa de su escritorio tras dejar sus cosas tiradas en el suelo y
desabrocharse la camisa. Frente al él, apoyado en el escritorio y la pared
había un tablón de corcho, de esos donde pegas fotos y tonterías con
chinchetas. Fotos.
Las
removió con sus dedos pues las últimas tapaban algunas anteriores y entonces la
vio. Él. La única persona que alguna vez le hizo sentir algo similar a mariposas
en el estómago. La única persona con la que se planteó tener algo serio, con
quien estuvo un tiempo y entonces… conoció a Onew y le dejó. Le apartó de su
lado sin una simple excusa cegado por ese chico de cabello negro y sonrisa
tierna. Un amor a primera vista que ahora sabía que no era amor ni era nada.
Había dejado a una persona que realmente revolvía sus sentimientos por un
antojo.
Y hasta
ahora no se había dado cuenta, cuando ya no había vuelta atrás.
-Oye
pues ese Onew es bastante guapo. Si no volvéis podía dejármelo.
Taemin
sonrió de lado, sentado en la silla de aquella cafetería con las piernas
cruzadas y las manos unidas sobre la mesa. Con el rostro ladeado y el cabello
cayendo hacia un lado parecía totalmente una mujer. Normal que los hombres que
estaban también en la cafetería no dejasen de mirarle, de hecho incluso Minho
le confundiría con una chica si no le conociese.
-Ni
se te ocurra siquiera pensar eso. –Su tono serio y lento, remarcando cada
palabra, hizo reñir a Taemin. Minho siempre tan protector y egoísta. Lo
siguiente lo medio susurró, apartando la mirada de su compañero y mirando por
la ventana- Además, él no es una cosa que pueda ir de mano en mano.
-Ay
Minho. –Estiró una mano para coger la del mayor, con la que sujetaba su taza de
té- ¿Dónde esperas llegar con todo esto? Dando celos a Onew no vas a conseguir
nada.
Minho
soltó su mano mirando alrededor y luego recordó que la gente pensaba que estaba
con una chica y algunos hasta le miraban con envidia. Suspiró y se cruzó de brazos.
-¿Y
entonces qué? ¿Simplemente le dejo ir? No, me niego. O conmigo o con nadie. –Taemin
le miró con una ceja alzada y el ceño fruncido.
-Pero
así no vas por buen camino, solo conseguirás que se busque a alguien por
despecho, si es que no lo ha hecho ya… -La mirada fulminante de Minho cayó
sobre él.
-Pero
tú qué sabes, si solo eres un crío. –Taemin abrió la boca dolido- No tienes ni
idea de relaciones. ¿Cuántas parejas has tenido? –El menor se sonrojó y esa fue
respuesta suficiente- Exacto, vas de listo y experimentado pero nada de nada.
-¡Eh!
No la tomes conmigo, idiota. –Infló las mejillas como un niño y cruzó los
brazos sobre el pecho- Encima de que te ayudo y me visto de mujer por ti cuando
sabes que odio que me confundan con una.
Minho
suavizó la mirada y agachó la cabeza avergonzado, rascándose la nuca.
-Es
cierto, lo siento Tae. Pero solo pensar en perderlo para siempre… -Taemin abandono
su postura de crío y miró a su amigo con ternura y tristeza.
-Pero
Minho, -su voz calmada pretendía hacerle comprender sin enfadarle- Así solo le
haces ver que no te interesa. –El mayor intentó interrumpirle, así que alzó una
mano para callarle- Sé que no tengo experiencia pero un amigo pasó por algo
similar hace unos meses. Su novio le dejó hace unos meses y se quedó hecho
polvo así que decidió darle celos y no consiguió nada, solo que no hayan vuelto
a dirigirse la palabra desde entonces.
Minho
escuchaba atento, con los labios fruncidos y mirando aún la mesa. Él no quería
que le pasase eso pero era demasiado orgulloso como para dar el primer paso y
disculparse. Además, no tenía nada por lo que disculparse, ¿no? Al menos
después de darle vueltas seguía sin recordar qué había hecho para provocar esa
reacción en Jinki.
-No
quiero que nos pase eso pero tampoco voy a arrástrame. Tiene que venir él a mí.
–Sentenció con firmeza. Taemin negó para sí con la cabeza.
-Mira
que eres cabezota. Podría arreglar esto hoy mismo y por orgulloso vas a dejar
que se te escape. –Se levantó de la mesa, se puso la chaqueta y acomodó su
cabello- Tú sabrás lo que haces. –Se iba a ir cuando la mano de Minho le
detuvo, mirándole temeroso.
-Pero
aún te harás pasar por chica, ¿verdad? Mi chica.
-Claro,
siempre cumplo lo que prometo. Pero eso no quita que me caigas mal en este
momento por ser tan idiota. –Agitó el brazo para soltarse y se fue. Minho se le
quedó mirando hasta que desapareció de su vista y entonces se desplomó en el
respaldo de la silla.
Tal
vez su amigo tenía razón y no estaba haciendo las cosas bien pero no se le
ocurría otra forma. Pedir disculpas quedaba rechazado. Tal vez si simplemente
iba de buenas podían hacer como que nada había pasado.
Sonrió.
Sí,
eso seguro que funcionaba.
Onew
estaba frente a su taquilla sin atreverse a mirar alrededor pero mirando de
reojo. Tenía miedo de encontrarse con Key pero a la vez quería pedirle
disculpas por haberse aprovechado de él. Porque definitivamente se había
aprovechado de lo que el chico sentía por él solamente para probar si así
dejaba de pensar en Minho y su traición. Y encima de utilizarle no había servido
de nada.
Estaba
a punto de golpearse la cabeza contra la taquilla cuando vio por el rabillo del
ojo que alguien se apoyaba en la taquilla de al lado. Key estaba de frente a
él, mirándose las uñas desinteresado.
-Has
llegado pronto. No me has esperado fuera.
-Y-yo…
Pensé que no querrías verme. –Mientras Onew tartamudeaba y hablaba con la
cabeza agachada como disculpa, Key no dejaba de mirarse las uñas y eso le ponía
nervioso- Oye, Key…
El
aludido le miró por fin con gesto de sorpresa.
-¿Ya
no me llamas Kibum?
-¿No
estás enfadado? Deberías odiarme. –Onew frunció el ceño mirándole con el rostro
ladeado.
-¿Por
qué debería?
-Pues…
lo de ayer… siento haberme aprovech-
Key
le puso la palma de la mano sobre la boca haciéndole callar de forma brusca.
-Ayer
no pasó nada. Te acompañé a casa y después me fui a la mía, no hay más. –Onew levantó
la cabeza bruscamente y le miró totalmente confundido. Key suspiró- Mira, yo
también me arrepiento así que mejor hagamos como que no ha pasado nada, ¿sí?
Onew
se mordió el labio. No entendía a Key pero estaba totalmente agradecido por
eso, hacer como si no hubiese pasado nada era lo mejor para ambos.
-Está
bien. Gracias Kibum, y lo siento, en serio.
-Cállate,
anda. –Key sonrió, se acercó a él y besó la mejilla del mayor- Después nos
vemos. –Se despidió con la mano antes de irse a clase, dejando a Onew tocándose
la mejilla con las yemas de los dedos.
Nunca
terminaría de agradecerle a Key todo lo que hacía por él sin pedir nada a
cambio. Incluso después de fallarle de esa manera seguía comportándose como el
gran amigo que era. Sonrió para sí.
Quien
no sonreía era el chico alta que esperaba tras él y que había visto todo. Cruzó
una mirada con Key antes de que este besase a SU chico y se largase. ¿Cómo
podían ser tan descuidados de andar mostrando ese comportamiento delante de
tanta gente? Toda su predisposición a ir de buenas a hablar con Onew
desapareció.
-¿Qué
demonios tienes con Key? –Su voz dura y exigente asustó a Onew, que se dio la
vuelta sobresaltado para mirarle.
-Minho,
me asustaste.
-He
dicho que qué tienes con él. –Susurró entre dientes- ¿Por qué tanta cercanía?
¿No te das cuenta de que alguien podría pensar lo que no es? –Onew volvió en sí
y adoptó una postura defensiva. Él ya no era nadie para exigirle.
-¿Y
si simplemente piensa lo que es? Que es mi pareja. –Contraatacó. A Minho se le
desencajó el rostro.
-¿Tu
novio? No me lo creo. –Hizo una mueca de asco y soltó una risotada- No te
atreverías ni a besarle, seguro.
Onew
bajó la mirada con las mejillas de repente de color rojo. Minho abrió la boca
tanto como pudo, sintiendo como un puñetazo en la boca del estómago. No podía
ser, Onew y Key… No.
-¿Vosotros…?
¿Te has…? ¿Con Key? –No terminó ni una frase pero Onew entendió y fue incapaz
de mirarle a los ojos. Minho dio un puñetazo a la taquilla junto a él y se
marchó, dejando solo a un abochornado y más que arrepentido Onew.
Cada
vez estaba más claro que esa relación no tenía solución. Todo lo que hacían, a
propósito o no, terminaba empeorando las cosas entre ellos.
Key
estaba mirándose en el espejo del baño. A mitad de la clase ya estaba demasiado
aburrido así que pidió permiso para salir y sorprendentemente la vieja de su
profesora le dejó, así que allí estaba, retocando su peinado y su maquillaje.
Le sonrió a su otro yo en el espejo y se apoyó en el lavabo. ¿Y si le mandaba
un mensaje a Onew? Estaría en clase así que lo mismo le asustaba porque sabía
que siempre lo llevaba en modo vibración en el bolsillo.
Rió
para sí y sacó su teléfono. Tan entretenido estaba escribiéndole alguna
tontería a su amigo que no se dio cuenta de cuando dos personas entraban en el
baño hasta que estas se acercaron demasiado a él.
-Vaya,
vaya, si el afeminado de Kim Kibum. –Un chico más alto que él, con rasgos
masculinos y pelo medio gris estaba parado frente a él con una sonrisa
prepotente. A su lado un chico de rasgos más finos y pelo negro reía.
-¿Os
conozco? –Los otros no respondieron, simplemente se miraron entre ellos.
-Dicen
por ahí que tienes un rollito raro con ese Onew. ¿Es cierto? –Key hizo una
mueca.
-Qué
te importa. Me largo. –Intentó pasar entre ellos pero se juntaron más y le impidieron
el paso- ¿Me dejáis pasar? Gracias.
-No
vas a ninguna parte. Por aquí no nos gustan los maricones, ¿sabes?
-Vaya,
entonces lo siento por vosotros. No os deben de tratar muy bien. –Sonrió viendo
lo pegados que estaban y los dos chicos se alejaron un paso, mirándole con
furia.
-¿Nos
estás llamando maricones? –Key sonrió más y se cruzó de brazos con chulería.
-Sí,
creo que sí.
El
de rasgos masculinos se acercó a él amenazador y le cogió de la camisa con
fuerza. Era más alto y le obligó a ponerse de puntillas.
Oh
oh, tal vez no debería haberse metido con ellos. El otro chico simplemente
estaba allí detrás, observando.
-Aquí
el único maricón que hay eres tú y eres una vergüenza para este instituto. Han
llegado rumores de que este verano salías con un chico de un instituto cercano.
Bajito, pelo castaño, cara de dinosaurio, ¿te suena?
El
corazón de Key se detuvo. Él. No, no podían saberlo, cuando salían siempre
habían estado al otro lado de la ciudad donde nadie les conocía. El chico que
le zarandeaba en el aire se dio cuenta del cambio en su rostro y sonrió con
malicia.
-Así
que es cierto… Pues te vamos a dar un escarmiento para que te quede claro que
no aceptamos ese tipo de cosas aquí.
Y
antes de darse cuenta, los puños iban y venían y se estrellaban contra el
delicado cuerpo de Key sin que éste pudiese hacer nada por evitarlo salvo
tratar de taparse con los brazos y esquivar los puñetazos y padas como podía.
-Eh,
eh, ya está, ya le ha quedado claro. Vámonos. –El tercer chico trataba de
detener a su amigo, que pateaba al chico tirado en el suelo, sangrando y con
todo el cuerpo hecho trizas. Asintió a las palabras de su amigo y escupió a Key
en el rostro.
-Espero
no volver a verte a más de un metro de ningún chico de por aquí o tendrás otra
visita nuestra, ¿entendido? –Key no tenía fuerzas ni para asentir por lo que
una nueva patada rebotó en su estómago- He dicho que si has entendido.
Esta
vez, haciendo un esfuerzo enorme, movió la cabeza en afirmación y el otro se
quedó contento. Limpió la sangre de sus puños en su pantalón y salió del baño.
El tercero miró con lástima a Key un segundo y siguió a su amigo, dejándole solo,
tirado en el suelo del baño.
Continuará...
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