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sábado, 6 de agosto de 2011

This is the best day ever - Cap. Especial (parte 2)

ADVERTENCIA: Alto contenido sexual, no apto paracardíacos. Se recomienda leer con un vaso de agua al lado.

¡Disfrutad!


Anteriormente...


-¿Y ahora dónde vamos? -Preguntó Gerard antes de arrancar.
-Mm, no sé.. ¿Dónde quieres ir? ¿Te apetece tomar algo?
-¿Y si vamos a tomar un café? -Preguntó Gerard con emoción, por lo que Frank rió por lo bajo.
-Qué predecible eres, nene. Vamos entonces, yo conduzco ahora ¿si?
-Está bien.
Lo que Gerard no se imaginaba es que aún le quedaban más sorpresas por descubrir...
 


Capítulo especial (segunda parte)
 


Frank arrancó el coche e inició el camino hacia el café donde los dos pasaban horas y horas charlando y en alguna que otra ocasión en situaciones comprometidas en el baño del local.
Cuando llegaron, Frank paró en la puerta.
-Adelántate, nene. Voy a aparcar y vengo. Pídeme lo de siempre. -Le guiñó el ojo y arrancó de nuevo mientras Gerard entraba al café.
-Hola Kate, ¿qué hay? -Saludó a la camarera.
-Hola Gerard, ¿qué vas a tomar?
-Lo de siempre. Café doble y café con una gota de leche para Frank, ya sabes como le gusta.
-Ok, ahora mismo te lo sirvo, siéntate. -Sonrió y comenzó a preparar el pedido.
-Gracias. -Fue hacia la mesa de siempre.
-¡Por cierto, espera! -Kate entró al almacén y regresó con un maletín- Toma, esto es para ti. Lo dejaron aquí ayer.
-¿Para mí?
La camarera asintió con la cabeza mientras y Gerard cogió el paquete antes de que volviese a su trabajo. Se sentó y dejó el maletín sobre la mesa para esperar a Frank.
Pasó un cuarto de hora y Frank aún no llegaba, así que Gerard decidió abrir el maletín antes de morir de curiosidad.
Se trataba de un maletín negro con los bordes dorados y dos broches del mismo color. Lo abrió y se encontró con todo lo que una persona que se dedica a la pintura necesita: carboncillos, pinceles, tubos de pintura, lápices, tinta, plumillas...
Y entre todo ello, un pequeño pedazo de papel con una perfecta letra totalmente reconocible por Gerard que decía:


"Con esto he cumplido uno de tus deseos. Ahora te toca a ti cumplir uno de los míos."

En ese momento, mientras Gerard leía la nota, Frank se sentaba a su lado.
-Pensé que no lo abrirías nunca. -Gerard pegó un brinco, pues estaba tan absorto con su regalo que no se había enterado de que estaba a su lado.
-Joder, me asustaste. -Le recriminó, llevándose una mano al pecho.
-¿Te hago este pedazo de regalo y tú me regañas por asustarte? -Preguntó cruzándose de brazos y recostándose en el respaldo de la silla.
-Perdona mi amor, pero estaba tan distraído mirando esto... Joder, cuánto te amo, Frankie.
-¿Te gustó entonces? -Volvió a incorporarse con una sonrisa en su rostro sabiendo que había acertado con su regalo.
-Dios, claro que me gusta. Pero Frank, no tenías que regalarme todo esto. Con el disco de Misfits me había valido para, mm... todo un mes. -Le dijo mientras reía, haciendo reír también a Frank.
-Es que este regalo es para los dos. Ya has leído la nota, ahora te toca a ti cumplir mi deseo y para eso necesitas el maletín.
-¿Y cuál es tu deseo?
-Quiero que me pintes -Hizo una pausa y se acercó al oído del otro para susurrar- Desnudo.
Cuando se separó para mirarle a los ojos se mordió el labio. Gerard sonreía y se pasaba la lengua por los labios, haciendo que Frank muriera por besarlo.
-Cumpliré tu deseo con mucho gusto. Pero tenemos que ir a mi casa, porque allí tengo...
-No te preocupes por eso. -Le cortó- Ya lo tengo todo preparado. -Le guiñó un ojo y dedicaron los siguientes minutos a besarse.

Cuando tomaron sus cafés y le agradecieron a Kate todo lo que había hecho, fueron a por el coche.
-Imagino que conduces tú... -Tanteó Gerard.
-Sí, solo yo sé dónde vamos.
Ya en el coche, Frank iba conduciendo cuando sintió la mano de Gerard sobre su muslo derecho, moviéndose sugerentemente de arriba a abajo.
-Gee, si sigues así no llegaremos al vivos. Soltaré el volante y me lanzaré encima de ti. -Le advirtió, haciéndole reír.
-Es que... Tengo hambre. -Se quejó.
-¿Qué quieres cenar? -Preguntó mirando su reloj.
-A ti.
Frank apartó los ojos de la carretera y los centró en Gerard, que tenía la vista pegada en él y se mordía el labio.
-Ya me comiste antes, ahora me toca a mí comerte a ti. -Le lanzó un beso y volvió a mirar al frente.
-¡Pero yo quiero repetir! -Dijo haciendo un puchero.
-Bueno, ya veremos. De momento ponte el pañuelo en los ojos otra vez. ¡Y no hagas trampas, que te conozco Gerard Way!
El aludido estalló en risas y se ató el pañuelo.
-Ya está.
-¿Seguro que no ves nada? -Cuestionó, pasando una mano frente a su cara.
Gerard ladeó la cabeza en negativa y Frank tomó su mano.
-Bien. Ya casi llegamos. -Le informó mientras acariciaba el dorso de su mano.
A los pocos minutos llegaron a la puerta de un conocidísimo y elegante hotel de la zona. Frank bajó por su lado y se acercó al de Gerard para ayudarle a salir y guiarle al interior mientras el aparcacoches se llevaba el auto.
-Ya hemos llegado, Gee.
-¿Dónde estamos? -Preguntó antes de intentar destaparse los ojos.
-Eso aún no puedo decírtelo. -Le respondió impidiendo que se destapara- Yo te guío, espérame un momento.
Frank se acercó a recepción, habló con el hombre que estaba allí y volvió a por Gerard con la llave de una habitación.
Le guió hasta el ascensor y subieron, quedando de frente a la puerta, Frank abrazando a Gerard desde la espalda y dándole besitos en el cuello que le hacían suspirar.
Después de un rato que hizo pensar a Gerard que habían subido bastantes pisos, el ascensor se detuvo y Frank le empujó fuera.
Le dirigió hasta la puerta, abrió y le hizo pasar hasta llegar al centro de la habitación, donde le quitó la venda y se alejó, dejándole contemplar el lugar.
La poca luz que había provenía de una veintena de velas distribuidas por la habitación y todo lo que dejaba ver era de color blanco: las cortinas, la alfombra de piel, las sábanas de algodón que cubrían la enorme cama...
Junto a la cama había una cubitera con una botella de champán recubierta de hielos y un par de copas de cristal.
Gerard aspiró el dulce aroma de los aceites que invadía la habitación.
Justo en ese momento llegó Frank a su lado, cargando un caballete con un lienzo, el cual dejó al lado del mayor antes de acercarse a él despacio.
Pasó una mano por su pelo mientras Gerard cerraba los ojos ante el contacto, sin quitar la sonrisa de su rostro. La otra mano la pasó por su cintura y le atrajo hasta él para quedar pegados y acercarse a sus labios sin juntarlos por completo, provocando a ver quien caía antes en la tentación.
Y finalmente fue Gerard quien cayó, lanzándose de lleno al interior de la boca del otro, colando su lengua hasta lo más profundo y sujetándose con sus manos del culo de Frank, apretándole más a él y dejándole notar su creciente dureza.
Cuando Frank notó que si seguían no habría vuelta atrás, se separó un poco, escondiendo el rostro en la curva del cuello del mayor y susurró contra su piel:
-Recuerda que tenemos un trato. Primero mi deseo.
Y dicho esto acercó el maletín que había subido Gerard al lado del caballete y se colocó en frente.
-¿Dónde y cómo quiere el artista que me ponga? -Preguntó mientras desabrochaba su chaqueta y se la quitaba, dejándola caer en el suelo.
Gerard se lo pensó sin dejar de mirar cómo se desnudaba y cogió una butaca y la puso frente al lienzo.
Cuando la colocó, se acercó a Frank, que ya tenía el torso descubierto y se había descalzado.
-¿Necesita el modelo ayuda para desvestirse?
-Por favor. -Contestó con tono inocente pero un brillo de lascivia en la mirada.
Gerard acercó sus manos al cierre del pantalón de Frank y, mordiéndose los labios, lo abrió y deslizó la prenda hasta el suelo, donde el otro terminó de sacársela con los pies.
A continuación, Gerard acarició la cintura del menor con las yemas de sus dedos haciéndole estremecer. Pero cuando sujetó la goma de su boxer se detuvo.
-Me gusta más que te los quites tú para ver cómo lo haces y te quedas desnudo frente a mí. -Pasó su lengua por los labios del otro y se alejó lo justo para que pudiese desnudarse.
Y eso hizo, tal y como sabía que a Gerard le gustaba, despacio, sin dejar de mirarle.
Comenzó deslizando los lados del boxer y cuando llegó a la altura de su hombría se dio la vuelta, quedando de espaldas al mayor.
Terminó de bajarse la prenda y cuando se agachó para sacársela, Gerard le sujetó de la cintura desde atrás, rozando el bulto de su pantalón con el trasero desnudo de Frank.
-Te has dado la vuelta, eso no vale. -Susurró sobre su oído y le mordió la oreja.
Frank se incorporó riendo.
-Haberme desnudado tú. -Se giró para quedar frente a frente y le besó levemente.
Gerard le apretó las nalgas y le mordió el labio inferior antes de separarse.
-Siéntate aquí. Pon los brazos en los reposabrazos. Flexiona la pierna izquierda y súbela en la butaca. Y la otra sobre el suelo, estirada. -Frank fue haciendo todo lo que le decía.
Cuando estuvo preparado, Gerard se colocó detrás del caballete y comenzó con su dibujo a carboncillo.
De vez en cuando se miraban a los ojos y sonreían.
Way tuvo que desabrocharse el pantalón para que dejase de molestarle y eso calentó a Frank.
-Nene, si te empalmas tengo que cambiar el dibujo. -Comentó con una risilla.
-¿Y por qué no mejor me pintas empalmado? Para que vean lo que me provocas...
-Em... -Gerard lo pensó sin dejar de mirar cómo el otro pasaba su lengua por sus labios de forma sensual- Está bien, pero entonces empálmate del todo, no a medias. -Aceptó riendo de nuevo.
-Tú eres el que puede conseguirlo más rápido... -Dejó caer Frank y Gerard se acercó al él.
Acercó su nariz a su cabello y aspiró su aroma mientras pasaba la mano derecha por la pierna flexionada del otro y después por su abdomen y su pecho.
-Mmm, creo que hay una forma mejor y más efectiva. -Comentó para sí mismo.
Y dicho esto, se arrodilló frente a Frank, que seguía en la misma postura y le miraba atento a todo lo que hacía.
Gerard se coló entre sus piernas y se acercó a su entrepierna, aspirando su aroma igual que había hecho antes con el cabello. Sólo con eso, el miembro del otro aumentó de tamaño, haciendo sonreír a Gerard al verlo.
-Gerard, eres un madito pervertido por olerme ahí. -Le regañó mordiéndose la lengua, y la respuesta de Gerard fue una mirada traviesa y una lamida desde la base hasta el final de su hombría, irguiéndola por completo con esa única caricia.
-Sabía que sería más fácil así. -Rió por el color rojo que había subido a las mejillas de Frank y se levantó para volver a su lugar y terminar de pintar.
Tras un rato, el dibujo estaba acabado y Gerard y Frank muertos de ganas por estar entre los brazos y piernas del otro.
-Enséñamelo. -Pidió Iero levantándose y caminando hacia el caballete, pero Gerard le detuvo a medio camino poniendo las manos sobre sus hombros.
-No, cielo. Yo ya he cumplido y ahora estamos en paz, así que vamos a disfrutar de nosotros mismos un rato. -Le dijo mientras le empujaba hacia la cama.
Frank se mordió el labio y le miró con deseo en sus pupilas.
-No me puedo negar a eso... -Y se lanzó a la boca de Way, mordiéndole la lengua cuando éste intentó colarla en su boca, por lo que soltó un quejido que hizo reír al menor hasta ser él quien coló su propia lengua en la boca del otro, acariciando con ella cada milímetro que podía, desde su paladar hasta sus encías pasando por los dientes y la lengua de Gerard, con la que inició una pelea donde ambas chocaban y se enrollaban de una forma que a cualquiera desde fuera le habría parecido obscena.
Mientras se besaban, Frank consiguió quitar los pantalones de Gerard, pero al tirar de ellos hizo que los dos cayesen en la cama entre risas.
Un vez ahí, Gerard se acomodó boca arriba y el otro encima de él, atacando de nuevo su boca mientras se apoyaba con las manos a ambos lados de la cabeza de Way y éste le acariciaba los costados.
-¿Quieres que te desnude? -Preguntó Frank sobre los labios ajenos.
El cuestionado solo pudo asentir con la cabeza.
-¿Y cómo quieres que te desnude? ¿Con las manos? ¿O prefieres que te quite el boxer con mis bonitos dientes? -Utilizó el tono más sensual que poseía, quemando a Gerard por dentro.
-Con l-los dientes...
Iero le dio un beso sobre los labios y bajó a su barbilla, a su cuello, llegó a su clavícula y le dejó algunos mordiscos y besos que le dejarían marcas. Después bajó por el esternón, recorriéndolo con la lengua y desviándose un momento hasta el pezón izquierdo para morderlo y lamer, escuchando el primer gemido de Gerard de esa noche. Siguió su camino y llegó al ombligo, donde volvió a detenerse a jugar con él, rodeándolo y hundiendo su lengua en él, provocando que el estómago de Way se contrajese.
Gerard estaba desesperado por la lentitud de Iero, así que puso una mano sobre su cabeza y le empujó hacia abajo, por lo que Frank no pudo evitar reír.
Por fin llegó a su entrepierna, dura como una piedra y totalmente erecta, pero quería provocarle un poco más, por lo que acercó su cara hasta su hombría aún tapada y la rozó con la nariz un par de veces para luego pasar su lengua por el mismo sitio, humedeciendo la prenda, y echar su aliento sobre ella.
-¡Joder, Frank! -Jadeó.
-¿Qué pasa? -Pregunto haciéndose el desentendido- ¿No te gusta? -Puso cara de pena.
-Demonios, claro que me gusta. Joder, me encanta, nene. ¡Pero quítame el puto boxer de una puta vez!
Frank estalló en risas y decidió hacerle caso antes de que a Way le diese un ataque de ansiedad o algo parecido. Enganchó el borde derecho del boxer con los dientes y tiró de él todo lo que pudo y después hizo lo mismo con el lado izquierdo. Por último, mordió la parte delantera de la prenda y la bajó hasta casi las rodillas, rozando su hombría con su redondeada nariz, para terminar de quitarla con las manos.
Después se sentó sobre sus talones, dobló las rodillas de Gerard y las abrió, dejando a primera vista la hombría del mayor, todo sin dejar de mirarle a los ojos ni un segundo.
-Ahora por fin voy a comerte. Mírame todo el rato, aunque yo no te mire a ti, para que veas cuanto disfruto mamándotela. -Frank estaba consiguiendo calentar más y más a Way solo con sus palabras- Si en algún momento te miro y tienes los ojos cerrados o miras a otro sitio, pararé. -Le amenazó.
-Dios, tú sí que eres un pervertido.
Frank rió y bajó su cabeza entre las piernas de Gerard.
Primero besó el glande de su hombría un par de veces y fue bajando hasta los testículos, por donde pasó la lengua mirando fijamente al otro. Después, se los metió en la boca y jugueteó con ellos.
Ese era uno de los puntos débiles de Gerard, por lo que no pudo evitar cerrar los ojos un momento y retorcerse, así que Frank paró de golpe.
-Nene, te he avisado. Te daré otra oportunidad, pero sólo porque quiero seguir comiéndote. -Le advirtió con tono lascivo.
Volvió a bajar y esta vez, sin dar tiempo a Gerard de pensar lo que haría, engulló todo su miembro, rozándose la garganta con él.
Gerard no había visto una escena tan erótica y sensual en toda su vida y el placer le estaba quemando vivo.
En la habitación el único sonido que se escuchaba era el de la respiración agitada de Gerard y el de las succiones y lamidas de Frank.
Tras una última mordida en el glande y unas caricias con las manos en los testículos, Gerard se derramó en la boca de Iero mientras se miraban a los ojos.
Después, Frank se volvió a arrodillar, lamiendo los restos de semen que aún quedaban alrededor de su boca. Se acercó a Gerard, quien intentaba respirar con normalidad y le besó tiernamente sobre los labios.
Cuando se separaron, Way le sonrió y con sus dedos limpió una mancha de semen del pecho de Frank y los acercó a la boca de éste, que pasó su lengua desde la palma de la mano del mayor hasta la punta de esos dedos, limpiándolos al dejar a Gerard meterlos en su boca y moverse como lo había hecho sobre su hombría.
-Mm nene, como me pone que hagas eso... -Le dijo Gerard.
-¿El qué? ¿Que chupe tu mano? -Preguntó levantando una ceja.
-No. Que mames mis dedos. -Susurró sobre su garganta.
-Joder, Gee. Tú sí que me pones, y más cuando hablas así.
Y dicho esto, se lanzó de lleno a su boca, besándole con hambre a la vez que el otro pasaba sus manos por cada centímetro de su cuerpo y le mordía los labios, tirando de ellos como si intentase arrancárselos.
Tras unos minutos de besos apasionados y roces entre las dos hombrías, que hicieron que Gerard se empalmase de nuevo, Frank dirigió su atención a la oreja de Gerard.
-¿Quieres que probemos cosas nuevas hoy? -Susurró, mordiendo su oreja.
-Dios, claro que sí, nene. -Respondió sujetando al otro de la cintura para acercarle más aún a su cadera.
Frank llenó de besos el rostro del Gerard, le retiró el pelo de la cara y acercó dos dedos a su boca. Way entendió enseguida y abrió su boca para lubricarlos.
-Dobla las rodillas, cariño. Súbelas hasta tu pecho, ábrelas y sujétalas ahí, en el aire. -Le ordenó.
Gerard lo hizo y Frank se situó entre medias. Llevó los dos dedos hasta su entrada, rozándola y haciendo círculos alrededor.
-Me-te-los, joder. -Pidió Gerard.
Frank rodó los ojos y los introdujo de un solo movimiento, provocando una mezcla de dolor y placer en Way.
Inició un vaivén rápido a la vez que doblaba los dedos, llegando a tocar el punto que más placer le causaba al mayor, así que repitió los movimientos haciendo que éste no parase de gemir y jadear, produciendo el sonido más sensual que Iero había oído nunca.
Cuando estuvo preparado, sacó los dedos y metió su hombría tan rápido que Gerard sólo se dio cuenta porque la presión fue mayor, pues el miembro de Frank no era precisamente del grosor de sólo dos dedos.
Los movimientos de Iero eran ahora lentos, ya que la postura del mayor le contraía y le hacía estar más estrecho, dificultando la entrada pero dándole más placer a ambos.
-Ahh, Frank... Ahh. ¡Joderjoderjoder! ¿Por qué no hemos probado esta post-tura antes? -Gimoteó, observando la cara del aludido, con el rostro deformado por el placer, la boca entreabierta y los dientes apretados.
-Esto a-apenas empieza, nene. ¡Mmm...! -Mordió el cuello de Gerard con desesperación- Si te molesta lo que voy a hacer, me avisas.
Way asintió con la cabeza, intrigado por descubrir lo que haría el otro.
Frank se acomodó mejor entre las piernas del mayor, de rodillas y sin detener el movimiento, y llevó su mano izquierda hasta la hombría del mayor, masturbándole rápido.
Justo en el momento en el que cerró su mano alrededor del miembro de Way, su otra mano se encontraba más abajo.
Frank coló medio dedo dentro de Gerard sin sacar su pene y sin dejar de embestirle.
-Baja las piernas, amor. -Gerard volvió a colocar sus pies sobre el colchón, aún con las rodillas flexionadas.
Y así le fue más fácil a Iero introducir el dedo completo dentro de Gerard, logrando que éste frunciese el ceño al no esperárselo y sentir algo de dolor.
-¿Estás bien? -Frank se detuvo, sin salir de él.
-Sigue... -Jadeó en respuesta.
Tras unos movimientos de pelvis y muchos gemidos por parte de los dos, Frank consiguió entrar y salir sin problemas, por lo que vio el momento de colar otro dedo más.
Cuando lo hizo, enseguida los doblo, volviendo a tocar ese punto tan especial. Gerard no pudo evitar gritar, pero nada parecido al dolor, sino por el más puro placer que le invadió como una corriente de energía.
-Oh, joder... Sigue ahí, pequeño.
Gerard se sujetó del cuello del otro con una mano para ayudarse a incorporarse y estar más cerca del menor para poder besarle, pero el movimiento les hizo ver las estrellas a los dos, pues Frank aún seguía en su interior nada más y nada menos que son su hombría y dos dedos, todo a la vez.
Una vez sentado, Frank siguió con sus movimientos. Su miembro entraba y salía y sus dedos seguían dentro, girándolos y presionando.
-¡Aaahh! Mmm ¿Dónde cojones aprendiste a hacer eso y por qué no me lo has hecho antes? -Le recriminó mordiéndole el labio al otro.
-Eso es secreto... -Le respondió con simpleza antes de volver a besarle el cuello y aumentaba el ritmo al que le masturbaba.
Gerard hizo un par de movimientos circulares para ayudar a Frank a moverse.
-Mierda, Gerard. No hagas eso. -Le regañó moviéndose más fuerte contra él.
-¿Po-por qué? -Preguntó apretando los dientes y jadeando.
- Porque conseguirás que me corra -Cogió aire- antes de tiempo.
Gerard sonrió y repitió los movimientos de antes.
-Mmm joder Frankie. Te noto tan duro...
-Tú me pones duro, nene. -Se movió más rápido y volvió a tocar con sus dedos el punto dentro de Gerard, quien cerró los ojos con fuerza.
Gerard notaba que estaba a punto de llegar al orgasmo, así que puso su mano sobre la de Frank y le ayudó a masturbarle más rápido, gimiendo como si le fuese a vida en ello.
Y Frank también estaba a punto de derramarse, así que salió del interior del mayor y se colocó sobre él, juntando ambas hombrías. Las rodeó con su mano y las masturbó juntas, haciendo de la fricción la más placentera y única que se pudiese sentir.
Finalmente, ambos se corrieron casi a la vez, manchando sus vientres y parte de su pecho, entre la mano de Iero.
Tras terminar y descansar por unos minutos sin moverse de su posición, Frank se tumbó sobre Gerard para llegar a sus labios, restregando sus cuerpos y mezclando las sustancias que habían caído sobre ambos.
Cuando soltaron sus labios, Frank se dejó caer de lado, ladeando también a Way para quedar de frente.
-Te amo. -Susurró el menor.
-Yo también te amo. -Le respondió antes de besar suavemente sus labios- Cada día te amo más.
Así se quedaron durante unos minutos, mirándose a los ojos y acariciando sus manos unidas hasta que Frank cerró los ojos.
Gerard le movió para impedir que se durmiese.
-Frankie... -No se inmutó- Frank, despierta. -Volvió a moverle, ahora más fuerte.
-Mm, ¿qué pasa Gee? -Preguntó con los ojos aún cerrados y voz cansada.
-Frankie, tengo hambre... -Le contestó con un puchero en sus labios.
-Ah, cariño, estoy cansado, déjame descansar. -Se quejó.
-No, no, tengo hambre de verdad. Quiero comida. -Explicó.
-Am. Vale, llama al servicio de habitaciones, podemos encargar lo que queramos. Yo me quedo aquí. -Se dio la vuelta abrazando la almohada y se quedó dormido.
Gerard saltó de la cama y cogió el teléfono que había al otro lado de la sala, marcando el número de recepción.
-Recepción, ¿qué desea?
-Hola, buenas noches. Siento llamar tan tarde, pero quería pedir algo de comida para la habitación número 6277.
-No hay problema, díganos qué desea y se lo llevaremos enseguida.
Gerard pidió un par de platos de comida para él, dulces y bebida para acompañarlo y también pidió algo sin carne para Frank, por si le apetecía al despertar.
A los quince minutos la comida estaba en la habitación y Gerard comenzó a destapar los platos para comer como si fuese la última comida de su vida.

Cuando terminó con toda su comida Frank aún estaba dormido, pero pudo escuchar que su estómago rugía por el hambre, así que cogió el plato de pasta con vegetales y se acercó a él.
-Amor. -Le llamó pasando el plato cerca de su nariz.
Frank se retorció y entreabrió los ojos.
-¿No quieres comer nada? Pedí esto para ti...
Frank se desperezó y se sentó, dejando libre un hueco a su lado para Gerard.
-¿Me darás de comer? -Preguntó Frank tiernamente.
-Claro, bebé. -Se acomodó a su lado y llevó el tenedor con comida hasta la boca del otro, que lo comió sin dudar.
Así lo hicieron hasta que la comida del plato se terminó.
-Hmm estaba riquísimo. -Comentó Iero pasando una mano sobre su estómago.
-Sí. Pero ahora deberíamos bajar la comida, ¿no crees? -Preguntó con inocencia.
-Mmm... ¿Y qué se te ocurre que podríamos hacer? -Le siguió el juego, pasando los brazos alrededor de su cintura y subiéndole sobre él- ¡Eh! Te has vestido -Le regañó poniendo cara de enojo.
-¿No pretenderías que abriese al camarero estando desnudo?
-No, eso nunca. Sólo yo puedo verte desnudo. -Respondió con los labios apoyados en el pecho del otro- Pero aún así, estoy enfadado. -Le mordió fuerte el pezón derecho.
-Ouch. ¿Qué puedo hacer para que me perdones? -Puso cara de pena.
-Baila para mí. -Susurró.
-¿Qué? No jodas, Frank.
-Eso después, si te portas bien. Ahora, baila para mí. -Rodeó el otro pezón con su lengua, poniéndolo duro.
-Si haces eso no podré negarme... -Frank repitió su acción- Nene, sabes que odio bailar.
-¿No lo harás por mí? -Iero puso cara de pena.
Gerard gruñó y se levantó de la cama.
-No hay música.
Frank se estiró y alcanzó un mando que estaba sobre la mesilla de noche. Pulsó un botón y una música tenue y lenta comenzó a sonar, nada parecido a lo que escuchaban normalmente pero muy acorde con el momento.
-Solucionado.
Gerard rodó los ojos y comenzó a moverse.
Se contoneaba despacio, hacia los lados, subiendo y bajando las manos de su cintura hasta su cabeza lentamente, haciendo ondas con ellas. Otras veces movía la cintura en círculos.
Mientras, Frank no perdía detalle.
-Ve quitándote la ropa, cielo. -Se puso de rodillas sobre el colchón.
Sin dejar su sensual baile (aunque él pensaba que únicamente estaba haciendo el ridículo) comenzó a sacarse la camiseta y se la lanzó a Frank. Éste la cogió y la giró en el aire pidiendo por más, haciendo que Gerard estallase a reír. Después, llevó sus manos a su boxer, estiró el elástico y tiró de ellos hasta abajo. Volvió a tirárselos a Iero y éste los cogió con la boca y los echó hacia un lado.
-Anda, ven aquí, sexy boy.
Way se acercó en la cama y gateó por ella hasta llegar a Frank, abalanzándose a sus labios.
Tras unos minutos de fogoso beso, Frank se separó del otro.
-Tengo una cosa que podríamos probar, si quieres.
-Sorpréndeme.
Frank se levantó, caminó hasta un cajón de la entrada y volvió a la cama con algo entre las manos.
Cuando llegó junto a Way se lo mostró cogiéndolo con una mano. Se trataba de un consolador de color negro. Cuando captó la atención de Gerard, apretó un botón en la base y el aparato empezó a vibrar.
-Oh Dios... Realmente eres un vicioso ¿eh? -Dijo Gerard cogiendo el aparato para verlo mejor.
-Qué le voy a hacer... -Comentó Frank encogiéndose de hombros.
-Me gusta que seas así. ¿Tienes más cosas de estas? -Gerard levantó la vista para ver al otro a los ojos.
-Mmm tal vez... Ya lo sabrás. -Le respondió con una sonrisa traviesa.
-¿Y qué tienes pensado hacer con esto?
-Pues, con esto, podemos... -Hizo una pausa y se acercó a su oído para susurrar- Follarnos a la vez.
Gerard se perdió en sus ojos y sus palabras. No había nada en el mundo que le subiese tanto la temperatura de su cuerpo como Frank hablando así de directo.
-Joder... ¿a qué mierda estamos esperando?
Frank sonrió de medio lado. En estos momentos es cuando quedaba claro que realmente estaban hechos el uno para el otro, pues a muchos otros les propones algo así y te ponen de loco para arriba.
Iero le arrebató el aparato de las manos y lo encendió, haciéndosele a ambos la boca agua.
-¿Cómo decidimos quien...?
Gerard le cortó antes de terminar su pregunta.
-Antes me has dado tú, así que ahora me toca a mí, follarte a ti.
Frank simuló meditarlo unos segundos.
-Entonces, el vibrador... -Lo balanceó delante de la cara de Way- Seré yo quien lo meta en tu lindo trasero, ¿no? -Concluyó.
A Gerard se le escapó una sonrisa traviesa y asintió con la cabeza, acercándose a los labios del otro para darle un hambriento beso. Pronto, sus manos iniciaron la tarea de reconocimiento del cuerpo del contrario.
-Ponte de pie.
Se levantaron de la cama y Gerard guió al otro hasta una mesa. Le cogió de la cintura y le sentó sobre el mueble, quedando él entre sus piernas.
En cuestión de segundos, Way ya se encontraba preparando a Frank para entrar en él, sin soltar sus labios ni un solo momento. Cuando ya tenía dos dedos dentro, los gemidos de Frank se volvieron incontrolables.
-Mmm Gee, tus maldit-os dedos. Joder, cómo me-me gustan. -Jadeaba como un loco.
Gerard siguió penetrándole con sus dedos, introduciendo uno más, de forma lenta, haciendo sufrir a Frank por ir tan despacio.
Siempre hacia lo mismo, pero es que los oídos del mayor no habían escuchado aún nada más placentero que a Frank lloriqueando y suplicando por más, ya fuesen más dedos o porque quería su polla dentro de él.
-Un día lograrás... mm... que te m-mate, nene. ¡Fo-lla-me! -Casi se lo deletreó para que le quedase más claro.
Gerard reía y no mostraba la intención de complacerle por el momento, así que Frank le pellizcó fuerte un pezón y le mordió el cuello, dejándole una gran marca.
-Enano del diablo. -Murmuró.
Way se adueñó de sus labios y sin darle tiempo ni a coger aire, sacó sus dedos y entró en él, con cuidado pero a la vez cierta brusquedad, una mezcla irresistible, si le preguntan a Frank.
Frank enroscó sus piernas alrededor del mayor y le acercó, aumentando en contacto entre sus cuerpos casi al cien por cien, mientras Gerard comenzaba un vaivén lento pero profundo, para intentar alargar el momento lo máximo posible.
-Me toca. Abre tus piernas, cielito. -Ordenó en tono juguetón.
Gerard se acercó a Frank todo lo que pudo, sin salir de él y entreabrió sus piernas, dándole acceso.
Éste se metió en consolador en la boca, lo lamió y relamió mirando al mayor a los ojos, transmitiéndole toda su lujuria. Gerard se acercó y ayudó a Frank a lubricar el aparato, mojándolo con su saliva a la vez que de vez en cuando su lengua y la de Iero chocaban alrededor del consolador.
Cuando ya estuvo preparado, Frank lo llevó hasta las piernas abiertas de Gerard y lo rozó un par de veces entre sus nalgas.
-No me hagas eso o me correré sin m-moverme. -Jadeó casi sin voz.
Frank dejó escapar esa típica risa que hacía vibrar a Gerard, y más al estar aún dentro de él. Estiró su brazo y comenzó a introducir despacio el artilugio en el interior de su pareja, haciéndole suspirar y gemir en repetidas ocasiones.
Una vez estuvo dentro de él inició los movimientos a la vez que empujaba con sus piernas al otro para que se moviese también contra él.
Consiguieron coordinarse y dejaron de pensar en nada más que no fuesen ellos dos gozando en esa habitación. El mundo, las preocupaciones, los problemas y las demás personas dejaron de existir durando ese tiempo.
En un momento en el que Gerard alcanzó el punto de Frank que le hacía sentirse en el cielo, éste apretó sin darse cuenta el botón del consolador, y el aparato empezó a vibrar frenéticamente.
Gerard, que no se lo esperaba, al sentirlo mordió el hombro de Iero y gimió duro, aumentando la velocidad de sus embestidas a un ritmo alocado. Estaba a punto de llegar y sus penetraciones se volvían erráticas, pues el placer le nublaba los sentidos.
Iero estaba casi en las mismas condiciones. Sentía la necesidad de tocarse o terminaría explotando, por lo que llevó su mano libre hasta su hombría y la movió rápido y fuerte.
Tras un movimiento extraño con el consolador, pues ya no sabía ni cómo conseguía moverse, hizo que Gerard se derramase en su interior.
El mayor alcanzó su máximo grado de placer, puso los ojos en blanco y gritó como si se le fuese la vida en ello. Tras unos segundos en los que intentó recomponerse y aclarar su mente del orgasmo, llevó su mano hasta la entrepierna del otro y siguió masturbándole él.
Frank estaba obnubilado. Dejó caer los brazos a ambos lados de su cuerpo y después de unas cuantas caricias del mayor, se corrió entre sus dedos, manchando ligeramente su pecho y el de su acompañante.
Suspiró abatido, aún con los ojos cerrados e intentó respirar con normalidad.
Cuando abrió los ojos, Gerard lo miraba, casi con la misma pinta que él, con la frente perlada de sudor, el pelo tapándole parte del rostro y los labios rojos e hinchados.
-Tío, esto... Joder. -Hizo una pausa intentando enlazar más de dos palabras con sentido- Esto ha sido, jodidamente... GUAU.
Gerard rió ante la imposibilidad del otro de explicarse.
-Lo sé, vida. Ahora, ¿podrías sacarme el consolador del culo, por favor? -Preguntó levantando ambas cejas, sin soltar la cintura de Iero.
-Ups. Lo olvidé. Estaba demasiado ocupado teniendo un orgasmo brutal. -Soltó una carcajada y Gerard tiró de su labio inferior, enganchándolo entre sus dientes.
Iero hizo lo que le había pedido, dejó el aparato apagado y se puso de pie. Pero tuvo que sostenerse de los hombros del mayor, ya que las piernas le temblaban una barbaridad.
-Estoy agotado.
-Demasiado placer para un cuerpo tan pequeño. -Le picó Gerard.
-Un cuerpo pequeño, pero bien que disfrutas con él. -Replicó dándole un codazo en el estómago.
Gerard le dedicó una sonrisa.
-Anda, voy a preparar un baño para que nos relajemos, pequeño.

Sin darle tiempo a quejarse por el apodo, le volvió a sentar sobre la mesa y se metió al baño. Abrió el grifo y llenó de agua la lujosa bañera con chorros, más parecida a un jacuzzi que a una bañera. Cuando estuvo llena, echó unas esencias y jabones que había por allí.
Volvió a por Frank y le cargó entre sus brazos como si de un niño pequeño se tratase.
-Gerard, no soy un bebé. -Se quejó con el rostro enfurruñado.
-Eres mi bebé. -Le dejó un beso tierno sobre los labios y con todo el cuidado del mundo, le tendió dentro de la bañera.
Después entró él, se recostó apoyando su espalda contra el borde y atrajo a Iero hasta él, dejando la espalda del menor apoyada en su pecho y los brazos alrededor de su cintura.
Estuvieron en silencia por lo que pudo llegar a ser una hora, con los ojos cerrados, disfrutando del momento, regalándose caricias en las manos que mantenías unidas.
-Me voy a dormir, Gee. Será mejor que salgamos ya.
-Es cierto, amor. Vamos.
Se levantaron y salieron de la bañera.
-Estás todo arrugado, parece un abuelito. -Bromeó Frank mirando la piel arrugada del mayor por haber estado tanto tiempo sumergida.
-Pero soy un abuelo sexy. -Respondió, contoneando sus caderas.
Los dos estallaron en risas, cogieron una toalla cada uno para quitarse la humedad y se dirigieron a la cama. Se metieron bajo la sábana y unieron sus cuerpos en un apretado abrazo.
Gerard apoyó su oído contra el corazón de Frank, que latía despacio pues estaba a punto de caer dormido, y dijo:
-Mi amor, ha sido el mejor día de mi vida. Gracias por estar aquí hoy. Hoy y siempre. Te amo, Frankie.
-Gracias a ti por existir y por dejarme estar junto a ti.

Frank besó dulcemente la cabeza de Gerard y se durmieron juntos y unidos, como hicieron la primera noche que pasaron juntos como pareja y como seguirían haciendo hasta que el mundo terminase.
 
 
 
 

FIN...



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Bueno, aquí teneis la última parte de "This is the best day ever". Al fin, el fic ha llegado a su fin.
Espero que os haya gustado y más en especial este ultimo capítulo que dividí en dos partes, pues al que más empeño le he puesto.
Pronto subiré otro fic que tengo a medias y que de momento se llama "Obsesionados con el sexo" (xD), mi último Frerard por el momento.
Espero que lo leais como habeis hecho con este. 
Y también espero que me regaleis algún comentario después de leer, que me he sentido abandonada estos días, ya sea aquí, en tuenti o en twitter :)

Saludos ^^ 



 

sábado, 2 de julio de 2011

This is the best day ever - Cap. 2


En el capítulo anterior...

Frank juntó su frente con la de Gerard y le dijo, mirándole a los ojos fijamente:
-Bueno, no me has dicho al final qué se siente al besar al chico que te gusta. - Gerard recordó lo que le había dicho antes y lo miró con dulzura.
-Magia. Fuegos artificiales.
Los ojos de ambos brillaban, regalándose una gran sonrisa el uno al otro.
Rozaron sus labios una última vez en el día y cerraron los ojos, sumergiéndose en el mundo de los sueños.

 


Capítulo 2:

Cuando Frank despertó, Gerard seguía durmiendo profundamente y no quería despertarlo. Parecía un niño. Frank se dedicaba únicamente a observarlo cuando Gerard se despertó sobresaltado. No recordaba lo que había pasado ni con quién estaba durmiendo... Pero cuando vio a Frank sonriendo, todo lo que había pasado por la noche regresó a su mente y una grandísima sonrisa apareció en su rostro.
No pudo contenerse. Se acercó hasta eliminar la poca distancia que había entre ellos en esa cama y lo besó, tierno y dulce, mientras Frank tomó su mano.
-Creí que solo había sido un sueño. Un lindo sueño.
-No cariño, no fue un sueño. Te quiero, Gee. -Frank acariciaba su mejilla.
-Yo te quiero más.
Estuvieron largo rato tumbados en la cama. Gerard tendido boca arriba y Frank de lado, mirando hacia él, con la cabeza apoyada en su pecho. Tenían las manos entrelazadas y jugaban con ellas.
-Deberíamos levantarnos o a este paso se hará de noche otra vez y seguiremos aquí. -Comentó Frank, aunque no tenía ganas de levantarse de la cama y romper el momento.
-¿Quieres que vayamos a desayunar por ahí y luego damos una vuelta?
-Sí, muero de hambre. -A Frank le sonaba la tripa.
-Se nota - Dijo riendo- Entonces vamos.
Se vistieron y salieron de allí. Primero pasaron por casa de Frank para que se cambiase de ropa y luego fueron a un pequeño café que se encontraba vacío.
Desayunaron, intercalando sorbos de café y mordiscos a su comida con besos y caricias.
Cuando terminaron fueron a pasear por un parque. Frank cogió la mano de Gerard, entrelazándola con la suya. Éste se paró de golpe, mirando a Frank.
-¿Qué pasa? Perdona si te ha molestado... -Frank sonaba preocupado, la reacción de Gerard le había pillado por sorpresa.
-No, no, Frankie, para nada. Es solo que me ha sorprendido. Pensé que no querrías que la gente se enterase tan pronto, porque como es la primera vez que estás con un chico...
-Mi amor, te quiero y quiero que la gente lo sepa. No me avergüenzo de lo que ha pasado y no me importa lo que piensen los demás.
Gerard estaba emocionado de escuchar esas palabras. Enroscó sus brazos alrededor de su cintura y lo agarró fuerte, besando lentamente su frente, sus mejillas, su nariz y luego sus labios. Era un beso sin movimiento, solo la unión de sus labios. Por último, levantó las manos que aún tenían unidas y las besó también mientras los dos sonreían.
Continuaron caminando hasta llegar a un árbol sin gente alrededor, donde se sentaron. Frank apoyó su espalda en el tronco y Gerard puso su cabeza sobre sus piernas. El menor le acariciaba el cabello.
Cuando llegó la hora de comer fueron a un puesto de comida, compraron algo y volvieron donde estaban.
Hablaron, rieron, se besaron y se acariciaron. Así se les fue toda la tarde y se hizo de noche.
Antes de volver a sus casas cogieron una piedrecita afilada y escribieron en la corteza del árbol: F+G y la fecha.
Llegaron a casa de Frank y fue el momento de despedirse. Se besaron, cada vez más profundo.
-Venga pequeño, tengo que irme a casa, mira que hora es. -Gerard consiguió separarse, pero al decir esto volvió a besar a Frank. No tenía fuerza de voluntad.
Los dos notaron que cierta parte de sus cuerpos despertaba, así que decidieron separarse antes de que no hubiese vuelta atrás.
-Espero que cuando llegues a casa te desahogues pensando en mí. -Dijo Frank con picardía guiñándole un ojo a Gerard y señalando su pantalón.
El Frank pervertido hizo su aparición. Siempre lo había sido y le encantaba decir cosas de esas.
-Oh Frankie, eres un enano pervertido. Qué rápido dejas tu lado romántico de lado y sacas tu vena de salido. -A Gerard siempre le hicieron gracia esos cambios en el menor.
-Hm, solo te lo digo porque yo voy a eliminar presiones pensando en tí... -Puso cara de niño inocente.- Bueno Gee, ya sabes. -Le guiñó un ojo- Y llámame mañana ¿sí?.
-Claro nene, haré todo lo que me has dicho. -Dijo mientras se mordía el labio.
-Mm, cómo me pone que me digas nene.- Susurró Frank a su oído.
Se volvieron a besar, esta vez un beso corto, y Gerard se fue a su casa.
*
Al día siguiente Gerard se levantó temprano, algo raro en él si no tenía nada que hacer y puesto que era domingo no tenía necesidad de madrugar. Eran las 9 de la mañana y pensó en llamar a Frank y despertarle, pero no lo hizo porque sabía que el menor tenía muy mal despertar, sobre todo si era un día festivo.
Así que se bajó a desayunar, vio la televisión un rato, se duchó y pensó en Frank durante toda la mañana.
Salió de la ducha solo con la toalla atada a la cintura y se tumbó un rato en la cama.
Cuando ya era una hora razonable para llamar a Frank, cogió el teléfono y marcó su número.
-Mmm.. ¿Diga?
-¿Qué pasa lindo, te despierto?
-Oh, n-no. Llevo un rato despierto.
Su voz sonaba entrecortada y muy baja.
-¿Qué te ocurre? -Gerard escuchó un gemido al otro lado del teléfono- ¡Frank! ¿Se puede saber qué haces? - Se echó a reír, se imaginaba la respuesta.
-Na-nada Gee, solo pienso en tí. -Risa y un jadeo al otro lado del aparato.
-Eso espero.
-Dime nene. ¿Cómo estás vestido? Hm...
-Oh, ¡venga ya! ¡Esto parece una maldita línea erótica! No tienes remedio Iero, eres un salido. -Gerard no podía parar de reír.
-No te hagas Gee, se que te apetece tanto como a mí un poco de sexo telef-fónico. Seguro que ya estás notando que hay una parte que se endurece en tu cuerpo. -Y así era. Sólo de escuchar a Frank, Gerard comenzó a notar presión bajo su toalla- Venga, dime qué llevas puesto.
-Sólo una toalla. Acabo de salir de la ducha.
-Ajá..., quítatela. -Su voz era apenas un susurro pero firme. Gerard obedeció y se la quitó, viendo cómo su miembro estaba realmente crecido.
-Ya no llevo nada encima Frankie. ¿Qué llevas tú, pequeño?
-Gemido- Los pantalones y los boxer por los tobillos... Vamos Gee, tócate. Tócate despacio...- Gerard volvió a hacerle caso y un gemido ahogado salió de su garganta- Quiero oírte cariño. Sigue despacio, ahh...
Gerard continuó con el movimiento de su mano y varios gemidos más escaparon de su boca.
Estuvieron así un rato, escuchando sus respiraciones entrecortadas por el teléfono.
-Frankie, nene, mete dos dedos en tu boca y recorre tu pene con ellos. De arriba a abajo, muy, MUY lento. Piensa que es mi lengua la que te acaricia.
La verdad es que no solo Frank tenía su lado pervertido.
Frank hizo lo que le mandaba y no pudo evitar soltar un pequeño grito.
-Ah, ¡joder Gerard! - Se notaba el placer en su voz- ¡Muévete más rápido nene!
Los dos movieron sus manos a más velocidad sobre sus respectivos miembros.
-¡Aww Frank! Me-me vengo...
-Venga Gee, córrete conmigo, sí...
Unos minutos después los dos habían terminado en sus manos y tumbados en sus camas. Sólo escuchaban sus respiraciones a través del aparato, hasta que Gerard habló.
-Dios... Ésta ha sido la mejor llamada telefónica de mi vida.
-Te lo dije cielo. ¿Nos veremos hoy?
-Claro pequeño, cuando y donde quieras.
-¿Vamos al centro comercial? Ha salido un nuevo CD que quiero comprar.
-Me parece genial.
-Okay, a las 4 me paso por tu casa. Te quiero Gerard. Descansa. -Soltó una risotada.
-Yo también te quiero Frankie. Luego nos vemos. -Colgaron.
Y eso fue lo que hicieron por la tarde. Pasearon por el centro comercial cogidos de la mano. Vieron tiendas, se besaron, compraron algunas cosas, se abrazaron, hablaron, rieron, se besaron, se besaron y se besaron... Dejando ver su lado más romántico y, sí, cursi.
-Bueno, ¿y qué te pareció lo de esta mañana? -Preguntó un Frank travieso.
-Ya lo sabes, me estabas oyendo.
-Sí, ya lo sé. Sabía que te iba a gustar. Cuando quieras repetimos. -Le guiñó un ojo.
-Por qué no... Pero me gusta más hacerlo cuando estamos juntos, como la otra noche... -Gerard levantó una ceja y se pasó la lengua por los labios.
-No te preocupes, que no todo será por teléfono, cariño. -Frank se acercó a Gerard y puso su mano en la entrepierna del mayor, apretando y haciéndole cerrar los ojos- Pero aquí no, que hay niños. -Rió y siguió andando, dejando ahí parado a Gerard, como si no hubiese pasado nada.
-Maldito enano... -Frank rió y Gerard le siguió, volviendo a coger su mano.


Continuará...

-Bueno, no me has dicho al final qué se siente al besar al chico que te gusta. - Gerard recordó lo que le había dicho antes y lo miró con dulzura.
-Magia. Fuegos artificiales.
Los ojos de ambos brillaban, regalándose una gran sonrisa el uno al otro.
Rozaron sus labios una última vez en el día y cerraron los ojos, sumergiéndose en el mundo de los sueños.

jueves, 30 de junio de 2011

This is the best day ever - Cap. 1


-Venga Gerard, te toca preguntar.
Dos amigos, de 18 y 20 años, se encontraban sentados en el suelo de la habitación de uno de ellos. Se habían dado cuenta de que llevaban mucho tiempo sin ponerse al corriente de lo que pasaba en sus vidas (a pesar de verse todos los días) y decidieron que ese era el momento de hacerlo, así que cada uno preguntaba lo que quería saber del otro.
-Mmm... ¿Has tenido sexo últimamente?
-Hace unas semanas. - Respondió, mientras sus mejillas se ponían un poco rojas.
-¡Frank! No te pongas rojo - Gerard se echó a reír, pero se puso más serió cuando volvió a preguntar - Y ¿con quién fue?
-¡Eh! Me toca preguntar a mí. - Hizo una pausa - Gee... Alguna vez te has, em, ¿te has besado con un hombre? - Frank miraba a la pared.
Gerard se quedó callado un momento y suspiró.
-Sí... - Nunca había hablado de eso con Frank.
El menor lo miraba, esperando que continuase, pero no añadió nada más.
-Me pregunto si se sentirá lo mismo que al besar a una chica... - Dijo Frank, pensando en alto.
-Deberías probarlo. - Gerard sonaba divertido por los pensamientos del menor.
-Mmm sí... Ojalá hubiese por aquí cerca un chico dispuesto... - Frank lo miró con una sonrisita en los labios.
-¿Qué insinúas Frankie? - La verdad es que varias veces había pensado cómo sería besar a Frank, cómo se sentiría al juntar sus labios a los de él... Bueno, la verdad es que se había preguntado cómo serían muchas cosas con Frank. Pero no, debía dejar de pensar esas cosa, Frank era su amigo.
No le dio más importancia al comentario del menor, porque siempre estaba bromeando con cualquier cosa.
Y mientras todo esto pasaba por su cabeza, no se dio cuenta de que Frank se había movido de su sitio y ahora estaba a su lado, casi rozando su nariz contra la mejilla de Gerard.
Cuando éste notó la respiración de Frank chocar contra él, se asustó y giró su rostro sin darse cuenta hacia donde estaba su amigo, el cual, antes de que Gerard pudiese moverse o decir algo, estampó sus labios sobre los del otro.
Gerard se quedó paralizado mientras Frank lo besaba, pero no tardó en corresponderle.
Comenzaron con un beso tierno y dulce, un roce ligero de labios, hasta que Frank pasó su lengua por los labios del mayor, el cual los separó para dejarlo pasar, sintiendo como Frank exploraba cada recoveco de su boca sin pudor, llegando hasta su garganta. Así que Gerard acarició la lengua de él con la suya propia.
Frank comenzó a recostar a Gerard en el suelo, a la vez que acariciaba sus costados sobre la ropa.
Gerard tuvo un momento de lucidez dentro del estado en el que se encontraba y separó a Frank, levantándose y alejándose hasta el otro lado de la habitación. Notaba que su entrepierna había despertado, así que intentó taparse disimuladamente con la sudadera que llevaba.
-Frank, ¿qué haces?
-Nada, solo probar lo que me has dicho. - Seguía en el mismo sitio, sentado, mirando a Gerard, con las manos apoyadas en el suelo y las piernas estiradas. No parecía arrepentido y en sus pantalones también había un bulto. Gerard se sonrojó al darse cuenta.
-¡Gee! No te pongas rojo. - Repitió las palabras que el mayor le había dicho momentos antes cuando se dio cuanta de lo que miraba su amigo. - Creo que no soy el único que está así. - Señaló el bulto de sus pantalones y Gerard se puso más rojo aún.
-Pero a ti te gustan las mujeres Frank...
-¿Y a ti también no?
-Sí, pero tú nunca has estado con otro hombre.
-Eso no quiere decir que nunca haya querido...
-¿Qué?
-Joder Gerard, ¿en serio nunca te has dado cuenta? No solo me fijo en mujeres... Y además, hace ya algún tiempo que me venía fijando en un chico, así que quería probar... - No pudo terminar de explicarse porque el mayor le interrumpió.
-¿Así que sólo porque te gusta un tipo vienes a besarme? ¿Para saber si te gusta o si decides seguir con las chicas? Me utilizas para saber si te gustan los tíos... -Gerard parecía enojado, pero sobre todo estaba dolido.
-Ya, ¡cállate Gerard! ¡Nunca me dejas hablar! ¡Quería probar qué se siente al besar al chico que me gusta! - Ahora era Frank el enfadado, y es que no podía creerse que su mejor amigo le creyese capaz de jugar así con él.
Se puso de pie y se encaminó a la puerta, dispuesto a irse sin decir una sola palabra más.
Pero una mano se posó sobre la suya cuando fue a abrir la puerta.
-Yo te puedo decir qué se siente al besar al chico que te gusta, porque hace un momento lo he probado. -Dijo Gerard en voz baja, pues le daba vergüenza hablar de sus sentimientos.
Frank se quedó estático unos segundos, pero al final se giró y se miraron a los ojos, mientras Gerard aún sujetaba la mano del menor.
Vieron en los ojos del otro que ambos decían la verdad, y sus ojos brillaron a la vez que una sonrisa apareció en sus rostros.
Se dieron el mejor abrazo de su vida, el más sincero, y Gerard le dio un beso a Frank en la cabeza, pues era un poco más bajo de él.
-Te quiero Gerard.
-Yo también te quiero pequeño.
Se separaron y se sentaron en la cama, con las manos entrelazadas, jugando con sus dedos.
-¿Y desde cuándo sientes esto, Gee?
-Hm.. Hace bastante. Algo más de un año tal vez.
-¿Por qué nunca dijiste nada?
-Por lo que hablamos antes. Siempre habías estado con chicas y nunca me di cuenta de que mirases a ningún hombre como las mirabas a ellas. -Se encogió de hombros- Y tú, ¿desde cuándo lo sientes?
-¡Hace años que me fijo en chicos! - Respondió Frank como si fuese obvio.
-No, ¡eso no enano! - Gerard no podía parar de reír - ¿Hace cuánto que te gusto?
-Oh, eso. - Hizo una graciosa mueca y se sonrojó - Pues hace unos meses, 6 o 7 meses. Comencé a pensar en ti como nunca lo había hecho. Intenté ignorarlo, pensé que era porque pasábamos mucho tiempo juntos, pero me di cuenta de que nunca dejaría de sentirlo. - Mientras decía esto miraba a los ojos de Gerard, que empezaban a humedecerse. Nunca había pensado que su Frankie dijera algo así, ni en sus mejores sueños.
Se enlazaron en otro beso, esta vez más profundo y no se separaron hasta que les hizo falta coger aire.
-¡Maldito oxígeno! - Bromeó Frank, provocando que Gerard se doblase de risa, lo que permitió a Frank observar esa sonrisa en la que tanto había pensado en esos últimos meses. Y ahora se la dedicada sólo a él.
Frank volvió a besar a Gerard, ya que lo había probado no podía evitarlo. Comenzó a recostar al mayor sobre la cama, igual que había hecho antes en el suelo. Poco a poco fue subiéndose encima de él, apoyándose en el colchón para no dejar todo su peso sobre Gerard, aunque tampoco era mucho.
Volvieron a separarse para respirar y Frank atacó el cuello de Gerard, llegando hasta su oreja, recorriéndola con la punta de la lengua para terminar mordiendo el lóbulo.
-Ahh, Fr-Frank. Tenemos mucho tiempo para esto. No quieras correr tanto.
El aludido se separó un poco de su compañero, mirándole a los ojos.
-No pretendo llegar hasta el final, no hoy. Entenderás que todo esto es nuevo para mí... Pero no todo es sexo, cariño. - Sonrió, cambiando su tierna mirada por una cargada de deseo. Típico de Frank Iero.
Cuando terminó de hablar se acercó a los labios de Gerard y los mordió, a la vez que comenzaba a rozas su miembro con el del otro, provocándoles agudos gemidos.
-No estaría bien dejar esto así, no es propio de una buena persona. -Comentó, refiriéndose a sus ya erectos miembros, que seguían rozándose.
Gerard estaba al borde de la desesperación con ese movimiento, ya no aguantaba más, así que acarició el enorme bulto del otro por encima del pantalón para ver como respondía a su contacto. Frank puso los ojos en blanco y desabrochó el sólo su pantalón, cogió la mano de Gerard y la llevó hasta dentro de su boxer, moviéndolas a la vez sobre su endurecido miembro.
Frank estaba que no cabía en sí de tanto placer. Sentía su mano sobre la de Gerard mientras éste le masturbaba. Era lo mejor que había sentido en su vida. Y eso mismo pensaba Gerard.
Pero el menor pensó que no podía disfrutar él solo, así que con su mano libre desabrochó el jean de Gerard y la metió bajo su boxer, acariciándolo despacio.
Ahora era el mayor el que tenía los ojos en blanco. La lentitud con la que la mano de Frank se movía sobre él le estaba volviendo loco, así que le recostó de lado el la cama frente a él y metió su mano libre en su propio boxer, cogiendo la mano del otro y moviéndola más deprisa, igualando la velocidad a la del otro par de manos.
Se miraban a los ojos sin dejar de sonreír. El primer contacto íntimo entre ellos no podía haber sido mejor.
Después de un momento perfecto, en el que intercambiaron besos, mordiscos y miradas, se corrieron el la manos de otro y en la suya propia. Terminaron con un pequeño beso y una gran sonrisa.
-Deberíamos lavarnos las manos.
Así que se levantaron de la cama, se lavaron y volvieron donde estaban, tambándose de nuevo, cogidos de la mano.
-Es tarde, pequeño. ¿Quieres quedarte a dormir?
-Claro, no me apetece ir a casa y dejarte aquí. -Respondió un Frank medio dormido.
Gerard le acarició suave la mejilla.
-Pues deberías avisar a tu casa.
Frank se desperezó un poco y llamó para decir que dormiría en casa de Gerard. Después, éste le ofreció a Frank algo de ropa para dormir, pero el menor solo quiso una camiseta, pues siempre dormía en boxer.
Gerard miraba a Frank, el cual estaba solo con el boxer y se disponía a ponerse la camiseta que le había dado. No era la primera vez que le veía así. Después de tantos años siendo amigos habían estado en esa situación muchas veces, pero hasta entonces sólo habían sido amigos, y eso era una gran diferencia.
-Mmm...-A Gerard se le escapó un murmullo sin poder evitarlo.
-Gerard, ¡nos seas pervertido! ¡Deja de mirarme! -La verdad es que no le importaba lo más mínimo. Se metió debajo de las sábanas, fingiendo esconderse de la mirada de Gerard, pero no paraba de reír.
-Si me dices eso y te ríes, te queda poco creíble Frankie. -Gerard se reía también.
Terminó de cambiarse y se metió a la cama, abrazando a Frank, con las manos en su trasero. Le pellizcó una nalga.
-¡Gerard! ¡Esas manos! - Los dos siguieron riendo.
El sueño volvió a aparecer. Frank juntó su frente con la de Gerard y le dijo, mirándole a los ojos fijamente:
-Bueno, no me has dicho al final qué se siente al besar al chico que te gusta. - Gerard recordó lo que le había dicho antes y lo miró con dulzura.
-Magia. Fuegos artificiales.
Los ojos de ambos brillaban, regalándose una gran sonrisa el uno al otro.
Rozaron sus labios una última vez en el día y cerraron los ojos, sumergiéndose en el mundo de los sueños.


Continuará...