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sábado, 28 de enero de 2012

Cap. 50 "Obsesionados con el sexo"

Advertencias: Lo de siempre y más.

CAPÍTULO 50:



-¡¡BIENVENIDO!!

Era de noche y acababa de poner un pie dentro de su nuevo departamento, después de pasar la tarde con sus padres, cuando un montón de gente apareció de detrás de las puertas y los pocos muebles que había, gritando.

Gerard se había quedado detrás riendo al ver que se había asustado. Llevaban varios días planeando darle una fiesta sorpresa para celebrar el éxito de su rehabilitación y allí estaban todos. No había faltado nadie.

Se acercó por detrás a su novio y le abrazó por la cintura, dándole un suave beso sobre el escorpión del cuello. Pero cuando sus amigos comenzaron a acercarse para saludar y abrazar a Frank, le soltó y se adentró en la casa a por algo de beber para los dos. Algo sin alcohol, por supuesto.

Mikey, Ray, Bill y Shannon fueron los primeros en apretujarle en abrazos.

Mikey- Cuñado, cuánto me alegro de verte por fin.

Ray- ¡Enano! ¿Qué pasa, tan famoso te has vuelto que te has olvidado de tus viejos amigos?

F- Por supuesto que no. Mira que lo he intentado, pero olvidarme de vosotros es imposible. -Bromeó en tono resignado.

Bill- ¿Qué sería de ti sin nosotros?

Pete- Sí, alguien tiene que bajarte de las nubes para que no te creas especial.

Hasta ese momento Pete no había dado señales de estar en el apartamento y Frank deseaba verlo. Era al que más echaba de menos después de tanto tiempo. Él fue quien más ayudó a Frank cuando Gerard se fue y el que le apoyó mientras la banda intentaba hacerse un hueco en el panorama musical. Le había ayudado en todo, siempre, sin excepción.

Por todo eso, en cuando le vio corrió a abrazarle con todas sus fuerzas. Pete hizo lo mismo, sonriendo y jugando con la corta melena de Frank.

F- Pete. No sabes cuánto te he extrañado. Te he necesitado mucho.

Pete- Aquí me tienes otra vez para lo que quieras. Yo también te he echado de menos.

Los dos chicos se alejaron con grandes sonrisas y la promesa muda de tener una larga charla otro día.

F- Oye, Shannon. ¿Y tu hermano?

Shannon- Bueno, él no ha querido venir... Con todo lo que pasó entre vosotros y eso. Se siente muy culpable todavía.

G- No es para menos. -Gruñó cuando volvió junto a su novio con la bebida. Le tendió su lata de refresco y bebió de la propia.

F- Gerard, no seas así. Él no tiene la culpa de nada. Yo soy quien tomó pésimas decisiones. Hablaré con él. -Le dijo a Shannon. Y Gerard gruñó de nuevo pero sonrió al ver a alguien.

G- Creo que te reclaman. -Le susurró a Frank, señalando con el dedo.

En un rincón más apartado estaban nada más y nada menos que James y Jamia sonriéndole.

Frank fue hacia allí, saludó a la chica con un beso en la mejilla y una caricia en el vientre y se volvió hacia el otro, sin saber qué hacer ni cómo saludarle. Hasta que James rompió la tensión y le abrazó.

James- Frank. ¿Cómo estás?

F- Muy bien ahora. -Respondió cuando se soltaron- Oye, James, siento todo lo que-

James- Chssst. Ya te disculpaste, ¿recuerdas? Todo está olvidado. -Le cortó con una sonrisa sincera- Además, ¡estamos aquí para celebrar y divertirnos! Ey, Gee. ¿Qué tal, hermoso? -El carraspeo de Frank le causó gracia- Perdón, es verdad. Ahora es todo tuyo.

F- Exacto. Es sólo mío, y que no se te olvide, Dewees.

G- No le hagas caso, Reggie. ¿Cómo te va todo?

Frank rodó los ojos y volvió con Jamia para preguntarle qué tal iba todo el asunto del embarazo.

Jamia- Bueno, yo me voy ya. No creo que este ambiente sea bueno para el bebé. Sólo he venido a verte.

F- Muy bien. Gracias por venir. -La acompañó a la puerta- Recuerda llamarme cuando tengas la próxima ecografía, que quiero ir contigo.

Jamia- Claro. Nos vemos.

F- Cuídate. -Otro beso en la mejilla y la chica se perdía por el pasillo camino al ascensor.

-Vaya barrigón que tiene ¿eh? -Una voz habló a su espalda mientras miraba a Jamia subir al ascensor. Al reconocerla se giró sobre sus talones con una ceja levantada.

F- ¿Qué haces tú aquí?

-Oh. -Hizo aspavientos con los brazos con tono dolido- Esta mañana todo eran palabras bonitas y ahora me tratas así.

F- Estúpido. Sabes que me alegro de que estés aquí.

-Lo sé. Nadie puede vivir sin mí.

F- Ag, Bert. Eres tan egocéntrico a veces. -Le dio un golpe en el estómago y el mayor se rió- ¿Vienes solo?

Bert- No, ahí está Quinn. -Señaló al rubio en la distancia, que estaba hablando con Mikey.

F- Dile que ni lo intente. Mikey es totalmente hetero. -Bromeó- Oye, ¿qué estás bebiendo? -Le cuestionó al ver que tenía un vaso de plástico en la mano.

Bert- Tranquilo, enano. Sólo es un Red Bull. ¿Crees que he pasado 6 meses en esa cárcel para echarlo a perder en unas horas? Además, tu novio lo tiene todo controlado. Ha prohibido la entrada de alcohol y otras sustancias ilegales. Menos mal que al menos nos deja fumar.

F- Es que mi novio es el mejor y cuida de mi.

G- Claro, debo cuidar a mi princesa. -Le sorprendió por detrás, abrazándole por la cintura de nuevo y mordiendo su oreja.

Bert- Creo que se está calentando el ambiente. -Comentó cuando los dos chicos se enredaron en un beso tan desesperado que parecía que querían comerse el uno al otro- Me voy a buscar a Quinn, a ver si me presenta alguna presa.

Cuando dijo eso, Gerard le miró y le guiñó un ojo. Bert entendió el mensaje enseguida.

Y la noche continuó.

La música ambientaba la casa. La gente bailaba y se divertía. Era más como una fiesta privada, sólo los amigos más cercanos y sólo un par de chicas, la novia de Ray y la de Shannon. Pero aún así se lo estaban pasando como unos niños en una piscina de bolas.

De repente Frank se encontró aprisionado entre una pared y el cuerpo de Gerard, quien le besaba y lamía el cuello con ganas.

F- Mm, Gee, ¿qué haces? -Suspiró.

G- No aguanto más. Llevas toda la noche volviéndome loco con tus artes de seducción. -Le susurró al oído.

F- Yo no estaba seduciendo a nadie. -Rectificó riendo.

G- Lo que pasa es que no te das cuenta, pero todo lo que haces es jodidamente sensual. Cómo caminas, tu forma de bailar, esa costumbre de pasarte una mano por el cuello y de morderte el labio cuando algo te avergüenza pero también te hace gracia... Dios, eres tan sexy. -Mientras decía todo eso había empezado a frotarse contra su cadera, dejando que el menor notase su polla más que dura.

F- Vamos a la habitación.

No le hizo falta repetirlo. Gerard sonrió de lado y, cogiéndole de la muñeca, le arrastró hasta el único cuarto amueblado: Su habitación.

Nada más entrar Frank cerró la puerta. Miró a Gerard como si fuese un león acechando a su presa y caminó hacia él, con un brillo salvaje en sus ojos. Le tiró sobre la cama y se sentó a horcajadas sobre él para besarle.

Las manos del pelirrojo se pasearon por ese cuerpo que era su perdición, terminando sobre su culo para manosearlo a su antojo.

Frank estaba fuera de sí. Necesitaba sentir a Gerard y toda esa ropa no hacía más que estorbar, así que le sacó la camiseta y el pantalón para después quitarse también los suyos.

El primer roce de las pieles de sus pechos les hizo jadear. Todo lo que no fuese esa habitación había dejado de existir. Incluso la música que antes parecía demasiado alta ahora no era más que un murmullo.

Pero sí se dieron cuenta del momento en el que la puerta se abría y la luz inundaba unos segundos el cuarto.

Frank giró la cabeza para ver quién osaba distraerles y se quedó a cuadros cuando le vio. Bert jodido McCracken estaba parado frente a la cama con una estúpida sonrisa.

F- Lárgate. Estamos ocupados.

G- Tranquilo, mi amor. Le he invitado yo.

F- ¿Qué?

Bert- ¿Aún no has conseguido convencerle? Pensé que tenías más poder de persuasión con él, pelirrojo.

F- Pero qué... Oh, no. ¿Aún seguís con lo del trío?

G- Cielo, tú mismo dijiste que sería excitante. -Le dijo mientras tocaba su polla sobre el boxer, haciéndole entrecerrar los ojos.

F- Joder, siempre me pedís cosas cuando no puedo pensar. -Se quejó, dejando que las caricias de Gerard le terminasen de convencer- Vale, pero con una condición. -Añadió mirando a Bert directamente- Nosotros mandamos. Harás todo lo que digamos.

Bert- Acepto. -Dijo rápidamente, arrancándose la ropa hasta quedar igual que ellos.

F- Ven aquí, anda. Hasta que no te has salido con la tuya no has parado.

Bert se encogió se hombros y fue con ellos, poniéndose a su lado de rodillas sobre la cama.

G- Vamos, Bert. Bésale. Sé que te mueres de ganas.

Y así lo hizo.

Poniendo una mano sobre su nuca tiró de Frank hacia él y juntó sus bocas, besándole primero despacio, rozando sus labios con la lengua, para profundizarlo después y gemir dentro del beso.

Aún no podía creerse del todo lo que estaba pasando pero tenía claro que lo iba a disfrutar.

Mientras besaba a Frank sintió como una mano se paseaba por su pecho, rodeando su obligo con un dedo de forma incitante para después moverse hasta sus pezones y pellizcarlos levemente, haciéndole morder el labio del menor.

Gerard, aún bajo Frank, siguió acariciando a Bert. Se incorporó un poco y llevó su mano hasta la cinturilla del boxer del de pelo largo. Rozó bajo ella con las yemas de sus dedos y fue bajándolos poco a poco, primero de un lado y luego del otro, hasta dejar libre su erección.

Mientras tanto, Bert se había puesto manos a la obra también y acariciaba el paquete de Frank por encima del boxer, abandonando su boca para lamer su cuello. Y allí volvió a morderle cuando Gerard apretó su polla con una mano.

La música de fuera quedó tapada por respiraciones agitadas y gemidos.

Frank se levantó de sobre Gerard y se sacó la última prenda que le quedaba bajo la atenta mirada de los otros dos. Con un gesto de cabeza le indicó a Bert que hiciese lo mismo para luego quitárselos él mismo a su novio.

Cuando por fin estaban los tres sin ropa estorbando por el medio, Frank se inclinó sobre el pelirrojo y le besó el cuello y después el pecho, lamiendo sus pezones. A la vez extendió una mano hacia Bert y, sin decir nada, le indicó que hiciese lo mismo.

Uno por cada lado besaban cada porción de piel que podían, bajando poco a poco, hasta llegar a su polla, a la que dedicaron todas sus atenciones, chupando, succionando y acariciando hasta dejar al pelirrojo al borde del orgasmo, momento en el que se detuvieron. Y entonces fue el turno de que Bert besase a Gerard tal como había hecho con Frank momentos antes y éste paseaba sus manos libremente por sus cuerpos.

Cuando cortaron el beso, el pelirrojo se arrodilló junto a su novio.

G- Túmbate, Bert. Boca arriba. - Le ordenó y, por supuesto, obedeció.

Una vez colocado, Gerard se sentó a horcajadas sobre su pierna derecha y Frank sobre la izquierda para frotarse contra él, gimiendo con voz ronca.

Bert sentía contra sus muslos dos erecciones tan duras como el hierro y no podía evitar jadear. Y los jadeos se convirtieron en un grito cuando notó dos dedos presionando sobre su entrada. Un dedo de Frank y otro de Gerard, que le penetraron a la vez y no le dieron tiempo ni de acostumbrarse cuando ya estaban moviéndose para dilatarlo.

A la vez se inclinaron sobre él para llegar a su boca.

Tres bocas uniéndose, tres lenguas luchando y muchos dientes chochando. Todo era jodidamente caliente y el estado de todos ellos lo demostraba.

G- Bien, Berti. Yo voy a ser el primero. -Le dijo cuando el aire empezó a escasear para ellos.

Entonces Frank se quitó de en medio, situándose tras la cabeza de Bert, observando cómo el pelirrojo doblaba las piernas de éste y guiaba su polla con una mano hasta meter la punta, entrecerrando los ojos por la sensación.

G- Mierda, pareces virgen, tío. Estás tan estrecho... -Murmuró hundiéndose más y mordiéndose el labio para no correrse antes de tiempo.

El aludido sonrió y suspiró cuando Gerard llegó hasta el fondo. Y cuando éste empezó a moverse, pareció que se habían olvidado de que había alguien más con ellos, así que Frank se encargó de recordárselo.

Desde su sitió, llevó una mano hasta su polla y se acercó a la cara de Bert, golpeándole la mejilla con ella varias veces y pasándola por sus labios.

F- Vamos, nene. Abre esa boquita que tienes y cómemela.

Fue abrir la boca y sentir la polla de Frank entrar casi hasta su garganta y volver a salir.

F- Mmm joder, sí. -Gimió, repitiendo el movimiento.

Y fue en ese momento, mientras Bert era follado por el culo y por la boca, cuando la puerta se volvió a abrir, solo que esta vez ninguno se dio cuenta hasta que oyeron a alguien hablar.

-Pero que cabrón.

Quinn estaba en la puerta, alucinando con la escena que veía sobre la cama, cuyos protagonistas no había dejado de moverse en ningún momento.

Quinn- Que puta suerte tienes, mamonazo.

F- Qué, ¿tú -ahhh- también quieres? -Quinn no respondió, pero su mirada y su respiración contestaron por él- Pasa y cierra el pestillo. Estoy hasta la polla de interrupciones. -Cuando pronunció esa parte de su anatomía, Bert le dio un leve mordisco y soltó una risita ante su queja.

El rubio, como había hecho Bert, ni se negó, ni perdió el tiempo. Cerró y se acercó casi corriendo hasta la cama.

G- Tu amigo Bert te va a decir nuestra única regla. -Jadeó sin dejar lo que estaba haciendo.

Frank sacó su polla de la boca que ocupaba para dejarle hablar.

Bert- Ellos son los que mandan. Deberás hacer todo lo que dicen. -Y la polla volvió a su boca antes de que volviese a cerrarla.

Quinn- De acuerdo.

G- Pues desnúdate rápido y ven a chupársela a tu amigo. -Otro que obedecía sin rechistar- Bien. Pero colócate encima de él con las piernas a sus lados.

El rubio se puso como le decían, en la típica posición de 69, y empezó con su trabajo.

Frank no podía dejar de mirar ese culo duro que había quedado frente a su cara. Podía ver su entrada totalmente expuesta, la cual parecía que le llamaba.

Tuvo que dejar la mente en blanco para no terminar aún. Sin embargo no pudo evitar llevar sus manos hasta él y amasarlo y manosearlo todo lo que quiso.

Dejó una mano sobre sus nalgas, golpeándolas de vez en cuando, y la otra la llevó hasta su polla para terminar de endurecerla. Cuando la sintió dura e hinchada, sacó su propia polla de la servicial boca de Bert y en su lugar metió la de Quinn, que se estremeció y murmuró algo inteligible.

Gerard, adivinando lo que pretendía su novio, disminuyó la velocidad de sus estocadas hasta quedarse casi parado, observando cómo Frank se lamía un par de dedos, le guiñaba un ojo y los introducía en Quinn, quien se quejó un poco por la inesperada invasión.

Al sentirle listo para recibirle, se lubricó un poco con saliva y me metió en él con un golpe seco. Se quedó quieto un momento, acoplándose, y empezó a moverse.

Gerard y Frank se movían al compás, sin dejar de mirarse fijamente, con una sonrisa lasciva en la cara, mientras Bert y Quinn se comían uno al otro, perdiendo la concentración cuando llegaban a sus próstatas y temblando de arriba a abajo.

Bert- Oh, sí. Vamos, pelirrojo, ahí. Más fuerta. Ahhh.

F- Puto Bert. No he vista a n-nadie más vicioso que tú.

G- Rubito, baja un poco tu boca y lame sus huevos. Sí, así. Y ahora baja un poco más y lame donde mi polla desaparece en su culo. Joderjoderjoder.

Y eso fue suficiente para Bert. Sentir a Gerard llenándole por un lado y a Quinn por otro y encima que éste último le chupase ahí, le hizo correrse más fuerte que nunca, manchando su vientre y el pecho del rubio.

Al terminar, un gemido gutural escapó de su garganta, enviando vibraciones a la polla de Quinn, que no pudo evitar correrse también, mandando varios chorros de su leche hasta el fondo de la garganta del moreno.

F- Dios, no puedo m-más.

G- Solo un momento. -Jadeó.

Los cuerpos bajo ellos se habían convertido en una masa de carne y huesos que apenas podían moverse de lo cansados que estaban.

De repente, Frank salió de esa estrecha calidez que le estaba volviendo loco y Gerard le imitó.

F- Los dos. Boca arriba. YA.

Sintiendo sus cuerpos como si fuesen plomo, consiguieron ponerse como les decía y entonces los otros dos se situaron sobre el contrario al que se habían follado, masturbándose frente a ellos, que esperaban su premio con la boca abierta.

Por fin se corrieron también, Gerard sobre Quinn y Frank sobre Bert, echando más semen en sus caras que en sus bocas. Se inclinaron un poco para limpiarles con la lengua y besarles, pasándoles los restos.

Agotados, se dejaron caer sobre la cama también, quedando entre los dos invitados.

F- Espero que estés contento. -Murmuró, dirigiéndose a Bert.

Bert- No sabes cuanto. Sois alucinantes... Deberíamos repetir.

Quinn- Sí, por favor.

G- No os paséis. Esto ha sido una excepción. No pienso compartir a Frank nunca más.

Bert- Oh, que aguafiestas eres. -Su voz se iba apagando según el sueño se hacía más fuerte.

Frank se acurrucó en los brazos de Gerard y le dio un suave beso antes de que los dos quedasen dormidos. Quinn se acomodó a la espalda del pelirrojo, pasando un brazo por su cintura, y Bert detrás de Frank, enredando sus piernas.

Y así permanecieron hasta la mañana siguiente, aprovechando al máximo el momento.




Continuará...

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Cap. 43 "Obsesionados con el sexo"

ADVERTENCIA: Capítulo HOT, HOT, HOT.



CAPÍTULO 43:


-Hola.

Una voz más que conocida le saludó desde su espalda.

Era sábado, tercera semana que Frank pasaba encerrado en aquel centro, y estaba sentado en un banco de madera cercano a la puerta del edificio de las habitaciones, leyendo un libro.

Al escucharle dejó el libro a un lado y saltó del banco, dándose la vuelta para comprobar que no se equivocaba.

F- Hola. -Respondió entre emocionado y temeroso.

Y cuando habló se dio cuenta de que parecía tonto. Tantas cosas que debía decirle y solo salía de su boca un simple "hola". No pudo evitar bajar la mirada avergonzado y sonreír tímidamente.

El silencio hizo acto de presencia. Ninguno de los dos se atrevía a hablar primero y al final fue Frank quien dio el paso.

F- Pensé que no volverías a visitarme después de todo lo que te dije.

-Fuiste tú quien me dijo que no quería volver a verme...

F- Lo siento Gerard, fui un estúpido. Estaba mal por la rehabilitación y cabreado con la noticia del embarazo y lo pagué contigo. Lo siento, en serio. -Dio un paso temeroso hacia el otro.

G- No te preocupes, me hago a la idea de todo lo que tienes que estar pasando. Y yo no debería haberte ocultado algo tan importante. -Dio también un paso adelante.

F- ¿Por qué no viniste el sábado pasado? Te he extrañado demasiado estas dos semanas... -Añadió en un tono más bajo.

G- Quería darte tiempo para pensar en todo. Así cuando hoy viniese habrías decidido si de verdad quieres irte con ella y el bebé o seguir conmigo.

F- No puedes haberte creído que tal vez volviese con ella... -Gerard bajó la cabeza y Frank se acercó un poco más a él- Gerard, mírame. Nunca, óyeme bien, NUNCA volveré con ella. Solo quiero estar contigo.

Gerard sonrió grande y abrió sus brazos en una muda propuesta que Frank no rechazó.

Sin pensarlo dos veces se refugió en sus brazos y le apretó contra él para que no pudiese escapar, pero esos planes no pasaban si quiera en la cabeza del pelirrojo.

Frank levantó su cabeza, que hasta el momento había estado escondida en el pecho de Gerard, y observó esas esmeraldas que le miraban con infinito amor y ternura. Acercó sus labios y cerró los ojos para unirlos en un beso que los dos ansiaban y necesitaban a partes iguales después de tantos días.

Unos silbidos y risas que se acercaban interrumpieron su momento, haciendo que se alejasen para ver quién montaba tanto barullo.

Y no eran nada más y nada menos que Bert y Quinn (Frank empezaba a sospechar que entre esos dos había algo más que sexo loco y desenfrenado).

Bert- ¿Ya han arreglado sus problemas la parejita? -Preguntó burlón.

Quinn- Qué linda estampa. -Añadió igual.

F- Ya, ya. LARGAOS.

Bert- Oh, qué cruel eres con nosotros. Con todo lo que he hecho por ti estos días. -Dijo con falso tono dolido y la mano en el pecho.

G- Ey tío, gracias por todo. Por la charla y cuidar a mi princesa. -Se acercó hasta él y le tendió una mano que Bert estrechó con la suya.

Bert- No hay de qué. Aunque "tu princesa" -se burlo de nuevo- da mucho trabajo. Tendrás que devolverme el favor.

G- Eso está hecho. -Bert y Quinn se miraron cómplices y sonrieron.

F- ¡EH! ¡Que yo no soy ninguna princesa que necesite una niñera! -Se acercó a ellos enfadado.

G- Claro que sí. Eres frágil y delicado como una linda princesita.

F- ¡No.soy,una.princesa! ¿Quieres ver como de rudo y macho puedo ser? -Preguntó con un brillo travieso en sus ojos. Gerard sonrió ante eso.

Quinn- Uuuuh esto se pone interesante. -Comentó frotando las manos- ¿Puedo verlo yo también?

Bert- ¡Y yo, y yo! -Pero fueron ignorados.

G- Que le peten a mi condición. -Masculló entre dientes- Dios, sí, demuéstramelo. -Pidió acercando el cuerpo de Frank al suyo, sujetándole por la cintura y dejándole notar una incipiente dureza en su pantalón.

Una sonrisa enorme y perversa apareció en el rostro del menor. Le cogió de la muñeca y echó a andar hacia el interior del edificio.

F- Berti, cúbreme. -Le dijo al moreno, guiñándole un ojo y arrastrando a Gerard hacia su habitación.

Cuando llegaron allí, escondiéndose de los vigilantes, ya que estaba prohibido meter a los visitantes en las habitaciones, Gerard cerró la puerta tras él y, sin darle tiempo a moverse, Frank le estrujó contra la puerta, apoderándose de sus labios sin darle descanso.

F- Espera, Gee. Aún tenemos que aclarar unas cosas. -Dijo con la respiración agitada cuando se separaban para coger aire, momento que Gerard aprovechó para besarle, lamerle y morderle el cuello.

G- Ni se te ocurra ponerte a hablar de cosas serias ahora. -Respondió sobre su piel- ¿Te has hecho alguna paja en este tiempo?

F- ¿Qu-Qué?

G- Que si te has hecho alguna paja. ¿Te la has cascado?

F- S-sí.

G- ¿Cuántas veces?

F- Yo qué sé. -Un jadeo le interrumpió cuando Gerard apretó su polla sobre la ropa- Ah... Unas 10, 10 veces.

G- Pues yo llevo más de 3 semanas sin hacerme una sola paja, sin descargarme, y duelen los huevos y estoy que reviento. Me paso empalmado casi todo el jodido día y es por tu culpa. Porque recuerdo tus ojos, tus besos, tus manos, tu apretado culo y tu polla partiéndome en dos. Mierda, me voy a correr sólo de pensarlo. -Añadió mordiéndose el labio hasta casi hacerlo sangrar- ¿En qué pensabas cuando te tocabas? -Frank pareció dudar unos segundos, intentando averiguar que tramaba el pelirrojo, pero contestó.

F- Imaginaba que me besabas hasta casi asfixiarme mientras me ibas quitando la ropa.- Y Gerard le besó y casi arrancó la ropa de ambos.

G- Sigue. -Jadeó.

F- D-después te arrodillabas y rozabas tu nariz contra mi polla, que ya estaría goteando por ti. -Gerard lo hizo y aspiró el aroma a sexo del otro- Entonces me la chuparías poco a poco (mm, sí, así). Te la meterías entera a la boca (joder...) y me la mamarías sin (ahhh) parar, llegando hasta tu garganta. Mientras, llevarías una mano hasta tu polla y empezarías a masturbarte muy despacio. -Un gemido de Gerard le hizo vibrar de arriba a abajo- Me sentiría al borde, me follaría tu boca rápido y f-fuerte hasta correrme y te beberías toda mi leche... -Y con un último grito, eso fue lo que hizo.

G- ¿Ahí terminaba todo? -Preguntó relamiendo los restos de semen de sus labios y mirando el rostro sonrojado de Frank.

F- No. -Respondió con voz ahogada por los estragos del orgasmo- Ahora sería cuando me pones contra la pared y me follas de pie.

Un gemido gutural escapó de la garganta del pelirrojo solo de imaginarlo. Se puso de pie, le besó como si intentase comérselo y le puso de frente contra la puerta de la habitación.

G- ¿Te follabas tus dedos cuando lo imaginabas? -Cuestionó con voz ronca y lamiendo su nuca y frotándose contra su culo.

F- Sí. -Gimió ahogado.

G- Pues hazlo. -Susurró en su oído, mandándole un tirón a su entrepierna, que ya despertaba de nuevo.

Gerard se alejó un paso de él para poder verle. Frank se llevó dos dedos a la boca y los chupó empapándolos, antes de llevarlos a su culo y meterlos uno por uno ante la atenta mirada de Gerard, que se jalaba la polla ante las vistas.

Cuando no pudo aguantar más, quitó la mano de Frank, se arrodilló y le mordió una nalga. Pasó la lengua por la parte baja de su espalda y terminó en su dilatada entrada, donde dio un par de lametones y unas cuantas embestidas con la lengua.

Y al fin se puso de pie, uniendo todo su cuerpo a la espalda del menor, y empezó a introducirse en él. Ambos jadeaban, gemían y suspiraban. Después de tantos años estaban así de nuevo y Gerard se sentía como en casa.

Minutos después, Gerard se corría dentro de Frank, apoyando su frente sobre su nuca, intentando respirar normal. Fue Frank quien rompió el silencio minutos después.

F- Gee, yo aún no termino...

G- Lo sé.

Y sin decir más, se dio la vuelta y se subió al borde de la cama a 4 patas, con el culo en el borde, invitándole.

G- Quiero sentirte dentro, hace mucho desde la última vez y no aguanto más. -Dijo moviendo sus caderas sinuosamente.

Frank se acercó y, cuando Gerard vio que pretendía prepararle poco a poco, le paró.

G- Hazlo ya, estoy listo.

Frank dudó un momento pero aceptó. Se lamió la mano y la pasó por su polla para lubricarla un poco, la cual después colocó en la entrada de Gerard. Le sujetó de las caderas y fue penetrándolo poco a poco.

Una vez dentro se quedó quieto esperando a que el pelirrojo se acostumbrase y dejase de sentir dolor. Y la clara muestra de esto fue cuando Gerard movió sus caderas para sacarse la polla casi entera de entro y volver a hundirla hasta el fondo.

Y ahí comenzó un baile frenético y salvaje que terminó con la corrida de Frank dentro de las estrechas paredes de Gerard y la de éste sobre la colcha de la cama.

Se dejaron caer agotados sobre el colchón boca abajo, Frank abrazando a Gerard por la cintura y la nariz de éste en el cuello contrario.

Cuando la paz inundó la habitación escucharon murmullos y jadeos ahogados en el pasillo.

Frank se colocó el primer boxer que encontró y fue a la puerta. Abrió y allí estaban Bert y Quinn, con la oreja pegada a la madera, por lo que se asustaron cuando ésta desapareció y en su lugar apareció la cara de recién follado de Frank.

Quinn- ¡Ahhh!

Bert- ¡Joder, sí!

Entonces Frank se fijó en que ambos tenían una mano dentro de sus pantalones, la boca abierta y los ojos entrecerrados. Sacaron sus manos y se las chuparon el uno al otro mientras Frank alucinaba con la poca vergüenza que se gastaban esos dos.

F- ¿¡No deberías estar vigilando!? -Medio gritó cuando recolocaron sus ropas.

Bert- Hemos vigilado que nadie os viese venir y ahora estábamos vigilando que nadie se acercase.

F- Si, claro, porque hacerse una paja es lo que se hace en esos caso. ¿Habéis escuchado todo?

Quinn- Todo, todito, todo. -Respondió con voz cantarina.

Bert- No sabes lo cachondo que nos pone escucharos follar. Ojala algún día podamos veros. -Ambos chicos se rieron, aunque lo decía totalmente en serio.

F- Ag, que os den, no tenéis remedio. Y no vuelvas por aquí hasta la hora de fin de visitas. -Le advirtió a Bert y cerró la puerta en sus caras.

G- ¿Han estado escuchando? -Preguntó cuando Frank se desplomó a su lado de nuevo, suspirando.

F- Sí. Son unos putos salidos. -Pero no pudieron evitar reír. Siendo como eran ellos mismos no podían negar que, de haber sabido que estaban en la puerta, habrían puesto más empeño aún en lo que hacían para satisfacer a sus oyentes.

No sería la primera vez que hiciesen algo así. Ya follaron delante de un tío en una fiesta mientras éste se masturbaba mirando. Fue durante el tiempo que estuvieron juntos la primera vez y al saber que alguien los miraba, se ponían más calientes aún.

Pero esa es otra historia.

F- ¿Podemos hablar ahora? -Se sentó y acarició el pelo de Gerard, haciéndole ronronear.

G- Deberíamos, aunque se está tan a gusto así... -Pero, tras un pequeño golpe de Frank en la cabeza y una risilla, se sentó frente a él- Está bien, pongámonos serios. ¿Qué has pensado sobre el embarazo? ¿Te harás cargo del bebé?




Continuará...

martes, 27 de diciembre de 2011

Cap. 42 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 42:



Gerard caminaba destrozado hacia su coche. Las lagrimas habían escapado de sus ojos justo cuando Frank le cerró la puerta en las narices sin una sola palabra.

"Tal vez lo haga" había dicho cuando le confesó que tenia miedo a que le dejase para volver con ella y hacerse cargo del bebé.

Y juraría que en ese momento escuchó cómo su corazón se partía en miles y miles de pedazos que le perforaban por dentro.

No podía creer que el mayor miedo que tenia en ese momento estuviese a punto de hacerse realidad y todo por haber cometido el maldito error de no contarle a Frank lo que ocurría, sabiendo cuánto odiaba el menor que le ocultasen cosas importantes.

La última vez que lo hizo todo acabó horriblemente mal: con Frank en el hospital tras intentar suicidarse y Gerard al otro lado del mundo desesperado por no poder hacer nada y echándose toda la culpa.

Y el muy maldito no aprendía, por eso ahora lo pagaban los dos otra vez.

Tan distraído iba caminando, con la cabeza gacha y la mirada borrosa, que no se dio cuenta de por donde iba hasta que se encontró perdido aún dentro del edificio.

Siguió por el pasillo que tenía más cerca, terminando en el salón comunitario.

Sin ganas de hacer nada se desplomó en el sillón que se cruzó en su camino, tapando su rostro con las manos, temblando y sollozando.

Una mano se podó en su hombro a la vez que un peso junto a él hundía un poco más el sillón.

Bert estaba allí desde que había visto el lío que había montado Frank con la visita de Jamia y estaba realmente reocupado por él, pues desde que se lo habían llevado a rastras no había sabido más de él.

Bert- Ey, tranquilo. ¿Le ha pasado algo a Frank? -Gerard le miró por el rabillo del ojo, entre las manos.

G- ¿Quién eres tú?

Bert- Oh, disculpa. Soy Bert, compañero de cuarto de Frank. Me ha dejado preocupado cuando se lo han llevado.

G- Ah... Pues él está bien. -Respondió con simpleza.

Bert- Pero tú no. ¿Eres Gerard, verdad? -Éste sólo asintió con la cabeza- Frank no para de hablar de ti. Le tienes loco, tío. -Comentó para intentar aligerar el ambiente.

Pero, en vez eso, lo único que logró fue que Gerard sollozase más pronto.

Bert- Ey, ey. ¿Qué pasa? -Cuestionó preocupado, pasando un brazo por sus hombros.

Gerard, en cualquier otro momento, ni se plantearía contarle sus problemas a un desconocido, pero necesitaba desahogarse y no creía que fuese capaz de aguantar hasta estar con su hermano.

G- Le engañé. ¡Y ahora me odia! No quiere volver a verme.

Bert- ¿Le has puesto los cuernos?

G- No. Nunca le haría eso.

Bert- ¿Entonces? Vamos, cuéntamelo, tal vez pueda ayudarte. Aunque él crea otra cosa. -Añadió con una sonrisilla- le tengo mucho aprecio.

G- No tiene solución. Le engañé, le dije que no pasaba nada, pero mentí. Jamia está embarazada de él. ¡Yo lo sabía y me callé como un cabrón! Y todo por mis celos y mi miedo a perderle. -Su voz sonaba rota y cada vez lloraba más fuerte. Bert apretó su hombro dándole ánimos- Soy un egoísta y ahora él lo sabe y, como es lógico, me odia por ocultárselo. -No pudo aguantar más y se giró para abrazarle y Bert le apretó contra él.

Bert- Él no te odia. Entiéndele, lo está pasando bastante mal con su limpieza, de vez en cuando le dan ataques nerviosos y se vuelve loco por no poder consumir un poco. Y enterarse de que va a ser padre en las condiciones en las que está le habrá dejado más hecho polvo aún. No le tengas en cuenta lo que te haya dicho.

G- Da igual todo. Va a volver con ella para hacerse cargo del bebé.

Bert- nada está perdido aún. Lo que tienes que hacer es darle tiempo para pensar. Vuelve la semana que viene y hablas con él tranquilamente.

G- No quiere verme. -Murmuró cabizbajo.

Bert- Tú hazlo. Ven el sábado que viene a verle. Encontraréis una solución. -Le sonrió de forma reconfortante. -Ánimo.

G- Gracias. -Le dio un último abrazo y se levantó para irse.

No estaba muy convencido de lo que le había dicho ni de volver la semana siguiente, pero sí le había levantado un poco el ánimo. Y así volvió a su casa.

Quinn- ¿Quién era ese? -Le preguntó acercándose cuando Bert se quedó solo.

Bert- Algo así como el novio de Frank.

Quinn- Pensé que quería tirarte a Iero, no ayudarle con su noviecito.

Bert- No soy tan puto. Me gustaría follarme a Frank otra vez. Incluso no me importaría que el pelirrojo se uniese. Pero por cómo oigo a Frank hablar de él sé que le quiere más que a nada. Y si puedo ayudarles, lo haré. Ya después les pediré un trío como recompensa. -Añadió al final, dejando de lado ese tono tan serio y tan poco común en él.

Quinn- Eres demasiado bueno. -Le dijo con carió, acariciándole el muslo que más cerca tenía- Y crees que... ¿podría unirme si consigues un polvo con esos dos? Están jodidamente buenos. -Preguntó con picardía.

Bert- Por mí estaría bien. Habrá que preguntarles a ellos. -Respondió encogiéndose de hombros- Mientras tanto, podemos ir a hacer cositas ricas con Marcus. -Su voz se volvió sensual y una sonrisa picante apareció- Siempre está dispuesto.

...


Según pasaban los días, Frank estaba peor que nunca. No dejaba de darle vueltas al asunto del embarazo y lo que debía hacer al respecto. Eso y la rehabilitación, le habían dejado en un estado de nerviosismo y ansiedad increíbles.

Todo agraviado con el síndrome de abstinencia.

Frank estaba cansado, tenía temblores que más de una vez habían asustado a Bert, pasaba casi todo el día con dolor de cabeza y sentía escalofrías recorrerle de arriba a abajo. Pero el peor efecto de la abstinencia era la depresión en la que se vio sumido, más fuerte tras la nueva noticia.

Bert estaba todo el día con él, incluso desminuyó las sesiones de sexo salvaje con el italiano por estar con el chico y ayudarle como podía. Él ya había pasado por esa etapa de la rehabilitación y sabía que terminaría, pero no la había sufrido tan fuerte.

Deseaba de verdad que Gerard fuese a hablar con Frank y le ayudase a salir de ese pozo. Frank lo necesitaba, necesitaba a Gerard pero no quería asumirlo y se negaba. Pero Bert lo sabía.

Sin embargo el sábado llegó y el pelirrojo no apareció por ninguna parte.

Bert pensó que Frank terminaría de destruirse por ello, pero no. Se tranquilizó por fin, reflexionó sobre todo lo que había pasado y lo que había dicho y se dio cuenta de que no debía tratar a Gerard de esa forma.

Lo único que hacía era preocuparse por él y entendía que tuviese miedo a que le dejase por Jamia y el futuro bebé. Pero no haría eso. Nunca podría volver con Jamia después de todo lo que había pasado entre ellos. Lo del bebé era un problema, aún así.

Nunca pensó en tener un hijo, y menos tan joven. Apenas tenía 23 años y no se veía del todo capaz, aunque tampoco le disgustaba del todo tenerlo. Si no fuese de Jamia, si fuese de ellos dos, de Gerard y suyo, todo sería perfecto y no tendría ninguna duda.

Tal vez esa era la solución, hacer como si fuese de ellos. Cosa que no sería fácil tratándose de Jamia.

De todas formas, lo primero que tenía que hacer era arreglar las cosas con su pelirrojo, pero eso era difícil teniendo en cuenta que no había ido a visitarle y que no sabía si iría después de todo lo que le había dicho la última vez.

Solo quedaba esperar, desintoxicarse (nunca había estado más decidido a hacerlo) y encontrar una solución para cuando naciese el bebé.





Continuará...

martes, 13 de diciembre de 2011

Cap. 40 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 40:


- Así que el famoso cantante de LeATHERMOUTH ha terminado en rehabilitación. Será divertido tenerte como compañero, compartiendo habitación. -Caminó hasta Frank como un cazador sobre su presa- Compartiendo ducha...

Llegó a su lado y, cuando le rozó la mejilla con una mano, Frank se alejó.

F- Ni se te ocurra tocarme de nuevo, Bert McCracken.

Bert- Oh, ¿no me digas que ahora vas de estrecho por la vida? -Preguntó asombrado pero sin creerse él mismo su pregunta.

F- No voy de estrecho. Pero no sé qué te hace pensar que te dejaré tocarme otra vez... -Respondió levantando una ceja.

Bert- Venga ya, no puedes negar que gozaste como una perra cuando estuviste conmigo.

F- Cree lo que quieras... De todas formas lo nuestro fue cosa de una noche y nunca repito con mis conquistas. -Dijo haciéndose el importante.

Bert se rió en su cara- Frankito, lo nuestro no fue una noche. ¿No recuerdas que fue durante el festival de Brooklyn? Duró 4 días y follamos 4 días. Alguno de ellos varias veces, he de añadir...

F- Ya, bueno, no me importa. También me tiré a tu amigo Quinn...

Bert- Lo sé, yo estaba allí, ¿recuerdas? -Preguntó cruzándose de brazos y alzando las cejas.

F- Mierda, es verdad... -Murmuró. Y tras unos segundos de silencio y mirarse a la cara, estallaron en carcajadas, sin poder parar hasta quedarse casi sin aire.

El enfado de Frank desapareció como por arte de magia y se sentó sobre su cama calmándose mientras Bert se dejaba caer sobre la propia, tumbándose de costado para verle.

Bert- ¿Cómo es que has decidido desintoxicarte?

F- Alguien me ha convencido...

Bert- ¿Jamia? -Intentó adivinar.

F- No, ya no estoy con ella.

Bert parecía confundido- ¿Entonces a quién le guardas fidelidad?

F- ¿Fidelidad?

Bert- Si. No creas que me voy a tragar que simplemente ha dejado de gustarte el sexo. Hay alguien, ¿cierto?

F- Sí...

Bert- Vaya, tiene que ser realmente importante para que rechaces una buena follada conmigo... -Comentó pensativo- En fin, ya te haré caer. Hay mucho tiempo libre aquí dentro y la única forma de dejar de lado el aburrimiento es el sexo así que... Tú mismo vendrás rogando. -Finalizó con un encogimiento de hombros y Frank bufó.

F- No cambiarás nunca. Que te den, McCracken.

Bert- Eso pretendo. -Frank le miró con odio de nuevo, volvió a bufar y se dejó caer de espaldas en el colchón- Me voy a buscar un buen culo por ahí fuera. A la hora de la cena vengo a buscarte. -Le lanzó un beso al aire y salió caminando desgarbadamente.
...


Los primeros días de estadía en la clínica, Frank los dedicó a acomodarse y ha conocer el lugar.

La mañana siguiente a llegar tuvo cita con el psicólogo como le había informado Phoebe.
Hablaron de cómo Frank empezó a consumir y cuándo se dio cuenta de que debía parar. Y, aunque no parezca posible por haber sido sólo una visita, Frank salió de ahí más motivado aún para dejar atrás su pasado con las drogas.

Después de eso tuvo visita al médico para realizarse una pruebas de salud rutinarias.

El segundo día lo ocupó en una charla de grupo, donde conoció a otras personas que estaban allí por distintas adicciones: Bert era adicto a las drogas y el alcohol como Frank, Lian estaba allí por su adicción al alcohol, Amy era cleptómana, Alison y Bryan eran adictos al juego y Marcus (un italiano de piel morena, rubio y ojos verdes que en seguida se ganó la mirada de Frank) era un adicto al sexo.

Al enterarse, Frank tuvo que hacerse una nota mental para prohibirse a si mismo estar cerca del chico más tiempo del puramente necesario o no respondería de sus actos.

Cosa contraria a lo que decidió Bert, que se pasaba con Marcus todo el tiempo que podía (al menos el tiempo que no destinaba a intentar seducir a Iero).

Ese mismo día de la charla común, nada más terminar, Bert le guiñó un ojo al italiano, después de haber cruzado miradas durante las dos horas que duró la reunión, y salió de la sala. Marcus esperó un momento antes de salir detrás de él y seguirle hasta el cuarto que el moreno compartía con Frank.

Frank por su parte había salido a la calle a fumarse un cigarrillo. Ese era un vicio que no iba a quitarse, aunque sí le habían rebajado el consumo a un par de cigarros al día. Dio un corto paseo para despejarse y cuando se lo terminó se dirigió al edificio de las habitaciones.

Caminaba despacio pensando en las ganas que tenía de ver de nuevo a Gerard a pesar de que sólo habían pasado dos días desde que se marchó dejándole allí. Empezaba a creer que era más adicto al pelirrojo que a las propias drogas.

Sobre eso meditaba cuando abrió la puerta de la habitación sin llamar, como le había dicho Bert que hiciese, ya que era tanto de uno como de otro, y lo que se encontró le dejó como una piedra bajo el marco de la puerta, con la mandíbula casi contra el suelo.

Bert y Marcus estaban retozando totalmente desnudos en SU cama, la cama de Frank.

Éste se mantuvo en su lugar varios minutos, sin hacer ningún ruido ni el mínimo movimiento, solo observando como los chicos se comían las erecciones contrarias en un magnífico 69.

Su mente se debatía entre participar en lo que estaba viendo o salir corriendo y esconderse en cualquier lugar a solas donde poder hacerse una buena paja.
Le había costado demasiado estar de nuevo con Gerard como para perderlo de un momento a otro al dejarse llevar por su más bajos deseos.

Entonces, al vislumbrar los ojos de Gerard en su cabeza, supo lo que debía hacer.

Justo cuando iba a darse la vuelta, Bert levantó la cabeza y le vio, no pudiendo evitar fijarse en el tremendo bulto del pantalón del chico.

Bert- Entras o te vas, pero cierra la puerta. -Increpó antes de seguir con lo que hacía, pero mirándole a él.

Frank se dio la vuelta y salió cerrando la puerta tras él. Bert se encogió de hombros y continuó con su tarea.

Después de espectáculo en su cama, Frank había caminado (casi corrido) hasta el baño público donde se echó agua fría en la cara para despejarse y se quedó pensando en cosas que consiguiesen bajar su excitación sin tocarse, pero no fue posible.
Al menos tuvo la decencia de pensar en Gerard mientras se masturbaba en vez de en los dos tipos que follaban en su cama.

Ya repuesto fue al comedor a por algo de cenar y después al saloncito comunitario, lo suficientemente lejos para no escuchar lo que pasaba en su habitación pero desde donde vería a Marcus cuando saliese.

Y al fin, cuando ya estaba a punto de quedarse dormido de aburrimiento, su puerta se abrió dejando salir a Marcus, que le guiñó un ojo al pasar por su lado y se dirigió a su habitación al final del otro pasillo.

Frank por fin pudo ir a su habitación, golpeó esta vez un par de veces y entró, encontrando todo revuelto: ropa por el suelo que sería de Bert, las sábanas y el edredón de su cama colgando por los lados de ésta y un par de botellitas y cosas que prefería no saber que eran.

Y sobre su cama encontró a Bert tumbado, totalmente desnudo y sin cubrirse con nada, con un brazo sobre sus ojos.

F- Maldito, ¿no podíais haber follado en tu cama? -Gritó.

Bert- Mm... La tuya estaba antes. No pudimos llegar a la mía.

F- Ya puedes cambiar mis sábanas. No pienso dormir ahí... Y vístete, joder.

Bert- Estoy muy cansado. -Murmuró dándose la vuelta para quedar boca abajo. Frank rodó los ojos- Duerme en mi cama hoy. Mañana tendrás la tuya limpia, lo prometo.

Frank gruñó- Está bien. Mañana quiero todo limpio. -Se quitó la ropa para ponerse el pijama, siendo observado de reojo por el de pelo largo.

Bert- No esperaba meterte en mi cama tan pronto, Frankito. -Comentó cuando el aludido se metió en ella, ya cambiado- Disfruta durmiendo donde tantas pajas me he hecho pensando en ti, cariño.

F- Eres un cerdo.

Y se dio la vuelta hacia el lado contrario para no verle mientras Bert se reía bajito.

La convivencia con Bert no iba a ser nada fácil...




Continuará...
 
 
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