El
lunes Onew estaba nervioso. Muy nervioso.
Por
lo general todas las mañanas antes de ir a su punto de encuentro con Minho
estaba nervioso pero todo era emoción por verle y miedo por hacer algo que les
perjudicase. Y esta vez era distinto ya que ni siquiera se acordaba de que
caminaría junto a su novio hasta clase. Si Minho no hubiese estado en el sitio
de siempre y no le hubiera saludado, habría pasado de largo por tan distraído
que estaba en sus pensamientos.
Onew
caminaba en silencio con Minho a su lado, quien estaba extrañado de que su
pareja no aprovechase ese rato para hablar sin parar como cada día. No dejaba
de mirarle de reojo, notándole ido, y por más que trabaja de sacar un tema de
conversación el mayor contestaba con monosílabos y sin prestar mucha atención.
-Ayer
ganamos el partido. Estamos en lo más alto de la clasificación.
-Oh.
Genial. –Minho frunció el ceño. Lo normal hubiese sido una sonrisa y un intento
de abrazo que quedase a medias a recordar que estaban en la calle, pero nada.
-¿Te
ocurre algo? –Se detuvo delante de Onew, quien chocó con él por no darse
cuenta. Minho le sujetó por los hombros para alejarle un poco refunfuñando por
el golpe.
-¿Eh?
–Alzó la mirada por fin y el menor tuvo que repetir la pregunta- Oh, no me pasa
nada, habré dormido mal y estaré cansado. –Le sonrió como solo él sabía y
siguió andando seguido de Minho, un poco más consciente de su alrededor.
Minho
seguía extrañado por su comportamiento pero no dijo más al respecto, volvió a
su lado y esta vez sí pudieron hablar algo más, aunque ya casi estaban
llegando. Y al estar en la puerta principal del edificio Onew volvió a ponerse
raro, de nuevo nervioso, mirando a todas partes y retorciendo sus dedos entre
ellos.
-Nos
vemos luego Jinki. –Susurró cerca de su oído. Onew sintió un escalofrío y calló
en la cuenta de que había estado todo el camino ausente y sin prestar atención
a su novio, pero no podía evitarlo.
Había
algo que no pudo quitarse la cabeza desde que ocurrió el día anterior.
Exactamente había una persona a la que no podía quitarse de la cabeza. Cada vez
que se distraía, Key aparecía en su mente y sus labios cosquilleaban recordando
el beso que le dio. Y eso le llevaba a sentirse mal porque teniendo novio no
debería andar pensando en esas cosas, en otros chicos. Pero no podía evitarlo,
Key se había adueñado de su pensamiento.
Fue
lentamente hasta su clase sin dejar de mirar alrededor y cuando estaba a punto
de respirar tranquilo porque no se le había encontrado en el pasillo, volvió a
chocar con alguien.
-Perdón,
iba distraído. –Se disculpó enseguida girándose hacia la persona con la que
había chocado. Mierda. Estaba junto a la taquilla de Key y éste estaba frente a
ella guardando unas cosas. Iba esquivándole y al final se había chocado contra
él.
-Tranquilo,
es la Onew’s Condition, ya estoy acostumbrado. –Hablaba más seco de lo normal y
sin mirarle, pero es que aún se moría de vergüenza por lo que había hecho y se
arrepentía a cada segundo. Su relación ahora dependía de Onew.
El
mayor rió por su respuesta y Key le miró de reojo por ello, sin poder evitar
curvar levemente sus labios hacia arriba. Era imposible para él resistirse a
eso. Su risa ruidosa, los ojos casi cerrados y la boca abierta, tapándosela con
una mano avergonzado.
El
timbre sonó sobre la risa de Onew y Key se dio prisa en guardar sus cosas. Iba
a irse cuando el mayor le sujetó del brazo ya calmado pero sin borrar la
sonrisa.
-Nos
vemos después en la cafetería. –Y entró a su clase, que estaba a un par de
metros de la taquilla de su amigo. Key se quedó paralizado un momento con el
corazón a cien. Onew no le había dejado de lado, a pesar de todo parecía que
podrían mantener la amistad y eso era suficiente para él.
Onew
por su parte pensaba que no había sido para tanto finalmente. Puede que ahora
supiese lo que su amigo sentía por él (o no, aún no sabía nada claro), pero no
quería perderle de ninguna forma así que seguiría comportándose con él como
hasta entonces, como si no hubiese pasado nada.
Más
alejado, Minho veía la sonrisa idiota de Key con los puños apretados. Había
visto toda la escena y los celos bullían en su interior. Ese maldito de Key iba
tras su novio, lo tenía claro, y Onew era tan despistado que no se daba cuenta,
pero él mismo se encargaría de mantener a su novio atado a él.
Después
de varias clases aburridas y lentas llegó el descanso por fin y Onew iba de
camino a la cafetería, donde seguro que Key ya le esperaba. Así era, cuando
llegó a la puerta le vio a lo lejos y le saludó agitando una mano, pero cuando
iba a ir hacia allí alguien tiró de su brazo impidiendo que entrado.
-Pero
qué… -Quien fuese le arrastró unos pasos hacia atrás y le empujó despacio
contra una pared- Minho, ¿qué haces? –Cuestionó sorprendido al verle.
-Jinki,
tengo demasiadas ganas de ti. Este fin de semana no ha sido suficiente para mí.
–Susurró cada palabra cerca de su oído, sin acercar sus cuerpos demasiado pero
lo suficientemente cerca como para ponerle la piel de gallina.
-Minho…
-Tartamudeó confuso- Estamos en mitad de un pasillo, cualquiera podría
vernos.-Miró hacia todas partes asustado.
-No
hay nadie por aquí ya. Ven. –Le cogió de la muñeca y volvió a arrastrarle hacia
otra parte. Onew solo se dejó llevar aún sin entender nada. Era muy raro que
Minho se comportase así estando en un lugar público, pocas veces se había
atrevido a estar tan cerca de él y menos veces le había llevado de un lado a
otro cogido de la mano (muñeca en este caso).
Cuando
quiso darse cuenta ya estaban metidos en el baño de los chicos más alejado de
la cafetería y Minho comprobaba que no hubiese nadie más que ellos allí dentro.
Al quedar satisfecho, cogió a Onew de la camisa y le metió en uno de los
cubículos, entrando él después y echando el pestillo. El mayor iba a preguntar
pero nada más abrir la boca algo la cubrió. La boca de Minho.
El
menor se había echado sobre él, arrinconándole contra la pared y pegándose por
todos lados, agarrándole por la cintura y colando la lengua entre sus labios
con desesperación. Onew jadeó por la sorpresa, definitivamente no entendía nada
y quería saber qué le ocurría a su novio, pero éste no le daba tregua. Sus
manos se movían por todas partes, su lengua le impedía hablar y casi respirar,
y el roce entre sus cuerpos le volvía loco.
Definitivamente
Minho NUNCA era así. Ni en sus sesiones de sexo era tan dominante sino que
hasta el momento se había dejado hacer de forma bastante sumisa. Ahora era todo
lo contrario. Toqueteaba, mordía y lamía la piel de Onew, le movía como le
apetecía y le susurraba pequeñas órdenes: “Vamos Jinki, muévete contra mí”, “abre
más la boca”, “tócame, mete la mano
bajo mi pantalón ya”…
Onew
flipaba en colores pero no estaba en condiciones de pensar y detenerle para
preguntar qué bicho le había pica. Además, mentiría si dijese que esa nueva
faceta sensual y sexual de Minho le disgustaba. Su erección demostraba que no
le disgustaba para nada.
De
un momento a otro la camisa del mayor estaba casi subida hasta sus hombros, la
boca de Minho jugaba con sus pezones y los gemidos y jadeos se hacían más
difíciles de esconder. Esa boca fue bajando poco a poco por su estómago y llegó
al borde de su pantalón.
-M-Minho,
no… -Tarde. Su pantalón estaba abierto, por las rodillas junto a su ropa
interior y el nombrado se tragaba su dura erección como su la vida le fuera en
ellos.
Demonios,
nunca había pensado que harían algo así en la escuela. Bueno, nunca había
pensado que harían algo así fuera de casa. Pero le estaba encantando, nunca
había disfrutado tanto con una mamada como en ese momento.
Minho
ponía toda su atención en provocar placer a su novio. Estaba decidido a darle
todo aquello que solo un novio podía darle, lo que Key no podría darle. Tenía
que mantenerle junto a él, nunca había sentido algo así por nadie y no estaba
dispuesto a perderlo por culpa de un chico más femenino que su madre.
De
rodillas en el suelo, entre las piernas de su novio, pensó que era una pena no
poder hacer este tipo de cosas más a menudo por culpa de su norma autoimpuesta
de nada de contacto físico ni cercanía en público. Todo sería más fácil si la
gente supiese que eran pareja, pero eso estaba fuera de debate, no pensaba dejar
que nadie se enterase.
Con
una mano masajeó los testículos de Onew, que se deshacía frente a él mordiéndose
el dorso de la mano para no hacer ruido, mientras que con la otra masturbada el
trozo de erección que su boca no cubría. Una mano del mayor se enganchó a su
pelo, pegándole más contra su pelvis y haciendo que su miembro entrase aún más
en esa boca caliente y húmeda, notando que llegaba hasta su garganta y casi
provocaba arcadas en el menor. Pero no se iba a quejar, estaba dispuesto a
dejar loco a su chico y para eso haría cualquier cosa, por lo que se sujetó a
la cadera de Onew con ambas manos y dejó que el mayor follase su boca a su
gusto, sin oponer ninguna resistencia. Cuando la mano que le sujetaba el pelo
se apretó y tironeó un poco, supo que no aguantaría más. Y así fue,
inmediatamente el semen de su novio le llenó la boca y bajó directamente por su
garganta.
Nunca
se había tragado eso. Por lo general Onew le avisaba de cuando iba a correrse y
él se apartaba. Y cuando no le había dado tiempo a avisar simplemente escupía
después. Pero debía admitir que no sabía tan mal como pensó.
Se
levantó del suelo limpiando la saliva de su barbilla mientras Onew aún
procesaba su orgasmo y parpadeaba rápido para intentar volver a enfocar y
recuperar la compostura.
-Te
quiero, Jinki. –Susurró antes de darle un besito en los labios.
-Dios,
Minho… -El nombrado asintió ayudándole a recolocarse la ropa- ¿A qué ha venido…
El
sonido de la puerta del baño le interrumpió. Bueno, más bien la mano de Minho
sobre su boca fue lo que le calló. Con un gesto le indicó que se subiese al
retrete y él se quedó quieto escuchando. Eran
dos de sus amigos, uno de los cuales jugaba al fútbol en su equipo. Le lanzó
una mirada a Onew y susurró, casi gesticuló simplemente.
-Espérate
a que salgamos y te vas.
Se
recompuso la ropa y se peinó con los dedos antes de salir. Los dos de fuera se
giraron en seguida y sonrieron al verle.
-¡Minho!
No sabíamos dónde estabas, no te encontrábamos en la cafetería junto a Onew
como siempre.
-Ya,
bueno, creo que no me encuentro bien así que prefería estar cerca del baño por
si acaso. –Asintieron comprensivos y abrocharon sus pantalones al terminar en
los urinarios y fueron a lavarse las manos.
-Es
raro no verte con ese chico. –Comentó su compañero de equipo.
-¿Con
Onew? ¿Por qué? –Preguntó Minho haciéndose el desentendido.
-Pasas
mucho tiempo con él, cualquiera diría que sois pareja. –Rió el otro, mirándole
a través del espejo.
Minho
se tensó visiblemente al escuchar eso y Onew contuvo la respiración dentro del
baño. El cerebro del menor trabajaba sin descanso buscando una excusa cuando de
nuevo su compañero volvió a hablar.
-¿Dónde
fuisteis el viernes? ¿De escapada romántica? –Siguió con la broma, la cual a
Minho no le hacía ni pizca de gracia y sólo quería inventar algo y salir de
allí. Encima solo faltaba que descubriesen a Onew escondido en el cubículo.
-Pero
qué decís idiotas. –Les dio un golpe a cada uno cuando se giraron hacia él- Lo
que pasa es que le conozco desde hace muchos años y no sé por qué se ha vuelto
muy dependiente de mi.
Onew
casi se cae de donde estaba subido al escuchar eso.
-Oh,
¿en serio? –Minho asintió antes de seguir hablando sin pensar las consecuencias
de sus palabras.
-No
sé qué le pasa conmigo pero no me lo quito de encima. Me da pena, apenas conoce
a nadie aquí. Pero es muy absorbente y agobiante, me cansa.
Los
chicos abrazaron a Minho uno por cada hombro.
-No
te preocupes, la próxima vez que se ponga pesado nos puedes poner de excusa.
Dile que tienes planes con nosotros o algo. –El otro asintió y Minho sonrió,
aún tenso.
-Gracias
chicos, a ver si así me lo saco de encima de una vez. –Y los tres abandonaron
el baño.
Al
quedarse solo, Onew bajó de la taza y se sentó en ella, digiriendo todo lo que
había escuchado.
¿De
verdad Minho creía eso de él? ¿Le agobiaba y le cansaba pasar tiempo con él? En
un principio pensó que les daría cualquier excusa pero al decir eso hablaba tan
convencido y sonaba tan real que el mundo se le cayó encima. ¿Su novio se había
cansado de él?
En
algún momento sin darse cuenta las lágrimas comenzaron a recorrer su rostro sin
control. Intentó levantarse para lavarse la cara y arreglarse cuando escuchó el
timbre de vuelta a las clases pero su cuerpo no respondía. Las palabras de
Minho le habían roto por dentro y ahora no podía hacer nada, sentía que había
salido de su cuerpo y ya no podía manejarle. Así que simplemente se quedó allí
y dejó que las horas pasaran.
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