Onew
no durmió apenas esa noche. Ni siquiera tener los brazos de Key rodeándole por
todas partes, pegándole a su cuerpo con intención protectora, consiguió
calmarle. Intentó no hacer demasiado ruido pero le era imposible esconder los
sollozos cuando su última conversación con Minho volvía a su mente. No podía
ser posible, no podían haber terminado así, sin más. Onew sabía que esa
relación no era sana para él, que tal vez Minho pudiese vivir así pero él no,
no podía seguir escondiendo que eran pareja, disimulando en público y sin
dirigirse la palabra apenas para que nadie sospechase nada. Era una exageración
la forma en la que Minho decidió que debían comportarse en público. Si todavía
hubiesen escondido que eran novios pero hubiesen podido tener una relación de
amistad normal y corriente delante de los demás… Pero no, eso tampoco podía ser
y dolía, dolía escuchar todo lo que Minho decía sobre él para disimular frente
a sus amigos. Porque era mentira, o al menos eso le decía él después, pero
sonaba demasiado real. O Minho era un actor increíble o en el fondo pensaba de
verdad todo eso.
“No sé qué le pasa conmigo pero no me lo
quito de encima. Me da pena, apenas conoce a nadie aquí. Pero es muy absorbente
y agobiante, me cansa.”
Eso
había sido la gota que colmó el vaso. Nunca había escuchado a su ex pareja
hablar tan serio. Cada palabra se había clavado en su pecho haciendo sangre y
aún dolía solo recordarlo. Pero a pesar de todo, no quería terminar con Minho,
le quería y simplemente esperaba que su novio llegase, se disculpase un par de
veces y todo se arreglaría, celebrándolo haciendo el amor…
Pero
se había equivocado en todo. Bueno, solo había acertado en una cosa: había ido.
Pero ni se disculpó, si se arreglaron y mucho menos hicieron el amor. Todo
fueron gritos, palabras hirientes y un portazo como despedida, dando así por
terminada su relación.
¿Cómo
no iba a llorar si todo se había torcido en unas horas?
Los
espasmos de su cuerpo acompañando a las lágrimas despertaron a Key varias veces
y él todo lo que hacía era acariciarle y susurrarle palabras dulces para tratar
de calmarle y hacerle dormir. Y al principio parecía que funcionaban pero
entonces volvía a recordar, las lágrimas regresaban y los temblores empeoraban.
Al final Key se rindió, encendió la luz de la mesilla y se sentó en la cama con
Onew, de nuevo abrazándole pero ya sin decir nada, sin intentar calmarle.
Simplemente dejando que llorase y se desahogase todo lo que quisiese.
Cuando
el despertador sonó junto a la cama Key lo alcanzó de inmediato y lo paró, Onew
dormido por fin entre sus brazos. Hacía apenas una hora que el chico se había
cansado de llorar y habían caído rendido sobre su pecho, agotado después de
toda la noche durmiendo. Así que no pensaba despertarle ahora.
-Descansa,
Jinki. –Un susurro apenas audible abandonó sus labios.
Con
cuidado tumbó al mayor de nuevo en la cama y bajó de ella con todo el cuidado que
pudo, le arropó, recogió sus cosas y salió del cuarto, cerrando la puerta en
silencio. Suspiró al estar solo en el pasillo. Odiaba a Minho con toda su alma
por hacer sufrir así a Onew, la persona más buena que conocía y el único que no
se merecía que nada malo le ocurriese.
Se
cambió de ropa allí mismo, cruzando los dedos para que nadie de la familia
pasase de repente y le viese medio desnudo y tuvo suerte. Dejó el pijama de
Onew en el reposabrazos del sofá en el salón, se colgó su bolsa al hombro y
salió de casa.
Estaba
agotado, sus pies se movían por inercia hacia el instituto pero los sentía
pesados como locas de mármol. Solo pudo dormir unos minutos sueltos y sus ojos
debían de estar rojos. Prefería no pensar en las ojeras que seguro adornaban la
mitad de su rostro, se maquillaría antes de entrar en clase (si es que no se
dormía por el camino).
Al
girar una esquina le vio y sus puños se apretaron con furia. Minho estaba al
otro lado de la calle y parecía esperar a alguien. Cuando el más alto le vio
frunció el ceño, mirando tras él como si esperase que alguien más apareciese y
al no ver a nadie bufó y echó a andar en la misma dirección que Key, pero
bastantes metros por delante.
Mejor,
si le hubiese dicho algo Key probablemente no habría podido resistirse a darle
un golpe en su elegante rostro y a cambio habría recibido una buena paliza que
no quería.
Se
arrastró todo el camino hasta el instituto, en varias ocasiones pensando en
darse la vuelta, irse a su casa y dormir hasta el día siguiente, pero no, tenía
que ir, ya descansaría después.
En
cuanto llegó al edificio se encaminó al baño sin saludar a nadie. No podía
dejar que le viesen sin maquillaje y con esa cara de muerto, tenía una imagen y
una reputación que mantener. Iba solo pensando en eso, por lo que no vio al
chico caminando frente a él, en sentido contrario, hasta que fue tarde y sus
hombros golpearon. Una mirada asesina en los ojos de Minho le puso los pelos de
punta pero sólo hizo una mueca de desprecio y siguió en su camino hacia el
baño.
Minho
se giró para mirarle, había esperado que el chico se detuviese, se enfadase por
haberle golpeado y así aprovechar ese momento para preguntarle, pero como siempre
Key le llevaba la contraria y simplemente había seguido su camino, una sola
mirada como respuesta.
Decidió
seguirle a unos pasos de distancia y al verle entrar en el baño esperó fuera
unos minutos. Tal vez Onew llegase en ese momento y ya no tuviese que
preguntarle dónde estaba pero parecía que no porque se acercaba el momento de
entrar en clase y u ex pareja no aparecía, así que se decidió. Cogió aire y lo
expulsó con fuerza mientras sujetaba el pomo de la puerta y entraba en el baño.
Encontró
a Key frente al espejo, con un montón de cosas sobre el lavabo y delineándose
los ojos con cuidado.
-Eh,
tú. –Key, que estaba tan concentrado maquillándose que no le había sentido
llegar, pegó un bote en el sitio por el susto e hizo una raya negra en su
rostro con el lápiz de ojos. Al ver quién le llama gruñó por lo bajo y buscó
una toallita desmaquilladora en su bolsa, ignorando al otro- Te estoy llamando,
¿es que estás sordo?
-Te
estoy ignorando, ¿es que eres idiota? –Respondió rodando los ojos y arregló el
desastre de su maquillaje mientras refunfuñaba por lo bajo, culpando al chico
tras él.
-No
me toques las narices, Key. –Se acercó al mayor y, agarrándole del brazo con
fuerza, le hizo girar para quedar frente a frente.
Key
hizo una mueca de dolor por la fuerza con la que le sujetaba y agitó el brazo
para librarse del agarre.
-Me
haces daño, imbécil. –Minho sonrió de lado con prepotencia.
-Eres
débil, eres como una niñita.
-Oh,
y no me digas que tú eres el hombre. –Se cruzó de brazos con cara de fingida
sorpresa- Pues para ser una niñita, tengo más huevos que tú. –Sus palabras
pretendiendo hacer daño. Se volvió a girar e iba a seguir pintándose cuando de
nuevo Minho le sujetó del brazo y le giró- ¡Ya! ¡Déjame en paz! ¿Qué demonios
quieres?
Si
había algo que realmente le molestaba era que no le dejasen maquillarse y
prepararse a gusto y eso, junto a todo lo que ese tipo le había hecho a su
amigo, estaba terminando con su paciencia. A este paso acabaría golpeando a
Minho de verdad.
-¿Dónde
está? –Preguntó el más alto entre dientes. La pregunta pilló por sorpresa a Key
y su cara lo demostró.
-¿Dónde
está qué?
-Ya
lo sabes. ¿Dónde está? Te he visto estaba mañana, venía de su casa, ¿verdad?
¿Has pasado la noche con él? Iba de romántico pero ya ves, la primera noche
después de romper y ya se está acostando con la primera que le pasa por delante…
-Los puños de Key a ambos lados de su cuerpo se apretaron con tanta fuerza que
estaba a punto de romper el lápiz de ojos.
-Sí
que eres idiota, Minho. –Habló tranquilo y eso extrañó al nombrado. Parecía
desinteresado- Si eso es lo que realmente crees de él es que definitivamente no
te mereces ser su pareja. Jinki merece a alguien mejor que tú.
La
sangre de Minho ardía escuchándole llamarle Jinki. Era SU Jinki, sólo él podía
llamarle así.
-Has
dormido allí, ¿no? Eso lo dice todo. –Los celos eran palpables en sus palabras
y Key lo notó, sonriendo por ello.
-No
sé a qué vienen eso celos, Minho. Si mal no recuerdo fuiste tú quien lo tiró
todo por la borda ayer. No tienes derecho a quejarte de lo que haga.
-¿Que
yo lo tiré por la borda? ¡Cuando llegué estabais juntos en la cama!
-¡Durmiendo!
¿Es que no sabías que las camas sirven para eso? –Negó con la cabeza, cansado-
Igual que anoche sí, dormí allí y dormimos los dos juntos en su cama. Abrazados.
Ahora
eran los puños de Minho los que estaban blancos por la fuerza con la que los
apretaba, deseando incrustarlos en la cara de Key con todas sus fuerzas.
-Me
da igual lo que digas. ¿Dónde está él? –Dio un paso amenazante hacia el mayor,
que quedó apoyado contra el lavamanos en su intento por alejarse.
-¿Qué
más te da? Ya lo has perdido. –Key se encogió de hombros y Minho perdió la
paciencia. Golpeó su pecho con las manos, empujándole hacia atrás y haciendo
que el lavamanos se incrustase en su espalda, haciéndole soltar un quejido.
-¡Que
me digas dónde está!
-¡En
su casa! ¡Durmiendo después de estar toda la noche despierto! –Las palabras
salían solas de su boca pero su enfado era demasiado como para ponerse a pensar
en lo que decía. Dio un paso adelante empujando él a Minho un par de pasos
hacia atrás- No ha dormido después de estar follando toda la noche. –Siseó entre
dientes con una sonrisilla y la ceja alzada.
Minho
pareció quedarse sin palabras en ese momento, toda su valentía y prepotencia
abandonando su cuerpo.
-Mientes…
-Susurró, sintiendo sus pulmones estrujarse y dejarle sin aire. Key soltó una
risita.
-Tú
mismo lo has dicho. –Volvió a encogerse de hombros y se apoyó en el lavado con
los brazos cruzados, mirándole con chulería- Le has perdido, Minho. No sé cómo
no has sido capaz de ver a la estupenda persona que tenías a tú lado, cómo has
podido dejarla escapar así… Pero lo has hecho y debería agradecértelo, ¿no? Gracias
a ti ahora él y yo...
-¡Cállate!
–Un puño se estrelló contra la mandíbula de Key, haciendo que casi cayera al
suelo- No tienes ni idea de nada. –Y se fue, dejando al mayor allí con lágrimas
en los ojos debido al dolor de su rostro.
Se
había pasado, nada de eso era verdad y podría decirse que se merecía el golpe.
Pero solo quería que el menor sufriese una mínima parte de lo que sufría su
amigo. Se le veían tan entero, como si le diese igual haber roto con su novio,
que no era justo. No podía sufrir uno y otro no, y por eso dijo lo que dijo.
Se
miró en el espejo, la quijada empezando a inflamarse y enrojecerse.
-Oh,
no, mi bello rostro…
Continuará...
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