viernes, 18 de noviembre de 2011

Cap. 34 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 34:



F- Entonces, ¿volvemos a estar juntos?

G- No Frank. -El nombrado se soltó de sus brazos, se alejó y le miró con pura tristeza en sus gestos- Hay una condición. Y debes jurarme que la cumplirás.

F- Lo que quieras. ¿Dejar a Jamia? Será lo primero que haga en cuanto la vea.

G- No, no es eso.

F- ¿Pedir perdón a James por todo lo que he hecho? Ya lo he hecho.

G- No, no. -Ante la intención de Frank se volver a hablar, el pelirrojo puso un dedo sobre sus labios- Tienes que dejar las drogas.

Frank puso mala cara ante su petición (la cual podía considerarse una orden). Muchas veces había pensado en dejarlas, incluso lo intentó alguna otra. Pero siempre caía de nuevo en la tentación de esnifarse una de esas líneas de polvo blanco como la nieve.

Es más, si no fuese por el tranquilizante que le suministraron y los demás medicamentos que había tomado en las últimas horas, estaría rogando en ese mismo momento por un poco de droga.

Lo que comenzó siendo un método para evadirse del mundo y sus problemas, consumido muy de vez en cuando y sólo en fiestas, terminó siendo una obsesión para Frank.

Cuando conoció a James vio en él una gran fuente de sustancias ilegales y la oportunidad de consumir con más regularidad y liberarse más a menudo de todo lo que había en su interior.

Pero, como ya le dijo Reggie un día, no podía echarle la culpa de su adicción a él.

Cuando estaban juntos, ambos consumían. Pero Frank fue el único que se dejó atrapar por las garras de tan horrible sustancia, hasta el punto de no salir nunca de casa sin una pequeña cantidad de polvo y de guardar reservas de emergencia en casa, el bus de la banda y cualquier otro lugar en el que pasase más de dos días.

Y ahora debía dejar atrás todo eso si quería reanudar su antigua relación con Gerard.

Cualquiera pensaría que, después de sufrir una sobredosis y tras escuchar la condición que imponía esa persona tan importante para él, aceptaría sin dudarlo. Todo fuese por la causa.

Pero no. Para Frank Iero no era tan fácil decidir, así como así, que iba a dejar las drogas, pues se habían convertido en una parte muy importante de su vida en ese momento sin las cuales no sabía si podría seguir en pie.

Gerard vio la duda y la preocupación en el rostro del menor, así que volvió a acercarse a él para acariciar sus brazos con sus manos, de arriba a abajo, una y otra vez, y conseguir que se relajase.

G- Te hacen mal, Frankie. Y yo no quiero que estés mal. No podré soportar que te pase esto otra vez, o cualquier otra cosa. Por favor.

Frank se mantuvo en silencio otro par de minutos, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba bajo la piel del otro. Cogió aire y por fin respondió.

F- Está bien. Las dejaré, por ti. -Gerard sonrió completamente feliz.

G- Gracias. Yo estaré contigo. Saldrás de ese infierno, pequeño. -Besó su nariz haciendo que el más bajo cerrase los ojos al contacto.

Se abrazaron y se quedaron así un rato, sin moverse apenas. Hasta que Frank buscó los labios contrarios de nuevo. Demandante, necesitado.

EL beso fue subiendo de tono y tanto Frank como Gerard empezaban a endurecerse sin darse cuenta. Pero, en un momento de claridad, Gerard abrió los ojos y separó a Frank de su cuerpo.

G- Frank, hasta que no te desintoxiques no habrá más que besos entre nosotros. No quiero que te tomes a juego tu promesa. Cuando lo hayas cumplido, estaremos juntos de nuevo. De todas las formas posibles.

F- ¿Qué? ¿Lo dices en serio? -El pelirrojo asintió y Frank soltó un bufido, pero en el fondo le parecía justo- De acuerdo. -Aceptó a regañadientes- Me voy a dar una ducha fría entonces.

Se dio la vuelta para caminar hacia el baño mientras Gerard se daba de ostias internamente por hacer semejante estupidez.

Parar a un Frank Iero que te está comiendo la boca y no para de hacerte notar su dura polla contra tu pierna es algo que nunca se le había pasado por la cabeza.

Y peor fue cuando salió de su ensimismamiento y observó a Frank caminar hacia el cuarto de baño con la bata de hospital, la cual estaba abierta casi en su totalidad por detrás teniendo un único cierre en la parte superior, que dejaba al aire su torneada espalda y su redondo y perfecto culo, haciéndole babear.

F- Ah y una cosa. -Se paró justo en la puerta y se giró de nuevo hacia el otro, que inconscientemente tenía una mano sobre su paquete- Ni se te ocurra pajearte. Si yo no me drogo, tu no te pajeas. No voy a sufrir yo solo. Así que diviértete con el calentón. -Y entró al cuarto.

"¡Cabrón!" pensó Gerard "Y lo que más me jode es que en el fondo es un trato justo...". Y, resignado, alejó la mano que tenía sobre su paquete y se dejó caer sobre la cama.

...


Frank se quedó un rato bajo el agua de la ducha, relajando sus músculos y pensando en todo lo que había ocurrido en ese escaso rato que llevaba despierto.

Le daba vueltas una y otra vez al hecho de que debía desintoxicarse, que se acabaron las drogas para el desde ya... Pero si su premio era volver con Gerard, valdría la pena.
Además, el pelirrojo también sufriría como bien le había dicho.

Frank sabía que Gerard sería capaz de cualquier cosa por ayudarle, aunque eso implicase una larga temporada de dolor de polla y abstinencia. Y, aunque sabía que era cruel de su parte, Iero necesitaba saber que alguien lo estaba pasando mal también en esos momentos, pues ya sabía que no resultaría fácil dejar 3 años de consumo en el olvido.

Cuando se decidió por fin a salir de la ducha, cogió una toalla y se la pasó por el cuerpo y el pelo para secarse. Pero entonces escuchó voces al otro lado de la puerta, donde se suponía que estaba Gerard solo.

La curiosidad pudo con él y se acercó a la puerta que había dejado entreabierta, distinguiendo dos voces, la de Gerard y la de una mujer.
Ésta última le resultaba conocida, pero no se dio cuenta de quién era hasta que ella subió un poco más la voz.

-Oh, ¡vamos Gee! ¡Háblame en italiano! Es lo único que te falta para desarmarme y lograr que me tire sobre ti.

"Buscona, zorra, hija de puta..." todo eso y más pasaba por la cabeza del menor al escuchar claramente como Lindsay ligaba descaradamente con su pelirrojo.

Gerard soltó una risita ante el comentario. No sabía muy bien cómo habían llegado a eso cuando se pusieron a hablar después de que la chica le diese la buena noticia.

G- No, en serio, me da vergüenza.

Frank ardía por dentro, furioso de oír esa sesión de coqueteo.

Lindsay suplicó unas cuantas veces más, sin resultado, obteniendo siempre la misma respuesta negativa y Gerard decidió dejar de lado el tema.

G- ¿Puedo...? -Frank no escuchó el resto de la pregunta.

Lindsay- Claro, pero que no se entere nadie. Esto es algo entre tú y yo.

Y, de repente, todo quedó en silencio, salvo por un ruido ocasionado por las ropas.

Y fue en ese momento cuando Frank, echando fuego y odio por cada poro de su cuerpo, totalmente cabreado por lo que suponía que los de fuera estaban haciendo, salio del baño con la toalla atada a la cintura dispuesto a romperle la cara al chico y a sacar a patadas de allí a la chica.

Pero cuando salió, haciendo bastante ruido, se encontró con que la enfermera estaba cambiando las sábanas de las camas mientras Gerard fumaba con medio cuerpo asomando por la ventana.

G- ¿Qué pasa enano? ¿Por qué ese ímpetu?

Frank no supo qué responder así que dio la primera excusa que se le pasó por la cabeza.

F- Es que me he golpeado el pie con el mueble y me he cabreado. -Sus mejillas se tiñeron de rosa ante esa tontería y Gerard rió- ¿Qué haces aquí otra vez? -Le pregunto a la chica.

Lindsay- Yo también estoy encantada de volver a verte, Frank. -Comentó con sarcasmo- Venía a comunicarte que has sido dado de alta, por lo que puedes irte cuando quieras.

F- Genial. -Fue hasta el montón que habían hecho con sus ropas y que habían dejado sobre una mesita y se volteó hacia la enfermera, que había terminado con las camas y se dedicaba a mirar embelesada al pelirrojo, quien no parecía darse cuenta- ¿Podrías marcharte? Quiero vestirme.

Lindsay- Ups, claro. -Volvió en sí cuando Way tiró la colilla del cigarro y se giró hacia ellos- Espero que te vaya bien, Frank. Cuídate, no quiero que vuelvas por aquí por la misma razón. Y Gerard, encantada de conocerte. Ha sido un placer. -Lo último lo dijo con voz sensual, crispando los nervios del menor.

G- Lo mismo digo. -Se acercó a ella, cogió una de sus manos y susurró- Grazie di tutto. Spero di vederti un giorno.* -Y le besó la mano como todo un galante.

Ella sonrió ampliamente y Frank decidió que ya era suficiente.

F- Bueno, bueno, adiós. -La separó de Gerard sin mucho cuidado y ella por fin se fue- La odio.

G- ¿Estás celoso, enano? -El aludido bufó y Gerard volvió a reír- Bueno, ¿y dónde irás cuando salgas? Ya eres libre para salir de este sitio.

F- A dónde IREMOS, querrás decir. Necesito que estés conmigo para poder dejar... Ya sabes. -Way asintió- Vamos a ir a mi casa. Jamia irá para allá tarde o temprano y así podré romper con ella por fin.

Al terminar de hablar, se desató la toalla y quedó completamente desnudo ante Gerard, quien sintió un nuevo tirón dentro de su ropa interior. Trató de ocultar un gemido, pero le fue imposible, logrando sin embargo que una sonrisa burlona apareciese en los labios del menor mientras se vestía.

G- Vas a matarme si no me dejas masturbarme. -Se quejó.

F- Lo siento, es lo que hay. -Terminó de vestirse- ¿Nos vamos?

Y salieron de la habitación, pasando por recepción para dar unos datos y poder irse a casa.




Continuará...



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martes, 15 de noviembre de 2011

Cap. 33 "Obsesionados con el sexo"

ADVERTENCIA: Cuidado los diabéticos. Alto contenido de azúcar.




CAPÍTULO 33: Llegó la hora de sincerarse.




G- Podríamos volver a pasarlo muy bien. Pero no si sigues así.

F- Así ¿cómo? -Preguntó confundido.

G- Drogándote. No soporto verte así. Por eso quería largarme. Por eso lo dejé con James y estaba a punto de irme cuando me enteré de lo que te había pasado. -Una lágrima escapó de su ojo derecho- Tienes que dejarlo, Frank.

F- Es que... Gee, no puedo. No puedo dejarlo. ¡No puedo! -Se levantó de la cama moviendo los brazos sin parar, pero cuando se dio cuenta de que aún tenía enganchado el suero dejó de moverlos- Es mi única vía de escape, entiéndeme, por favor. -Dijo más calmado y voz más floja.

G- ¿Entenderte? No Frank, no te entiendo. -Se acercó a él poniéndose cara a cara de nuevo, ahora ambos de pie- ¿Qué puede ser tan malo para destruirte? -Al ver que pasaban los minutos y no contestaba y simplemente lloraba en silencio con los ojos apretados, comenzó a desesperarse- Responde, ¡maldita sea! -Le zarandeó agarrándole de los hombros y elevó la voz- ¿Qué puede ser tan malo como para matarte así?

F- ¡Estos sentimientos, joder! ¡No puedo soportar lo que siento por ti sabiendo que ya no sientes lo mismo por mi! -Le picó con el dedo en el pecho al pelirrojo con fuerza. Las palabras a tanto volumen le rasgaban la garganta por haber estado casi en silencio más de un día.

Gerard se quedó completamente quieto, abriendo y cerrando la boca sin decir nada.

A él llegaron de golpe sentimientos de todo tipo, uno tras otro con segundos de diferencia, como si de una carrera se tratase.
De nuevo esa esperanza del día de la fiesta. Confusión por la actitud de Frank en los días anteriores. Emoción por volver a escuchar esas dos palabras que tanto le gustaban en boca del menor. Temor por su salud y por lo que podría pasarle si seguía en ese plan. Y una chispa de felicidad al saber que no todo estaba perdido con su pequeño.

G- ¿Qué sientes por mi, Frank? -Preguntó por fin en tono suave, pero no recibió respuesta. El aludido solo miró para otro lado, mordiéndose la lengua por haber hablado de más- Dímelo.

Más que una orden parecía un ruego. Giró despacio a Frank para que volviese a estar de frente y sujetó su barbilla con una mano para levantarle el rostro y hacer que le mirase a los ojos.

F- Ya te lo dije aquel día que estuvimos juntos... Y no me respondiste. -Añadió en un susurro lastimero.

G- Dímelo. -Repitió, acercándose a él un poco más.

F- Te amo, Gerard. Y me duele decírtelo porque sé que tu no...

Frank no pudo seguir hablando pues unos finos y dulces labios se encontraron contra los suyos. Sus ojos se cerraron sin proponérselo, pero es que en esas ocasiones le gustaba tener el resto de sentidos centrados en la acción llevada a cabo.
El tacto de los labios de Gerard y de las caricias que le daba en la mejilla. El sabor de esa piel rosada. El olor natural que desprendía el pelirrojo. Y el sonido de las dos bocas rozándose.
La vista era innecesaria cuando ya estaba sintiendo tantas cosas diferentes.

Fue un beso simple, sin lenguas de por medio, lento, tierno y anhelado.

G- Frankie, estás muy equivocado. Yo te amo. Nunca dejé de hacerlo, ni cuando estuve fuera dejé que amarte. -Habló cuando se separó un poco para coger aire, manteniendo las frentes juntas y las narices rozándose.

F- Entonces, ¿por qué no me lo dijiste aquel día?

G- Al principio pensé que me lo había imaginado, como tantas otras veces. Y cuando me di cuenta de que lo habías dicho de verdad me echaste de tu cama. Pero créeme. Te amo.

F- Repítelo para que me lo crea. -Susurró mirando sus labios para no perderse nada cuando lo dijese.

G- Te amo.

F- Otra vez.

G- Te amo. -Se acercó un poco más a él.

F- Una vez más.

G- Te amo. -Y volvió a unir sus labios.

Cuando cortaron el nuevo beso, Frank se abrazó con todas sus fuerzas a Gerard, con cuidado de no quitarse el gotero en el intento, y Gerard no se hizo de rogar para abrazarle también.

G- Esto me recuerda a cuando nos declaramos por primera vez. Tuve que repetírtelo varias veces también.

Frank sonrió contra el pecho del otro y éste lo notó, acariciando su espalda, que quedaba al aire con la bata de hospital que llevaba puesta.

F- Si me amabas, ¿por qué salías con James?

G- Pensé que me odiabas y que lo nuestro habría acabado para siempre. Sobre todo cuando me presentaste a Jamia. Así que decidí que había llegado el momento de pasar página. Pero no salió bien. Seguía loco por ti y si seguía con eso terminaría por hacer daño a Reggie, por eso le dejé. Por cierto, ¿y Jamia?

F- Ni lo sé ni me importa. Ya va siendo hora de mandarla a paseo. Estoy cansado de sus caprichos y gilipolleces. Sólo estaba con ella por no sentirme solo...

G- No estás solo, Frankie. -Le besó la coronilla.

F- Ahora no. Pero lo pasé muy mal cuando te fuiste.

G- Perdóname. Pero no hablemos de eso ahora...

F- Está bien. Te amo. -Levantó el rostro de donde estaba escondido y besó su mandíbula- No sabes cuánto me alegro de poder decírtelo otra vez. -Ambos sonrieron- Eh, ahora que me acuerdo. ¿Qué pasa con Lyn-z? -Pronunció su nombre con burla.

G- Nada, de verdad. -Comenzó a reírse. El enano podía ser muy posesivo y celoso si se lo proponía- Ya te lo he dicho, es simpática y me ha hecho compañía estas horas que esperaba a que despertases.

F- ¿Seguro?

G- Segurísimo, pequeño.

Pequeño”. Qué bien sentaba escucharle llamarle así otra vez, pensaba Iero.

F- Está bien. Entonces, ¿volvemos a estar juntos?

G- No. -El nombrado se soltó de sus brazos, se alejó y le miró con pura tristeza en sus gestos- Hay una condición. Y debes jurarme que la cumplirás.






Continuará...

jueves, 10 de noviembre de 2011

Cap. 32 "Obsesionados con el sexo"

Muchas gracias por los comentarios del capítulo anterior.
Aquí teneis por fin :)



CAPÍTULO 32:




Pocos minutos después de que la ambulancia abandonase el lugar, James condujo a un cabizbajo y preocupado Gerard que luchaba por ocultar las lágrimas hasta el coche, para dirigirse al hospital donde ya debían de estar atendiendo a Iero.

Durante el camino fue imposible para el pelirrojo no recordar aquellos horribles días en Italia, nada más llegar, cuando Mikey le llamó para decirle que Frank estaba en el hospital tras su intento de suicidio. La presión que entonces sintió en su pecho volvía a estar presente, haciéndole difícil incluso respirar, cosa que no pasó inadvertida para James, que le vigilaba de reojo y le daba ánimos cada poco rato.
Al menos esta vez Gerard estaría junto a Frank.

Una vez en el hospital, preguntaron por él en recepción y les dijeron que estaban todavía con él y que se sentasen en la sala de espera hasta que preguntasen por los familiares de Frank y entonces les darían todas las explicaciones necesarias.
Mientras James abrazaba a Gerard y esperaban a que alguien les dijese algo, los otros miembros del grupo, el manager y algunos más que viajaban con ellos fueron llegando.
Menos Jamia. Su novia y no aparecía por ninguna parte.

Ed- ¿Alguien ha avisado a Jamia?

Bobbie- Yo he hablado con ella y le he dicho qué ha pasado. Dice que INTENTARÁ venir, pero que está muy ocupada. -Respondió de forma que daba a entender lo poco que le gustaba esa mujer.

Todos los del grupo soportaban a Jamia por Frank, porque eran pareja y no podían hacer nada por evitarlo. Pero a nadie le agradaba realmente, todos sabían qué quería y por qué estaba con él. Lo que no entendían era que Frank no se dase cuenta o que, aún sabiéndolo, siguiese con ella.

-¿Familiares de Frank Iero? -Un doctor con bata blanca salió con noticias al fin, casi una hora más tarde de haber llegado.

James y Gerard fueron los primeros en acercarse. Los demás se quedaron en sus sitios esperando al ver cómo Dewees les indicaba que no fuesen con un movimiento de la mano.

G- ¿Qué tal está? ¿Está bien ya? -Preguntón atropelladamente.

- Tranquilos. Se encuentra bien. Consiguieron estabilizarle en la ambulancia y al llegar aquí le hicimos un lavado de estómago. Ahora duerme, le hemos dado unos cuántos medicamentos para que descanse. Tal ves duerma durante un par de días. -Gerard puso cara de tremenda preocupación al recordar la otra vez que Frank estuvo en el hospital, donde existía la opción de que no despertase nunca- No se preocupen, de verdad. Aunque esté dormido está totalmente consciente y no hay riesgo alguno. Sólo necesita descansar.

James- Gracias doctor. -Se estrecharon las manos.

-Pueden entrar a verle si quieren, aunque mejor que no sean muchos a la vez, ya les digo que debe descansar. -Añadió al ver al resto de personas allí congregadas- Y hay una cama libre en la habitación, por si alguien desea hacerle compañía esta noche, aunque puedo asegurarles que estará bien atendido. -Con una sonrisa cordial se despidió de ellos después de indicarles el número de la habitación.

James- Ya te dije que todo estaría bien. -Intentó tranquilizarle al ver lo tenso que estaba poniendo una mano en su hombro y dando un ligero apretón- Espérame aquí. Les informaré a los demás y ahora vamos a verle, ¿vale? -Ante el asentimiento del pelirrojo se fue hacia los otro, volviendo casi al momento.

Caminaron los dos por los pasillos fijándose en el número de las puertas hasta que llegaron al indicado por el doctor.

James fue el primero en entrar. Era un cuarto espacioso, con dos camas. En una estaba Frank, dormido como les habían dicho, y la otra estaba vacía, con las típicas sábanas blancas de hospital.

Frank se veía tranquilo, probablemente por los medicamentos que le suministrasen tras el lavado de estómago, y sólo estaba conectado a una bolsa de suero. Levaba puesto una bata de hospital y estaba tapado con las sábanas hasta la cintura, dejando los brazos sobre ella al aire.

James se acercó a la cama por el lado izquierdo, quedando a una ligera distancia de esta, sólo observando. Y Gerard fue por el otro lado, mirando a Frank de arriba a abajo una y otra vez, comprobando con sus propios ojos que todo estaba bien.

Sin darse cuenta, terminó acariciando con las yemas de sus dedos el delgado y pálido brazo con tatuajes que más cerca tenía, totalmente ajeno a todo lo que no fuese esa persona que descansaba en la cama.

James- ¿Te quedarás aquí? -Rompió el silencio después de largo rato sin que nadie dijese nada.

G- Sí. Se lo prometí. No puedo irme a hora, lo entiendes, ¿no?

James- Claro. Yo me voy a ir. Tenemos que arreglar algunas cosas. Suspenderemos los conciertos que quedaban de la gira. -Se acercó a Gerard y le abrazó como despedida- Llámame si pasa algo o necesitas cualquier cosa.

G- Vale. Gracias, Reggie. -Le dio un beso en la mejilla y el moreno salió de la habitación.

Gerard dio una vuelta por la habitación, deteniéndose en el ventanal para mirar el exterior, recordando buenos momentos vividos con Frankie, no solo cuando estuvieron juntos como pareja, sino desde que se conocieron, una situación bastante extraña y vergonzosa si no fuese porque los dos hacían lo mismo.

Al pensar en eso, una risilla escapó de la boca del pelirrojo, junto con una lágrima cargada de nostalgia.

F- ¿De qué te ríes? -Preguntó casi sin voz y los ojos entrecerrados. No sabía si estaba despierto o estaba soñando aún.

G- Frankie, duerme. Ya te lo contaré luego. -Se acercó a él de nuevo casi corriendo. cogió su mano entre las suyas y la acarició durante un rato.

F- Está bien. Pero no te vayas. -Volvió a cerrar los ojos medio dormido y añadió en un susurro- No me sueltes.

...


Las horas pasaron y el día también. Cuando Frank despertó completamente ya llevaba un día y algunas horas allí.

Lo primero que hizo al abrir los ojos fue recorrer el cuarto buscando a Gerard. Pero no le encontró en ninguna parte. “Fue solo un sueño entonces” pensó.

F- Me mintió. -Su voz era apenas audible pero James, que entraba en ese momento, le escuchó.

James- ¿Quién te ha mentido?

Frank se asustó al escucharle y giró su cuerpo para verle entrar. Y al verle, toda la culpa que había sentido en distintos momentos de su convivencia con Dewees apareció de repente.

F- Reggie, lo siento. -Dijo cuando el nombrado se acercó a él.

James- ¿Por qué, enano?

F- Lo siento por todo. Por cómo te he tratado estos últimos años, por hacer peligrar tu relación, por echarte la culpa de que ahora esté enganchado, por -James le hizo callar poniendo la mano sobre su boca.

James- Está bien, no te preocupes. -Le regaló una sonrisa sincera que terminó de convencerle de que estaba perdonado- Entonces, ¿quién te ha engañado?

F- Gerard.

James- Se ha ido a -Esta vez fue Frank quien le interrumpió.

F- Lo sé. Se ha ido a casa porque está cansado de mi, porque soy un gilipollas. No era verdad lo que me dijo ayer. Me dijo que se quedaría conmigo. Pero no. Y no volverá y no volveré a verle y -

James- Cállate. No me has dejado acabar. -Le miró con el entrecejo fruncido- Gerard de ha ido a comer algo. Lleva aquí desde ayer, sin salir de la habitación, así que le he obligado a ir a la cafetería.

F- Oh... -Suspiró contento y aliviado y justo en ese momento entraba Gerard con un vaso de café en la mano.

G- Frankie, despertaste. ¿Qué tal estás? ¿Bien? ¿Te duele algo? ¿Necesitas algo?

F- Gerard.

G- ¿Te duele algo?

F- Gerard.

G- ¿Necesitas algo?

F- ¡Gerard! -Terminó por gritarle para que se callase y lo consiguió- Estoy bien.

Gerard suspiró- Me alegro entonces.

Un silencio bastante incómodo inundó la habitación.

James- Ejem. Bueno chicos, yo me voy. Creo que tenéis cosas de que hablar. Luego nos vemos. Cuídate, enano.

Ambos chicos se despidieron de él pero no dijeron nada al quedarse solos, hasta que Frank rompió el silencio.

F- Gerard. -Llamó su atención y éste dejó de mirar hacia un lado para mirarle a él a los ojos- Gracias.

G- ¿Por qué? -Se acercó a la cama y se sentó en la silla que la tarde anterior hacía puesto allí para no soltar la mano de Frank cuando éste así se lo pidió.

F- Por quedarte conmigo después de todo lo que te he hecho.

G- No tienes que agradecer nada. -Puso una mano en su mejilla y Iero cerró los ojos disfrutando del contacto. Pero arrugó la frente y abrió los ojos molesto cuando sintió que se alejaba.

-¡Hola, Gerard! O vaya, has despertado. ¿Cómo estás? Soy Lindsay.

Una chica morena con dos coletas, los labios rojos y una falda muy corta acababa de entrar en la habitación. Por su uniforme, era una enfermera.
Frank se quedó viendo como Gerard se acercaba a ella y hablaban de algo muy bajo y demasiado cerca para el gusto del menor.

Estaba celoso, otra vez. Y los celos le terminaron de quemar por dentro cuando una gran sonrisa apareció en el rostro del pelirrojo por un comentario realizado por la chica que no pudo escuchar.

Frank hizo ruido con su garganta para que los otros dos recordasen que estaba allí, ya que parecía que se habían olvidado.

F- Bueno, ¿quieres algo o puedes largarte ya? -Le habló con rabia a la morena logrando que Gerard se diese cuenta de lo que pasaba y riese por lo bajo.

Lindsay- Sólo venía a ver qué tal estabas pero ya me ha dicho Gerard que está todo bien. Así que me iré, no te preocupes. Adiós, Gee. -Le sonrió.

G- Ciao, Lyn-z. -Sonrió también y se quedó mirando por donde había salido.

F- Ciao, Lyn-z. -Le hizo burla imitando su voz y cruzándose de brazos. Parecía un niño pequeño, resultándole totalmente tierno a Gerard- Ya veo que has hecho amiguitas.

G- Oh, vamos. Ha entrado unas cuantas veces a ver cómo estabas mientras yo estaba aquí y hemos hablado un poco. Es muy simpática y divertida. Pero nada más. -Añadió al ver la mirada de odio que le dedicaba el menor solo para él- Me he quedado aquí para estar contigo, tal como te prometí, no para ganar ligues.

F- Perdona. -Bajó la cabeza ligeramente avergonzado por su comportamiento infantil- Por cierto, ¿de qué te reías cuando me desperté la otra vez?

G- Am, pensé que no te acordarías porque estabas medio dormido. Pensaba en cuando nos conocimos. Fue una situación bastante cómica. -Respondió con una gran sonrisa.

F- Sí. -Sonrió igual, sincero por primera vez en mucho tiempo- Lo pasábamos bien juntos... Comentó con tristeza.

Ambos chicos volvieron a mirarse a los ojos, recordando los mismo momentos felices entre ambos y deseando que volviesen a ocurrir. U otros nuevos. Pero juntos.




Continuará...



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domingo, 6 de noviembre de 2011

Cap. 31 "Obsesionados con el sexo"

Solo 2 fucking comentarios en el capítulo anterior ._.

Alguno más en este, por favor?

Enjoy.


CAPÍTULO 31:



James vio a Gerard salir por la puerta trasera del edificio, se giró sobre sus talones con los ojos empañados y caminó hasta la escalerilla del escenario, donde se prepararía para salir.

Pero cuando solo había dado un par de paso en esa dirección, alguien se cruzó en su camino, entorpeciéndole el paso.

James- Apártela, Iero. -Habló en tono bajo, apretando los dientes y sin mirarle directamente a los ojos.

F- ¿Dónde va?

James- Se vuelve a su casa. -No hizo falta explicar a quién se refería- Hemos terminado. He perdido mi oportunidad. -Hizo una pausa, debatiéndose entre si seguir hablando o seguir con su camino. Decidió hablar- Y tú eres un gilipollas que por orgulloso le vas a dejar marchar. Me ha contado todo. -Añadió al ver la cara de confusión del otro- Ahora que lo pienso... El día de la fiesta después del festival, cuando llegué al autobús escuché a alguien en el dormitorio, pero como no reconocí quién era me quedé en el sofá. Erais vosotros, ¿verdad?. -El silencio y el desvío de la miraba del menor fue la única respuesta- De verdad quería que lo nuestros funcionase, pero él no me quiere de esa forma y nunca lo hará. Sin embargo tú puedes tenerlo y lo único que haces es alejarle de ti y matarte poco a poco. Eres un gilipollas. -Repitió y, aparatándole de su camino, subió al escenario.

Frank se quedó en el mismo sitio unos minutos, analizando todo lo que le había dicho.

No quería que se fuese. Llevaba días ignorándole, odiándole por no haberle dicho que le ama todavía. Pero no podía dejarle. No podría vivir sin él de nuevo.
Pero tampoco correría y lloraría arrodillado a sus pies...

Pensando en olvidar, se acercó a un altavoz cercano cogiendo la cerveza que antes había abandonado sobre él, sacó su amado polvo blanco y terminó con lo poco que le quedaba en la bolsita.

Se incorporó con dificultad, dio un trago de su cerveza y caminó como pudo hasta el borde del escenario, desde donde ya le llamaban sus compañeros. Cogió aire al pie de la escalera, sintiéndose realmente confuso, cansado de repente, viendo cómo se le nublaba la vista por décimas de segundo.
Intentó poner un pie sobre el escalón, pero su cuerpo falló y simplemente se desplomó sobre la escalera, golpeándose la frente con la improvisada barandilla, y quedando inconsciente.

Los siguientes minutos fueron de revuelo total. Los miembros del stuff corrieron a ver qué sucedía con Frank, incluso los demás chicos de la banda bajaron corriendo al escuchar los gritos que pedían asistencia médica.

Tendieron a Frank en el suelo y los médicos que había en el recinto le tomaron el pulso y comprobaron su corazón, llegando a la conclusión que ya todos sabían: sobredosis.

El manager de LeATHERMOUTH salió al escenario para intentar tranquilizar a la gente que se estaba preocupando a sobremanera al ver a su grupo favoritos salir corriendo del escenario. Les explicó que el cantante había tenido un problema de salud y debían cancelar el concierto de esa noche y que se les devolvería el dinero.

Los de seguridad les hicieron salir poco a poco por las diversas salidas, incluyendo la de emergencia, mientras un barullo de comentarios y rumores corría entre todos ellos, desde que Frank Iero había sufrido una caída al subir al escenario hasta los más radicales que decían que el cantante había muerto y no querían decir nada de momento. Lo típico.

Gerard, quien se encontraba en el autobús recogiendo sus cosas para llenar las maletas, escuchó el jaleo que se empezaba a formar alrededor del edificio, a la vez que el sonido de una ambulancia se hacía presente.
Se asomó a la ventanilla y vio toda la gente congregada allí, esperando alguna noticia más sobre lo ocurrido, así que salió y se acercó hasta algunos de ellos.

G- ¿Qué ha pasado? Ya debería de haber empezado el concierto.

- Nos han sacado de allí, tío. Se ha cancelado el concierto porque el cantante ha tenido un accidente. Algunos dicen que ha muerto.

El corazón de Gerard dejó de latir por unos segundos, justo los que tardó en reaccionar y echar a correr a la puerta por la que un rato antes había salido, donde mostró su identificación para seguir corriendo una vez dentro.

Todo era un caos allí. Gente corriendo de un lado a otro, gritos, órdenes. Con un rápido vistazo encontró a James y fue hasta él.

G- ¿Qué ha pasado? -Preguntó de nuevo, desesperado.

James- Frank ha sufrido una sobredosis. Están intentando reanimarle. -Le informó señalando un grupo de gente que rodeaba el cuerpo de alguien, quien, supuso, era Frank.

G- Sobredosis... -Abrazó sus propios brazos y empezó a derramar lágrimas de impotencia.

Lo que tanto tiempo llevaba temiendo, había sucedido al fin.

James- Ey, ey, tranquilo. -Le abrazó, resguardando la cabeza del pelirrojo en su pecho, notando como éste se mojaba con la lágrimas que escapaban de sus ojos.

-¡Ha despertado! ¡Apártense todos del medio, hay que llevarle al hospital!

-¡La ambulancia está esperando fuera!

Gritaban. Colocaron a Frank sobre una camilla, quien temblaba, pero al menos tenía los ojos abiertos, paseándolos frenéticamente por todo su alrededor.

Los chicos de la ambulancia empujaban con rapidez la camilla, pasando junto a Gerard y James, que ya se habían separado y miraban cómo se lo llevaban.

Y justo entonces los ojos de Frank encontraron los de Gerard.

F- Gee... -Susurró, apenas sin voz, pero Gerard pudo entenderlo a pesar del ruido que había y se acercó corriendo al lado de la camilla.

G- Frank. Frankie. ¿Estás bien?

F- Gee.. No te- No te vayas. -Tembló más fuerte- Por favor. -Suplicó.

G- No me iré, Frank. Estaré contigo.

Llegaron a la ambulancia justo cuando Frank volvía a caer en la inconsciencia. Le metieron en ella gritando cosas incomprensibles para Gerard y cerraron las puertas del vehículo en las narices de éste.

El pelirrojo se quedó paralizado viendo cómo la ambulancia se alejaba a toda velocidad camino del hospital más cercano y no se movió ni dijo nada hasta que James se acercó a él, pasando un brazo por sus hombros dándole fuerza.

James- No te preocupes. Él estará bien... -Limpió sus mejillas llenas de agua salada.

Acababa de comprobar lo fuerte que era lo que Gerard sentía por Frank.

Y lo que sentía Frank por Gerard, ya que las únicas palabras que habían salido de su boca en ese terrible momento fueron para pedirle al pelirrojo que no le abandonase.






Continuará...



_______________


Corto pero intenso, no creéis?


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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cap. 30 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 30:




Amaneció un nuevo día con el traqueteo del autobús desplazándose a otra ciudad más.

Los chicos del grupo habían ido llegando a lo largo de la noche al bus y ahora no estaban en condiciones de levantarse.
Jamia había dejado la gira por unos días para ir a visitar a su familia así que fue la única que no regresó después de la fiesta.

Todos ocupaban sus literas excepto dos personas.

James se encontraba tirado en el sillón de mala manera, totalmente dormido. Cuando llegó al autobús escuchó unos ruidos extraños salir del cuarto donde dormían, sonidos de dos personas teniendo sexo, y al no reconocer las voces, no quiso asomarse e interrumpirlos, por lo que decidió dormir en la sala.

Y la otra persona que estaba ya despierta era Frank.

Su estado era pésimo, tanto físico como mental. La resaca le taladraba la cabeza, tenía el estómago revuelto y le dolían hasta las pestañas.
Pero lo peor era la sensación de haber perdido el control esa noche y haber tirado por la borda la barrera que había creado con los años.

Había dejado al descubierto sus verdaderos sentimientos, se había dejado llevar por el momento y le había dicho esas dos palabras que se juró a sí mismo no repetir.

Pero el mayor dolor provenía del hecho de no haber escuchado esas mismas palabras de la boca del pelirrojo.

Iero no había podido dormir más de media hora esa noche. Desde que echó a Gerard de su cama le dio una y mil vueltas a todo lo que había pasado. Lo que sufrió cuando le dejó por los malditos estudios, el rencor y resentimiento que le invadieron al verle de nuevo y esas ganas de que todo volviese a ser como al principio que había intentado esconder con peleas e insultos hacia él. Y por último, ¿cómo se le ocurrió decirle que le amaba? NUNCA debería haber soltado esa declaración.

Se negaba a ser el que diese el primer paso para arreglar la más que rota relación que hubo entre ellos. Además, cada uno tenía su propia pareja.
Nunca aceptaría los celos que le carcomían cuando veía a Way con su novio, ni las ganas de que le mandase a la mierda para volver con él.

No. Frank Iero no se arrastraría. Y menos después de la decepción de la esa última noche con Gerard en la que, se repetía a si mismo una y otro vez, no había escuchado lo que tanto deseaba.

Lo que Frank no sabía es que Gerard se moría de ganas de sincerarse y decirle que nunca había dejado de amarle. Pero no fue capaz de hacerlo en ese momento.

Para el petizo sólo había una solución.

...


Cuando Gerard despertó tenía la boca pastosa debido a todo lo que había bebido hacía unas horas.
Se levantó de la cama, escuchando los ronquidos de sus compañeros, y tuvo que sujetarse de la litera de arriba al sentir un mareo, descubriendo que Frank no estaba allí.
Se colocó una camiseta y el jean que había dejado tirado en el suelo y salió rumbo a la nevera para beber todo el agua que hubiese dentro.

Al pasar por la sala se encontró a James en el sillón, con la boca abierta y haciendo un gracioso ruidito al respirar, lo que le produjo tanta ternura que no pudo evitar sonreír sin quitar su mirada de él.

Era un buen tipo y le daba pena estar con él sabiendo que nunca llegarían a enamorarse. Con el paso del tiempo lo único que conseguirían sería hacerse daño.

Cogió una manta que había sobre una silla y se la echó a Reggie por encima, siguiendo después su camino hasta la nevera.

Esa sonrisa y esas atenciones no pasaron desapercibidas para Frank, que estaba en la parte delantera junto al conductor con el entrecejo fruncido, fumando sin parar y sin prestar verdadera atención a lo que el hombre le contaba.

Gerard se bebió una botella de agua del tirón y decidió preparar un café. Y en ello estaba cuando sintió unos brazos rodear su cintura y un aliento rozar su nuca.

-¿Qué tal lo pasaste anoche, precioso? -Susurró en su oído.

G- Genial, me divertí mucho. - “Pero lo mejor fue el final de la noche”, pensó y una sonrisa inesperada asomó en su boca.

-Me alegro mucho entonces. -Le dejó un beso tierno sobre los labios, girándole el rostro con una mano, y sonrió también- ¿Haces café? -El pelirrojo asintió- Yo quiero uno. -Hizo un puchero realmente encantador.

G- Ahora te preparo uno para ti. -Le besó la mejilla, el otro le dio las gracias y se alejó a esperar- Ya está listo. -Le dijo al rato.

El chico se acercó para tomar la taza pero, en vez de eso, volvió a rodearle con los brazos la cintura, quedando la taza entre los dos, y le besó fogosamente hasta que sintieron un líquido caliente caer sobre ambos.

El café se había derramado cuando Frank, harto de lo que estaba viendo, pasó por su lado con velocidad hacia el baño y empujó a James, haciendo que el café se volcase sobre ellos.

James- Maldito enano. -Refunfuñó.

G- Déjale. No te preocupes por él. ¿Por dónde íbamos? -Preguntó con picardía.

James sonrió igual y volvió a besarle.

Gerard no estaba realmente contento con su propio comportamiento, pero comprobar los celos que Frank sufría por culpa de Dewees le hacía sentir bien, a pesar de saber que se comportaba como un verdadero cabrón, tanto con Iero como con el pobre James, que sin quererlo se encontraba dentro de “algo” que nadie sabría cómo nombrar.

...


Después de ese día, los demás corrieron uno tras otro sin demasiada diferencia entre ellos.

Salvo por una cosa.

El comportamiento de Frank era lo único distinto. Ya no discutía con Gerard, no le hacía la vida imposible. Ni una mirada le regalaba.

La decisión que había tomado consistían en ignorar a Gerard completamente. No le miraba, no le hablaba e intentaba no estar con él en el mismo cuarto ni dos segundos, aunque hubiese más gente con ellos. Dedicaba su tiempo libre a esquivarle de todas las formas posibles.

A eso, y a destruirse, tanto por dentro, sufriendo por sus sentimientos, como por fuera, con alcohol, drogas y peleas con cualquiera todas las noches.

En varias ocasiones a lo largo de esas últimas dos semanas, Gerard había intentado hablar con Frank, hacerle entrar en razón para que dejase de hacerse daño, al menos ese daño físico.
Pero no le escuchaba y verle en tan deplorables condiciones le estaba matando por dentro. Además, su relación con James se estaba resintiendo.
Ya no tenía sentido darle celos con él, pues era ignorado completamente, por lo que se mostraba distante, cosa que tenía preocupado a Dewees, quien veía sin entender lo que pasaba entre Gerard y Frank.

Gerard había visto esperanzas donde no había nada y la actitud de Frank se lo demostraba. También había intentado hablar con él sobre eso, pero la respuesta fue la misma: Ninguna.

El problema, o mejor dicho, otro problema que el comportamiento de Iero ocasionaba era la decaída del grupo.
Los conciertos ya no eran iguales, pues Frank subía totalmente ido al escenario. Se caía, perdía el ritmo e, incluso, olvidaba las letras. Y la relación entre los miembros de la banda estaba peor que nunca.

Hasta que una noche explotó todo.

...


Quedaban 3 conciertos para terminar la gira.

Los chicos estaban en el backstage ultimando detalles para salir al escenario. Todos, menos Frank, que estaba encerrado en el baño con dos líneas de coca delante de sus narices.

Dirigió una mirada al espejo que tenía delante y deseó terminar con la imagen que éste le regresaba.
Estaba pálido, ojeroso, más delgado de lo habitual y sus labios estaba blanquecinos y resecos. Eso, junto al pelo negro, medianamente largo y sucio, le hacía parecer un cadáver.

Con una mueca de asco quitó su mirada de sí mismo y esnifó las dos rayas sobre el lavamanos.
Respiró profundamente unos minutos mientras todo en su cabeza daba vueltas, obligándole a apoyarse en la pared para evitar caer al suelo.

Salió del pequeño cuarto y caminó sin detenerse hasta la escalera del escenario, cruzándose con James y Gerard, que hablaban con un semblante totalmente serio.

G- Lo siento, James. Tengo que hacerlo.

James- Pero, ¿qué pasa con lo nuestro? -Preguntó por quinta vez con una mirada triste.

G- Se acabó. Los dos sabemos que esto no llegará a nada. -Bajó la cabeza y centró su mirada en el suelo.

James- Gerard, mírame. -Le levantó el rostro- Esto tiene algo que ver con Frank, ¿verdad? -El aludido se quedó desconcertado.

G- ¿Por qué dices eso? -Preguntó con una risita nerviosa.

James- Oh, vamos. Desde la pelea aquel día en el concierto de New Jersey me imaginé que ya os conocíais. Es decir, de antes, no de esa misma noche. ¿Me equivoco? -Gerard meneó la cabeza- ¿Desde cuándo os conocéis?

G- Cuatro años.

James- ¿Salisteis juntos? -Gerard le miró preguntándole con la mirada por qué pensaba eso- Cuando conocí a Frank me contó que había intentado suicidarse por alguien que le abandonó al irse a estudiar a Europa 3 años. Sería mucha coincidencia que dos personas os fueseis el mismo tiempo, al mismo sitio y a estudiar lo mismo. -Explicó con evidencia.

G- Sí, salimos juntos. Cuando nos conocimos nos hicimos buenos amigos enseguida. Los dos éramos unos putos salidos y conectamos enseguida. Jugamos demasiado y al final nos dimos cuenta de que realmente estábamos enamorados. Pero me ofrecieron una beca para terminar la carrera en Italia y tuve que aceptarla, cosa que no le pareció nada bien a Frank, a pesar de que le dije que no quería que cambiase nada, que si me esperaba al volver todo sería igual. Puede sonar egoísta, pero no quería acabar con él... Pero todo terminó. No me ha perdonado porque me fuese. Y no soporte verle tan mal. -Las lágrimas empezaban a escaparse de sus ojos y James sólo pudo acercarse a él y abrazarle.

James- ¿Aún sientes algo por él?

G- Nunca dejé de sentirlo. -Susurró con la voz rota por el incipiente llanto.

James- Ha tenido que ser muy difícil para ti vivir con él entonces. He visto cómo te ha tratado siempre. Tú no te mereces eso. -Dijo bajando la voz y recordando lo que él le había hecho también- Gerard, debo contarte algo.

G- No hace falta, Reggie. Sé lo que pasó aquel día con Frank, pero no quise decirte nada porque te escuché pedirme perdón realmente arrepentido. Solo quería que lo nuestro funcionase, pero no ha podido ser. Y lo siento de verdad.

James se separó un poco de él para poder mirarle a los ojos, pero sin soltarle aún.

James- Te quiero mucho, Gee. Ojala hubiese funcionado, pero como tú dices, no ha podido ser. No quiero perderte igualmente, eres un gran amigo. -Le limpió las mejillas mojadas mientras permitía que las suyas propias se mojasen con sus lágrimas.

G- Yo tampoco quiero perderte. Prometo llamarte a menudo y espero que me visites cuando termine la gira. -Sonrió como pudo y sujetó el rostro del otro con las dos manos, acariciando sus mejillas con los pulgares- Yo también te quiero mucho.

Y le besó en los labios por última vez, despacio, con cariño y toda la ternura que le fue posible, como todos los besos sinceros deberían ser.

G- Suerte. -Susurró.

James- Lo mismo digo.

Se separaron y Gerard caminó despacio hasta la salida, listo para hacer sus maletas y volver a casa.









Continuará...


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Comentad, por favor ._.

domingo, 30 de octubre de 2011

Cap. 29 de "Obsesionados con el sexo"

ADVERTENCIA: Echadle imaginación... xDD



CAPÍTULO 29: Viejos sentimientos y nuevas esperanzas






Los días continuaron pasando uno tras otro sin mejora ninguna.

James seguía sintiéndose tan culpable como aquel día que cayó ante Frank y por eso centraba todos sus esfuerzos y atenciones en conseguir que lo suyo con el pelirrojo funcionase.
Pero eso no podía cambiar los sentimientos que dicho pelirrojo tenía.

Frank... Frank cada día estaba más metido en las drogas y lo único que estaba consiguiendo era que sus amigos se alejasen de él. Todo lo que hablaban con él era con respecto a la banda y, si en alguna ocasión hablaban de algo que estuviese fuera de ese tema, por una u otra cosa terminaban a gritos y en alguna ocasión, a golpes.
Así que para evitar eso, evitaban también a Iero todo lo que podían.

Gerard seguía de gira con LeATHERMOUTH y seguía siendo la pareja de James como si no supiese nada de lo que había pasado. Además, al ver todos los intentos de Reggie por hacer funcionar su relación y saber que nunca más había estado con Frank, le hacían poner todo lo posible de su parte para contribuir a ese triunfo.

Pero no podía.

Quería mucho a James. Muchísimo. Pero no había ni un solo sentimiento hacia él que tuviese relación con el amor. No, lo suyo era cariño, agradecimiento por todo lo que hacía por él, ternura hacia sus palabras y caricias. El amor seguía sin tener hueco en esa pareja.

En cambio, no podía evitar mirar a Frank en cada mínima ocasión. Verle recién levantado, aún con cara de sueño, observar su cara de concentración cuando componía algo nuevo, verle practicar con su amada guitarra como muchos años antes le había visto... O quedarse totalmente atontado cuando Frank salía del baño con una toalla atada a la cintura que dejaba ver los nuevos tatuajes que llenaban ahora su cuerpo.
Pero, igual que disfrutaba de esos momentos, también tenía que aguantar que Iero hablase de Jamia, que se besasen y magreasen delante de él.

Pero para el pelirrojo eso no era lo peor. Lo peor era ver a Frank destrozándose poco a poco, drogándose cada vez más a menudo y mezclando su amada cocaína con incontables litros de alcohol.

Eso sí que le dolía, más que las malas palabras o los golpes que habían intercambiado esas otras veces.

...


Era de noche y acababan de terminar un concierto que había superado con creces a todos los dados hasta ese momento, por lo que todos estaban que no cabían en sí de felicidad. Incluso Gerard estaba contento por James y los otros chicos de la banda con los que había hecho muy buenas amistades.
Así que, para celebrarlo, decidieron que harían una fiesta a la que invitarían a otros grupos que habían tocado en ese festival.

El alcohol, el tabaco y la droga corría de mano en mano en la explanada del recinto donde estaban aparcados los autobuses.
Gerard llevaba unas cuantas copas de más y hacía un buen rato que había perdido a James entre la cantidad de gente que había allí.

Por su parte, Frank estaba casi en las mismas condiciones, solo que le había sumado un poco de droga. Poca, comparada con otras veces. Y estaba más que entretenido hablando con un tal Syn, un miembro de otra banda.

Todo iba bien hasta que comenzó a insinuársele, siendo la respuesta inmediata del más alto un puñetazo en el ojo que le dejó sentado en el suelo.

Gerard, que había visto lo sucedido, con sus facultades mentales perjudicadas por todo lo ingerido, corrió hasta donde había caído y se arrodilló para ayudarle.

Si no podía ayudarle a salir de las drogas, al menos podía ayudarle con lo demás...

Frank estaba que echaba humo por las orejas, con los ojos cerrados con fuerza maldiciendo al pelinegro que le había pegado, por lo que no se dio cuenta de quién le ayudaba a levantarse hasta que no abrió los ojos una vez de pie.

Entonces, sus miradas conectaron como hacía mucho tiempo que no hacían, sin esa hostilidad tan común en los últimos meses de convivencia.

Se quedaron en silencio unos minutos, hasta que Gerard le propuso a Frank ir al autobús a por un poco de hielo para ponérselo en el ojo golpeado.

Frank aceptó y caminaron hasta el bus. Pero cuando llegaron a este y Gerard se acercó a las escalerillas para subir, Frank le agarró del brazo y le acorraló se espaldas a la pared, colocando sus brazos a ambos lados del cuello del mayor para impedirle escapar.

Estaban a milímetros de distancia, casi podían sentir el latir del corazón contrario y sus alientos con sabor a alcohol chocaban entre medias.
Y sin decir ni una palabra, Frank atacó esa boca que hacía tanto tiempo que no probaba y que, aunque en un estado de consciencia absoluta nunca lo aceptaría, tanto había echado de menos.

G- Frank, ¿qué haces? -Preguntó separándole un poco sujetándole de la camiseta.

F- Pues hasta que has decidido hablar, besarte. -Respondió con obviedad y el entrecejo fruncido.

G- Sí, eso lo sé. Pero, ¿por qué? Me llevas jodiendo desde que volví y ahora me besas...

F- ¿En serio quieres hablar de eso ahora? -Resopló y Gerard asintió con la cabeza- Joder... Te echo de menos, ¿vale? Mi cuerpo echa de menos el tuyo y no me atrevería a decirte esto si no estuviésemos los dos borrachos, porque ahora tengo una excusa. Además, -Añadió, rompiendo el encanto- estoy caliente. -Se restregó un poco contra él.

Todas esas palabras se arremolinaban en la cabeza del pelirrojo y no terminaba de entender lo que oía.
Pero le daba igual, porque en ese momento él deseaba eso tanto con Frank, así que decidió dejar la discusión para otro momento (si es que al día siguiente recordaban algo de lo que había pasado) y tirando de su camiseta, volvió a juntar sus labios con los del más bajito.

Se enredaron en un beso húmedo donde reconocieron y saboreaban esa boca que tanto tiempo habían pasado sin degustar, además de dejar al aire sentimientos que habían permanecido escondidos dentro de cada uno.

Sin saber cómo, terminaron en la litera de Frank. Suerte que nadie más estaba dentro del autobús.

Los movimientos dentro de esa litera eran bruscos, necesitados y desesperados. Después de más de 3 años, por fin tenían ese cuerpo que tanto habían extrañado junto al suyo.

La ropa desapareció en un abrir y cerrar de ojos mientras los chicos se movían en ese minúsculo espacio, recorriendo el cuerpo contrario con cuidado, ternura y ganas, muchas ganas.

Gemidos, jadeos y gritos llenaban el ambiente, con tal volumen que, si no fuese por la música de fuera, todos los podrían haber escuchado.

Gerard echaba tanto de menos tener a Frank junto a él, extasiado y rogando por más contacto como estaba en ese mismo momento, cuando se dedicaba a acariciarle el glande suavemente con el pulgar, cuando le masturbaba a una velocidad tan lenta que se le hacía casi matadora y, sobre todo, cuando entraba en él poco a poco y empezaba a moverse despacio, saliendo por completo y volviendo a entrar hasta el fondo.

Suspiros, embestidas, besos, gemidos, entradas más fuertes, mordiscos. Frank pidiendo más.

F- Aw, Gee, ¡más rápido! Joder, dame más fuerte. ¡Párteme!

Way sentía que se corría cada vez que una palabra obscena o una petición del estilo salía de su boca y lo único que podía hacer era cumplir sus órdenes, más velocidad y más fuerza, sintiendo el golpeteo de sus pelotas contra el firme trasero de Frank.

Pero no podía acabar tan pronto. Llevaba demasiado tiempo esperando eso como para echar la oportunidad corriéndose antes de tiempo.

Los movimientos se hicieron frenéticos y duros mientras los dos cuerpos se movían coordinados, golpeando en ocasiones las paredes que les rodeaban.

Cinco, seis, siete minutos más y Frank había terminado en su mano, contrayendo todo su cuerpo y logrando que Gerard acabase justo unos segundos después sin poder retrasarlo más.

F- Ahhh, sí, Gee... Justo a-ahí. Ahh joder... Te amo. -Había murmurado en un descuido justo antes de correrse.

Gerard le escuchó débilmente pero creyó que había sido cosa de su imaginación, como tantas otras veces. Aún así, su borrachera desapareció de golpe y fue entonces cuando terminó, con los ojos fijos en el rostro del Iero, que tenía los suyos cerrados.

El pelirrojo cayó exhausto sobre el cuerpo contrario, aún tembloroso por el orgasmo y escondió su cara en su cuello, dejando ahí un último beso.

Cuando Frank recuperó la conciencia después de todas esas sensaciones que no había sentido desde 3 años antes y el alcohol dejó de afectarle, se dio cuenta de lo que acababa de decir y no pudo más que arrepentirse, rezando porque Way no le hubiese escuchado en su momento de debilidad.

F- Vete a tu cama, Gerard. -Ordenó en tono seco y cortante. El aludido miró a Frank, quien centraba sus ojos en el techo, evitándole- Bájate.- Y esta vez acompañó sus palabras de acciones y le empujó “sutilmente”.

Gerard, sin decir nada, se levantó, recogiendo su ropa de esa litera y tirándola al suelo antes de meterse en su litera.

Sabía que ese momento con Frank no duraría eternamente, pero había valido la pena.

Además, estaba casi seguro que no se había imaginado que esas dos palabras salían de la boca de Frank, lo cual era una buena noticia que alimentaba la poca esperanza que le quedaba.

Pensando en todo lo que había ocurrido, cayó en un feliz sueño, mientras en la cama de arriba, Frank dejaba escapar un par de lágrimas, sin querer admitir que eran producto de no haber escuchado la misma respuesta por parte del otro.








Continuará...




____________




¡FRERARD!


¿Qué os ha parecido?
¿Qué ocurrirá después de ese "te amo" que se le ha escapado al enano?
¿Cómo terminará Frank con las drogas?


Comentad, por favor ^^

jueves, 27 de octubre de 2011

Cap. 28 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 28: El día de después.



Tras terminar el encuentro de la ducha, se quedaron unos minutos bajo el agua recuperando fuerzas y pensando en sus cosas.
Y fue entonces cuando a James le atacó la culpa, golpeándole de lleno.

James- Esto ha sido un error. No volverá a pasar. -Sin mirar a su compañero salió de la ducha y del cuarto, recogió su ropa del suelo (excepto el boxer que se había quedado en el baño) y se la puso lo más rápido que pudo para irse cuanto antes de allí.

Al estar fuera del edificio encendió un cigarro y caló lo más hondo que pudo mientras sus ojos se humedecían.

Él no quería hacer daño a Gerard. Eso era lo último que quería, antes se arrancaría cada pelo de su cuerpo uno a uno.
Pero el maldito de Frank había conseguido hacerle caer. De nuevo.

Desde que comenzó ese noviazgo con Gerard pensó que sería fácil oponerse a Iero y lo había sido, al menos hasta esa noche.

Pero no podía echarle toda la culpa al petizo. Era él, James Dewees, Reggie para los amigos, quien había aceptado caer ante sus provocaciones. Iero no le obligó a nada. Es más, le dio la oportunidad de irse cuando se metió a la ducha. Pero le había seguido el juego...

¿Por qué teniendo un novio como Gerard, que de verdad le gustaba, tenía que jugárselo metiéndose con Frank, por el que no sentía nada más que atracción física?

Sin darse cuenta había llegado al camión del grupo así que tiró la colilla del cigarro, entró y fue directo a la cama que compartía con su novio.

...


Por su parte, Frank se quedó un rato más dentro de la ducha, intentando quitarse un extraño sentimiento con el agua de la ducha que caía sobre su piel.

Al contrario de lo que pensaba, no se sentía bien después de lo que había pasado. Creía que liarse con James era una buena forma de vengarse de Gerard, pero lo cierto es que ahora se sentía mal. Se sentía pésimo por hacer todo eso por algo que pasó hace más de 3 años.

Media hora después, vestido y después de haber esnifado un poco de coca, Frank caminaba por las calles vacías de la ciudad camino al hotel en el que se hospedaba Jamia por esa noche, ya que cuando hablaron antes del concierto, quedaron para esa noche.

Sinceramente, Frank no tenía ni la mínima gana de ver a su “amada” novia, pero de no ir sería peor para él tener que soportarla al día siguiente, así que allí estaba, golpeando la puerta de su habitación, la cual se abrió poco después dejando ver a Jamia vestida con un camisón minúsculo de encaje negro, que, por cierto, le había costado un buen dinero a Iero.

Jamia- Frankie, ¡por fin! -Se dieron un beso como saludo y Frank entró al gran cuarto, donde se sentó en uno de los sillones y recostó la cabeza en el respaldo- ¿Qué te ocurre?

Se acercó sinuosamente a él, un poco molesta porque no le había dicho nada sobre su atuendo.

F- Nada Jam, solo estoy cansado. -Suspiró- Necesito descansar. -Cerró los ojos y justo entonces sitió un peso sobre sus piernas.

Jamia se había colocado sobre él, con una pierna a cada lado de sus piernas y su trasero apoyado en éstas.

Jamia- Yo pensé que haríamos cosas ricas esta noche. -Susurró sobre su cuello mientras él seguía con los ojos cerrados- Por eso me he puesto tan sexy, sólo para ti. -Si Frank no halagaba sus ropa, ella misma lo haría.

F- Nena, de verdad estoy muerto... -Intentó apartarle pero ella se sujetó con ambas manos del respaldo y comenzó a besarle el cuello.

Jamia- Frank, quiero sexo. ¿No entiendes las indirectas o qué? -Habló un poco enojada cuando intentó separarla de nuevo- Me tienes harta. Sólo me tocas cuando estamos delante de tus amigotes de banda pero cuando estamos solos ni me rozas. ¡Tócame ahora, joder! -Al ver que Frank seguía sin hacer nada más que mirarla con el entrecejo fruncido, cogió sus manos y las colocó sobre sus tetas- Maldita sea. Si ni siquiera quieres que follemos, ¿por qué estamos juntos? ¿Quieres que cortemos? Lo conseguirás si sigues así. -Se levantó ofuscada y caminó hasta la cama.

Ni de lejos lo que ella quería era dejarlo con Frank Iero, le iba muy bien así, consiguiendo todo lo que quería sin importarle el precio. Cuando algo se le antojaba se lo pedía a Frank un par de veces y éste, solo por hacerla callar, se lo compraba.
Así había conseguido ser la única que dormía en un hotel mientras la banda y los demás acompañantes (actualmente solo Gerard) dormían en esas pequeñas literas, el collar, los diamantes y más tarde el anillo a juego, ropa cara, zapatos y muchas más cosas.

Ella sabía que Frank no la amaba. Y dudaba que la quisiese siquiera. Pero también sabía que no quería dejarla ir, por alguna razón que desconocía Frank quería tener una novia, y de ahí que intentase meterle miedo con dejarlo si no accedía a sus deseos.

Y lo logró. Cuando Frank escuchó lo de “cortar”, se incorporó enseguida y se acercó a ella. La volteó y la tiró sobre la cama.
Una vez más haría lo que la chica quería solo para mantenerla a su lado, como hacía cuando le pedía algo material.

Así que esa noche tuvo sexo con ella después de algunas semanas. Sexo, porque ellos no hacían el amor.

Realmente, sólo el propio Frank entendía las razones por las que soportaba a su novia, las cuales tenían mucho que ver con cierta otra persona que también tenía pareja...

...


Cuando James llegó al dormitorio compartido, Gerard le escuchó pero se hizo el dormido, así que se acostó a su lado quedando de frente y le retiró unos mechones de pelo del rostro.

James- Lo siento tanto, precioso... -Habló en susurros creyendo que nadie le escuchaba- Te juro que no volverá a pasar. Aunque no haya amor entre nosotros, yo te quiero muchísimo y no quiero hacerte daño.

Con las últimas palabras dejó un beso en su frente y se levantó de nuevo para cambiarse de ropa.

Gerard, que había escuchado todo, comprendió que todas sus sospechas eran ciertas y entre James y Frank había habido algo de nuevo... Pero esos palabras que le había dedicado pensando que dormía parecían completamente sinceras, así que por el momento haría como si nada hubiera pasado.
Al menos con James, por que con Frank tendría algunas palabras.

Pero antes de decidir nada, debía llamar a su consejero personal.

Por la mañana el autobús emprendió el camino a otra ciudad más, después de que Frank y Jamia llegasen.

El ambiente estaba tenso. Gerard se mostraba un poco esquivo con James. A éste le carcomía la culpa e intentaba estar lo más lejos posible de Frank, al que miraba con odio. Y Frank no podía evitar sentir que había hecho mal cada vez que miraba al pelirrojo.

Y el resto se había dado cuenta de que algo pasaba (excepto Jamia, que parecía ajena a todo por voluntad propia), pero prefirieron no inmiscuirse para evitar problemas.

En cuanto llegaron al lugar donde aparcaría el autobús, Gerard fue el primero que bajó, móvil en mano, para buscar un sitio alejado, tranquilo y sin nadie que pudiese escucharle para hablar tranquilo.

Encontró un paseo rodeado de árboles y con un par de banquitos de metal en color negro, se sentó en uno de ellos y marcó un número en su teléfono.

-¡Gerard!

G- Hola, hermanito. ¿Qué tal todo por allí?

Mikey- Hasta que te dignas a llamar. Hace casi un mes que te fuiste y no hemos sabido nada de ti desde tu repentina decisión de empezar a salir con Dewees e irte con él de gira. -Le recriminó- ¿Tanto te cuesta llamar a tu familia?

G- Perdón, pero esto de estar de un lado para otro, es agotador. Además, he empezado a ayudarles con los preparativos antes de los conciertos, el sonido y eso, y solo tengo libre por las noches... Eso cuando no hacen alguna fiesta.

Mikey- Oh, qué duro debe ser. -Comentó sarcástico.

G- Pues sí. -A pesar de que Mikey no le veía no pudo evitar sacarle la lengua como un niño- En fin. ¿Cómo te van las cosas? ¿Qué tal está mamá?

Mikey- Mamá bien. Cada vez tiene más vida social, si es eso posible. -Ambos rieron- Casi no le veo el pelo. Y yo... Bueno, echando de menos a cierta chica.

G- ¿No te va bien con Taylor?

Mikey- Sí, pero... No es lo mismo.

G- Entonces, ¿por qué dejaste a Andrea?

Mikey- Tuve mis motivos... Dejémoslo ahí y vamos a lo importante. Si me has llamado después de no dar señales de vida en tanto tiempo es porque quieres hablar de algo, ¿me equivoco?

G- Nunca te equivocas, hermanito. -Way menor sonrió y por estar en lo cierto y le animó a hablar- Verás, tú sabes que ahora estoy saliendo con Reggie. -Un “aham” fue la respuesta- Pues... Hay un problema.

Mikey- ¿Qué problema? ¿No te da lo que necesitas?

G- ¡Mikey! -Le regañó- El problema es que se ha tirado a Frank. O al revés, no sé. Pero anoche después del concierto tuvieron algo.

Y entonces Mikey se quedó callado. El problema era más serio de lo que pensaba y su hermano lo decía como si nada.

Mikey- ¿Me estás tomando el pelo?

G- No...

Mikey- ¡¿Y me lo dices tan tranquilo?! Lo habrás dejado con él...

G- La verdad es que no. Ni si quiera le he dicho que lo sé.

Mikey- ¿Eres tonto o qué te pasa? Así que te engaña con Frank y no le dices nada.

G- Es que... Cuando James volvió después yo me hice el dormido y me dijo que lo sentía, que me quería mucho y no quería hacerme daño. Que nunca se repetiría. Se le escuchaba muy sincero y arrepentido.

Mikey- ¿Qué vas a hacer entonces?

G- Simularé que no sé nada. Si vuelve a pasar hablaré con él y le dejaré. ¿Tú que harías?

Mikey- Se lo diría ya. Me iría. ¿No te ha dolido? Te ha engañado cuando fue él quien insistió en intentar algo contigo porque siempre le habías gustado.

G- Lo sé, pero de verdad le veo arrepentido. Además, no puedo irme así como así.

Mikey- Creo que tu problema no tiene nada que ver con James. Es por un chico un poco más bajo, ¿a que sí? -Gerard no respondió y Way menor suspiró- Solo te hace mal estar así, pero si es lo que quieres... No puedo hacer nada por impedirlo. Pero, Gee, ten cuidado.

G- Gracias, Mikey. Necesitaba hablarlo con alguien.

Mikey- No hay de qué. Te quiero. Ahora tengo que colgar, llama pronto.

G- Lo haré. Te quiero, adiós. -Y colgaron.

El pelirrojo solo había llamado a su hermano porque necesitaba contarle a alguien lo que estaba pasando, no porque buscase su consejo.
Estaba decidido a no decirle nada a James y a seguir de gira, no podía irse.
Aunque las cosas con Frank seguían sin estar bien, verle todos los días le había traído viejos recuerdos. Además, le preocupaba su adicción.

De vuelta en el autobús, se preparó un café y algo de comer y se sentó en el pequeño comedor, descubriendo que no había nadie allí.
O eso creía hasta que Frank salió del baño subiéndose la cremallera del pantalón.

G- ¿Pajeándote otra vez? Parece que Jamia no te complace lo necesario. -Comentó llevándose un trozo de bruta a la boca.

F- Jam me complace bien, pero lo hacen mejor otros. -Respondió como una clara indirecta.

Vale, sabía que había hecho mal al tirarse a James y que Gerard no se merecía todo eso. Pero esta vez había sido el pelirrojo quien había empezado.

G- Mmm, ¿como MI novio? -Preguntó directo y con enfado.

F- Por ejemplo él. -Contestó como si no fuese importante.

G- ¿Ni lo niegas? Eres un hijo de puta, Iero. -Golpeó la mesa con los puños apretados.

F- Para qué negarlo si ya lo sabes. ¿Te lo ha dicho él?

G- Reggie no sabe que lo sé.

F- Oh, qué buen novio que perdona incluso las infidelidades.

G- ¿Por qué cojones te lo tiraste?

F- Por que me apetecía. -Respondió indiferente- Vamos, tú sabías entre nosotros había un rollo extraño. Nos viste aquel día en Jersey. -Sonrió burlón.

G- También sé que James me dijo después que le gustaba desde que éramos pequeños y quería que fuese su novio.

F- Debería de darte igual que me lo haya cogido. Si no sientes nada más que cariño por él. No lo amas como me amabas a mi. -Su voz salía como veneno.

G- Cállate, no sabes nada.

F- Sé una cosa. -Dijo caminando hacia la puerta. Se giró mirando de frente a Gerard una vez ahí y añadió- Que tu novio folla de puta madre.

Y salió dejando que la puerta se cerrase justo cuando la taza de café que momentos antes tenía el pelirrojo se estrellaba contra ella rompiéndose en pedazos.







Continuará...




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Perdón por tardar tanto, pero la inspiración es lo que tiene, que desaparece y no sabes cuándo volverá -.-
Muchas gracias a todas las que me habéis ayudado con ideas.
Y a las que me comentais por donde sea.


XOXO.