lunes, 27 de febrero de 2012

Cap. 54 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 54:



F- Gee.

G- ¿Qué pasa?

Acababan de entrar a la habitación después de cenar, dispuestos a darse un merecido descanso. Pero parecía que Frank tenía otra idea, o al menos eso daba a entender su postura sobre la cama (sentado al borde del colchón y recostado hacia atrás en sus codos) y su mirada.

F- He sido padre.

Gerard se volvió hacia él, dejando de lado su intento por ponerse ropa más cómoda, y le miró entre divertido e interrogante.

G- Lo sé. Venimos del hospital, ¿recuerdas?

F- Ahám. -Asintió con la cabeza mientras movía un poco sus caderas sutilmente- Y aún no me has dado la enhorabuena. Pensé que íbamos a celebrarlo.

Acompañó su comentario de un puchero de lo más sexy y puso cara de niño bueno, cosa que realmente NO era, ni se le acercaba.

G- Oh, supongo que tendrás algo pensado... -Comentó en tono casual, acercándose a él lentamente, recorriendo su cuerpo aún vestido con una mirada depredadora.

F- Algo qué tal... ¿Horas de sexo salvaje y desenfrenado? -Una pregunta cargada de picardía a la que sabia que el pelirrojo no iba (ni podría) negarse.

G- Bien, ¿y a qué demonios estamos esperando?

Sin tiempo de añadir nada más, el pelirrojo había saltado sobre la cama con una especie de rugido y tenía atrapado a Frank entre su cuerpo y el colchón.

F- Vaya, ¿no estabas cansado? -Preguntó divertido cuando los besos de Gerard se dirigieron a su cuello y sus manos intentaban deshacerse de la camiseta para ganar más piel que besar.

G- Sí, lo estaba. -Le sacó la camiseta como pudo, lanzándola lejos, y besó sus hombros- Pero tú me enciendes, maldito enano. -Dejó pequeños besos a lo largo de su pecho y su estómago, pellizcando los pezones con los dedos provocando que Frank se retorciese bajo él- Podría vivir toda la vida sin dormir mientras estés a mi lado.- Jugueteó con la lengua en su ombligo y fue bajando el pantalón, descubriendo que, como era común en él, no llevaba nada debajo- Tú me das energía sólo con mirarme.

Finalmente levantó la vista, sonrió, ganándose una suave caricia en la mejilla, y engulló la polla de Frank sin pensar.

Frank elevó las caderas al verse sorprendido y gimió con su voz más ronca. Llevó las manos a la almohada para tener algo a lo que sujetarse y se dispuso a disfrutar de una buena mamada a manos de Gerard, el cual estaba casi arrodillado en el suelo.

F- Mmm. Dios. Joder. Gerard. -Se sentía al borde y no creía poder evitar terminar por mucho que pensase en otra cosa, porque, joder, esa lengua y esos dientes y esas manos que se paseaban por todas partes a la vez- Gee, para o voy a correrme ya. -Jadeó.

El pelirrojo le dio una sensual lamida más a toda su extensión y se incorporó. Frank soltó el aire que estaba guardando inconscientemente y empujó sus pantalones para quitarlos del medio.

Gerard, ahora de pie, se quitó la poca ropa que aún llevaba puesta y se acostó a su lado, de perfil al colchón. Frank le imitó poniéndose de frente a él.

Como si estuviesen conectados, lo primero que hicieron al estar cara a cara fue buscar sus labios.

Poco a poco el calor fue subiendo, la pasión se escapaba por los poros y la pasión se desbordaba. Y, sin darse cuenta de cuando, estaban restregándose uno contra el otro, gimiendo como perros y quedándose sin aliento. Tan empalmados que dolía.

F- Gírate. -Susurró sobre su boca.

Gerard no se hizo de rogar y se dio la vuelta, quedando de espalda a Frank que, después de echarse en la mano un poco del lubricante que guardaban bajo la almohada, se pegó a él tanto como pudo.

Con una mano levantó la pierna izquierda de Gerard para tener mejor ángulo y con la otra se lubricó a sí mismo y al pelirrojo.

Manteniendo la pierna alzada acercó su polla hasta su entrada y metió la hinchada cabeza, obligándose a detenerse antes de correrse al sentirse tan apretado y dándole tiempo también al otro de acostumbrarse a la intromisión (aunque sus cuerpos ya estaban hechos el uno al otro).

Cuando se tranquilizó un poco siguió empujando hasta chocar su pelvis con el culo de Gerard, que se sentía totalmente lleno, completo al tenerle dentro. Además, le encantaba esa postura, unidos y totalmente pegados. Se giró un poco al notar que Frank se incorporaba en un codo y se besaron, sin mover sus cuerpos aún.

G- Mierda, Frank, muévete ya. -Pidió moviendo su cadera, consiguiendo gemidos en ambos.

El menor empezó a moverse despacio, sabiendo que le desesperaba ir tan despacio.

G- Más rápido, joder. -Lloriqueó.

F- Amo hacerte sufrir. -Susurró junto a su oreja. Su aliento erizando el vello del pelirrojo- Sé lo que te gusta. -Hizo una pausa y mordió el lóbulo- Te gusta que te folle rápido y profundo. Con tanta fuerza que te sientas partir en dos y tan hondo que me sientas en tu garganta. -Según hablaba iba moviéndose más rápido y su voz salía jadeante- Te gusta sentirme dentro de ti, que gima en tu oído. -Lo hizo y sintió un escalofrío en el pelirrojo- Míralo. Te derrites en mis manos. Te pone cachondo que te diga cosas mientras follamos. Seguro que estás a punto de correrte, ¿a que sí? Lo estás deseando... -La forma de apretar los ojos del aludido fue toda la respuesta que necesitaba.

La mano que sujetaba su pierna se dirigió hasta su polla, goteante y necesitada, y empezó a masturbarle, primero lento y cada vez más rápido, hasta igualar las increíbles embestidas que le estaba dando.

Los dos estaban al máximo de las sensaciones que podían soportar y no les hizo falta mucho más para que terminasen viendo estrellas y satisfechos.

Tan cómodos estaban que ni un movimiento hicieron mientras descansaban. Al cabo de un rato, Gerard se giró y quedó de frente a su novio.

G- Eres un jodido pervertido, ¿sabías?

F- ¿Por qué dices eso? -Cuestionó con su mejor tono inocente.

G- Porque te gusta decirme guarradas mientras follamos.

F- Sí, bueno. Y a ti te encanta escucharlas. -Se encogió de hombros y, al mirarse, se echaron a reír.

G- Sí. Supongo que estamos hechos el uno para el otro. -Pasó los brazos alrededor de su cintura para acercarle más a su cuerpo.

F- ¿Ahora te das cuenta? -Ronroneó casi sobre su boca.

G- No. Lo sé desde el primer día que te vi.

Y un dulce beso fue la mejor forma de terminar un gran día.

...


A la mañana siguiente se despertaron pronto para poder organizar la llegada a casa de la bebé sin prisas.

Limpiaron y arreglaron todo con la tienda para recibir los muebles esa misma tarde y allí estaban, tirados en el suelo tratando de construirlos.

G- Este tornillo es de allí.

F- No, ahí va este. -Le enseñó uno más pequeño.

G- Que no. Ese es de aquella pata. Éste es el de ahí.

F- Coño, mira las instrucciones. Este tornillo con esta pieza y estos con aquella. Y después se unen las dos con los que tú dices.

G- Joder, esto es un asco. No hay quien entienda esos malditos dibujos. -Refunfuñó por milésima vez- Yo he pintado la habitación así que deberías de encargarte tú de esto. -Se puso de pie, sacudiéndose la ropa, pero Frank le agarró del brazo y le devolvió a su sitio, arrastrándose a gatas hasta sentarse en su regazo.

F- No tengas morro. Si no me ayudas, no tendrás tu premio. -Comentó antes de acariciarle el cuello sensualmente con las puntas de los dedos.

G- Mmm. ¿Cuál será mi premio si lo hago?

F- Tendrás que esperar para saberlo. -Susurró- Pero te puedo asegurar que valdrá la pena. -Su mano derecha se paseó incitantemente por el pecho del pelirrojo y, al llegar a la cinturilla del pantalón, se separó y volvió a lo suyo.

Gerard gruñó de frustración y se enfrascó otra vez en instrucciones, tornillos y piezas. No pararía hasta obtener su premio y eso hizo, ganándose una increíble mamada sobre el sofá y una buena sesión de sexo en la ducha.

...


Y por fin llegó el día.

Todo estaba listo: la habitación de la niña estaba preparada, toda la casa había recibido una limpieza a conciencia y los dos papás se mordían las uñas, rogando porque el tiempo pasase más rápido y así poder tener a la pequeña Helena en casa.

Era por la tarde cuando volvieron al hospital. Jamia les esperaba en la habitación que había estado ocupando, ya vestida con su ropa y preparada para irse, con la niña en brazos.

Jamia- Helena, dile hola a tus papis. -Sujetó la manita de la pequeña y la agitó hacia los chicos a modo de saludo.

F- Hola, cariño. -Le dio un beso en la mejilla a Jamia y cogió a su hija en sus brazos. Gerard saludó a Jamia igual y después dio un beso en la frente a Helena.

Jamia- Estaréis emocionados, ¿no?

G- No sabes cuanto. -Sonrió- Frankie lleva histérico estos dos días. Es toda una madraza preocupada por su hija. -Bromeó, ganándose un zape del aludido.

F- No le hagas caso. -Le dijo a la chica- ¿Qué tal estás tú?

Jamia- Perfectamente ya. Pero e da penita despedirme de la nena.

G- Ya sabes que puedes venir a verla siempre que quieras.

Jamia- Ya, gracias, pero en realidad... -Unos golpecitos en la puerta la interrumpieron- ¡Ya estás aquí! -Se levantó de un salto de la cama y corrió a los brazos del hombre que acababa de entrar.

-Hola, cariño. -Se dieron un suave beso en los labios bajo la curiosa mirada de los otros dos chicos. Al sentir que Jamia se había olvidado de ellos, Frank carraspeó para llamar su atención.

Jamia- Oh, perdonad. Chicos, él es Patrick, mi pareja. Patrick, Frank y Gerard. -Les presentó.

G- Encantado. -Le tendió una mano que el otro aceptó y Frank hizo lo mismo.

F- ¿Cuándo tenías pensado hablarnos de él, Jam? -Le recriminó divertido.

Jamia- Perdón. -Se encogió de hombros- Llevamos juntos tres meses ya y nos vamos a ir a vivir juntos.

F- Vaya, me alegro un montón. -Le dejó a Helena a Gerard y abrazó a la chica- Siempre seréis bienvenido en casa.

Jamia- Eso es lo que os iba a decir antes de que llegase Patrick. Nos vamos a vivir a Canadá, así que no nos veremos mucho. -Frank puso cara de pena- Pero os visitaremos de vez en cuando, no te preocupes.

F- Más te vale. Y tú, espero que la cuides bien.

Patrick- No lo dudes. Jam es todo para mí.

Pasaron un rato más allí, recogiendo las últimas cosas. Jamia se fue con Patrick tras la última visita del doctor y Frank y Gerard hicieron los mismo con Helena, cargados con pañales, ropita y algunas cosas más que le habían traído en esos días.

F- Bienvenida a casa, mi amor. -Le dijo a la nena en sus brazos al traspasar la puerta de casa.

Gerard dejó las cosas en la habitación de Helena y volvió con ellos. Frank se había sentado en el sofá acunando a la niña en su pecho y el pelirrojo se sentó junto a él, abrazándole.

G- Ya estamos todos. -Susurró y besó la mejilla de su pareja mientras acariciando la de Helena.





FIN

jueves, 23 de febrero de 2012

Cap. 53 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 53:



Frank se había puesto en pie a toda prisa y se vestía con lo primero que encontraba.

G- Ey, ey. Tranquilo, cariño. -Intentó calmarle- Ese pantalón es mío. Y te has puesto la camiseta del revés. Relájate. -Se acercó a él, le besó la frente y le quitó la camiseta para ayudarle a ponérsela correctamente.

F- Es que estoy nervioso. Tenemos que ir al hospital corriendo. No podemos perdérnoslo. Cuando el bebé nazca quiero estar allí y...

G- Calma, calma. -Le cortó- Ven aquí. -Le abrazó y le besó en los labios suavemente- Nos vamos a vestir. Vas a tomarte una tila para estar más relajado y luego iremos al hospital.

F- Pero ¿y si tiene al bebé antes? -Lloriqueó dejándose abrazar.

G- Mi amor, puede tardar horas y horas en dar a luz. No nos perderemos nada. De todas formas, en cuanto antes nos pongamos a hacer todo lo que te he dicho, antes nos iremos, ¿vale? -Frank asintió, sentándose al borde de la cama aún muy agitado. Gerard se sentó junto a él y le acarició la espalda- Respira hondo. Muy bien, así. ¿Estás mejor?

F- Sí, gracias. Gerard...

G- Dime.

F- Voy a ser padre. -Dijo ausente, como si por primera vez comprendiese lo que pasaba en realidad.

G- Lo sé, cariño. -Sonrió y le besó en la mejilla para después ayudarle a levantarse.

...


Cuando por fin estaban de camino al hospital, Frank estaba más calmado, pero aún así se le notaba hiperactivo. Sus piernas no dejaban de moverse y tamborileaba con los dedos en sus piernas.

Preguntaron por Jamia en la recepción y una enfermera les indicó dónde se encontraba en esos momentos.

Fuera de la habitación estaban ya los padres de Frank, a los que habían llamado desde casa, y los de Jamia, que no veían del todo bien el hecho de que su hija fuese a darle custodia al chico y quitarse toda responsabilidad. Pero era su hija y la apoyaban.

F- ¿Cómo está? ¿Ha nacido ya? -Casi que gritó nada más verles.

Linda- No. Pero parece que Jamia está teniendo algunas complicaciones por el adelanto del embarazo. Esa chica rubia está con ella, no nos dejan entrar.

F- Necesito verla. -Golpeó la puerta de la habitación y Stella se asomó por ella.

Stella- Oh, Frank, al fin llegas.

F- ¿Cómo va todo? -Preguntó preocupado.

Stella- Parece que será más difícil de lo normal, pero todo está bien, no te preocupes. Entra a verla si quieres y yo me quedo fuera. Tú eres el padre. -Le sonrió y le dejó pasar para salir ella después.

En la habitación había un par de enfermeras que vigilaban los avances y el estado de Jamia, mientras ésta estaba tumbada en la cama sobre un montón de almohadas. Su rostro estaba empapado y el ceño fruncido en clara muestra de dolor.

Frank se acercó a ella temeroso y puso una mano sobre su brazo.

F- Ey, Jam. ¿Qué tal estás?

Jamia- Frank, ¡te odio! ¡Esto es lo peor del mundo!¡AHH! -Agarró una mano del chico y la apretó mientras sufría una dura contracción.

F- No te preocupes, ya queda poco. Pronto acabará todo. -Intentó tranquilizarla con voz suave y pasando una toallita húmeda por su frente.

Jamia- Eso espero. O te torturaré para que sientas una mínima parte de lo que yo estoy sintiendo ahora. -Le amenazó, causándole gracia a Frank, pero se abstuvo de reír por temor a que hablase en serio.

Pasaron el resto del tiempo en silencio, excepto por las quejas de Jamia y las palabras de aliento de Frank.

Así estuvieron por más de 6 horas en las que el chico salía de vez en cuando al pasillo para que entrase Stella o la madre de la chica en su lugar.

Y cuando estaban cerca de cumplir las 9 horas de parto, el doctor echó a Frank de la habitación, anunciándole a Jamia que había llegado la hora. En situaciones normales, el padre podría haberse quedado junto a la embarazada, pero no esta vez. Todo se estaba complicando e iban a tener que dormir a Jamia para llevar a cabo el parto.

Fuera de la habitación, la madre de Jamia se aferraba a su marido esperando noticias, Linda y Cheech cuchicheaban en un rincón y Frank caminaba, atacado de los nervios, de un lado a otro bajo la atenta mirada de Gerard.

Y al fin, después de otras 2 horas de espera, una enfermera salió con un bulto en los brazos.

-A ver, ¿quién es el papá de esta ricura? -Preguntó mirando al grupo de gente.

F- ¡Yo! Bueno, nosotros. -Rectificó mirando a Gerard. La emoción reflejada en los ojos de ambos. La enfermera les miró confuso y Frank negó con la cabeza- Es una larga historia.

Se acercaron a ella y enseguida le tendió el bebé a Frank, que la acunó con cuidado entre sus brazos, temiendo realizar cualquier movimiento.

-¿Qué tal está mi hija? -Escucharon preguntar de fondo, acompañado por una respuesta positiva de la enfermera. Pero ellos dos estaban muy ocupados con la personita que dormía en brazos de su padre.

G- ¿Qué es? -Preguntó acariciando la mejilla del bebé con una gran sonrisa, idéntica a la de su novio.

Frank removió un poco las mantas que lo envolvían y amplió su sonrisa todo lo posible y más.

F- Una niña.

G- Es preciosa. ¿Estás feliz? -Miró fijamente a Frank, cuyos ojos brillaban de lágrimas contenidas.

F- Más que en toda mi vida. -Torció un poco el cuello y besó suavemente los labios del pelirrojo- Ten, cógela.

G- Pero... Me da miedo.

F- Venga, eres su papá también, ¿no? -Su sonrisa llena de calidez terminó de convencerle. Extendió los brazos y apretó contra su pecho a la pequeña, que entonces se removió un poco y abrió los ojos.

G- Hola preciosa. -Susurró- Tienes los ojitos de papi Frank, ¿sabes?.

Mientras tanto, Linda y Cheech les observaban desde lejos llenos de ternura. Se morían de ganas por ver a la niña, pero pensaron que era bueno dejarles un momento para ellos.

F- Ahí están tus abuelos. -Dijo, llamando a sus padres con la mano para que se acercasen.

Al llegar a ellos, Gerard en seguida le dejó la niña a Linda, que empezaba a llorar que la emoción mientras su marido acariciaba la pequeña cabecita.

Cheeh- ¿Cómo se llamará?

F- Pues habíamos pensado algunos nombres pero... -Hizo una pausa y miró a los ojos de Gerard- Quiero que se llame Helena. -El pelirrojo elevó las cejas totalmente sorprendido, pues nunca había comentado eso.

G- ¿Q-Qué?

F- Gee, no sabes cuánto te agradezco todo lo que has hecho por mí. Y muchas veces me has hablado de cuánto querías a tu abuela y de lo mal que lo pasaste cuando ella murió así que quiero que se llame así. Helena.

Gerard se quedó en silencio un momento, digiriendo la noticia y perdido en los ojos de su pareja y sus pensamientos, hasta que por fin sonrió con todo lo que tenía y le abrazó, luchando por no llorar como su suegra.

G- Frank, te amo. No te hacer una idea de cuánto. Gracias, gracias, gracias. -Intercaló cada agradecimiento con un beso, terminando con uno sobre sus labios que se alargó unos minutos.

No se soltaron hasta que la voz de la enfermera les hizo volver al mundo real.

-Bueno, debo llevarme a la pequeña. Dentro de un rato podrán entrar a ver a la madre, que se está recuperando rápidamente.

Reticentes, le entregaron el bebé y se desplomaron en las sillas, por fin tranquilos después de tantas horas.

Cuando les avisaron de que Jamia estaba despierta y podían entrar a verla, fueron sus padres los primeros en pasar mientras Gerard, Frank y los padres de éste iban a comer algo para no molestarla con demasiadas visitas juntas. Y, cuando los padres de la chica se fueron a descansar a casa tras comprobar el estado de su hija, Linda y Cheech le hicieron una visita relámpago y dejaron a la pareja con ella.

F- Jam, ¿qué tal estás?

Al entrar encontraron a la chica dándole el pecho a la bebé. Al escucharles levantó la cabeza para mirarles y regalarles una sonrisa cansada.

Jamia- Agotada, pero bien. Ey, peque, mira a tus papás. -Le habló a la niña.

G- Has tenido una niña preciosa.

F- Pues claro. Ya sabes quienes son sus padres, ¿cómo no iba a serlo? -Gerard rodó los ojos y Jamia rió bajito para no asustar a la bebé.

G- Vaya, habló Mister Ego. -Los dos chicos se enzarzaron en una "pelea" a golpes suaves y algún que otro mordisco mientras Jamia los miraba divertida.

Jamia- La verdad es que hacéis una pareja increíble. Es muy afortunada de teneros. -Dijo, refiriéndose a la recién nacida.

Los chicos dejaron lo que hacían y se acercaron a ella.

F- Nada de esto sería posible sin ti. Muchas gracias.

G- Sí, gracias.

Jamia- Es lo menos que podía hacer después de que me perdonaseis por haber sido tan hija de puta. -Bromeó.

...


Un rato más tarde, Gerard y Frank llegaban a casa, habiendo dejado a Helena en el hospital y a Jamia descansando. No sería hasta dentro de dos días cuando podrían llevarse a la niña a casa, debido al parto anticipado. Aunque todo estuviese bien, habían preferido controlarla en sus primeras horas.

Cuando los chicos llegaron a casa, lo primero que hicieron, inconscientemente, fue entrar al que sería el cuarto de Helena.

Lo bueno sería que les daría tiempo a colocar los muebles, lo único que faltaba para dejarlo todo listo.






Continuará...

domingo, 19 de febrero de 2012

Cap. 52 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 52:



F- ¿Quieres que vayamos mañana a cenar por ahí?

G- Lo siento, cielo, pero tengo que quedarme en la editorial. No sé a qué hora llegaré.

Y otra mañana volvían a tener la misma conversación.

Desde hacía algunos días, Gerard se iba a trabajar en la editorial por la mañana y no volvía hasta tarde por la noche. Estaban a punto de lanzar un nuevo cómic y trabajaban contra reloj, por lo que debían aprovechar todo el tiempo que pudiesen.

Y Frank ya no sabía qué hacer tanto tiempo solo en casa, sin su pareja.

F- No me jodas. ¿Mañana también?

G- No empecemos otra vez, Frank. Lo hemos hablado miles de veces ya. Hasta que no publiquemos el cómic no tendré un horario fijo y tendré que quedarme hasta tarde.

F- Si lo entiendo pero es que... -Frank se acercó a él hasta rodear su cuello con los brazos y mirarle fijamente a escasos centímetros de distancia- Pasamos poquísimo tiempo juntos y te echo de menos. - Rozó su nariz con la del pelirrojo- Además, me muero de aburrimiento solo en casa. -Añadió separándose de él y cruzando los brazos sobre el pecho.

G- Yo también te echo de menos, princesa. -Susurró volviendo a abrazarle- Pero sabes que esto es importante para mí. Búscate algo que hacer mientras yo no esté. Llama a Pete o a alguno.

F- Ellos también tienen sus trabajos. Soy el único que no hace nada.

G- Oh, es verdad. Eres un mantenido. -Bromeó.

F- Calla, estúpido.

G- Va, no te enfades. -Le dio un beso en los labios que en seguida consiguió hacerle sonreír- Tengo que irme, ¿vale?

F- ¿Seguro que quieres irte? -Preguntó en tono sugerente, rozando sus labios con los contrarios y acariciando sus contados con las manos.

G- Claro que no quiero. -Por un momento se dejó llevar por las sensaciones de Frank acariciando su cuerpo, pero volvió en sí al ver el reloj de la pared- Pero debo irme. -Se alejó con desgana de él y le besó de nuevo, más profundo esta vez, para después susurrarle- Hasta la noche. Te amo.

F- Yo también te amo.

Y le vio salir del apartamento.

Frank suspiró audiblemente y se preparó para otro día aburrido.

Estuvo un rato viendo la televisión, escuchó música, tocó la guitarra en la terraza y compuso un par de canciones.

Pero por la tarde estaba que se subía por las paredes, agobiado de estar todo el día encerrado en casa sin nada que hacer.

Así que decidió salir a dar un paseo.

Caminó por el parque y se sentó al lado de una fuente, fumando un cigarrillo y viendo a la gente pasar de un lado a otro. Y entre el gentío reconoció a una chica con una enorme barriga de embarazada.

Sonrió y corrió hasta ella.

F- ¡Jamia!

Jamia- Hola, Frankie. ¿Qué haces por aquí?

F- Pasar el rato. No tengo nada mejor que hacer. -Respondió encogiéndose de hombros y llevando una mano hasta el vientre de ella con ternura- ¿Cómo estás?

Jamia- Los dos estamos perfectos. -Refiriéndose al bebé- Muy cansada, eso sí. No sabes qué ganas tengo de dar a luz de una buena vez.

F- Es normal. Pero ya queda poco. -Una idea le golpeó de repente- Oye, sé que cuando nazca el bebé no tendrás ninguna responsabilidad con él y eso pero me preguntaba si querrías venir conmigo a comprar algunas cosas para él.

Jamia- ¿Y Gerard?

F- Está muy ocupado con un nuevo lanzamiento. Y el punto de vista de una mujer siempre viene bien.

Jamia- Entonces te acompañaré en cantada. -Aceptó con una sonrisa.

Ese día no fueron de compras, ya que la chica realmente necesitaba descansar. Pero quedaron para el día siguiente. Y el otro. Y el otro.

Juntos compraron una cuna para el nuevo miembro de la familia, un cambiador, una trona y algunos adornos para la que sería su habitación.

Las compras les llevaron varios días y tras ella empezaron a quedar para simplemente entretenerse y hacerse compañía.

Jamia sabía bien que Frank odiaba estar solo y más odiaba el aburrimiento, así que vio una buena forma de agradecerle sus cuidados pasando tiempo con él.

Pero Gerard veía eso con ojos muy diferentes.

Le daba igual que Frank pasase todo su tiempo con sus amigos, su familia o con quien fuese. Pero Jamia... Vale que la chica había cambiado y todo ese rollo, pero no podía olvidar que ella y Frank habían estado mucho tiempo siendo pareja.

Y escuchar a Frank hablando de ella todas las noches, de lo que habían hecho, lo que le había contado o cualquier otra mierda, le hacía hervir de celos.

Y esa noche estalló.

F- Jamia dice que podíamos poner este color en la pared del dormitorio del bebé, que es tranquilizante. -Le contó mostrándole una paleta con muestras de pinturas.

G- Pues si ella lo dice, tendrá razón. Jamia es tan lista y divertida. -Dijo con desprecio y sarcasmo.

F- Gee, ¿qué te pasa?

G- ¡Pues que estoy harto! Te pasas todo el día con ella y cuando estamos juntos no paras de nombrarla.

F- Por si no te has dado cuenta, paso tanto tiempo con ella porque tú estás todo el maldito día trabajando.

G- ¡Pero has elegido todos los muebles del bebé con ella! ¡Y la decoración! Dejándome a mí de lado. No me tomas en cuenta.

F- No te dejo de lado, pero si tenemos que esperar a que estés libre para preparar el cuarto, nace el bebé y sigue vacío.

G- ¿¡Puedes hacerme el favor de dejar de echarme en cara a todas horas que paso poco tiempo en casa!?

F- No te lo echo en cara, sólo te digo la verdad.

G- Vale, perfecto. Me largo. Vete con ella si tan a gusto estás. -Se levantó de la mesa del comedor y salió del apartamento dando un portazo, dejando a Frank dentro, con la mirada perdida y destrozado sin saber qué había pasado.

Pasó toda la noche en vela esperando a que su novio regresase, pero cuando llegó el medio día seguía estando solo.

Estaba asustado. Tenía pánico de que Gerard le hubiese dejado solo de nuevo.

El pelirrojo no era así. No se iría por una pelea tan tonta, y menos sin hablarlo bien antes o sin avisar. Pero que no volviese a casa le tenía de los nervios.

Después de llamar a Mikey para comprobar que al menos estaba bien y no le había pasado nada, llamó a Jamia y fue a su casa.

Lo único que podía levantarle el ánimo no era estar con ella, sino sentir a su bebé junto a él, aunque fuese dentro del vientre de la chica.

Estuvo toda la tarde con ella, quien le tranquilizó cuando Frank le contó lo que había pasado, y esta vez fue él quien no volvió a casa.

Pero a la noche siguiente se dijo que no podía escapar de los problemas. Llevaba muchos años haciéndolo, resguardándose en el alcohol y las drogas y había acabado muy mal, así que debía cambiar eso. Volvería para hacer frente a lo que hiciese falta.

Cuando se encontró frente a la puerta del apartamento, cerró los ojos y respiró hondo antes de abrir.

Todo seguía tal y como lo había dejado el día anterior. Pero unos ruidos donde las habitaciones llamaron su atención.

Despacio y sin hacer ruido caminó por el pasillo, mirando dentro de los cuartos, sin ver a nadie dentro, hasta llegar al cuarto del bebé.

Lo que allí vio le hizo respirar tranquilo y sonreír.

Gerard estaba totalmente concentrado de cara a la pared del fondo, rodeado de botes de pintura, pinceles y brochas desparramados por el suelo.

Frank le observó desde la puerta sin hacer ruido para que no le descubriese. El pelirrojo estaba terminando un dibujo en la pared frente a él. Se mordía el labio como siempre que se concentrada profundamente en algo, sus manos estaban llenas de pintura y su ropa manchada de distintos colores. También sus mejillas y su frente tenían restos de color.

Esa imagen causó gran ternura en Frank, que entró por fin en la habitación.

F- Gerard. -Le llamó desde atrás con voz suave, sobresaltándole ligeramente cuando vio que había terminado.

El pelirrojo se llevó una mano al pecho.

G- ¡Frank! Me has asustado.

F- Perdona. -Se disculpó con una risilla- ¿Qué haces?

G- Frankie. -El pelirrojo se giró, dejando los utensilios que estaba usando en el suelo, y se acercó al otro- Lo siento. Lo siento tanto. No tenía que haberme ido así la otra noche. No tenía ningún derecho a enfadarme así. He sido yo el que ha estado ausente y preocupado únicamente por mi trabajo. Además fue mi idea la de que buscases algo que hacer. Y me parece perfecto que hayas estado con Jamia y os hayáis hecho compañía el uno al otro. Sólo es que estaba celoso, entiéndeme, yo...

No pudo seguir con su alocado discurso cuando los labios de Frank se presionaron con los suyos.

F- Está bien, lo entiendo. -Le dijo cuando rompieron el beso, pero sin alejarse demasiado, aún con las frentes unidas. Pero después frunció el ceño, se cruzó de brazos y se alejó- ¡Pero no vuelvas a hacerme eso! No sabes lo mal que lo he pasado, pensé que me habías dejado de nuevo.

Gerard le miró con culpa en los ojos y no pudo resistirse a abrazarle al ver el tierno puchero de sus labios.

G- Lo siento, cariño. No volveré a hacerlo. Antes me corto la lengua.

F- No. Si vuelves a hacerlo, seré yo quien te corte otra cosa. -Y para hacerse entender, apretó con fuerza su paquete, haciéndole encogerse de dolor.

G- Vale, vale. Me lo tendría merecido. -Frank dejó de apretar, sonriendo, pero no quitó la mano, sino que le masajeó suavemente la zona para contrarrestar el dolor- Mmm, sí eso está mejor. -Suspiró, centrándose en esa deliciosa fricción. Pero todo terminó tan rápido como empezó y esa mano se alejó de él- Eres cruel.

F- Te está quedando increíble. -Comentó ignorándole y dando vueltas sobre sí mismo para ver la habitación entera, con la boca abierta.

Las cuatro paredes de la habitación estaban pintadas de azul cielo. En la esquina más cercana a la puerta había un árbol de color marrón suyas ramas iban hacia las dos paredes que se unían en ese punto, y esas ramas tenían algunas hojas verdosas y un par de pajarillos, todo pintado a mano.
En frente, en el centro de la pared contraria y entre dos ventanas, otro árbol del mismo estilo, cuyas ramas pasaban por encima de los cristales.
Por último, alrededor de toda la habitación y a la altura del suelo, había pintado hierba.

Estar en ese cuarto hacía creer que estabas en mitad del campo. Sólo faltaba el sonido de los pájaros.

G- ¿Te gusta? -Le susurró al oído tras abrazarle por la espalda.

F- Es impresionante. Eres un artista. -Gerard sonrió mostrando todos sus dientes.

G- Cuando me fui me encerré en la editorial y pasé allí la noche pensando. Ayer por la tarde volví para hacer las paces contigo pero no estabas, así que decidí hacer algo para compensar mi estúpido comportamiento. Llevo un día y medio aquí metido trabajando. No he dormido más que un par de horas cuando salí a comer algo.

F- Eh, no puedes hacer eso. Tienes que comer y dormir. Te hará mal el olor y los vapores de la pintura.

G- Estoy bien, mamá. -Bromeó.

F- Hablo en serio. Es por tu salud.

G- Ya he terminado. Comemos y me acuesto, ¿te parece? -Le dijo, rozando su nariz contra el escorpión de su cuello. Frank asintió.

Mientras Frank preparaba la cena y la mesa, Gerard se duchó, se relajó y se quitó toda la pintura de encima.

Después de cenar se metieron en la cama. Gerard no había dormido, pero Frank no había descansado nada la noche anterior por culpa de la preocupación. Así que se quedaron dormidos al momento, uno en brazos del otro, felices. Olvidando que había un mundo más allá de esa habitación.

Pero una llamada de teléfono por la mañana les trajo de vuelta a la realidad. Frank respondió adormilado.

F- ¿Quién?

-¿Eres Frank?

F- Sí. ¿Quién es?

-Soy Stella, la amiga de Jamia. Ella está en el hospital.

F- ¿Qué? -Gritó, sentándose de golpe y asustando a Gerard- ¿Qué ha pasado?

-Parece que el bebé se ha adelantado.

F- Voy para allá enseguida. Hasta ahora. -La chica se despidió y cortaron.

G- ¿Qué ha pasado, Frank?

F- Jamia está en el hospital. El bebé viene de camino.




Continuará...

sábado, 11 de febrero de 2012

Cap. 51 "Obsesionados con el sexo"

La mañana siguiente a la fiesta fue rara. No rara para todos los invitados, pero sí para los que están encerrados todavía en la habitación.

Y no porque se arrepintiesen de lo que había pasado, sino porque tremendo lío de piernas, brazos, cabezas y demás no es una forma típica de despertarse.

Gerard fue el primero en hacerlo.

Frente a él aún estaba Frank, al cual tenía abrazado desde la espalda. Detrás estaba Quinn, quien, a propósito o sin darse cuenta, había colado su erección matutina entre las nalgas del pelirrojo. Y al otro lado de Frank estaba Bert, con una pierna sobre la cintura de Frank y el pelo tapándole la cara.

Al ver la situación no puedo evitar reír por lo bajo. Intentando mover la cama lo menos posible para no molestar a los otros tres, que aún seguían durmiendo, consiguió levantarse. Rebuscó por el suelo y encontró su boxer y sólo con eso salió del cuarto.

Entró a la cocina restregándose los ojos y pensando en meterse un buen café en vena para espabilarse, cuando se encontró de frente con su hermano.

Mikey- Vaya, al fin el anfitrión se digna a aparecer.

G- Buenos días a ti también, Michael. Dime que has hecho café.

Mikey- Por supuesto. ¿Por quién me tomas? -Gerard caminó hasta la cafetera, encontrándola vacía- Pero solo para mí, claro. No soy el criado de nadie.

El mayor de los hermanos gruñó y puso a funcionar la cafetera mientras Mikey se iba al salón riendo. Le encantaba molestar a su hermano recién levantado.

Cuando por fin consiguió su taza de café recién hecho fue al salón y se dejó caer junto a su hermano en el sofá, suspirando tras darle un gran sorbo a la bebida.

G- ¿Qué pasó con los demás?

Mikey- Ray se fue pronto porque hoy tenía que trabajar o no se qué. Pete hizo muy buenas migas con ese tal James y desaparecieron después que vosotros. Y Bill y Shannon se despertaron un poco antes que tú y se fueron. No sé qué habrá sido de los demás, pero me alegro que el rubio ese, Quinn, se haya ido, porque anoche no se despegó de mí ni un momento, intentando sobarme a la menor oportunidad.

Quinn- Es que eres tan mono y tan achuchable... Dan ganas de no despegar las manos de tu cuerpo. -Quinn se había despertado ya y había estado escuchando a Mikey desde detrás del sillón, desde donde hablaba ahora.

Al escucharle Mikey se giró asustado y su cara se volvió de color rojo.

Mikey- Yo, esto... -Intentaba disculparse cuando se dio cuenta de algo, así que frunció el ceño y miró fijamente a su hermano- ¿Por qué sale del dormitorio y tan escaso de ropa como tú?

G- Verás hermanito, es que anoche nosotros... -Pero antes de poder explicarse fue interrumpido.

Mikey- ¡GERARD ARTHUR WAY LEE! No me puedo creer que le hagas eso a Frank. ¡Y menos recién salido del centro de rehabilitación! ¿Dónde está? -Le gritó. Gerard sólo le miraba como si le hubiera salido una tercera cabeza y Quinn prefería mantenerse al margen.

Pero antes de que Mikey decidiese pegar a su hermano o algo por el estilo, Frank entró en la habitación vestido con un boxer y colocándose la camiseta de Gerard.

F- ¿Por qué dais tantas voces? -Preguntó somnoliento y bostezando.

Mikey- ¿Tú también estabas en la habitación? -Se extrañó, calmando su tono de voz.

F- Claro. ¿Dónde iba a estar si no? -Caminó hasta Gerard y se sentó sobre su regazo, quitándole la taza de las manos para beber él.

Mikey- Pero Gerard y Quinn... Ellos dos estaban...

F- Ellos estaban en la habitación conmigo.

Bert- Y conmigo. -El ultimo que faltaba había despertado también- Es imposible dormir si no paráis de moveros y de gritar. -Se quejó. Fue a sentarse en el sitio libre en el sillón y el dolor de su trasero le hizo ver las estrellas- Mierda. Estas son las consecuencias de una noche loca.

Los otros tres que sabían a qué se refería se echaron a reír y Mikey se mostró más confuso aún.

Mikey- Entonces vosotros cuatro... -Hizo gestos con las manos y les miró uno por uno como asentían con la cabeza- Madre mía, no me lo puedo creer. No he conocido a personas más viciosas que vosotros.

Y con eso solo consiguió que volvieran a reír.

...


Las semanas siguientes a la fiesta Gerard y Frank los dedicaron a la mudanza para así instalarse definitivamente en su nuevo apartamento.

El pelirrojo ya tenía la mayoría de sus cosas allí, así que compraron los muebles y recogieron las de Frank.

Esa tarde se encontraban en el cuarto del menor de su antigua casa metiendo en cajas lo poco que les quedaba ya para terminar la mudanza.

Frank guardaba sus discos en una caja con cuidado de que ni se rompiesen ni se rayasen y Gerard miraba debajo de la cama por si se les había pasado algo.

Y sí que se dejaban algo; Una gran caja negra estaba allí escondida.

Metió medio cuerpo bajo la cama para alcanzarla y tiró de ella hacia afuera, colocándola sobre la cama. Se sentó al lado e intentó abrirla, pero tenía varios candados.

G- Ey, Frankie. ¿Qué es esto?

Frank dejó los discos a un lado para ver a qué se refería y sonrió de lado al descubrir la caja.

F- ¿Por qué no lo averiguas tú mismo? -Rebuscó en una cajón, sacó unas llaves y se las tiró. Gerard las cogió al vuelo y fue probando llave a llave hasta que consiguió abrir todos los candados.

Al abrir la caja sus ojos se quedaron como platos y la boca abierta.

G- No lo puedo creer... -Murmuró. Y cuando se repuso de la sorpresa preguntó, en tono divertido- ¿Has usado todo esto?

F- Pues claro. Todas y cada una de esas cosas.

G- ¿Y se puede saber por qué nunca me dijiste que tenías un arsenal de juguetitos sexuales como éste?

F- Creo que te lo comenté una vez... Cuando te enseñé una de mis películas porno caseras. Pero no te lo llegué a enseñar. -Explicó encogiéndose de hombros.

Gerard seguía cotilleando dentro de la caja, pensando ideas para utilizar todas esas cosas: Aceite para masaje, lubricantes y preservativos, todo de sabores, anillas retardantes, un dildo, un plug, esposas... Todo un sex shop en una caja, vamos.

G- ¿Para qué sirve esto? -Preguntó señalando un pequeño control remoto.

F- Mira, coge esta anilla. -Gerard sujetó lo que le daba en la mano y cuando Frank apretó un botón del mando, la anilla empezó a vibrar- Tiene varias velocidades. La puedes llevar puesta y que otra persona la controle como quiera. -Le contó con voz provocativa.

G- ¿Cuándo vamos a probar todo esto? -Gerard había cogido a Frank de la cintura y le había tirado sobre él en la cama para después besarle el cuello.

La respiración de Frank se agitó al sentir la lengua del pelirrojo contra su piel y las manos apretándole el culo para pegarle más a él.

F- Cuando acabemos la mudanza. -Un sonido lastimero escapó de la garganta de Gerard, pero no se movieron, sino que se besaron como si quisiesen sacarse el alma por la boca, moviendo sinuosamente las caderas para rozarse.

Y cuando mejor se estaba poniendo la cosa, la puerta se abrió y Linda apareció por ella.

Linda- Chicos ya está... Oh, perdón, lo siento. -Se disculpó, avergonzada al verles- Creo que estoy teniendo un deja vù. En fin, sólo venía a deciros que el coche está listo, todas las cajas están dentro ya. -Y salió, cerrando la puerta tras ella.

G- No me lo puedo creer. ¿Por qué tu madre siempre nos pilla en alguna situación comprometida? -Preguntó riendo y sentándose en la cama, aún con Frank sobre sus piernas.

F- Creo que tiene una especie de radar o algo así... ¿Nos vamos? -Se puso de pie, cogiendo la caja de los discos mientras Gerard cogía la recién descubierta y continuaron con la mudanza.

G- Espero que terminemos pronto con esto para que podamos usar todas esas cosas. -Resopló antes de salir.

...


G- Oye, Frank.

Gerard salía del dormitorio, recién levantado. El pelo rojo cayendo despeinado sobre sus ojos, el torso al aire y solo un boxer cubriendo su cuerpo.

Frank ya llevaba un rato despierto y preparaba el desayuno en la cocina. En su caso, vestido únicamente con un pantalón de pijama que le quedaba grande y dejaba ver los huesos de su cadera y la línea de vello que bajaba desde su ombligo y se perdía bajo la tela.

Al escuchar que le llamaba se giró y no pudo evitar sonreír al recorrerle de arriba a bajo con la mirada.

F- ¿Estás contento o es que te alegras de verme? -Preguntó con la vista fija en el más que marcado bulto dentro de su ropa interior. Sin darse cuenta se estaba relamiendo los labios.

Gerard sonrió interiormente. Ese último gesto no se le había pasado por alto, lo que le convencía de que su propósito no iba a ser rechazado.

G- Las dos cosas. Dime, ¿qué día es hoy? -Preguntó fingiendo desinterés.

F- Sábado. ¿Por qué? -El pelirrojo se encogió de hombros.

G- ¿Y qué hora es? -Extrañado por tanta pregunta sin sentido, el menor arrugó la frente y miró su reloj.

F- Las 10:20 de la mañana.

G- Muy bien. Pues recuérdalo porque desde este mismo momento hasta mañana domingo a las 10:20 de la mañana, serás mi esclavo. ¿No creerías que se me iba a olvidar? -Frank ronroneó ante el cambio de tono del pelirrojo y sonrió de medio lado.

F- Está bien... AMO. -Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Gerard ante ese apelativo- ¿Qué desea que haga? -Gerard se recompuso como pudo y, con voz firme dijo:

G- Te quiero desnudo y de rodillas comiéndome la polla. Mira cómo estoy por tu culpa. Te metes en mis sueños y me despierto más duro que una piedra.

Frank no dijo nada más. Sólo sonrió con picardía y empezó a quitarse el pantalón. Serían unas 24 horas muy interesantes.

Y eso era justamente lo que pensaba Gerard al ver cómo Frank se arrodillaba frente a él sin dejar de mirarle a los ojos y le bajaba el boxer lo justo para dejar libre su erección.

Tener 24 horas a Frank Iero a su entera disposición era un regalo que no iba a desperdiciar. Recién empezaba el día y ya tenía la cabeza llena de ideas para disfrutar hasta el último segundo.

Además, por fin habían terminado con el traslado al nuevo apartamento y podrían utilizar todos los juguetitos de esa caja tan especial.



[El resto de capítulo queda CENSURADO]




Continuará...

sábado, 28 de enero de 2012

Cap. 50 "Obsesionados con el sexo"

Advertencias: Lo de siempre y más.

CAPÍTULO 50:



-¡¡BIENVENIDO!!

Era de noche y acababa de poner un pie dentro de su nuevo departamento, después de pasar la tarde con sus padres, cuando un montón de gente apareció de detrás de las puertas y los pocos muebles que había, gritando.

Gerard se había quedado detrás riendo al ver que se había asustado. Llevaban varios días planeando darle una fiesta sorpresa para celebrar el éxito de su rehabilitación y allí estaban todos. No había faltado nadie.

Se acercó por detrás a su novio y le abrazó por la cintura, dándole un suave beso sobre el escorpión del cuello. Pero cuando sus amigos comenzaron a acercarse para saludar y abrazar a Frank, le soltó y se adentró en la casa a por algo de beber para los dos. Algo sin alcohol, por supuesto.

Mikey, Ray, Bill y Shannon fueron los primeros en apretujarle en abrazos.

Mikey- Cuñado, cuánto me alegro de verte por fin.

Ray- ¡Enano! ¿Qué pasa, tan famoso te has vuelto que te has olvidado de tus viejos amigos?

F- Por supuesto que no. Mira que lo he intentado, pero olvidarme de vosotros es imposible. -Bromeó en tono resignado.

Bill- ¿Qué sería de ti sin nosotros?

Pete- Sí, alguien tiene que bajarte de las nubes para que no te creas especial.

Hasta ese momento Pete no había dado señales de estar en el apartamento y Frank deseaba verlo. Era al que más echaba de menos después de tanto tiempo. Él fue quien más ayudó a Frank cuando Gerard se fue y el que le apoyó mientras la banda intentaba hacerse un hueco en el panorama musical. Le había ayudado en todo, siempre, sin excepción.

Por todo eso, en cuando le vio corrió a abrazarle con todas sus fuerzas. Pete hizo lo mismo, sonriendo y jugando con la corta melena de Frank.

F- Pete. No sabes cuánto te he extrañado. Te he necesitado mucho.

Pete- Aquí me tienes otra vez para lo que quieras. Yo también te he echado de menos.

Los dos chicos se alejaron con grandes sonrisas y la promesa muda de tener una larga charla otro día.

F- Oye, Shannon. ¿Y tu hermano?

Shannon- Bueno, él no ha querido venir... Con todo lo que pasó entre vosotros y eso. Se siente muy culpable todavía.

G- No es para menos. -Gruñó cuando volvió junto a su novio con la bebida. Le tendió su lata de refresco y bebió de la propia.

F- Gerard, no seas así. Él no tiene la culpa de nada. Yo soy quien tomó pésimas decisiones. Hablaré con él. -Le dijo a Shannon. Y Gerard gruñó de nuevo pero sonrió al ver a alguien.

G- Creo que te reclaman. -Le susurró a Frank, señalando con el dedo.

En un rincón más apartado estaban nada más y nada menos que James y Jamia sonriéndole.

Frank fue hacia allí, saludó a la chica con un beso en la mejilla y una caricia en el vientre y se volvió hacia el otro, sin saber qué hacer ni cómo saludarle. Hasta que James rompió la tensión y le abrazó.

James- Frank. ¿Cómo estás?

F- Muy bien ahora. -Respondió cuando se soltaron- Oye, James, siento todo lo que-

James- Chssst. Ya te disculpaste, ¿recuerdas? Todo está olvidado. -Le cortó con una sonrisa sincera- Además, ¡estamos aquí para celebrar y divertirnos! Ey, Gee. ¿Qué tal, hermoso? -El carraspeo de Frank le causó gracia- Perdón, es verdad. Ahora es todo tuyo.

F- Exacto. Es sólo mío, y que no se te olvide, Dewees.

G- No le hagas caso, Reggie. ¿Cómo te va todo?

Frank rodó los ojos y volvió con Jamia para preguntarle qué tal iba todo el asunto del embarazo.

Jamia- Bueno, yo me voy ya. No creo que este ambiente sea bueno para el bebé. Sólo he venido a verte.

F- Muy bien. Gracias por venir. -La acompañó a la puerta- Recuerda llamarme cuando tengas la próxima ecografía, que quiero ir contigo.

Jamia- Claro. Nos vemos.

F- Cuídate. -Otro beso en la mejilla y la chica se perdía por el pasillo camino al ascensor.

-Vaya barrigón que tiene ¿eh? -Una voz habló a su espalda mientras miraba a Jamia subir al ascensor. Al reconocerla se giró sobre sus talones con una ceja levantada.

F- ¿Qué haces tú aquí?

-Oh. -Hizo aspavientos con los brazos con tono dolido- Esta mañana todo eran palabras bonitas y ahora me tratas así.

F- Estúpido. Sabes que me alegro de que estés aquí.

-Lo sé. Nadie puede vivir sin mí.

F- Ag, Bert. Eres tan egocéntrico a veces. -Le dio un golpe en el estómago y el mayor se rió- ¿Vienes solo?

Bert- No, ahí está Quinn. -Señaló al rubio en la distancia, que estaba hablando con Mikey.

F- Dile que ni lo intente. Mikey es totalmente hetero. -Bromeó- Oye, ¿qué estás bebiendo? -Le cuestionó al ver que tenía un vaso de plástico en la mano.

Bert- Tranquilo, enano. Sólo es un Red Bull. ¿Crees que he pasado 6 meses en esa cárcel para echarlo a perder en unas horas? Además, tu novio lo tiene todo controlado. Ha prohibido la entrada de alcohol y otras sustancias ilegales. Menos mal que al menos nos deja fumar.

F- Es que mi novio es el mejor y cuida de mi.

G- Claro, debo cuidar a mi princesa. -Le sorprendió por detrás, abrazándole por la cintura de nuevo y mordiendo su oreja.

Bert- Creo que se está calentando el ambiente. -Comentó cuando los dos chicos se enredaron en un beso tan desesperado que parecía que querían comerse el uno al otro- Me voy a buscar a Quinn, a ver si me presenta alguna presa.

Cuando dijo eso, Gerard le miró y le guiñó un ojo. Bert entendió el mensaje enseguida.

Y la noche continuó.

La música ambientaba la casa. La gente bailaba y se divertía. Era más como una fiesta privada, sólo los amigos más cercanos y sólo un par de chicas, la novia de Ray y la de Shannon. Pero aún así se lo estaban pasando como unos niños en una piscina de bolas.

De repente Frank se encontró aprisionado entre una pared y el cuerpo de Gerard, quien le besaba y lamía el cuello con ganas.

F- Mm, Gee, ¿qué haces? -Suspiró.

G- No aguanto más. Llevas toda la noche volviéndome loco con tus artes de seducción. -Le susurró al oído.

F- Yo no estaba seduciendo a nadie. -Rectificó riendo.

G- Lo que pasa es que no te das cuenta, pero todo lo que haces es jodidamente sensual. Cómo caminas, tu forma de bailar, esa costumbre de pasarte una mano por el cuello y de morderte el labio cuando algo te avergüenza pero también te hace gracia... Dios, eres tan sexy. -Mientras decía todo eso había empezado a frotarse contra su cadera, dejando que el menor notase su polla más que dura.

F- Vamos a la habitación.

No le hizo falta repetirlo. Gerard sonrió de lado y, cogiéndole de la muñeca, le arrastró hasta el único cuarto amueblado: Su habitación.

Nada más entrar Frank cerró la puerta. Miró a Gerard como si fuese un león acechando a su presa y caminó hacia él, con un brillo salvaje en sus ojos. Le tiró sobre la cama y se sentó a horcajadas sobre él para besarle.

Las manos del pelirrojo se pasearon por ese cuerpo que era su perdición, terminando sobre su culo para manosearlo a su antojo.

Frank estaba fuera de sí. Necesitaba sentir a Gerard y toda esa ropa no hacía más que estorbar, así que le sacó la camiseta y el pantalón para después quitarse también los suyos.

El primer roce de las pieles de sus pechos les hizo jadear. Todo lo que no fuese esa habitación había dejado de existir. Incluso la música que antes parecía demasiado alta ahora no era más que un murmullo.

Pero sí se dieron cuenta del momento en el que la puerta se abría y la luz inundaba unos segundos el cuarto.

Frank giró la cabeza para ver quién osaba distraerles y se quedó a cuadros cuando le vio. Bert jodido McCracken estaba parado frente a la cama con una estúpida sonrisa.

F- Lárgate. Estamos ocupados.

G- Tranquilo, mi amor. Le he invitado yo.

F- ¿Qué?

Bert- ¿Aún no has conseguido convencerle? Pensé que tenías más poder de persuasión con él, pelirrojo.

F- Pero qué... Oh, no. ¿Aún seguís con lo del trío?

G- Cielo, tú mismo dijiste que sería excitante. -Le dijo mientras tocaba su polla sobre el boxer, haciéndole entrecerrar los ojos.

F- Joder, siempre me pedís cosas cuando no puedo pensar. -Se quejó, dejando que las caricias de Gerard le terminasen de convencer- Vale, pero con una condición. -Añadió mirando a Bert directamente- Nosotros mandamos. Harás todo lo que digamos.

Bert- Acepto. -Dijo rápidamente, arrancándose la ropa hasta quedar igual que ellos.

F- Ven aquí, anda. Hasta que no te has salido con la tuya no has parado.

Bert se encogió se hombros y fue con ellos, poniéndose a su lado de rodillas sobre la cama.

G- Vamos, Bert. Bésale. Sé que te mueres de ganas.

Y así lo hizo.

Poniendo una mano sobre su nuca tiró de Frank hacia él y juntó sus bocas, besándole primero despacio, rozando sus labios con la lengua, para profundizarlo después y gemir dentro del beso.

Aún no podía creerse del todo lo que estaba pasando pero tenía claro que lo iba a disfrutar.

Mientras besaba a Frank sintió como una mano se paseaba por su pecho, rodeando su obligo con un dedo de forma incitante para después moverse hasta sus pezones y pellizcarlos levemente, haciéndole morder el labio del menor.

Gerard, aún bajo Frank, siguió acariciando a Bert. Se incorporó un poco y llevó su mano hasta la cinturilla del boxer del de pelo largo. Rozó bajo ella con las yemas de sus dedos y fue bajándolos poco a poco, primero de un lado y luego del otro, hasta dejar libre su erección.

Mientras tanto, Bert se había puesto manos a la obra también y acariciaba el paquete de Frank por encima del boxer, abandonando su boca para lamer su cuello. Y allí volvió a morderle cuando Gerard apretó su polla con una mano.

La música de fuera quedó tapada por respiraciones agitadas y gemidos.

Frank se levantó de sobre Gerard y se sacó la última prenda que le quedaba bajo la atenta mirada de los otros dos. Con un gesto de cabeza le indicó a Bert que hiciese lo mismo para luego quitárselos él mismo a su novio.

Cuando por fin estaban los tres sin ropa estorbando por el medio, Frank se inclinó sobre el pelirrojo y le besó el cuello y después el pecho, lamiendo sus pezones. A la vez extendió una mano hacia Bert y, sin decir nada, le indicó que hiciese lo mismo.

Uno por cada lado besaban cada porción de piel que podían, bajando poco a poco, hasta llegar a su polla, a la que dedicaron todas sus atenciones, chupando, succionando y acariciando hasta dejar al pelirrojo al borde del orgasmo, momento en el que se detuvieron. Y entonces fue el turno de que Bert besase a Gerard tal como había hecho con Frank momentos antes y éste paseaba sus manos libremente por sus cuerpos.

Cuando cortaron el beso, el pelirrojo se arrodilló junto a su novio.

G- Túmbate, Bert. Boca arriba. - Le ordenó y, por supuesto, obedeció.

Una vez colocado, Gerard se sentó a horcajadas sobre su pierna derecha y Frank sobre la izquierda para frotarse contra él, gimiendo con voz ronca.

Bert sentía contra sus muslos dos erecciones tan duras como el hierro y no podía evitar jadear. Y los jadeos se convirtieron en un grito cuando notó dos dedos presionando sobre su entrada. Un dedo de Frank y otro de Gerard, que le penetraron a la vez y no le dieron tiempo ni de acostumbrarse cuando ya estaban moviéndose para dilatarlo.

A la vez se inclinaron sobre él para llegar a su boca.

Tres bocas uniéndose, tres lenguas luchando y muchos dientes chochando. Todo era jodidamente caliente y el estado de todos ellos lo demostraba.

G- Bien, Berti. Yo voy a ser el primero. -Le dijo cuando el aire empezó a escasear para ellos.

Entonces Frank se quitó de en medio, situándose tras la cabeza de Bert, observando cómo el pelirrojo doblaba las piernas de éste y guiaba su polla con una mano hasta meter la punta, entrecerrando los ojos por la sensación.

G- Mierda, pareces virgen, tío. Estás tan estrecho... -Murmuró hundiéndose más y mordiéndose el labio para no correrse antes de tiempo.

El aludido sonrió y suspiró cuando Gerard llegó hasta el fondo. Y cuando éste empezó a moverse, pareció que se habían olvidado de que había alguien más con ellos, así que Frank se encargó de recordárselo.

Desde su sitió, llevó una mano hasta su polla y se acercó a la cara de Bert, golpeándole la mejilla con ella varias veces y pasándola por sus labios.

F- Vamos, nene. Abre esa boquita que tienes y cómemela.

Fue abrir la boca y sentir la polla de Frank entrar casi hasta su garganta y volver a salir.

F- Mmm joder, sí. -Gimió, repitiendo el movimiento.

Y fue en ese momento, mientras Bert era follado por el culo y por la boca, cuando la puerta se volvió a abrir, solo que esta vez ninguno se dio cuenta hasta que oyeron a alguien hablar.

-Pero que cabrón.

Quinn estaba en la puerta, alucinando con la escena que veía sobre la cama, cuyos protagonistas no había dejado de moverse en ningún momento.

Quinn- Que puta suerte tienes, mamonazo.

F- Qué, ¿tú -ahhh- también quieres? -Quinn no respondió, pero su mirada y su respiración contestaron por él- Pasa y cierra el pestillo. Estoy hasta la polla de interrupciones. -Cuando pronunció esa parte de su anatomía, Bert le dio un leve mordisco y soltó una risita ante su queja.

El rubio, como había hecho Bert, ni se negó, ni perdió el tiempo. Cerró y se acercó casi corriendo hasta la cama.

G- Tu amigo Bert te va a decir nuestra única regla. -Jadeó sin dejar lo que estaba haciendo.

Frank sacó su polla de la boca que ocupaba para dejarle hablar.

Bert- Ellos son los que mandan. Deberás hacer todo lo que dicen. -Y la polla volvió a su boca antes de que volviese a cerrarla.

Quinn- De acuerdo.

G- Pues desnúdate rápido y ven a chupársela a tu amigo. -Otro que obedecía sin rechistar- Bien. Pero colócate encima de él con las piernas a sus lados.

El rubio se puso como le decían, en la típica posición de 69, y empezó con su trabajo.

Frank no podía dejar de mirar ese culo duro que había quedado frente a su cara. Podía ver su entrada totalmente expuesta, la cual parecía que le llamaba.

Tuvo que dejar la mente en blanco para no terminar aún. Sin embargo no pudo evitar llevar sus manos hasta él y amasarlo y manosearlo todo lo que quiso.

Dejó una mano sobre sus nalgas, golpeándolas de vez en cuando, y la otra la llevó hasta su polla para terminar de endurecerla. Cuando la sintió dura e hinchada, sacó su propia polla de la servicial boca de Bert y en su lugar metió la de Quinn, que se estremeció y murmuró algo inteligible.

Gerard, adivinando lo que pretendía su novio, disminuyó la velocidad de sus estocadas hasta quedarse casi parado, observando cómo Frank se lamía un par de dedos, le guiñaba un ojo y los introducía en Quinn, quien se quejó un poco por la inesperada invasión.

Al sentirle listo para recibirle, se lubricó un poco con saliva y me metió en él con un golpe seco. Se quedó quieto un momento, acoplándose, y empezó a moverse.

Gerard y Frank se movían al compás, sin dejar de mirarse fijamente, con una sonrisa lasciva en la cara, mientras Bert y Quinn se comían uno al otro, perdiendo la concentración cuando llegaban a sus próstatas y temblando de arriba a abajo.

Bert- Oh, sí. Vamos, pelirrojo, ahí. Más fuerta. Ahhh.

F- Puto Bert. No he vista a n-nadie más vicioso que tú.

G- Rubito, baja un poco tu boca y lame sus huevos. Sí, así. Y ahora baja un poco más y lame donde mi polla desaparece en su culo. Joderjoderjoder.

Y eso fue suficiente para Bert. Sentir a Gerard llenándole por un lado y a Quinn por otro y encima que éste último le chupase ahí, le hizo correrse más fuerte que nunca, manchando su vientre y el pecho del rubio.

Al terminar, un gemido gutural escapó de su garganta, enviando vibraciones a la polla de Quinn, que no pudo evitar correrse también, mandando varios chorros de su leche hasta el fondo de la garganta del moreno.

F- Dios, no puedo m-más.

G- Solo un momento. -Jadeó.

Los cuerpos bajo ellos se habían convertido en una masa de carne y huesos que apenas podían moverse de lo cansados que estaban.

De repente, Frank salió de esa estrecha calidez que le estaba volviendo loco y Gerard le imitó.

F- Los dos. Boca arriba. YA.

Sintiendo sus cuerpos como si fuesen plomo, consiguieron ponerse como les decía y entonces los otros dos se situaron sobre el contrario al que se habían follado, masturbándose frente a ellos, que esperaban su premio con la boca abierta.

Por fin se corrieron también, Gerard sobre Quinn y Frank sobre Bert, echando más semen en sus caras que en sus bocas. Se inclinaron un poco para limpiarles con la lengua y besarles, pasándoles los restos.

Agotados, se dejaron caer sobre la cama también, quedando entre los dos invitados.

F- Espero que estés contento. -Murmuró, dirigiéndose a Bert.

Bert- No sabes cuanto. Sois alucinantes... Deberíamos repetir.

Quinn- Sí, por favor.

G- No os paséis. Esto ha sido una excepción. No pienso compartir a Frank nunca más.

Bert- Oh, que aguafiestas eres. -Su voz se iba apagando según el sueño se hacía más fuerte.

Frank se acurrucó en los brazos de Gerard y le dio un suave beso antes de que los dos quedasen dormidos. Quinn se acomodó a la espalda del pelirrojo, pasando un brazo por su cintura, y Bert detrás de Frank, enredando sus piernas.

Y así permanecieron hasta la mañana siguiente, aprovechando al máximo el momento.




Continuará...

jueves, 26 de enero de 2012

Cap. 49 "Obsesionados con el sexo"

F- No me puedo creer que ya no vaya a verte todos los días, Berti.

Bert- No pienses en eso, enano. Piensa que en unas horas seremos libres por fin. Nos vamos de este sitio.

Los dos chicos estaban recostados en la cama del mayor, éste apoyado en la pared, abrazando a Frank por la cintura, que estaba delante y pegaba su espalda al pecho de Bert.

Tanto tiempo juntos los convirtió en muy buenos amigos.

F- Es que llevo 6 meses viviendo contigo. Te voy a echar tanto de menos... Aunque seas un jodido acosador. -Bromeó.

Bert- ¡Oye, yo no te acoso! -Reclamó con fingida indignación.

F- ¡Claro que sí! Al principio no parabas de decirme guarrerías y de tenderme emboscadas para que me acostase contigo.

Bert- Tampoco era para tanto... Tonterías.

F- Te metiste en mi cama.

Bert- Me equivoqué, pensé que era la mía.

F- ¡Estabas desnudo y empalmado! Te restregaste contra mí y tuve que tirarte al suelo.

Bert- Ups. Pero fue solo una vez.

F- Te colaste en la ducha cuando yo la estaba usando. -Contraatacó con el ceño fruncido.

Bert- No pude resistirme. Imaginarte dentro, desnudo, con todos esos tatuajes cubriendo tu piel y el agua acariciándote... -Explicó, apretando el abrazo.

F- Maldito seas, ¡te estás poniendo duro! -Saltó y se puso de pie, deshaciéndose del abrazo- La primera vez que compartimos un momento tan bonito tienes que estropearlo, Robert.

Su reclamo estaba teñido de cierto tono de diversión. Su amigo nunca cambiaría y eso, aunque no lo admitiría delante del susodicho, le gustaba.

Bert- Oh, venga. Ya que no aceptáis mi propuesta del trío por lo menos hazme una mamadita o algo. -Pidió como si fuese lo más normal del mundo.

F- Eres un cerdo. -Fue su respuesta, cruzándose de brazos y meneando la cabeza con incredulidad.

Bert- ¿Una paja?

F- No.

Bert- ¡Pues déjame restregarme contra ti al menos! Contra tu pierna.

F- ¿Qué eres, un perro? He dicho no y es no. Lárgate al baño y soluciona eso antes de volver aquí.

Bert- Uf, que aguafiestas. Pues si no quieres ayudarme al menos permíteme masturbarme cómodamente en mi cama, no me hagas ir al baño. -Rogó con ojos de perro abandonado. Frank lo pensó un momento. Él también prefería hacerse las pajas en la cama.

F- Está bien. Pero solo porque es el último día.

Bert- Claro. Por eso y porque tú también estás duro, cabrón.

Frank soltó esa risita de niño tan propia de él y se metió bajo las sábanas de su cama mientras Bert se acomodaba en la suya.

Una vez cubierto se quitó el pantalón del pijama y se bajó el boxer lo justo para poder acariciarse a gusto. Bert en su sitio ya había empezado su trabajo.

La frase "A tu salud, Frankie" fue lo último coherente que se escuchó en un buen rato en la habitación. Después todo fueron gemidos, jadeos y palabrotas.

Bert- Mm, sí. Qué bueno, joder. -Bert estaba a punto de correrse pero necesitaba algo que le ayudase a terminar- Ey, Frank.

F- Hmh. ¿Qué q-quieres ahora?

Bert- Estoy a punto de -ahh- correrme, pero no llego. ¿Podrías hacerme un favor?

F- ¡No te voy a hacer nada!

Bert- No tienes que hacer nada, solo... Déjame verte. -Frank paró sus movimientos; una mano en la base de su polla y la otra acunando sus huevos.

F- ¿Qué?

Bert- Déjame ver como te tocas. -Repitió- Venga, es por una buena causa.

Frank gruñó- Dios, te odio. Está bien. Te aprovechas de que en este estado casi no puedo pensar.

Bert sonrió triunfal y se sentó de frente a la cama del menor con las piernas abiertas. Frank simplemente se destapó dejándose ver por los viciosos ojos de su amigo. En cualquier otro momento le habría dado vergüenza, pero estando tan excitado le daba todo igual.

Sin que nadie dijese más, Frank siguió con el trabajo que tenía entre manos. Se lamió la mano derecha y la pasó por el glande antes de apretar el puño en la base y moverla de arriba a abajo y la otra la volvió a llevar a sus huevos para acariciarlos.

Bert también siguió con lo suyo, pero sin despegar la vista de las manos de Frank y de vez en cuando de su cara, observando sus muecas de placer.

Y finalmente logró correrse, justo cuando vio que Frank se derramaba en su mano.

Bert- Dios, eso ha sido bestial.

F- YO soy bestial.

Bert- Tampoco te creas tanto, enano. -Con desgana se levantó para coger unas toallitas húmedas de la mesilla de noche. Se limpió y se las pasó a Frank para que hiciese lo mismo.

Bert se tumbó de nuevo en su cama, sobre las ropas de la cama, y se quedó mirando el techo con los brazos bajo la cabeza mientras Frank se arreglaba.

Bert- Aún no me hago a la idea de que sea nuestra última noche aquí.

F- Yo tampoco. Me muero de ganas por salir de aquí y poder irme a vivir con Gerard pero... Enserio, te echaré de menos.

Bert- Yo también a ti. Oye Frank. -Le llamó cuando éste de iba a meter bajo sus sábanas dispuesto a dormir las últimas horas que le quedaban allí- ¿Puedes dormir conmigo?

F- No empieces otra vez. ¿No has tenido suficiente o qué? -Bert se rió ante ese tono cansado.

Bert- Solo quiero dormir. Estoy cansado y quiero pasar contigo mis últimas horas aquí.

F- Oh, qué tierno eres cuando quieres. -Aceptó levantándose- Pero como intentes cualquier cosa, te patearé el culo. -Le amenazó cuando se metía junto a él en la cama.

Bert- No te preocupes. -Se acomodó junto a él y le pasó un brazo por el estómago- Buenas noches, Frankie. -Susurró medio adormilado.

F- Buenas noches, Bert. -Le apartó un mechón de la cara y se fue quedando dormido.

...

Pocas horas después, los dos chicos salían de su última reunión de grupo en el centro mientras Gerard y Quinn les esperaban en el aparcamiento para irse de allí.

Antes de salir, pasaron por el despacho de Phoebe para despedirse de ella.

Phoebe- Chicos, me alegro mucho de que os haya ido bien aquí. Y sabéis que os he cogido mucho cariño estos 6 meses, pero, de verdad, no quiero tener que volver a veros aquí. -Les dijo con cariño.

F- Muchas gracias por todo, Phoebe. La próxima vez que nos veamos será fuera de aquí, cuando te invite a comer. -Y la abrazó para que después Bert hiciese lo mismo.

Bert- Gracias. Yo también querré verte fuera de aquí.

Tras unos abrazos más, por fin salieron del edificio para encontrarse con los otros dos fuera.

Frank no pudo evitarlo y al ver a Gerard echó a correr hacia él y le saltó encima, ignorando las risas de Bert que había saludado a Quinn con un roce de labios.

G- ¿Estás feliz?

F- No sabes cuanto. Por fin me largo de aquí y voy a vivir contigo. ¿Cómo no iba a estarlo? -Gerard solo le besó, dejándole en el suelo. Frank fue hacia Bert y le abrazó por detrás.

F- Adiós, Berti.

Bert- Adiós, enano. Y no te preocupes tanto, que nos veremos pronto.

F- Más te vale. -Dijo mientras recibía un beso en la mejilla por parte de Bert- Adiós, Quinn.

Frank volvió con Gerard, que estaba metiendo sus cosas en el coche y se sentó en el lugar del copiloto.

G- Ahora mismo vuelvo.

Frank asintió con la cabeza sin saber dónde iba. Le vio que se acercaba al coche de Bert y éste, desde dentro, abría la ventanilla para escuchar lo que le decía el pelirrojo. Sonrieron y Gerard regresó a su coche, sentándose al volante.

F- ¿A qué has ido? -Gerard se encogió de hombros.

G- A despedirme. -Aunque no le creyó, se olvidó de lo que pensaba cuando Gerard volvió a hablar- Bueno, ¿estás listo para ir a casa?

Frank inhaló aire con fuerza y sonrió- Totalmente. Vamos.

...


Mientras, en el otro coche....

Quinn- ¿Qué te ha dicho el pelirrojo?

Bert- Que ya tenemos plan para esta noche, rubito. Y que probablemente mi deseo también se cumplirá hoy.





Continuará...

Cap. 48 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 48:


F- En serio, ¿por qué estás aquí hoy? -Preguntó de nuevo cuando se separaron, pero dándole pequeños beses entre las palabras.

G- Pedí permiso para venir hoy. Y, además de eso, Phoebe me ha dicho que vas tan bien que puedes salir hoy de aquí, siempre que te cuide y te traiga de vuelta. -Frank dio un saltito en la cama, emocionado por salir del centro aunque fuesen unas horas, y quedó sentado sobre Gerard, apoyado en sus brazos y pegando su cuerpo a él. Gerard sonrió grande- Veo que te hace ilusión. Nos duchamos y nos vamos.

F- ¿Dónde iremos?

G- Eso es sorpresa.

Una hora después, la pareja ya iba en el coche rumbo a un destino desconocido para Frank.

Antes de irse habían pasado a ver a Phoebe otra vez para que le diese su último vistazo a Frank y algunas indicaciones y sin perder más tiempo, se fueron.

El camino estuvo lleno de charlas y risas, disfrutando al fin de un tiempo solo para ellos, sin las prisas de los días de visita.

F- Venga, Gee, dime dónde vamos. -Pidió por enésima vez esas mañana, haciendo un puchero con sus labios intentando darle pena.

G- No seas pesado, enano, que no te lo voy a decir. Ya lo verás. -Sonrió cuando le escuchó gruñir y se giró hacia la ventana con los brazos sobre el pecho- Vamos, precioso, no te enfades. Seguro que te gusta. -Le dijo poniendo su mano derecha sobre su muslo.

Frank solo le miró, le sacó la lengua y rió, sacando un nuevo tema de conversación.

...


Casi una hora pasó y Frank lo único que veía por la ventanilla del coche eran árboles y más árboles. Nada en el paisaje había cambiado desde que salieron del centro de rehabilitación.

En algún momento del camino, Gerard cogió un desvío por un camino de tierra que se internaba en el bosque.

Frank tuvo el impulso de preguntar de nuevo dónde iban pero, sabiendo que no le iba a decir nada, decidió mantenerse callado.

Finalmente los árboles fueron disminuyendo y llegaron a un gran claro donde daba el sol de lleno.

Tan ensimismado estaba el moreno mirando a su alrededor que ni cuenta se dio de que el coche estaba parado.

G- ¿Te gusta? -Preguntó, haciéndole recordar que no estaba solo.

F- Es hermoso.

G- Pues aún no has visto nada. -Y sonriendo bajó del coche y lo rodeó hasta llegar a la puerta de Frank y abrírsela, tendiéndole una mano- Baja, princesa.

Ya acostumbrado al nombre no dijo nada al respecto, solo bajó del coche y dejó que sus sentidos se llenasen del olor de los árboles y la hierba, sintiendo el viento en su rostro.

Gerard le guió por el lugar, llevándole de la mano. Estaba feliz de que le gustase tanto ese lugar.

Era una reserva poco conocida a la que su padre solía llevarle a él y a su hermano cuando eran unos enanos, antes del divorcio de sus padres. Allí corrían y jugaban, pescaban y veían el atardecer antes de volver a casa y cenar algo especial, obra de su madre. Pensó que a Frank podría gustarle el sitio tanto como a él y acertó.

Bordeando el bosque desde donde estaba estacionado el coche se llegaba a un pequeño lago que reflejaba el sol y se movía gracias al viento. Y, más alante del lago se encontraba un acantilado bastante escarpado, vallado con una barandilla de madera.

Allí se quedaron un rato mirando el horizonte, donde parecía distinguirse la ciudad llena de ruidos y delincuencia, al contrario que ese bello paraje donde estaban.

F- Gerard, es precioso. Gracias por traerme aquí, me encanta. -Se giró y se quedó mirando al otro, con los ojos brillantes.

G- Molto bello, ma nulla al mondo è più bello di te. -Susurró junto a su oído, justo antes de besarlo con todo su amor flor de piel.

Abrazados siguieron observando todo hasta que, después de mirar el reloj y ver que eran cerca de las 2 de la tarde, Gerard rompió el agradable silencio.

G- Creo que es hora de comer. Espérame un segundo.

Gerard se alejó dejándole solo y poco después regresaba con una cesta en la mano y una manta colgada del brazo.

F- ¿Has preparado un picnic? -Preguntó divertido- Tío, eres taaan gay.

G- ¡Oye!

F- Es broma, no te enfades. Venga, te ayudo. -Y le cogió la manta para tenderla en el suelo frente al acantilado.

Se acomodaron encima de ella y Gerard fue sacando la comida que la buena de Donna había preparado para ellos.

Sin prisas comieron hasta quedar saciados, intercalando bocados y muchos besos.

Cuando ya no podían más, recogieron los restos y los guardaron en la cesta para poder tumbarse bien abrazados y mirar el cielo, jugando a encontrar forma a las nubes como dos niños.

F- Gerard... Gracias.

G- ¿Por qué? -Le preguntó colocándose de lado para verle.

F- Por este día. Hace mucho que no tenía un día así, es increíble. Gracias por todo en realidad.

G- Ohh, Frankie. No tienes que agradecerme nada. -Negó, dejándole un pequeño beso en la frente- Te lo mereces todo.

F- Pero es tu cumpleaños y no te he regalado nada. Y tú a mí sí. Me has traído aquí y...

G- Mi regalo es pasar el día contigo, mi amor. -Volvió a colocarse cara al cielo, con un brazo bajo su cabeza y el otro bajo la de Frank, cogiendo su mano al otro lado- ¿Estás cansado?

F- No, estoy perfecto.

G- Genial, porque el día no acaba aún. -Informó, viendo el tono rojizo que empezaba a cubrir el cielo- Arriba. -Le ayudó a levantarse y recogió la manta y la cesta.

F- Jo, ¿ya nos vamos? Yo quiero quedarme en este sitio para siempre. -Rogó haciendo un puchero tan adorable que Gerard no pudo ni quiso evitar besarlo.

G- Se hace tarde y tengo que llevarte a otro sitio antes de regresarte al centro. Además, empieza a hacer frío.

F- Yo puedo calentarte. -Caminó sensualmente hasta él, colocando las manos en sus caderas. Gerard rió y negó con la cabeza.

G- Vaaaamos. -Y tirando de su mano le llevó al coche de nuevo, sin hacer caso a sus quejas.

F- Adiós, sitio perfecto. -Suspiró mirando por la ventana cuando emprendieron el camino que les sacaría de allí para volver a la carretera.

G- Ya volveremos, te lo prometo. -Y ante eso solo pudo sonreír.

De nuevo volvieron a estar encerrados en el coche por un rato mientras iban al otro sitio del que Frank tampoco sabía nada, pero poco les importaba. La sola presencia del otro les bastaba para estar cómodos, aunque fuese metidos en un coche.

Esta vez terminaron metiéndose en la ciudad y Frank no pudo evitar mirar a cada persona que caminaba por la calle como si esperase ver a alguien. Gerard, que se dio cuenta, le habló.

G- Iba a llevarte con tu familia para que los vieses. Hace mucho desde la última vez que fueron a visitarte. Pero luego pensé que tampoco te queda mucho tiempo ahí dentro y que pronto los verás. ¡Y qué cojones! -Añadió con una sonrisilla y un ligero rubor en las mejillas- Te quería solo para mí hoy.

F- Aw, eres tan mono. Te comería a besos ahora mismo si no estuvieses conduciendo.

G- Ya habrá tiempo para eso. Oh, llegamos. -Cuando dijo eso, se echó a un lado de la calle y estacionó en el primer sitio libre que encontró.

Esta vez Frank salió antes de que Gerard le tratase como a una chica de nuevo. Cuando el pelirrojo cerró el coche y llegó hasta él, le abrazó por la espalda, le besó el cuello y, antes de que se diese cuenta, algo había tapado sus ojos, una tela suave.

F- ¿Qué haces?

G- Ya te he dicho que es una sorpresa. Si lo ves no tiene gracia. Vamos. -Y, cogiéndole de la cintura, le guió hasta dentro de un edificio, al otro lado de la calle.

Subieron en el ascensor y un rato después salieron a un pasillo. Frank no sabía dónde estaban, pero sí se dio cuenta de que habían subido muchos pisos. Caminaron por el corredor hasta detenerse frente a una puerta.

G- Aquí es. -El susurro junto a su oído le provocó un escalofrío.

Escuchó el sonido de un cerrojo al ser abierto y de nuevo fue conducido hacia adelante. Gerard cerró la puerta tras ellos y al llegar junto a Frank le quitó la venda de los ojos.

G- Sorpresa.

Frank parpadeó un par de veces para acostumbrarse de nuevo a la luz y cuando lo consiguió se quedó con la boca abierta mirando donde estaba.

Era un apartamento que, según se veía, parecía muy grande.

Ellos habían entrado directamente al salón, acomodado con muebles de color negro y unos sillones blancos. No había nada más. Se notaba que aún no había nadie viviendo ahí, que faltaba la mudanza aún.

Pero era precioso y por el día debía ser muy luminoso, ya que tenían unos grandes ventanales que dejaban ver las luces ya encendidas de la ciudad.

Frank caminó como un zombi por el apartamento, conociéndolo. 3 habitaciones, dos cuartos de baño, una gran cocina y una enorme terraza en el piso superior. Estaban en la azotea del edificio.

Cuando la visita le llevó allí, se apoyó contra la barandilla mirando el exterior, sonriendo todo lo que su boca le permitía.

G- ¿Te gusta? -Habló tras él y se giró para mirarle.

F- No.

La cara de Gerard se deformó, sumida en la tristeza, y bajó la cabeza.

G- Lo siento, yo... Pensé que, cuando salgas... El bebé... Nosotros... Compré esta casa y... Creí que -Unos tibios labios interrumpieron su tartamudeo sin sentido y unas cálidas manos sujetaron su cuello, enredándose en su pelo.

F- Nunca me dejas terminar. -Le regañó con voz tenue- No me gusta... Porque me encanta. -Gerard por fin levantó la mirada y le observó. Sus ojos acuosos y la mayor sonrisa que le había visto nunca- Es increíble y me muero de ganas por vivir aquí contigo y con nuestro bebé.

Y sin decir más, se estaban besando con todo lo que tenían, dejándose ver el alma y sentir todo lo que sentían. Tan concentrados que ni cuenta se dieron de que empezaba a llover.

Cuando se separaron y vieron el agua que caía de sus cabellos, se dirigieron dentro y se sentaron en el sofá en una maraña de brazos y piernas.

F- No sé cómo agradecerte todo lo que haces por mi. Eres demasiado bueno.

G- Ya te he dicho que no tienes que agradecerme nada. Con estar contigo me vale. No volveré a dejarte escapar.

F- Ni loco escaparía. ¿Cuándo compraste el apartamento?

G- Estuve mirando casas con Mikey desde que Jamia aceptó el trato. No íbamos a volver cada uno con nuestros padres. -Bromeó- Encontré ésta pero no podía permitírmela. Pero cuando me contrataron en la agencia de cómics mi dinero aumentó y llamé al antiguo propietario sin pensarlo.

F- ¡Creo que hoy es el mejor día de mi vida! -Dijo eufórico.

G- No exageres, enano. Joder, tengo que llevarte de vuelta.

F- Mm, ¿en serio? -Ronroneó acurrucándose mejor contra él.

G- Sí, lo siento. Ya quisiera que no tuvieses que volver y estrenásemos la casa.

F- Está bien. Pero cuando sea libre follaremos en cada rincón de la casa.

G- Trato hecho. Vámonos.

Reticentes se levantaron para ir hacia el centro de rehabilitación de nuevo. Casi una hora tenían de camino y durante éste Frank no hacía más que pensar que no le había regalado nada a Gerard.

Rebuscó ideas en su cabeza hasta que...

F- ¡Lo tengo! -Gritó, sobresaltando a Gerard, que iba conduciendo.

G- ¡Frank! Casi me da un infarto. ¿Acaso quieres morir?

F- Perdón. -Dijo riendo bajito.

G- ¿Qué tienes?

F- Tu regalo. Ya sé cuál será tu regalo.

G- Cariño, te he dicho que no necesito ningún reg-

F- Seré tu esclavo. -Le interrumpió. Gerard se giró para mirarle un momento antes de centrarse en la carretera de nuevo, pensando que había escuchado mal.

G- ¿Qué has dicho?

F- Seré.Tu.Esclavo. Un día, eso sí. Pero haré todo lo que quieras durante 24 horas. Y cuando digo todo es TODO. Pero, no te pases. -Bromeó.

G- Mi esclavo... ¿sexual?

F- Sí.

G- Mmm no me parece mala idea... Al fin y al cabo, me lo merezco, ¿no? Porque soy perfecto. -Frank le dio un golpe en el hombro- Auch. Está bien. Yo elegiré el día. Cualquier día a cualquier hora te avisaré y a partir de ahí empezarán las 24 horas, ¿vale?

F- De acuerdo.

En eso llegaron al aparcamiento del centro y con ello el momento de despedirse. El pelirrojo acompañó a su novio hasta la puerta del edificio.

G- Tienes que avisar de que has vuelto antes de ir a tu cuarto. -El menor asintió con la cabeza y le besó sin más, acariciando los labios del más alto con su lengua antes de adentrarse en su boca y meterse casi hasta su garganta. Lenguas enroscándose, dientes chocando y manos que buscaban cualquier sitio para agarrarse. -Me voy ya. Tienes que avisar de que estás aquí antes de las doce.

Frank miró su reloj- Entonces tengo un minuto para ir hasta allí y... 2 para besarte una vez más. -Y volvió a unir sus labios. Cuando Gerard quiso profundizar, se separó- Ya han pasado dos minutos y medio. Tendré que ir corriendo.

G- Eres como la Cenicienta, ¿te has dado cuenta? -Bromeó- Si con razón digo que eres una princesa.

F- Ash, cállate. Vete ya. -Le dio un piquito- Te amo.

G- Yo también te amo.

Frank entró, mirándole una última vez, y Gerard volvió al coche recordando el día. Tendría que pensar muy bien cuándo utilizaría el regalo de Frank.

"Mierda, estoy duro solo de pensar en lo que le voy a mandar".

Por su parte, Frank entraba ya a su habitación con una sonrisa bobalicona en la cara.

Bert- Wow, ha tenido que ser un buen polvo. Vaya cara que llevas. -Se burló.

F- Jódete, Robert. -Pero no quitó la sonrisa. Se desvistió y se metió en boxer a la cama. Bert ya estaba en la suya. Tenía la luz encendida y un libro en el regazo.

Bert- No, en serio. ¿Qué tal el día?

F- Inolvidable.






Continuará...