jueves, 26 de enero de 2012

Cap. 48 "Obsesionados con el sexo"

CAPÍTULO 48:


F- En serio, ¿por qué estás aquí hoy? -Preguntó de nuevo cuando se separaron, pero dándole pequeños beses entre las palabras.

G- Pedí permiso para venir hoy. Y, además de eso, Phoebe me ha dicho que vas tan bien que puedes salir hoy de aquí, siempre que te cuide y te traiga de vuelta. -Frank dio un saltito en la cama, emocionado por salir del centro aunque fuesen unas horas, y quedó sentado sobre Gerard, apoyado en sus brazos y pegando su cuerpo a él. Gerard sonrió grande- Veo que te hace ilusión. Nos duchamos y nos vamos.

F- ¿Dónde iremos?

G- Eso es sorpresa.

Una hora después, la pareja ya iba en el coche rumbo a un destino desconocido para Frank.

Antes de irse habían pasado a ver a Phoebe otra vez para que le diese su último vistazo a Frank y algunas indicaciones y sin perder más tiempo, se fueron.

El camino estuvo lleno de charlas y risas, disfrutando al fin de un tiempo solo para ellos, sin las prisas de los días de visita.

F- Venga, Gee, dime dónde vamos. -Pidió por enésima vez esas mañana, haciendo un puchero con sus labios intentando darle pena.

G- No seas pesado, enano, que no te lo voy a decir. Ya lo verás. -Sonrió cuando le escuchó gruñir y se giró hacia la ventana con los brazos sobre el pecho- Vamos, precioso, no te enfades. Seguro que te gusta. -Le dijo poniendo su mano derecha sobre su muslo.

Frank solo le miró, le sacó la lengua y rió, sacando un nuevo tema de conversación.

...


Casi una hora pasó y Frank lo único que veía por la ventanilla del coche eran árboles y más árboles. Nada en el paisaje había cambiado desde que salieron del centro de rehabilitación.

En algún momento del camino, Gerard cogió un desvío por un camino de tierra que se internaba en el bosque.

Frank tuvo el impulso de preguntar de nuevo dónde iban pero, sabiendo que no le iba a decir nada, decidió mantenerse callado.

Finalmente los árboles fueron disminuyendo y llegaron a un gran claro donde daba el sol de lleno.

Tan ensimismado estaba el moreno mirando a su alrededor que ni cuenta se dio de que el coche estaba parado.

G- ¿Te gusta? -Preguntó, haciéndole recordar que no estaba solo.

F- Es hermoso.

G- Pues aún no has visto nada. -Y sonriendo bajó del coche y lo rodeó hasta llegar a la puerta de Frank y abrírsela, tendiéndole una mano- Baja, princesa.

Ya acostumbrado al nombre no dijo nada al respecto, solo bajó del coche y dejó que sus sentidos se llenasen del olor de los árboles y la hierba, sintiendo el viento en su rostro.

Gerard le guió por el lugar, llevándole de la mano. Estaba feliz de que le gustase tanto ese lugar.

Era una reserva poco conocida a la que su padre solía llevarle a él y a su hermano cuando eran unos enanos, antes del divorcio de sus padres. Allí corrían y jugaban, pescaban y veían el atardecer antes de volver a casa y cenar algo especial, obra de su madre. Pensó que a Frank podría gustarle el sitio tanto como a él y acertó.

Bordeando el bosque desde donde estaba estacionado el coche se llegaba a un pequeño lago que reflejaba el sol y se movía gracias al viento. Y, más alante del lago se encontraba un acantilado bastante escarpado, vallado con una barandilla de madera.

Allí se quedaron un rato mirando el horizonte, donde parecía distinguirse la ciudad llena de ruidos y delincuencia, al contrario que ese bello paraje donde estaban.

F- Gerard, es precioso. Gracias por traerme aquí, me encanta. -Se giró y se quedó mirando al otro, con los ojos brillantes.

G- Molto bello, ma nulla al mondo è più bello di te. -Susurró junto a su oído, justo antes de besarlo con todo su amor flor de piel.

Abrazados siguieron observando todo hasta que, después de mirar el reloj y ver que eran cerca de las 2 de la tarde, Gerard rompió el agradable silencio.

G- Creo que es hora de comer. Espérame un segundo.

Gerard se alejó dejándole solo y poco después regresaba con una cesta en la mano y una manta colgada del brazo.

F- ¿Has preparado un picnic? -Preguntó divertido- Tío, eres taaan gay.

G- ¡Oye!

F- Es broma, no te enfades. Venga, te ayudo. -Y le cogió la manta para tenderla en el suelo frente al acantilado.

Se acomodaron encima de ella y Gerard fue sacando la comida que la buena de Donna había preparado para ellos.

Sin prisas comieron hasta quedar saciados, intercalando bocados y muchos besos.

Cuando ya no podían más, recogieron los restos y los guardaron en la cesta para poder tumbarse bien abrazados y mirar el cielo, jugando a encontrar forma a las nubes como dos niños.

F- Gerard... Gracias.

G- ¿Por qué? -Le preguntó colocándose de lado para verle.

F- Por este día. Hace mucho que no tenía un día así, es increíble. Gracias por todo en realidad.

G- Ohh, Frankie. No tienes que agradecerme nada. -Negó, dejándole un pequeño beso en la frente- Te lo mereces todo.

F- Pero es tu cumpleaños y no te he regalado nada. Y tú a mí sí. Me has traído aquí y...

G- Mi regalo es pasar el día contigo, mi amor. -Volvió a colocarse cara al cielo, con un brazo bajo su cabeza y el otro bajo la de Frank, cogiendo su mano al otro lado- ¿Estás cansado?

F- No, estoy perfecto.

G- Genial, porque el día no acaba aún. -Informó, viendo el tono rojizo que empezaba a cubrir el cielo- Arriba. -Le ayudó a levantarse y recogió la manta y la cesta.

F- Jo, ¿ya nos vamos? Yo quiero quedarme en este sitio para siempre. -Rogó haciendo un puchero tan adorable que Gerard no pudo ni quiso evitar besarlo.

G- Se hace tarde y tengo que llevarte a otro sitio antes de regresarte al centro. Además, empieza a hacer frío.

F- Yo puedo calentarte. -Caminó sensualmente hasta él, colocando las manos en sus caderas. Gerard rió y negó con la cabeza.

G- Vaaaamos. -Y tirando de su mano le llevó al coche de nuevo, sin hacer caso a sus quejas.

F- Adiós, sitio perfecto. -Suspiró mirando por la ventana cuando emprendieron el camino que les sacaría de allí para volver a la carretera.

G- Ya volveremos, te lo prometo. -Y ante eso solo pudo sonreír.

De nuevo volvieron a estar encerrados en el coche por un rato mientras iban al otro sitio del que Frank tampoco sabía nada, pero poco les importaba. La sola presencia del otro les bastaba para estar cómodos, aunque fuese metidos en un coche.

Esta vez terminaron metiéndose en la ciudad y Frank no pudo evitar mirar a cada persona que caminaba por la calle como si esperase ver a alguien. Gerard, que se dio cuenta, le habló.

G- Iba a llevarte con tu familia para que los vieses. Hace mucho desde la última vez que fueron a visitarte. Pero luego pensé que tampoco te queda mucho tiempo ahí dentro y que pronto los verás. ¡Y qué cojones! -Añadió con una sonrisilla y un ligero rubor en las mejillas- Te quería solo para mí hoy.

F- Aw, eres tan mono. Te comería a besos ahora mismo si no estuvieses conduciendo.

G- Ya habrá tiempo para eso. Oh, llegamos. -Cuando dijo eso, se echó a un lado de la calle y estacionó en el primer sitio libre que encontró.

Esta vez Frank salió antes de que Gerard le tratase como a una chica de nuevo. Cuando el pelirrojo cerró el coche y llegó hasta él, le abrazó por la espalda, le besó el cuello y, antes de que se diese cuenta, algo había tapado sus ojos, una tela suave.

F- ¿Qué haces?

G- Ya te he dicho que es una sorpresa. Si lo ves no tiene gracia. Vamos. -Y, cogiéndole de la cintura, le guió hasta dentro de un edificio, al otro lado de la calle.

Subieron en el ascensor y un rato después salieron a un pasillo. Frank no sabía dónde estaban, pero sí se dio cuenta de que habían subido muchos pisos. Caminaron por el corredor hasta detenerse frente a una puerta.

G- Aquí es. -El susurro junto a su oído le provocó un escalofrío.

Escuchó el sonido de un cerrojo al ser abierto y de nuevo fue conducido hacia adelante. Gerard cerró la puerta tras ellos y al llegar junto a Frank le quitó la venda de los ojos.

G- Sorpresa.

Frank parpadeó un par de veces para acostumbrarse de nuevo a la luz y cuando lo consiguió se quedó con la boca abierta mirando donde estaba.

Era un apartamento que, según se veía, parecía muy grande.

Ellos habían entrado directamente al salón, acomodado con muebles de color negro y unos sillones blancos. No había nada más. Se notaba que aún no había nadie viviendo ahí, que faltaba la mudanza aún.

Pero era precioso y por el día debía ser muy luminoso, ya que tenían unos grandes ventanales que dejaban ver las luces ya encendidas de la ciudad.

Frank caminó como un zombi por el apartamento, conociéndolo. 3 habitaciones, dos cuartos de baño, una gran cocina y una enorme terraza en el piso superior. Estaban en la azotea del edificio.

Cuando la visita le llevó allí, se apoyó contra la barandilla mirando el exterior, sonriendo todo lo que su boca le permitía.

G- ¿Te gusta? -Habló tras él y se giró para mirarle.

F- No.

La cara de Gerard se deformó, sumida en la tristeza, y bajó la cabeza.

G- Lo siento, yo... Pensé que, cuando salgas... El bebé... Nosotros... Compré esta casa y... Creí que -Unos tibios labios interrumpieron su tartamudeo sin sentido y unas cálidas manos sujetaron su cuello, enredándose en su pelo.

F- Nunca me dejas terminar. -Le regañó con voz tenue- No me gusta... Porque me encanta. -Gerard por fin levantó la mirada y le observó. Sus ojos acuosos y la mayor sonrisa que le había visto nunca- Es increíble y me muero de ganas por vivir aquí contigo y con nuestro bebé.

Y sin decir más, se estaban besando con todo lo que tenían, dejándose ver el alma y sentir todo lo que sentían. Tan concentrados que ni cuenta se dieron de que empezaba a llover.

Cuando se separaron y vieron el agua que caía de sus cabellos, se dirigieron dentro y se sentaron en el sofá en una maraña de brazos y piernas.

F- No sé cómo agradecerte todo lo que haces por mi. Eres demasiado bueno.

G- Ya te he dicho que no tienes que agradecerme nada. Con estar contigo me vale. No volveré a dejarte escapar.

F- Ni loco escaparía. ¿Cuándo compraste el apartamento?

G- Estuve mirando casas con Mikey desde que Jamia aceptó el trato. No íbamos a volver cada uno con nuestros padres. -Bromeó- Encontré ésta pero no podía permitírmela. Pero cuando me contrataron en la agencia de cómics mi dinero aumentó y llamé al antiguo propietario sin pensarlo.

F- ¡Creo que hoy es el mejor día de mi vida! -Dijo eufórico.

G- No exageres, enano. Joder, tengo que llevarte de vuelta.

F- Mm, ¿en serio? -Ronroneó acurrucándose mejor contra él.

G- Sí, lo siento. Ya quisiera que no tuvieses que volver y estrenásemos la casa.

F- Está bien. Pero cuando sea libre follaremos en cada rincón de la casa.

G- Trato hecho. Vámonos.

Reticentes se levantaron para ir hacia el centro de rehabilitación de nuevo. Casi una hora tenían de camino y durante éste Frank no hacía más que pensar que no le había regalado nada a Gerard.

Rebuscó ideas en su cabeza hasta que...

F- ¡Lo tengo! -Gritó, sobresaltando a Gerard, que iba conduciendo.

G- ¡Frank! Casi me da un infarto. ¿Acaso quieres morir?

F- Perdón. -Dijo riendo bajito.

G- ¿Qué tienes?

F- Tu regalo. Ya sé cuál será tu regalo.

G- Cariño, te he dicho que no necesito ningún reg-

F- Seré tu esclavo. -Le interrumpió. Gerard se giró para mirarle un momento antes de centrarse en la carretera de nuevo, pensando que había escuchado mal.

G- ¿Qué has dicho?

F- Seré.Tu.Esclavo. Un día, eso sí. Pero haré todo lo que quieras durante 24 horas. Y cuando digo todo es TODO. Pero, no te pases. -Bromeó.

G- Mi esclavo... ¿sexual?

F- Sí.

G- Mmm no me parece mala idea... Al fin y al cabo, me lo merezco, ¿no? Porque soy perfecto. -Frank le dio un golpe en el hombro- Auch. Está bien. Yo elegiré el día. Cualquier día a cualquier hora te avisaré y a partir de ahí empezarán las 24 horas, ¿vale?

F- De acuerdo.

En eso llegaron al aparcamiento del centro y con ello el momento de despedirse. El pelirrojo acompañó a su novio hasta la puerta del edificio.

G- Tienes que avisar de que has vuelto antes de ir a tu cuarto. -El menor asintió con la cabeza y le besó sin más, acariciando los labios del más alto con su lengua antes de adentrarse en su boca y meterse casi hasta su garganta. Lenguas enroscándose, dientes chocando y manos que buscaban cualquier sitio para agarrarse. -Me voy ya. Tienes que avisar de que estás aquí antes de las doce.

Frank miró su reloj- Entonces tengo un minuto para ir hasta allí y... 2 para besarte una vez más. -Y volvió a unir sus labios. Cuando Gerard quiso profundizar, se separó- Ya han pasado dos minutos y medio. Tendré que ir corriendo.

G- Eres como la Cenicienta, ¿te has dado cuenta? -Bromeó- Si con razón digo que eres una princesa.

F- Ash, cállate. Vete ya. -Le dio un piquito- Te amo.

G- Yo también te amo.

Frank entró, mirándole una última vez, y Gerard volvió al coche recordando el día. Tendría que pensar muy bien cuándo utilizaría el regalo de Frank.

"Mierda, estoy duro solo de pensar en lo que le voy a mandar".

Por su parte, Frank entraba ya a su habitación con una sonrisa bobalicona en la cara.

Bert- Wow, ha tenido que ser un buen polvo. Vaya cara que llevas. -Se burló.

F- Jódete, Robert. -Pero no quitó la sonrisa. Se desvistió y se metió en boxer a la cama. Bert ya estaba en la suya. Tenía la luz encendida y un libro en el regazo.

Bert- No, en serio. ¿Qué tal el día?

F- Inolvidable.






Continuará...

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