lunes, 3 de octubre de 2011

Cap. 18 "Obsesionados con el sexo"



En el capítulo anterior...


Su teléfono móvil comenzó a sonar y vibrar sobre la mesilla de noche. Lo cogió y leyó en la pantalla que era Mikey quien llamaba.

G- Mikey, ¿qué ocurre?

Mikey- Es-Es Frank. Él... Él está... -Mikey no sabía cómo continuar y Gerard se sentó de golpe al escuchar su nombre, esperándose lo peor por esa angustia que aún sentía.

G- Joder, Mikey, ¡dime de una vez que ha pasado!

Mikey- Frank está en el hospital... Está sedado y le tienen en cuidados intensivos. Su madre le encontró en su habitación tirado en el suelo sin respiración.




Capítulo 18: Culpa y muerte.


Linda lucía cansada, agotada tanto física como emocionalmente tras haber pasado 3 días encerrada en una habitación de hospital, saliendo únicamente cuando su marido la arrastraba hasta la cafetería para comer algo, o a su casa para que se duchase y se cambiase de ropa.

Haber encontrado a su hijo en el suelo de su habitación en ese estado había sido lo peor por lo que había tenido que pasar en todos sus años de vida, y no encontraba ninguna situación que se asimilase a la que vivía actualmente, que la hubiese tenido tan desesperada y angustiada.
 
Tal como había hecho los últimos días, se encontraba en aquella habitación totalmente blanca, repleta de máquinas y con una vidriera que daba al pasillo, en ese momento estaba por una persiana del mismo color que el resto del cuarto.

Las máquinas sonaban y sus luces se encendían y se apagaban, recordándole donde estaba y por qué.

Como si fuese necesario recordárselo, como si no fuese suficiente con estar a los pies de la cama en la que su hijo dormía sin mostrar señales de vida, desde que lo médicos le sedaron y llevaron allí.

Frank no se movía, no hablaba, no abría sus hermosos ojos... Frank no hacía nada. No era nada en ese momento, sólo un cuerpo que vivía gracias a unas máquinas que le ayudaban a respirar y que bombeaban su sangre sin descanso.

Los ojos la mujer estaban enrojecidos por las largas horas que había pasado llorando, desde que encontró a su hijo y pensó que estaba muerto, hasta ahora que observaba la cantidad de tubos y cables conectados al frágil cuerpo de su pequeño. Su pelo se veía sucio y sin brillo y llevaba puesto lo primero que encontró en su armario la última vez que fue a su casa, un par de días antes.

Estaba absorta en sus pensamientos, recordando momentos de la niñez de Frank, cuando era un niño dulce y travieso, que no paraba quieto y no se callaba ni debajo del agua, cuando de repente, la máquina que medía los latidos de su corazón comenzó a pitar cada vez más rápido, haciendo un ruido que consiguió desquiciar del todo a la mujer.

Linda, muerta de miedo, salió de la habitación gritando y pidiendo ayuda, la cual no tardó en llegar, sin poder evitar que grandes lágrimas volvieran a escapar de sus ojos.

-Señora, quédese aquí mientras los doctores intentan reanimar a su hijo. -Le pidió una enfermera cuando intentó entrar en el cuarto de nuevo.

Linda se aferró a su marido, que esperaba fuera desde que ingresaron a Frank, sin poder contener el llanto, con un fortísimo dolor en el pecho y sintiendo que sus piernas dejarían de sostenerla en cualquier momento.

Transcurrieron unos minutos que a Linda y Frank padre se le hicieron los más largos de su vida, cuando una doctora de bata blanca se acercó a ellos a paso lento, alternando la vista seria de uno a otro.

Linda- ¿Cómo está mi hijo? -Preguntó desesperada.

Cheech- ¿Qué ha pasado? ¿Se encuentra bien?

-Lo lamento mucho. No hemos podido hacer nada por salvar a su hijo. -Informó con voz solemne.

Y entonces si, las piernas de Linda dejaron de funcionar y cayó al suelo llorando y gritando de impotencia a la vez que su marido se arrodillaba con ella y la abrazaba con todas sus fuerzas comenzando a llorar también.

Su pequeño hijo había muerto...

Cuando Cheech consiguió sacar a Linda del cuarto donde reposaba el cuerpo sin vida, después de vaciar su cuerpo lágrima tras lágrima, fueron en total silencio al coche, y con éste a casa.

Con pesadez entraron dentro de la casa, Linda ayudada por su marido, quien la sujetaba por la cintura intentando aparentar fortaleza, aunque por dentro estaba totalmente destrozado.

Al entrar, los recuerdos del que fue su hijo les golpearon al ver cada fotografía en la que aparecía, cada regalo que les había dado en fechas importantes... Y si eso fue difícil, fue peor cuando Linda, movida por alguna fuerza que desconocía, se dirigió a la habitación de su hijo y vio todas sus cosas, su ropa, sus discos, su amada guitarra que nadie más volvería a tocar, ya que Linda no lo permitiría.

Se sentó sobre la cara sollozando y la cara entre las manos mirando el piso cuando se dio cuenta del bolígrafo que había en el suelo, junto a un papel arrugado, como si después de escribirlo se hubiese arrepentido de ello.

Linda se agachó para coger el papel y con cuidado, y casi con miedo, lo abrió y comenzó a leerlo, reconociendo en él la letra desordenada de su pequeño.

Adiós.
Esto es lo único que puedo decir y hacer en estos momentos.
No tengo fuerza para seguir con mi vida si él no está conmigo.
Me prometiste no dañarme nunca, Gerard, y yo te creí.
Como el estúpido que soy creí cada palabra que me decía, cada "te amo" que me regalaste y cada sonrisa que me dedicaste.
Pero no debí de ser suficiente para ti, porque ni te pensaste lo de marcharte a otro país, a otro continente, y encima ni me lo dijiste, sólo te despediste de mi la noche de antes.
No puedes ni imaginarte lo mal que me hizo sentir que no confiases en mi.
Eso me ha hecho darme cuenta de que tal vez todo lo que pasó entre nosotros para ti no fue nada, que en realidad no sentías por mi todo lo que decías.
Cambié por ti, fallé a la promesa que me hice a mi mismo.
Y todo para que me dejes tirado.
Lo siento, lo superé una vez, pero no puedo hacerlo de nuevo, y menos si el causante eres tú.
Adiós.

Cuando terminó de leer la nota de suicidio que su hijo había escrito, solo pudo gritar con todas sus fuerzas deseando lo peor para ese pelirrojo que había sido el causante -directa o indirectamente- de la muerte de su hijo.
 
 
 

















 
 
G-¡NOOOOOOOO!

Un grito de verdadera desesperación llenó el cuarto donde Gerard dormía y éste se sentó de golpe en la cama.

Todo había sido una pesadilla. La peor pesadilla y la más real que había tenía en su vida.

Su corazón palpitaba intentando salir de su pecho, su frente estaba empapada de sudor, sus manos temblaban y sus ojos estaban empapados, igual que sus mejillas.

Justo en ese momento el despertador que anunciaba el comienzo de su tercer día en Italia empezó a sonar, retumbando en sus oídos.

No pudo evitar coger el teléfono y marcar el número de su hermano para preguntar por Frank, el cual le informó de que nada nuevo había pasado y seguía estable, aunque dormido aún. Nada de lo que vio en su pesadilla había ocurrido en realidad.

Gerard se levantó con pesadez de la cama, con un sentimiento de culpa mayor que antes y fue hasta el baño. Se observó en el espejo y no se reconoció en él.
Estaba más pálido de lo normal, tenía unas enormes ojeras moradas bajo sus ojos, sus labios estaba blanquecinos y resecos y su pelo totalmente despeinado y pegado a su piel.

Se deshizo de sus ropas y se metió en la ducha, sin poder evitar llorar de nuevo mientras dejaba que el agua caliente relajase los músculos de su espalda.
Se vistió con lo primero que encontró y cogió las cosas necesarias para su primer día de clases.

La residencia universitaria no estaba lejos de la universidad, así que no le costó demasiado trabajo llegar hasta ella, incluso en el estado ausente en el que caminaba por la calle.

Una vez allí, miró en sus papeles el número de su clase y fue hasta ella después de preguntar dónde se encontraba.

Entró y se sentó en la última fila de asientos, sin saludar a sus nuevos compañeros ni intentar entablar conversación con nadie, volviendo a hundirse en sus pensamientos mirando un punto fijo en la pared de la pizarra.

-¿Te encuentras bien? -Alguien pasó una mano por delante de su rostro haciéndole reaccionar.

G- ¿Eh? ¿Qué?

-¿Te ocurre algo? Tienes mala cara.

Una chica de pelo muy, muy corto y unos hermosos ojos verdes estaba sentada a su lado y él no se había dado cuenta.

G- Me ocurren muchas cosas, pero eso no te importa. -Respondió cortante.

-Oh, perdona, sólo quería saber si necesitabas ayuda. Se te ve distraído y estás tan pálido y ojeroso... -La chica habló con la cabeza gacha y se iba a levantar para irse, pero Gerard la detuvo.

G- Espera, no te vayas. Lo siento. Es que no he podido dormir. Me llamo Gerard.

-Yo soy Sheila. -Respondió ella con una gran sonrisa- ¿Eres nuevo, no?

G- Sí, llegué hace unos días pero no había venido aún. Hoy es mi primer día en la universidad. -Ella sólo asintió sin borrar esa sonrisa de su rostro- Por cierto, muchas gracias por preocuparte por mi.

Sheila- ¿Cómo no hacerlo? Alguien como tú no debería de sufrir. -Puso una mano sobre la que Gerard tenía sobre la mesa, pero al momento la quitó de ahí- Mm si necesitas una guía, una traductora, o simplemente alguien con quien hablar, avísame.

G- Muchas gracias. ¿Sabes italiano?

Sheila- Sí. Ya llevo viviendo aquí un par de años.

G- Pues la verdad es que no me vendrían nada mal unas clases de italiano, porque no tengo ni idea y no sé cómo voy a enterarme de lo que digan en clases. -Sonrió ligeramente.

Sheila- Oh, que linda sonrisa. Me gustaría verte sonreír más a menudo. -Hizo que Gerard se sonrojara, algo que no pasaba muy a menudo- Que tierno... En fin, que sí, cuando quieras empezamos con las clases. Y mientras, si no te separas de mi, será tu traductora personal. -Le tendió una mano.

G- Perfecto. -Estrechó su mano y justo en ese momento llegó el profesor, por lo que no pudieron seguir hablando.

El resto del día Sheila hizo lo que prometió y sirvió de traductora en las distintas clases que compartía con Gerard y en las horas libres, las cuales pasaron juntos.

Way poco a poco iba hablando más con ella, aunque en ningún momento soltó el móvil de sus manos, esperando cualquier llamada que le informase sobre Frank.

Sheila- ¿Esperas alguna llamada importante? -Cuestionó al ver que daba vueltas al aparato entre sus manos una y otra vez, mirando la pantalla cada poco.

G- Sí... Es que mi nov... mi mejor amigo está en el hospital y no saben si saldrá de ésta. -Sus ojos se aguaron de nuevo.

Sheila- Vaya, lo siento mucho. Puedes desahogarte conmigo, si quieres. -Le dijo pasando la mano por su espalda intentando calmarle.

Y sin poder evitarlo, Gerard se echó a sus brazos y comenzó a llorar por millonésima vez desde que Mikey le llamó en la noche.

Cuando consiguió reponerse un poco, le contó lo que había ocurrido en los últimos días y cómo había acabado Frank en ese hospital, obviando algunos detalles como el hecho de que fueron pareja.

Sheila- Lo tienes que estar pasando muy mal. -Le acarició el rostro- No quiero parecer entrometida ni nada de eso. Y tal vez me equivoque pero... ¿Frank era tu novio?

Gerard agachó la cabeza y asintió.

Sheila- Bueno, no te preocupes, seguro que todo termina bien.

G- Muchas gracias, Sheila. Me alegro mucho de haberte conocido. Si me disculpas, voy a llamar a mi hermano a ver si hay alguna novedad.

Sheila- Está bien. Yo me voy ya. ¿Nos vemos mañana?

G- Claro. -Sonrió- Ciao, Sheila.

El día acabó y Frank seguía igual. Nada había cambiado en su estado y la cuenta atrás llegaba a su fin...







Continuará...







 

6 comentarios:

  1. Estoy llorando. me da cosa admitirlo, pero ahora mismo las lagrimas se estan cayendo en el teclado. tengo el corazon a mil. Frank...
    dios mio.
    nosé, nosé, es que no sé como describir este capitulo. Frank esta, esk no puedo decirlo porque llorare mas y al final vendran mis padres y me veran aki desconsolada...
    no por favor, mer, no.

    esto es alucinante, es como leer la muerte de Sirius Balck, k tambn me emocione, es, dios mio. no lo sé

    me has dejado confundida, en serio x) hacia mucho tiempo k no me sentia asi.

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  2. Siempre sigo tu blog, alguna vez puede que se me rasen los ojos en agua.. pero esta vez... has conseguido que llore. Eres alucinante ningún libro ni nada lo había conseguido enhorabuena :)

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  3. Te odio, te odio, te odio. Joder, nena. Cuando estaba leyendo la pesadilla estaba: Dios, no, no no. Esto tiene que ser un error. No puede ser, tiene trampa.
    Me lo has hecho pasar fatal >.< Cuando leí que era una pesadilla me he quedado: Será perra ._.
    Sabía que no podía ser cierto T.T
    Pobre Gerard. y pobre Frank. y pobre Linda y Frank padre. Y pobre Mikey, Jared, Pete... Pobre todos T.T
    Y... Por último pero no por ello menos importante: JGHLLLLLDSFJSFGSADGFJSDLAKJSGDLSAHFSDHGFSJDHGFS.
    Te como. Sheila es muy maja :3 Y sus ojos...
    *---------------------*
    Amo tu fic ewe

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  4. :'( *O* Y seguidamente me has hecho llorar.... Parecia taaaaaan real lo de Frank que... puff menos mal que era un sueño porq entre lo que me pasa a mi y esto, me va a dar algo

    PD:Está muy bien...

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  5. askjsaksajsaksajsak, Casi me da un infarto u_u No seas mala, Dios mío, Manda a Gerard donde Frank y que haya algo así bien tierno. Después de esto, con lo único que te perdonaría sería haciendo eso :'c

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  6. (@xXxHellChaosxXx)
    TE ODIO TE ODIO TE ODIO COMO LE PUEDES HACER ESTO A MI POBRE CORAZONCITO EH??
    Dios, cuando leí de que frank moría me desespere hasta tal punto que pensé que a lo mejor luego resucitaria o algo xDDD
    Luego el grito de gee pensé que fue al enterarse, y luego lo que le dijo el hermano ya me desconcerte y me si cuenta xD DIOS ERES HORRIBLE, LA QUE VA A MORIR SERE YO SI SIGO ASÍ!!

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